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Esto no es vida, vida la de los burócratas

Desempleo, familia, hambre, rebusque, chantaje. Las estadísticas de hambre, desempleo e injusticia se agudizan en nuestro país. La familia de Diana es muestra de ello.

La joven de 17 años, estudiante de grado 11, vive con María, su madre –soltera– y dos hermanas menores (7 y 2 años), además del padrastro. Hasta hace poco su madre podía sostener a sus tres hijas, pero ahora le es imposible, ya que por ninguna parte le aparece trabajo.

Angustia. Lo más doloroso de esta situación, según la madre, es sentirse impotente cuando las pequeñas piden comida y no hay nada para compartir.

Drama familiar. El padrastro también busca trabajo, pero recién salido de la cárcel las únicas propuestas que recibe bien pudieran llevarlo de nuevo a perder su libertad. Por desgracia, en Colombia, esta clase de ‘camellos’ son mejor pagados que los honrados.

Realidad femenina. María se separó del padre de Diana cuando la hoy joven tenía 8 años. Desde entonces, como a muchas madres cabeza de hogar, le ha tocado luchar para poder comer. Cuenta la madre, con gran tristeza, que por estas circunstancias hizo strip-tease en un bar, donde soportó toda clase de humillaciones. Sin embargo –“por los hijos uno hace lo que sea”– ese trabajo le permitió ganarse “el sustento diario”. La peor tragedia para ella, “ganarse una moneda”, era tener que bailar –no se prostituía. En el rebusque, batiéndose para salir adelante, María encontró muchísimas mujeres como ella, que, por culpa de sus ex maridos o por las injusticias que se padecen a diario en Colombia, pasaban por su misma situación o por realidades más crudas.

Chantaje

De la amistad a la manipulación. A finales del 2008, un amigo que trabajaba de día vendiendo tintos le prestó a María un carrito con ocho termos para que trabajara en la noche; aunque el rebusque no le dejaba mucho, sí era suficiente para comprar el básico de alimentos y no morir de hambre.

Todo tiene un pero. Cuando el ‘amigo’ se enteró de que el papá de las niñas estaba fuera de la cárcel, le quitó la ayuda. La realidad apremiaba. Sin el rebusque nocturno María consideró de nuevo el bar como posibilidad para sobrevivir, pero al solicitar el reingreso se llevó una gran sorpresa: el administrador le negó el ‘trabajo’ porque la madre tenía niñas más lindas y jóvenes que ‘merecían’ el puesto en el bar.

La familia. El pasado 4 de junio, desesperada por el hambre de su familia, Diana cometió un error que nunca olvidará: acudió adonde un ‘amigo’ para que le prestara plata, algo para poder comer esa noche.

No todo lo que brilla es oro. El aparente amigo la tranquilizó por teléfono y aceptó ayudarla de inmediato; incluso le ofreció los pasajes para que fuera hasta su casa. Acompañada de una amiga, Diana se afanó para recoger el préstamo de los 17.000 pesos. Al llegar acompañada, el hombre se mostró molesto pero Diana no le dio importancia.

El ‘amigo’ buscó la forma de alejarla de su amiga, y a la par que le entregaba el dinero le pedía que lo “acompañara allí para hablar”. Ingenuidad. La joven no vio ningún problema en la solicitud y aceptó ir con el amigo, dejando a su acompañante en la sala. Pero, sorpresas tiene la vida. Sin rodeos, el ‘amigo’ le preguntó por la forma como le pagaría lo que estaba haciendo por ella. Percatada de sus intenciones, le devolvió la plata de inmediato. Ofendido por la respuesta, al macho le quedó como recurso la violencia: le tapó la boca, y a la fuerza empezó a tocarla, intentando violarla.

Los minutos pasan y la amiga extraña a Diana, por lo cual se asoma a ver si regresan a la casa. Al ver lo que intentan con ella, la defiende. Dos pueden más que uno. Al verse vencido, su rabia se hace palabras: “Quieren las cosas y no se las ganan, perra, es que creyó que todo cae del cielo” y le tiró los 17.000 pesos en la cara. Lo peor es que Diana tuvo que recogerlos, “pues no tenía ni lo del pasaje”.

Realidad, hambre injusticia, violencia. Ver a sus hermanas menores llorar, a causa del hambre, fue el motor que la llevó adonde el supuesto amigo. Ahora reflexiona y se lamenta porque aún no termina el bachillerato, además de que su condición de menor de edad le impide acceder a un trabajo con todas las garantías y al menos un salario mínimo. Llora cuando recuerda a la más pequeña, de tan solo dos años, diciendo “quielo sopita”, “yo quielo tete”, esta condición logra conmoverle todos sus sentidos y piensa en cómo encontrar una salida a semejante encrucijada.

 Difícil situación la de los jóvenes y los pobres en Colombia, reflexiona Diana: “No sabemos qué hacer, pues, si trabajamos para ganarnos un salario mínimo, éste no alcanza para nada, y si no trabajamos morimos de hambre”.

Pero en Colombia la calidad humana y la capacidad de lucha de las mayorías son inmensas. Superando la difícil situación que padecen, la falta de opciones oficiales y la violación cotidiana de los derechos humanos, estas mayorías se baten sin descanso, cada día llenan calles en procura de sustento.

Sin duda, la injusticia no los derrota y el conformismo no es valor aceptado. No de otra manera se puede explicar que en todas las ciudades, por las calles principales y secundarias, cada día se vean personas luchando, guerreando duro, miles de desempleados que superan su situación con esfuerzo propio y familiar. Miles de miles que no existen para el Estado sino para ser soldados, pagar impuestos o ser carne de cárcel, entre ellos muchos que terminan el bachillerato y no tienen oportunidad para proseguir estudios.

Entre ellos se encuentran Diana y su amiga, aún jóvenes, pero ante la urgencia de responder en la casa como adultas, ¿cómo aportar con recursos para la casa? ¿Dónde levantar un trabajo digno y bien pago? ¿Cómo hacer para proseguir los estudios? ¿Cómo colaborar para que los mayores no sigan siendo violentados en sus trabajos?


Recuadro

Mujer, exclusión, violencia

La situación que vive Diana y su familia, con María a su cabeza, no es una excepción (ver artículo “Esto no es vida…”). La desigualdad social, la exclusión, la segregación, y otros indicadores de violencia, confirman que la mujer padece y sobrelleva la lógica machista en la actual sociedad, en particular en Colombia.

Situación laboral

Existen en Colombia 17.259.000 mujeres en edad de trabajar. De ellas, el 46.3% hace parte de la población económicamente activa (PEA) y un 53.7% se considera población inactiva.

Las mujeres que hacen parte de la PEA y están ocupadas, son aproximadamente 6.866.000. De ellas 3.887.000 están en las 13 áreas metropolitanas, donde más de la mitad se ubica en la economía informal, en su mayoría en empleos precarios y de poco amparo en los derechos establecidos por ley.

Las mujeres que hacen parte de la PEA y están inactivas, suman 9.263.000. La mujer en la economía informal:

En las 13 áreas metropolitanas el 59.2% de las mujeres ocupadas (unas 2.302.000) está en la economía informal, en su mayoría concentradas en las llamadas “áreas de trabajo invisible”, en condiciones precarias, con empleos inestables, con pocas posibilidades de promoción hacia otras ocupaciones que les ofrezca mayor bienestar y desarrollo. Tienen bajos ingresos, largas jornadas de trabajo, cobertura insuficiente de la seguridad (pensión, riesgos profesionales y salud), y son dependientes de redes de asistencia y apoyo social tales como el régimen subsidiado en salud.

Pobreza

En las mujeres, la pobreza presenta mayor incidencia y se evidencia claramente en el porcentaje de ellas sin ingresos propios, para 2003 fue del 42%, frente al 20% de los hombres.

Este hecho propicia que “…en poblaciones desplazadas el embarazo adolescente llega a 35% y que 9% de los recién nacidos en Colombia tengan bajo peso al nacer, debido esencialmente a la precaria condición nutricional de la madre”.

Desigualdad salarial

La OPS confirma la desigualdad salarial, la misma que “…afecta a 27% de las mujeres entre 45 y 54 años y a 17% entre 25 y 34”. De acuerdo al Dane, en Colombia ser hombre implica tener ingresos 25% superiores en promedio frente a los ingresos de las mujeres.

Desempleo

El desempleo para las mujeres ha sido y es más alto que para los hombres. Las mujeres no sólo son más, desde el punto de vista de la población, sino que soportan un mayor desempleo y reciben una menor remuneración, que puede ser entre el 70% y el 75% de las remuneraciones a los hombres en los mismos oficios.

Los datos del DANE señalan un aumento del desempleo de las mujeres. De las 7.996.000 que en el 2008 hacían parte de la población económicamente activa, 1.130.000 mujeres (el 14.1%) estaban desempleadas

Un mercado laboral menos diversificado

El empleo femenino se concentra en ramas de menor crecimiento económico. El 65.34% de las mujeres ocupadas se concentra en dos ramas: comercio, hoteles y restaurantes; y servicios sociales, comunales y personales. El subempleo femenino:

De las mujeres ocupadas en 2008, 3.199.000 están en condiciones de subempleo.

Analfabetismo

Según el DANE, entre 1964 y 2005 la tasa de alfabetismo femenina aumentó de 70.1% a 90.7%, superando levemente a la masculina.

Sin garantías ni derechos para procrear

“De acuerdo a la OPS, sólo en 2004 fallecieron en Colombia 714 madres gestantes por causas asociadas al embarazo y al parto, 53% de ellas afiliadas al sistema de salud; en este grupo 33% eran del régimen subsidiado y 20% del contributivo: el restante 47% eran mujeres no aseguradas. La OPS señala que estas tasas de Colombia corresponden a las que tenían los Estados Unidos en 1950”.

Cabeza de familia

La realidad de la familia cambia en Colombia.  Más del 28 por ciento hogares en todo el país tienen como jefe a una mujer, debido al aumento de madres solteras, al incremento de separaciones o viudez y al conflicto armado que lleva a que muchas mujeres queden viudas, se separen y sean desplazadas”. Bogotá es la región que presenta el mayor aumento en el registro de mujeres como cabeza de familia.

Violencia

Los estudios reflejan que hay violencia verbal y psicológica contra la mujer. Se estima que una de cada dos mujeres que vive en unión es objeto de violencia física y la mayoría no hace nada frente a esta situación.

De los casos reportados por violencia intrafamiliar en 2007, en 8 mil 139 casos la víctima es la mujer, mientras que 890 de ellos fueron al contrario: de la mujer contra el hombre. Las estadísticas indican que más de la mitad de los casos tienen como causa la intolerancia en la pareja o los celos

En los primeros tres meses del 2008 se reportaron 12 homicidios de mujeres a manos de su pareja, la mayoría de ellas entre los 25 y los 29 años de edad.

Prostitución

Última opción de sobrevivencia para muchas mujeres, en Colombia no existen estadísticas exactas del número total de ellas que recurren, como última opción para no dejarse morir de hambre –con los suyos– al oficio de la prostitución. Sin embargo, cada día es más claro que este sector de la informalidad laboral, donde se sobrexplota y abusa de la mujer al máximo grado, es propiciado por la pobreza y estimulado por redes de proxenetas cada vez más vinculadas y controladas por el paramilitarismo.

Datos tomados de DANE, ICBF, Escuela Nacional Sindical.

Información adicional

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