“En este sistema nacer, crecer, vivir y morir mujer puede ser como el alargado arrastrarse por entre una maraña de alambre de púas. Pero ese dolor es una de las muchas manchas en la historia. Lo que alivia es que ellas, cada vez más ellas, decidan ponerse de pie y así caminen erguidas. No como si las púas fueran flores, sino como si los arañazos, incluso los letales, más fuertes las hicieran […] para ir abriendo camino.”
[De lxs zapatistas, que siempre nos enseñan: Del cuaderno de apuntes del gato-perro]
Todos los marzos, desde hace un tiempo, han sido tomados por los mercachifles del capital, para promover el día de las mujeres como un evento de flores, regalos, felicitaciones, eventos de celebración y finalmente olvido de la historia: lo que se conmemora es la masacre de 1911 en Nueva York, el incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist que mató a 140 trabajadoras, quienes se empleaban en condiciones inhumanas, por ser obreras y por ser mujeres. Olvido de las luchas, del sacrificio de la vida y la muerte de mujeres que en el mundo de la opresión patriarcal se levantaron para protestar y exigir sus derechos y los derechos de la comunidad humana.
Parte importante de ese olvido, es que nos presentan los derechos poco a poco ganados, como si fuera cosa de personas expertas, de reuniones internacionales de las Naciones Unidas, luego suscritos como planes de acción, convenciones, etcétera y posteriormente adoptados en el ordenamiento jurídico nacional.
Sin embargo, como nos recuerda Catharine MacKinnon, “El derecho no crece por compulsión silogística; es impulsado por la lógica social de la dominación y la oposición a la dominación, forjado en la interacción entre el cambio y la resistencia al cambio. No es sólo en la tradición anglosajona donde la vida del derecho es experiencia y no lógica. Detrás de todo derecho está la historia de alguien, alguien cuya sangre, si uno lee con atención, escurre entre líneas”1. La historia de las mujeres, está llena de ejemplos, que ratifican esta mirada, de su lucha contra la injusticia en todos los órdenes, incluida la lucha contra la dominación patriarcal y machista.
El mundo hoy, en el cual nos cruzamos con ellas en todos los espacios, parece un territorio, un entorno, que siempre ha sido así. En muchxs de nosotrxs, no hay recuerdo individual ni social de que las mujeres estuvieron confinadas hasta hace pocas décadas al mundo de lo privado, a la subordinación de la casa y la cocina, de la reproducción y la crianza. Cuando por fin lograron acceder al mundo de la Universidad y del trabajo, tuvieron que hacerlo desde los espacios del cuidado, función que era la asignada por la sociedad patriarcal. El ganar para sí estos nuevos escenarios, sólo fue posible por la acción social de los movimientos de mujeres: no un solo movimiento, sino varios, diversos, a veces contradictorios. Las sufragistas, el movimiento por la salud de las mujeres, el movimiento lésbico, las mujeres contra la guerra, contra la exclusión y discriminación de género, etcétera. son un caleidoscopio de las luchas múltiples que ellas enfrentan.
En su lucha, van construyendo la ley viva, en otras palabras esas formas de regulación desde y en el espacio social, disputando los escenarios y cuestionando todos los aspectos del orden masculino dominante en la historia de la humanidad. Como plantea Gaay de Fortman: “Afortunadamente la ley también puede funcionar mediante mecanismos informales o, en otra jerga, como ley viva: Ya que la ley se nos aparece como la regulación del poder, la ley viva tiene la naturaleza del antipoder”2.
Es así como los derechos de las mujeres, y de otros colectivos excluidos, estigmatizados y discriminados, terminaron por ser reconocidos, no por la buena disposición de los organismos internacionales o de los gobiernos o del orden social de dominación masculina, sino por esta construcción cotidiana de resistencia y de lucha contrahegemónica. Y esa lucha continúa en pro de otros derechos aún en ciernes. Es la ley viva en acción en los espacios cotidianos del hogar, de la calle, del trabajo, del gobierno.
Manipulación del poder
Este reconocimiento de la transformación de la realidad desde el movimiento de mujeres, tiene aristas problemáticas. Quizás la más preocupante es la sensación que se promueve desde el poder capitalista y desde el interior de la masculinidad hegemónica, de que la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres está casi superada. Presentan el hecho de que las mujeres hoy están en todos los escenarios de la vida social, como la prueba reina de que los aspectos de la desigualdad de género están superados y presentan al movimiento de mujeres y a las feministas como “resentidas o “mujeres que odian a los hombres” y que no tendrían motivos para su resistencia y su lucha, promoviendo un sentido común que descalifica el feminismo y las feministas como algo “desactualizado” y el patriarcado como un asunto que tuvieron que sufrir las abuelas y las mamás de las actuales generaciones. Esto es fácilmente controvertible con los análisis serios de las diferentes ciencias, hechas por feministas o no, pero sin embargo, es un sentido común que se promueve desde los medios de comunicación, desde los espacios de poder institucional y desde la vida cotidiana.
Lo más preocupante es que en las generaciones nuevas de hombres y mujeres, esta idea está tomando fuerza, ya que las mayores posibilidades que hoy tienen las mujeres en el mundo educativo, laboral y personal hace que su vida tenga diferencias reales con sus madres y abuelas y que en principio no sean evidentes las desigualdades, o son más sutiles, dependiendo de otras variables como la clase, la generación, la etnia, la diversidad sexual y otras.
Como plantea Marta Lamas, esto puede ser un efecto dado por la diferencia entre las jóvenes de hoy y las de ayer: “yo creo que su vida –la de las jóvenes hoy– es distinta. Entonces hasta que no enfrenten la discriminación laboral o la carga de la maternidad solas, no tendrán las condiciones materiales, como diría Marx, para darse cuenta de que sigue existiendo la discriminación y que las afecta a ellas también. Una se vuelve feminista porque hay ciertas cosas que le duelen”3. En los hombres, el reconocimiento de los privilegios que históricamente hemos gozado por el hecho de ser hombres, aun es muy difícil. A pesar de las trasformaciones de las masculinidades, una gran parte seguimos aferrados a esos privilegios y ni siquiera los reconocemos. Es más fácil reconocer las injusticias de clase o de raza o de diversidad sexual incluso, que aquellas relacionadas con el género, porque esas ponen en tela de juicio toda nuestra historia personal, la relación con nuestras madres, hermanas, amigas, parejas. Cada vez somos más conscientes de las desventajas que nos imponen los privilegios del género, pero al contrario que las mujeres, en quienes las desventajas duelen, nuestros privilegios no lo hacen, sino nos hacen sentir cómodos y lo que realmente duele es deshacernos de ellos.
La ley viva, en lo que tiene que ver con las exclusiones y vulneraciones de las mujeres y los privilegios de los hombres sigue su curso, entre la dominación y la resistencia. Construir la idea de justicia, e incluyendo de manera contundente las exclusiones, desventajas y discriminaciones de género como un asunto de injusticia, debe ser un imperativo de quienes luchamos por la justicia social. Sin embargo, esto no ocurre siempre y nada mejor que decirlo como comenzamos con las palabras de lxs zapatistas hablando de las trampas del mundo para las mujeres: “Lo aterrador es que quienes levantan la porfía por un mundo mejor, no pocas veces tejan con sus propias manos esas trampas hirientes. Pero cada tanto la realidad, que es femenina, le da una bofetada al calendario de arriba en todas las geografías de abajo. Doy fe”. Nos queda la esperanza de todxs en la lucha común por la justicia.
1 MacKinnon Catharine (1998). Crímenes de guerra, crímenes de paz. En: Shute Stephen y Susan Hurley Ed. De los Derechos humanos. Editorial Trotta. Valladolid.
2 De Gaay Fortman B., Laborious Law. Inaugural Adress at Utrecht University, on the ocasión of accepting the Chair in political Economy of Human Rights, 21 May 2001. Citado por Angulo Alejandro en: Los Derechos Integrales condición para el desarrollo. CINEP – PDMM. 2002.
3 http://www.engagingmen.net/news/entrevista-marta-lamas-feminista-mexicana
* Investigador Asociado de la Corporación para la Investigación Acción en Sociedad, Salud y Cultura (CISSC)
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