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De libertades y xenofobias: Charlie Hebdo

De libertades y xenofobias: Charlie Hebdo

¨Nada justifica el asesinato.¨ Esa es la premisa que subyace bajo la mayoría de artículos, columnas de opinión, debates y discusiones que giran alrededor del mismo tema: el atentado al semanario francés Charlie Hebdo. Un ataque a la libertad de expresión, un acto terrorista injustificado, un desfase de la libertad de prensa o un chiste cruel justificado como derecho fundamental; se le ha llamado de casi todas las formas habidas y por haber.

Como tal, la premisa es totalmente cierta: nada justifica el asesinato. Sin embargo, por tratarse del acto más mortal de terrorismo en Francia desde el 18 de junio de 1961, cuando 28 personas murieron en un atentado a un tren realizado por la Organización del Ejército Secreto durante la guerra de Argelia1, es irremediable que el hecho cause revuelo en todo el mundo, pero así mismo, en la vorágine de una opinión pública indignada y molesta, es fácil precipitarse a dar juicios de valor con un conocimiento superficialmente peligroso del tema; no se trata solo de un atentado en respuesta a una caricatura insultante, el problema tiene muchos más matices.

Para ejemplificarlo puede aludirse a un caso local: la caricatura hecha por el dibujante belga ¨Pad’r¨ durante el Campeonato Mundial de Fútbol Brasil 2014, la cual fue publicada en la Radio Televisión Belga Francófona (RTBF), y en la que aparecían tres jugadores colombianos aspirando cocaína en el campo de juego. Con el título de ¨Colombia respira confianza¨, un caricaturista hizo uso de su libre expresión y, según el gobierno nacional, fue una muestra de evidente discriminación que ofendió a todo un país; un país cuya guerra y continuo derramamiento de sangre tiene una de sus principales causas en el tráfico de estupefacientes, donde el mayor corruptor de la política ha sido el narcotráfico, y donde, en definitiva, entre los 48 millones que habitan el país, existen más individuos dedicados a dignificar las víctimas de un conflicto financiado, entre otros factores, por las drogas que capos del narcotráfico.

¨Pad’r¨ se limitó a expresarse partiendo de arquetipos que obvian la cantidad de aspectos que rodean el narcotráfico en Colombia. Así mismo, alrededor del atentado al semanario están girando muchas opiniones sin contexto alguno. Con el fin de matizar el hecho, a continuación se exponen las diferentes miradas que, si bien no abarcan la complejidad relativa al atentado, esbozan sus diferentes aristas para entender que, a la hora de opinar, todos tienen la razón y a la vez, ninguno la tiene.

Gerard Biard – Redactor jefe de Charlie Hebdo

Cada vez que dibujamos una caricatura de Mahoma, cada vez que dibujamos caricaturas de profetas, cada vez que dibujamos una caricatura de Dios, defendemos la libertad de religión. Pensamos que Dios no debe ser una figura política o pública. Debe ser una figura privada. Sí, es también la libertad de expresión, pero es la libertad de religión, pues esta no debe ser un argumento político.

Creemos que la religión no tiene lugar en el discurso político, porque si entra en el discurso político, el discurso político se vuelve totalitario. El laicismo es el garante de la democracia, de que tanto los creyentes como los demás vivan en paz. No se puede culpar a los periódicos que trabajan con gran dificultad en los regímenes totalitarios de no publicar un dibujo por el que, en el mejor de los casos, puedes ir a la cárcel y, en el peor, te enfrentas a la pena de muerte. En cambio, seré crítico con los periódicos que se publican en los países democráticos. Es un símbolo de la libertad de expresión, la libertad de religión, la democracia, la secularidad. Aquellos que se negaron a publicar la caricatura, insultaron a los ciudadanos.

Gobierno iraní

La libertad de expresión debe usarse para impulsar la comprensión entre las religiones, Afganistán ha sufrido muchos años de guerra y violencia, más que cualquier otro país, y es necesario entender y promover la coexistencia entre todos los pueblos del mundo. Todas las partes deberían desistir de tales prácticas, que crean una atmósfera de división y rechazo. De igual forma, reiteramos nuestra condena a los ataques a víctimas inocentes en París, pues el terrorismo no tiene nada que ver con el islam.

 

Papá Francisco

Cada uno tiene el derecho de practicar su propia religión sin ofender, libremente. No se puede ofender, o hacer la guerra, matar en nombre de la propia religión, es decir, en nombre de Dios, es una aberración. Esto es lo principal de la libertad de religión: se debe hacer con libertad, sin ofender, pero sin imponer y sin matar. Cada uno no sólo tiene la libertad, sino que tiene el derecho y la obligación de decir lo que piensa para ayudar al bien común. Tenemos la obligación de decir abiertamente, tener esta libertad, pero sin ofender. No se pude provocar, no se puede insultar la fe de los demás.

Es decir, ¡hay un límite! Cada religión tiene dignidad, cualquier religión que respeta la vida, la persona humana. Y yo no puedo tomarle el pelo. Y esto es un límite. Tomé este ejemplo de límite, para decir que en esto de la libertad de expresión hay límites.

 

Héctor Abad Faciolince – periodista colombiano

El semanario Charlie Hebdo usaba, en la mejor tradición ilustrada francesa, la mejor arma para combatir la violencia y el fanatismo: hacer pensar con la risa. Mediante la caricatura y la crítica feroz se reían de judíos, musulmanes, católicos, capitalistas, etc. Esta publicación no es ni mucho menos —como insinúan algunos ignorantes locales— un arma de la derecha racista y colonial. Era (¡y seguirá siendo!) una publicación iconoclasta y libertaria. Para ellos no son sagrados ni el papa ni el profeta ni Israel, y ni siquiera la libertad de expresión —echaron a un antisemita de la redacción—. Todo está sometido al escrutinio crítico, y a la prueba suprema de la burla y el desprecio.

El terrorismo nos enseña que ha llegado el momento de luchar contra la sumisión. No podemos someternos a su espantoso chantaje. Tanto los musulmanes (muslim quiere decir sometido, rendido a Dios) como los no creyentes tenemos que luchar con la risa y con la razón contra la sumisión.

José Antonio Gutiérrez – militante libertario irlandés y escritor

No se trata de inocentes caricaturas hechas por libre pensadores, sino que se trata de mensajes, producidos desde los medios de comunicación de masas, cargados de estereotipos y odios, que refuerzan un discurso que entiende a los árabes como bárbaros a los cuales hay que contener, desarraigar, controlar, reprimir, oprimir y exterminar. El actor español Willy Toledo decía, en una declaración polémica -por apenas evidenciar lo obvio-, que “Occidente mata todos los días. Sin ruido”. Y eso es lo que Charlie y su humor negro ocultan bajo la forma de la sátira.

No me olvido de la carátula del N°1099 de Charlie Hebdo, en la cual se trivializaba la masacre de más de mil egipcios por una brutal dictadura militar, que tiene el beneplácito de Francia y de EEUU, mediante una portada que dice algo así como “Matanza en Egipto. El Corán es una mierda: no detiene las balas”. La caricatura era la de un hombre musulmán acribillado, mientras trataba de protegerse con el Corán. Por eso no soy Charlie, pues para mí la vida de cada uno de esos egipcios acribillados es tan sagrada como la de cualquiera de esos caricaturistas hoy asesinados.

Julio González Zapata – profesor de Derecho y Ciencias Políticas

Hay que pensar el derecho a la libre expresión cuando se trata de asuntos religiosos, porque una opinión diferente y sobre todo, cuando tiene tintes de mofa y cinismo, puede ser tomada por un creyente como un insulto. Pero creo que ese derecho no puede permitirle burlarse de las creencias ajenas y ridiculizar sus dioses, sus profetas, sus prácticas, sus ritos o sus mitos. Podemos decir que no los compartimos, que no encontramos en ellos ningún valor, pero de ahí a ridiculizarlos hay un camino que es necesario evitar. Eso no es libertad de expresión, sino irrespeto, insulto y un ataque a las creencias de otras personas, que no tiene ninguna justificación.

Y me temo que ahora la libertad de expresión, sirva de pretexto para atacar una religión, para denostar a sus creyentes como infieles, terroristas, bárbaros y para darle argumentos a las potencias de occidente para seguir atacando a los pueblos de oriente. Los derechos, o mejor, la invocación oportunistas de los mismos, puede servir para justificar guerras y exterminios. Lo importante es distinguir hasta dónde llegan los derechos y a partir de dónde se utilizan como pretextos, para encubrir lo que no se puede decir claramente.
Brigitte Nacos – periodista, escritora y profesora de Ciencia Política

Creo que la gente con valores culturales y/o religiosos diferentes –incluidas sus perspectivas sobre libertades civiles– pueden vivir juntos y hasta aprender del otro en tanto nadie fuerce a aquellos con otros valores y actitudes a que adopte los propios. Esto es, desde luego, un problema particularmente difícil si uno de los lados recurre a la violencia para prevalecer.

El derecho a la libertad de expresión y de prensa se defiende con facilidad si se está de acuerdo con los puntos de vista que se expresan; es mucho más difícil de defender cuando uno rechaza profundamente las opiniones manifestadas. Pero con la libertad de expresión viene lo bueno y lo malo en una democracia.

Información adicional

Autor/a: Héctor Ramírez
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente:

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