El Cauca está en el centro de los sucesos nacionales. No es para menos. Combates diarios entre ejército y guerrilla, indígenas que demandan la salida de sus territorios de quienes se disputan el dominio de esta parte del país, traslado del Presidente y sus ministros para deliberar en medio de los combates, a los cuales quisieron desconocer al no mencionarlos.
Pero esta es la coyuntura. En sentido estructural, hay fenómenos que explican todo lo que está en curso: el valor geoestratégico de una región que sirve de corredor hacia el Pacífico y la Amazonia, región en la que se asientan grandes transnacionales tras la explotación de oro y carbón, el control del agua y la implementación de monocultivos. Su interés los lleva a solicitar licencia para explotar el 95 por ciento del suelo caucano. Para así posibilitarlo, el departamento es militarizado en su totalidad, intentando a la par cerrar los corredores estratégicos de las farc, al tiempo que impedir su concentración ofensiva con avance hacia el Valle del Cauca. El Plan de Consolidación Estratégica, tercera fase del ‘plan Colombia’, entrega el poder civil y la administración de la región a los militares, que intentan involucrar a la población con una de las partes en guerra.
Oponiéndose a unos y otros, con una armonizada visión histórica a través de sus Planes de Vida, el pueblo Nasa se levanta para reclamar que los actores del conflicto desalojen su territorio. Armados de inmenso valor y bastones de mando, se adentran en zonas de combate, destruyen trincheras y expulsan a soldados y guerrilleros. Su exigencia, en medio del escalonamiento del conflicto a partir del traslado de más tropa por parte de cada uno de los ejércitos enfrentados, es para ya y no da espera: negociación política del conflicto. El mensaje y el reto son para el conjunto de la sociedad colombiana.
Sobre esta realidad y sus urgencias, conversamos con Rafael Coicué, dirigente Nasa y de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca.
desde abajo (da). En la población de Toribío, ustedes declararon en días pasados, una Asamblea permanente. ¿Qué significa esta decisión?
Rafael Coicué (RC). El 20 de agosto de 2011, el Consejo Regional del Cauca (CRIC) tomó la decisión de hacer un proceso de limpieza territorial por la vida, la autonomía y la paz. Desde este momento empezamos a decirles a los actores armados: ¡Paren! Ya no más confrontación. Como la respuesta fue de oídos sordos, el 7 y el 8 de julio de 2012 arrancamos un proceso de limpieza y armonización territorial que nos debe llevar al tema de parar la guerra.
da. ¿Cómo entienden esa medida?
RC. Que logremos, desde un debate público nacional, la expresión de todas las visiones y sueños que existen en el país. No que sea Santos quien diga que ‘tiene la llave de la paz en el bolsillo de atrás’, sino que la llave de la paz es del pueblo colombiano. De manera, entonces, que no se persiga, se señale, se amenace, se asesine a quien desate acciones en su favor. Por eso, hoy llamamos a todas las organizaciones, a todos los procesos, a todas las plataformas, para que salgamos de las oficinas y hagamos que la paz sea una realidad.
da. La decisión de limpieza del territorio empezó por Miranda. ¿Cómo resultó?
RC. Ese día sacamos a los dos: al ejército, que estaba metido en las casas en Monte Redondo, y a la guerrilla, por la parte de las Dantas. Luego vino Toribío, que era el lugar más afectado. En Miranda, el gobernador del Cabildo fue amenazado, las comunidades campesinas fueron desplazadas y los dos bandos tomaron las casas como trincheras. Ante tales hechos, todas las comunidades indígenas nos fuimos allá y les demandamos a ambos actores que abandonaran y respetaran las casas; asimismo, que cesaran los enfrentamientos. Además, reclamamos respeto por nuestra autonomía. Desde ese momento nos declaramos en asamblea permanente. En los días que vienen, seguiremos comunidad por comunidad: Jambaló, Corinto, Caloto, Suárez, Caldono. Hoy tenemos el apoyo de las nueve zonas del CRIC.
da. Usted nos comenta que la visita de Santos y su equipo de gobierno dejó un mal mensaje.
RC. Sí, su mensaje fue claro: más guerra. Ante sus palabras, planteamos: 1. Que la solidaridad, la visibilización al conjunto de la Nación de que el conflicto no afecta sólo al Cauca sino a también a todo el país, y por tanto demanda una salida negociada; 2. Que las instituciones que hablan de paz –factor que se conoce como Techo Común, algo así como 300 organizaciones–, además de la comunidad internacional, hagan una asamblea en el Cauca, ojalá en Toribío. 3. Que la Comisión de Derechos Humanos y Paz del Senado haga una sesión en Toribío, que escuchen y tomen en consideración las propuestas de la comunidad. 4. Que el Congreso de los Pueblos, de igual manera, sesione allí y legisle sobre estos mismos temas. 5. Que se ponga en marcha un plan de acompañamiento por parte de las organizaciones sociales, con traslado al territorio, y que hablen con la gente, que valoren de manera directa los hechos que suceden allí. Con seguridad, de todo esto tiene que surgir una propuesta de paz que camine por todo el país y el continente.
da. Como vemos, el conflicto y la situación de guerra en el Cauca son más agudos. ¿Puede hacer el contexto que dio lugar a este agravamiento?
RC. La guerra en el Cauca no es de ahora. Está en nuestro territorio desde hace por lo menos 30 años, cuando llegaron las farc. Y también nuestro pueblo la vivió a través del M-19, el grupo Ricardo Franco, el PRT y el Quintín Lame. Pero también la hemos vivido de la mano del ejército, de los narcotraficantes y de las multinacionales. Hay muchos niños heridos, niños que encuentran objetos y los manipulan; pero en la misma forma compañeros heridos en campos minados. En los enfrentamientos, muchas casas terminan averiadas: de 2010 a 2012, hemos tenido más o menos 250 heridos, 48 muertos, 80 campos minados encontrados, y otros que estallaron…
da. …son muchos y largos años de violencia.
RC. De un tiempo que nos ha perjudicado como pueblo. Pero más desde el gobierno de Álvaro Uribe, cuando el ejército y las farc, cuando los dos bandos se han concentrado de manera ostensible, y quienes llevan las de perder son las comunidades.
da. ¿Cómo y por qué subió la violencia durante y con el gobierno de Uribe?
RC. Es público el tema de violencia que propician los actores paramilitares en nuestro departamento. Pero, además, el gobierno oferta a favor de las multinacionales nuestro territorio, entregándoles para explotación minera buena parte de sus tres millones de hectáreas […]. La ruptura del ‘proceso de paz’ que tuvo como epicentro el Caquetá, conllevó el desplazamiento y concentración de la guerrilla sobre el Cauca, departamento estratégico en términos de recursos naturales, pero, además, fundamental como corredor entre el Pacífico, la Amazonia y el centro del país.
da. ¿Un factor geográfico que influya en forma determinante?
RC. Sí. Lleva al ejército a poner aquí, desde el año 2010 –como tercera fase del ‘plan Colombia’– una “Zona de Consolidación” para la cual han reunido hasta 15 mil soldados. Imagínese, esta cantidad de soldados en un territorio donde vivimos 25 familias. Esa decisión militar es la tapa de todo el conflicto.
da. ¿Fue una decisión que contuvo a la contraparte?
RC. En el transcurso de la guerra, para evitar que el ejército cumpliera con su cometido, las farc concentran inmensas fuerzas y enfrentan el plan en marcha. Y en esa guerra, las comunidades son las perjudicadas: bombas sobre sus casas, ametrallamientos, minados en los caminos, amenazas, etcétera, a tal punto que no es posible vivir en tranquilidad. De esta manera, ahora en el Cauca lo único que hay es zozobra, muerte y ruptura de nuestros tejidos organizativos.
da. ¿Cuál resultado alcanza esa “concentración” guerrillera dentro de la comunidad?
RC. Su actividad y efecto en el cambio de actitud y de mentalidad de quienes aceptan el mensaje se nota rápidamente: es la indiferencia frente a los mecanismos tradicionales de funcionamiento y autoridad y comienza a ganar espacio y es notable la posibilidad de división en algunos procesos de organización. Esa lucha o diferencia también actúa a través de la creación de organizaciones paralelas, que debilitan el tejido organizativo. De esta manera, y por la acción de ambos actores, ahora en el Cauca lo único que hay es zozobra, muerte y ruptura de nuestros tejidos organizativos.
da. Ruptura en un marco de disputa por el territorio, que debe tener otros ingredientes (las multinacionales, el latifundio, el narcotráfico), ¿qué dicen al respecto?
RC. En el Cauca sí hay intereses de ese tenor. De los tres millones de hectáreas que lo integran, 960 mil están en proceso de concesión. Pero, además, algunos territorios, como en Tierradentro, en el norte del Cauca, están concesionados en un 95 por ciento: para el agua, el oro y otros recursos naturales. Es claro entonces que esto es una motivación para la guerra. Pero también juega el valor geográfico, estratégico, del Cauca, su salida al Pacífico. De igual manera, los cultivos ilícitos constituyen una economía a la cual la gente ha tenido que recurrir…
da. …Hay motivos.
RC. La ausencia de políticas públicas eficaces, como la reforma agraria y todos los aspectos que deben ir de manera complementaria, no dejan otra opción a un gran número de nuestros habitantes. Un problema que será mayor con la firma del Tlc y la mayor importación de alimentos que vendrá. Por último, dentro de esta situación está el gobierno: su visión del territorio entra a devastar la resistencia de los indígenas, pues nos ven como un estorbo. Por eso, con su “Plan de Consolidación” copan e infiltran el territorio, y propician nuestro debilitamiento organizativo. En paralelo, la guerrilla dice que lleva 40 años acá y considera que el territorio es suyo, que le pertenece. Nos reclaman que si estamos con el gobierno o con ellos. Nosotros no estamos ni con unos ni con otros. Ahí está la disputa por el territorio y por quién se queda con los pueblos indígenas.
da. Además de la disputa por el territorio, ¿hay una acción de igual dimensión por ganar la mente de la comunidad, que afecta el tejido organizativo?
RC. Esa dinámica es real. Ahora los guerrilleros llegan a las escuelas y arengan y proyectan videos de triunfos militares. Invitan a los jóvenes a meterse en la milicia que, según ellos, es buena para cuidar a la comunidad. Cuando logran una aceptación, queda el camino abierto para que luego los recluten. No a pocos los regresan muertos. Pero además, generan tensión con comentarios negativos sobre los cabildos y nuestra organización natural. Desaniman a la gente para que participe de las asambleas de los cabildos y para que no participen de las marchas.
da. ¿Cuál es la respuesta de ustedes ante este cuadro de la situación?
RC. Desde principios del nuevo siglo, nos propusimos un plan para la resistencia civil y comunitaria. Con esta decisión nació la Guardia Indígena (2001), pero también el proceso de educación, de sensibilización, de los Planes de Vida, para dejar claro que nuestro camino no es la guerra. Nuestra decisión es la defensa del territorio. Disponer acciones para que, con otros procesos y comunidades, con los campesinos y los negros, con los hombres y las mujeres de distintas partes de Colombia, darle cuerpo a un proceso que lleve a una paz integral, a un proceso que vaya mucho más allá de los diálogos entre gobierno y guerrilla.
da. ¿Han dispuesto otras iniciativas con las comunidades?
RC. En los 40 años del Cric, que celebramos en 2011, decidimos emprender una acción permanente en torno a la paz: que resulta al organizarse y reivindicar sus derechos jurídicos y políticos, buscar un reconocimiento nacional e internacional, y proyectar acciones de paz. En este escenario es en el cual decidimos profundizar todo el proceso organizativo que traíamos, además de reafirmar la decisión de disponer nuestro territorio para que ahí se lleven a cabo diálogos humanitarios o construir las propuestas de paz con los actores del conflicto. Es el caso del territorio de diálogo y convivencia de La María (que creó una resolución de nuestras comunidades en 1999). Y si no es allí, por supuesto que podemos facilitar otros espacios.
da. Ustedes denuncian que los actores armados violan sus territorios. ¿Cómo es que pasa esto?
RC. En el Cauca hay actores armados por todas partes: están metidos en nuestros sitios sagrados, en los yacimientos de agua, en los cascos urbanos. Asimismo, se meten con nuestras mujeres para enamorarlas y buscar información. Violan nuestra cultura y nuestro tejido organizativo; nos irrespetan. Su presencia no nos garantiza nada: no hay seguridad ni tranquilidad sino todo lo contrario, violencia, muerte, inseguridad, intranquilidad. Por todo esto hemos dicho: ¡basta! Estamos cansados de su guerra y exigimos que salgan de nuestro territorio. Por eso nos levantamos en resistencia civil.
da. Aun con esa resistencia, no es fácil conseguir la salida de los actores.
RC. Mire, los pasados 7 y 8 de julio, al levantarnos en resistencia civil, salimos a quitar trincheras, diciéndole al ejército y también a la guerrilla: ya no más retenes ni más campos minados; ya no más hostigamientos ni más tiros sobre nuestro territorio. Con estas acciones les expresamos y exigimos a ambos actores armados que abandonen nuestro territorio, pues no aportan nada a nuestros planes de vida.
da. ¿Cómo entienden la autonomía de los pueblos indígenas en su territorio?
RC. En primer lugar, desde una cosmogonía, desde el derecho ancestral, mayor. Pero también desde los tratados internacionales. Así lo consigna el Convenio 169 –Ley 25– que establece para los pueblos indígenas el derecho de la autodeterminación y que el Estado tiene la obligación de garantizarla. Hablamos de autodeterminación como un sistema de gobierno propio, así como de un sistema de salud, de educación, de igual característica, a través de los cuales rescatar y fortalecer nuestros valores y nuestra cultura. Desde esta autonomía le aportamos al resto de sociedad con procesos de interculturalidad para convivir en Colombia…
da. Dijo: desde una cosmogonía en primer lugar…
RC. En segundo lugar, asumimos la autonomía desde la Declaración Universal de los Pueblos Indígenas de 2007, que reafirmó este derecho. En igual sentido, recogemos para cumplir las sentencias de la Corte Suprema: el Auto 04, en su letra, dice que las medidas de protección para los pueblos indígenas tienen que ser especiales.
da. Especiales, en cuanto a la primacía del Estado.
RC. La autodeterminación no quiere decir que nos separemos del Estado. Sólo que nos dejen vivir nuestras dinámicas de manera pacífica y civil. Pero también, en tercer lugar, retomamos el marco constitucional que contiene una serie de artículos que reafirman este derecho: no olvidar los artículos 286, 287, 329, el 7 y el 10, que establecen el derecho a la diversidad y autorizan los territorios indígenas, así como su gobierno propio.
da. En el Cauca es intenso el conflicto entre dos actores armados a quienes ustedes demandan desalojar su territorio. ¿No tiene apoyo social ese conflicto?
RC. Debemos ser realistas con el escenario que vivimos. En medio de su situación social en el Cauca, primero, el narcotráfico es un alimentador de la guerra; segundo, la estrategia de enamoramiento, de conquista de nuestros jóvenes, tiene sus resultados. Los convencen de que la lucha civil no lleva a ninguna parte, y de la necesidad de las armas para defender la lucha del pueblo. Pero tal lucha se torna en contra de nosotros: Ante las acciones de control territorial, los actores armados son los primeros que nos amenazan, que nos causan agresión y nos matan. Ejemplos hay muchos. Hoy, los dos actores buscan adueñarse de la identidad y del proceso indígena…
da. ¿Adueñarse de la identidad indígena a pesar de su larga trayectoria?
RC. …un intento que rechazamos con nuestras acciones, fortaleciendo nuestra identidad cultural, la autonomía, que nos lleva a decirles que esa guerra no es nuestra sino de ellos, pero al final la guerra nos afecta, nos arrincona, pretendiendo despojarnos de nuestros derechos y del territorio. En el Cauca, además del narcotráfico y la estrategia de enamoramiento, vemos un tercer aspecto que incide: es una estrategia de reclutamiento, de los comuneros y comuneras. A ellos les decimos: a quienes les guste la guerra con la guerrilla, “¡pues, arranquen!, no se queden en la comunidad. Desvincúlense de la organización y de los derechos que tienen como parte de esta”…
da. …así les dicen a quienes simpatizan con la guerrilla.
RC. Y también, les decimos a quienes se van a prestar servicio militar o se ponen de informantes: “Si están en eso, asuman su responsabilidad, pero aléjense de la comunidad, no la involucren en su decisión”. Por último, les planteamos a los actores del conflicto que respeten nuestra autonomía si quieren que los respetemos, y desde este marco construir escenarios a favor de una solución política del conflicto.
da. ¿En qué circunstancias vive la población indígena en medio del conflicto?
RC. Todos los días hay enfrentamientos, hostigamientos, bombardeos, explosiones de campos minados, amenazas, asesinatos. Todo sucede en medio del inmenso control militar que hay, pero en realidad reinan el caos, el terror, la zozobra. Eso genera este conflicto: miedo y terror. Y lo otro que genera es desplazamiento: las comunidades indígenas decidimos no abandonar el territorio, pero las campesinas sí salen desplazadas.
da. ¿Cómo valoran la respuesta que da cada uno, el ejército y la guerrilla, cuando ustedes desmantelan sus trincheras?
RC. Ambos actores responden de manera altanera. En Toribío lo hemos hecho en dos ocasiones, y allí el ejército dice que “pueden estar donde quieran y todo el tiempo que quieran, que ningún territorio les está vedado”. Nosotros les decimos que respeten a la población civil, que no construyan trincheras junto a las casas, pues violan el derecho de los no combatientes, el Derecho Internacional Humanitario. La guerrilla, cuando les desmontamos retenes o nos adentramos en sus campamentos, dicen que “le estamos haciendo el mandado al ejército”, “que nos volvimos santistas”, en fin, no hay respuesta de respeto por nuestro territorio.
da. ¿De dónde sale o saca el pueblo Nasa la energía para enfrentar este conflicto?
RC. Como comunidad indígena, los factores que nos ayudan a resistir son la identidad y la cultura, el sentido de pertenencia, de ser Nasa, de ser indígena, de tener arraigo con la tierra, con la naturaleza. Es fundamental conocer nuestro legado histórico, la lucha dada por nuestros mayores y antepasados, tanto contra España como contra los terratenientes. Lo que lideraron la Gaitana, Juan Tama, Manuel Quintín Lame. Todos estos son los principales aspectos para la resistencia. Esta memoria nos da fuerza para entender que nuestra lucha es milenaria y que nos resistimos a desaparecer.
da. ¿Ustedes solos, por aparte?
RC. Una lucha que debemos afrontar en unión con otros sectores que también padecen exclusión, persecución, muerte, negación, caminando juntos por un mundo mejor. Junto con la pertenencia y la memoria, otro aspecto es no descuidar mucha formación, mucha capacitación, resaltando derechos y la necesidad –y la manera– de construir una opción de vida frente al neoliberalismo.
Rafael Coicué y Ricardo Rojas*
“En el Cauca el Estado está en manos de los militares”
da. En la reciente visita del Presidente que anunció inversión para el Cauca, ustedes dicen que proyectos como «Familias en Acción» los desune, ¿por qué?
RC. Sí hay plata para la guerra: dicen los estudiosos que cada día gastan 60 mil millones de pesos sosteniéndola, en cambio, la política de asistencialismo, de limosna de ese programa que da el gobierno, si uno revisa las cuantías, 15 mil pesos por niño cada mes, es una limosna. Mire, un comunero o una comunera puede gastar hasta 20 mil pesos para ir a Caloto a recoger ese subsidio del gobierno. Pero además, a «Familias en Acción» con la propaganda de gran ayuda que da el gobierno, nosotros le decimos, si realmente quieren brindar una ayuda a las madres de familia, tendría que ser algo que permitiera atender, resolver, salir de la situación de marginación y pobreza extrema que sufren nuestras comunidades. La mayoría de proyectos del gobierno son migajas dirigidas a involucrar y ganar a la comunidad, un hecho que nos genera más conflicto.
Ricardo Rojas (RR). Con la inversión social en el marco del “Plan de Consolidación” que está en desarrollo en el Cauca –copia del modelo iraquí de intervención política y militar– los dineros que dan son una transferencia de las responsabilidades estatales al ejército. Entonces, los mercados y las ayudas ya no se recogen en las alcaldías. No, la comunera debe ir al batallón a recibirlas. Pero no es sólo esto. Otras funciones del Estado, como salud, deportes y todas las de materia social, son trasladadas en forma paulatina hacia el ejército.
da. ¿Son reemplazadas, quién manda?
RR. “En las zonas de Consolidación” el Estado civil resulta reemplazado por un Estado regional militar. Un modelo que ahora domina en el Cauca. Son estas las bases políticas y filosóficas del Plan de Consolidación. Por este motivo el pueblo Nasa se niega –además de lo ya dicho– a aceptar esta política social oficial, pues de aceptarla, daría piso a una estrategia de subordinación del Estado civil al aparato militar. Por esto, los que mandan en el Cauca son los comandantes del ejército, no el gobernador ni los alcaldes.
da. ¿La población acepta?
RR. Nuestro rechazo a esta política oficial, es una denuncia porque tratan de involucrar a la población indígena en el conflicto, porque cuando los indígenas hacen cola en el batallón para recoger el mercadito, el señalamiento de la guerrilla es que son informantes entregando datos. Esto sucede con cada una de las entidades: cada vez que ven a alguien haciendo vueltas, resolviendo un papeleo, dicen que está entregando información. Hay rechazo a los planes y políticas del gobierno, además, porque avanza el desmonte del Estado social de derecho para darle todo el aire al poder militar.
da. Rafael, con todo lo dicho, ¿las comunidades indígenas del Cauca exigen menos Estado militar y más Estado social?
RC. Ese es nuestro reclamo. Una vez retirado el ejército quien asumiría el control del territorio y del orden público, serían las comunidades a través de la guardia indígena. Así lo hemos dicho: estamos en capacidad de garantizarlo. Esto no exime al Estado de su responsabilidad social, pero todo bajo los principios y las estructuras políticas organizativas de los pueblos indígenas.
RR. Dos observaciones adicionales de cara al modelo económico. 1. La corporativización del territorio. El 95 por ciento de éste está en proceso de concesión, con lo cual quienes van a mandar en nuestro territorio son las multinacionales. Organismos que no sólo extraen, se llevan los recursos naturales sino que además reemplazan al Estado en sus funciones administrativas, económicas y de regulación social, Como ejemplo tenemos el caso de Urrá, donde la población cuando tiene una necesidad no acude a la alcaldía sino a la empresa. ¿Por qué?, porque ésta tiene más poder que el Estado local. Esto también pasa en el norte del Cauca. Entonces, en el mediano plazo viene para el Cauca –si no se rompen las tendencias– que todo el movimiento indígena, campesino, afro local, serán reconvertidos en peones mineros de las grandes trasnacionales y de las empresas de fachada que están llegando. 2. En el tema del narcotráfico, que es la otra realidad de violencia pero también social y cultural que domina en el Cauca…
da. ¿Qué señalan al respecto?
RR. En la medida que los Estados Unidos se opone a cualquier aspecto de legalización de la droga, reafirma que el narcotráfico seguirá funcionando como economía de enclave, con todas sus consecuencias, esto es: una vez sacados los recursos naturales y los capitales, no queda sino pobreza y problemas sociales de toda índole.
da. Haciendo de abogados del diablo, el Estado puede preguntar, ¿cómo garantizan en sus territorios la no presencia de los insurgentes y de la economía ilegal?
RC. Esa discusión en particular la tenemos con el tema de la guerrilla, para precisar cómo ejercer ese control, y de hecho, en la práctica, lo hemos aplicado. Miren, cuando la tensión ha subido mucho en ciertas zonas, tomamos la decisión de irnos todos hacia ellos: hombres, mujeres, mayores, para decirles que dejen el territorio. Ellos verán si nos disparan, si nos matan, pues nosotros solo llevamos bastones de mando. Pero hasta ahora no se han atrevido a dispararnos en público, rabian, pero se van. Estamos entonces ante dos opciones: que la guerrilla comience a mostrar interés por la salida negociada, y para concretar tal meta de la nación, es necesario que también el gobierno muestre interés y cree las condiciones.
da. ¿Y cuál es la otra opción?
RC. Es la guerra total, con la cual, los más afectados somos los pueblos indígenas. Para que este escenario, de llegar a darse no nos afecte, exigimos desde ya, que abandonen nuestro territorio.
RR. Con la perspectiva de una negociación política del conflicto que llegue, trabajamos sobre la hipótesis de la repolitización del conflicto. ¿Qué quiere decir? Demandamos mejores argumentos para que cada uno sustente su proceder, con un llamado extensivo a las organizaciones sociales. En la medida en que cada uno argumente de mejor manera –esa es la hipótesis– la inclusión y la reconciliación, la salida negociada será más factible.
da. Siempre que hay un conflicto en una región, los movimientos sociales marchan hacia Bogotá. Ahora, el reto es mayúsculo en la repolitización que alude, y que demandaría invertir las lógicas: ¿ahora toca a los movimientos sociales marchar hacia el Cauca, hacia Toribio, y hacer visible la problemática de guerra y la necesidad de la paz?
RC. Es un buen reto. Pensamos que sesione allá el Congreso de los Pueblos, que delibere y legisle sobre el tema de la paz. Pero a una acción masiva debemos crearle condiciones. Por eso decimos que de la reunión de Techo Común tienen que salir compromisos concretos.
da. Al oir a Rafael se puede concluir que pese al esfuerzo del pueblo Nasa, ninguna de los dos actores acepta su reclamo. No valoran facilitar una parte de su territorio para que los actores del conflicto se encuentren y busquen solución?
RC. Desde el 2004, cuando la marcha a Cali, hemos sido claros: allí expresamos nuestra voluntad, nuestra disposición, para facilitar parte de nuestro territorio para que allí tengan lugar diálogos humanitarios como avance hacia una propuesta de paz. Eso es público, ahí tenemos –por ejemplo– el territorio de La María. Incluso planteamos tres estrategias: 1. Si la guerrilla tiene desconfianza para su traslado nosotros garantizamos la seguridad con la guardia indígena; 2. Adelantar un diálogo epistolar. 3. Ahora, reafirmamos el ofrecimiento, cualquier área de nuestro territorio está abierta para adelantar un proceso como el que estamos considerando.
da. En el Cauca la dinámica permite deducir que cada actor debe estar trasladando más tropa y afianzando sus dispositivos de guerra. Por tanto, exige adelantar acciones para una negociación no dentro de unos años, cuando alguno de los dos obligue rendición o pacto, o cuando sea notorio un equilibrio de fuerza. ¿Han considerado está realidad?
RC. Con Toribío el debate nacional está abierto. Al respecto, enviamos una carta al Secretariado de las farc, en busca de un debate y abriéndoles retos. Esa carta, parece, será asumida por muchas organizaciones sociales en el marco de la necesaria negociación política. Eso sería una clara señal de que la gente comprende que el conflicto y sus efectos no es un problema de los indios, sino que lo es de toda Colombia.
* Asesor de la Acin.
CAUCA: LA PAZ EN LAS MANOS DEL PUEBLO
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