Londres, 2 de septiembre. Los desarrollos en la física moderna excluyen a Dios de las teorías sobre el origen del universo, afirma el astrofísico británico Stephen Hawking en un nuevo libro del que el diario The Times publica este jueves algunos extractos.
Agencias
Los últimos avances en neurociencia atribuyen a una combinación de sustancia químicas y necesidades fisiológicas la aparición de religión y la idea de Dios.
El ser humano, a pesar de del proceso cultural, es presa fácil del miedo y la incertidumbre que le atenazaban hace miles de años. Los pequeños problemas de la vida diaria y las grandes preguntas provocan estrés neuronal, induciendo hasta cien cambios diferentes en el cerebro. Para balancear la carga, surgió la religión.
Como recogen el antropólogo Lionel Tiger y el neurólogo Michael McGuire en el libro God’s brain (El cerebro de Dios), publicado en Estados Unidos la pasada primavera, la religión tiene un efecto balsámico sobre el cerebro.
Mediante la recopilación de decenas de investigaciones científicas apoyadas en las modernas técnicas de neuroimagen (resonancia magnética, tomografía o magnetoencefalografía, los autores cogen fuerza para explicar la función de la religión. Según explican, la experiencia religiosa libera neurotransmisores como la serotonina la dopamina y hormonas como la oxitocina, que dan paz al cerebro, restaurando su equilibrio.
En una serie de experimentos realizados con monos por McGuire, los científicos pudieron establecer una relación directa entre el estatus social de cada individuo dentro del clan y el nivel de serotonina, un neurotransmisor que funciona a modo de recompensa para un cerebro estresado.
‘Fitness’ cerebral
En humanos, los más recientes trabajos de neurociencia y religión muestran cómo la fe en Dios reduce los síntomas de la depresión y favorece el autocontrol, mientras que la meditación mejora algunas capacidades mentales.
Los autores reconocen que hay otras formas de conseguir reducir el estrés neuronal, como hacer deporte o una cena agradable. Pero las otras actividades sociales no tienen los tres elementos que dan utilidad a la religión: socialización positiva en comunidad, los rituales y una creencia, generalmente en la otra vida.
La semana que viene se publicará un libro en el Reino Unido que dará mucho que hablar. Su título en español supongo que será El gran diseño y su autor más notable es Stephen W. Hawking, que lo firma con Leonard Mlodinov.
Lo más importante del libro es que trata de poner al alcance de las personas no especialistas los últimos intentos de la física teórica en cuanto a fundir en un mismo cuerpo matemático la relatividad general o teoría del universo en su conjunto con la mecánica cuántica o teoría del microcosmos atómico. El problema es que el objetivo de tal esfuerzo divulgativo se encamina a demostrar la no existencia de Dios.
Siempre me anima que un científico de la talla de Hawking muestre públicamente su agnosticismo, pero que en esta ocasión lo haga apoyándose en las teorías M y una de sus hipotéticas consecuencias, la existencia de infinidad de universos, me parece pobre cuando no contradictorio. Concluyen Hawking y Mlodinov que, igual que Darwin y Wallace explicaron el aparentemente milagroso diseño de las formas vivas sin intervención de un ser supremo, el concepto de multiverso puede explicar nuestra existencia sin necesidad de un creador benevolente que hiciera el mundo para nuestro beneficio.
El problema reside en que mientras que la evolución de las especies por selección natural está demostrada incluso a escala molecular, los modelos en 11 dimensiones que desarrollan todos los conceptos de supercuerdas, las teorías M, no tienen por ahora la más mínima posibilidad de contrastarse experimentalmente. O sea, que entran casi en la categoría de filosofía, a la que Hawking le niega cualquier papel hoy día.
Así, si suponemos que Borges tenía razón al catalogar la filosofía de subgénero de la literatura fantástica, las teorías M pueden caer en el mismo saco. Creo que lo más honesto desde el punto de vista científico es mantener la postura de Laplace, que cuando le enseñó su modelo matemático del sistema solar a Napoleón y este arguyó que no veía a Dios por ninguna parte, le respondió: “Sire, no he tenido que hacer uso de tal hipótesis”. También creo importante no distraer a la gente en cuanto a que el problema no es Dios, sino las religiones.
MIGUEL ÁNGEL CRIADO Madrid 03/09/2010 08:00 Actualizado: 03/09/2010 09:14
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