Durante los últimos días de diciembre fui invitado a Alemania, aproveché el paso por este país para dialogar durante largas jornadas con diversidad de refugiados sirios. Aquí apartes de estas charlas.
Más de 60 millones de refugiados hay en el mundo y de ellos más de 10 millones son sirios, también los hay de otros muchos países. Huyen de las guerras, del hambre y la miseria a que son sometidos por los consorcios extranjeros y gobiernos corruptos y mafias de todo tipo. Millones de refugiados llegaron a Europa en 2015, muchos de ellos provenientes de Siria. Las notas que siguen son un breve retrato del refugiado procedente de este país.
La ruta de los refugiados
El camino hacia otras tierras arranca en la frontera de su país, Siria. Millones cruzan por tierra atravesando Turquía y algunos otros ingresan a Europa por Estambul en ruta terrestre, pero la mayoría lo hace por mar hacia las islas griegas, rutas complicadas y peligrosas. Desde Grecia continúan por tierra hasta Macedonia, subiendo hacia Serbia y desde allí en interminables filas a pie hasta la frontera con Hungría, donde arranca el espacio Schengen –ni Macedonia ni Serbia hacen parte de ese acuerdo europeo–. Desde la capital húngara, Budapest, buscan salir en tren hacia Europa del norte, para llegar a su destino final: Alemania o Reino Unido, también Suecia. En total, 3.700 kilómetros de camino.
La extensa y agotadora ruta por tierra la realizan en camiones, trenes, taxis, buses o a pie. Farida, una refugiada siria relata cuán difícil y larga es esta travesía, “el cansancio, el hambre y el malestar” están presentes en cada momento del recorrido. Con muchos peligros al asecho: traficantes de personas que los engañan vendiéndoles documentos europeos falsos y que al llegar a puestos fronterizos propician su detención para ir a parar a la cárcel donde, además, la policía los extorsiona, amenaza y cobra por dejarlos en libertad. Los asaltantes de caravanas, que les hurtan las pertenencias más valiosas y el dinero que llevan los refugiados para sobrevivir.
Otra refugiada, Yamile, cuenta que es mortal cruzar solos: “por eso forman grupos de cuarenta o cincuenta personas para protegerse de las mafias”. Estos grupos tienen guías, por lo general un familiar o un amigo de alguno de ellos, experimentado en las rutas, o como sucede en muchas ocasiones el guía es el mismo traficante que los traslada hacia las furgonetas donde les roban, secuestrando a mujeres y niños. Yamile narra además que: “[…] muchas mujeres jóvenes, de veintitantos años, pudieron, con apoyo de amigos, huir de las furgonetas de los traficantes de personas”. Lo más duro y que enferma es que: “[…] una tiene que estar atenta para proteger a sus hijos, sean hombres o mujeres, es muy duro y humillante ver esos traficantes robar mujeres”.
Otros grupos de refugiados cogen rutas por Rumania y Bulgaria donde casi siempre los detienen, requisan, roban y empadronan. Alalá, quien llegó a Europa por esta vía, madre de tres hijas –de cinco, ocho y catorce años– narra que junto a su esposo y padre de las niñas, fueron detenidas en Bulgaria, encarceladas por “indocumentadas”, reducidas a una celda “sin camas, frazadas, agua, nada […], los policías ni siquiera se fijaban en las menores de edad detenidas, donde pasaron diez días, para proseguir luego de esos largos días por la rata hasta llegar a Alemania”, pero ahora “tienen miedo de que los deporten a Bulgaria, lo cual sería mortal para las niñas”, por las mafias de trata de personas.
Las mafias en acción
Las mafias de trata de personas funcionan de manera legal e ilegal, unas veces aparecen hombres y/o mujeres presentándose como miembros de una Ong diciendo: “señoras es más fácil que los niños pequeños pasen aparte, nosotros los cuidamos”, a las personas que aceptan, cuenta Farida, “les hacen firmar un papel donde consta que les dieron los niños en custodia, los suben en los ferris aparte de los padres y nunca más los vuelven a ver”.
También se infiltran dentro de los grupos de refugiados, como guías o simplemente fingiendo ser refugiados. “Cuando los grupos se acercan a puestos fronterizos donde puede haber discusión con la policía aprovechan para armar escaramuzas y en la confusión se roban a los niños”. Para no hablar de cosas peores como las violaciones en puestos fronterizos, sitios alejados, campos de refugiados o el hecho de cobrar el paso por controles policiales con favores sexuales. En estas circunstancias de vulnerabilidad todos se aprovechan. Por ejemplo, los taxistas distinguen a las mujeres refugiadas porque deben pasar por la ruta con velo, pues en su mayoría son pueblos practicantes de la fe musulmana, y ese es “un distintivo de la refugiada, así a ella no le interese ponerse velo”, dice Alalá. Es ahí, una vez identificadas, que los taxistas ven la oportunidad para robar, violar o cobrarles hasta cinco veces el valor de un trayecto o, simplemente, no ayudarlas.
Pero las mafias están vinculadas a los grupos diaristas y a los grandes monopolios, como las empresas textileras y de alta costura. Según algunos dicen, han pasado solos por la ruta 245.000 niños, de los cuales 10.000 han desaparecido; algunos sostienen que pueden estar en las fábricas de telas de Turquía o en otros países donde consorcios de Gran Bretaña poseen fábricas.
¿Por qué Alemania?
Abdulá, el hijo de Fariba, se apresura a responder, “porque es un país rico en donde podremos rehacer nuestras vidas”. Esta es la idea común entre la gran mayoría de los refugiados. Y agrega, “quedarnos en Grecia es lo mismo que quedarnos en casa”. Muchos refugiados han querido huir pero sin alejarse de su casa, por eso se fueron para Turquía, Líbano o Jordania, sin embargo, cuenta, Yamile, que una amiga le comentó “que en el Líbano están obligando a las mujeres a participar en redes de prostitución y que si no lo hacen las expulsan de los refugios y del país”.
Hasta Alemania llegaron durante el 2015 un millón cien mil refugiados, incluyendo las familias de Yamile, Fariba y Alalá, refugiados que fueron repartidos por varias ciudades en albergues organizados en escuelas o en edificios abandonados que iban a ser demolidos, viejos, feos, pero con los servicios básicos algunos de ellos comunitarios. Los niños y adolescentes deben estudiar un año de alemán además de ir a la escuela, y los adultos lo mismo para poder ingresar al mercado laboral.
Tipos de refugiados
Una gran parte de los refugiados sirios son mano de obra calificada: tecnólogos, enfermeras, fisioterapeutas, profesoras o profesores, obreros calificados, y los adolescentes saben inglés –idioma que les ayuda bastante a integrarse–, aunque, como es lógico, no es el idioma oficial en este país.
Los refugiados, dice Fariba, son personas que “sufren de depresión, ansiedad, miedo, paranoia, además de otras cosas producto de lo vivido en la guerra,” pero también de la “incertidumbre de no saber si los asilan o los deportan o expulsan, que sería mortal”. Huyeron hacia Europa pensando en lograr una mejor vida, “lo hicimos por nuestros hijas e hijos”, sentenció Alalá.
Los gobiernos de la Unión Europea han decidido dividir a los refugiados en dos: los que han huido de su país de origen (Siria, Irak, Yemen), y los llamados “refugiados económicos”, nombre con el que designan a los 330.000 personas procedentes de los Balcanes en busca de trabajo, o de los países del norte de África con igual propósito. Sin embargo, a la hora de la verdad, no es mucho lo que separa a los “dos tipos de refugiados”. Lo que sí es cierto es que África del norte está sufriendo una total reorganización producto de la confrontación de contradictorios intereses. Mientras estos no logren un acuerdo, parcial o total, miles de refugiados continuarán llenando las rutas hacia Europa.
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