A Pedro Claver Téllez lo conocí por primera vez a través de los libros. Como decía Jaime Garzón, uno no busca los libros sino se los encuentra. Sería como el 2011, caminando y buscando libros asequibles al sueldo de estudiante universitario de provincia, en la librería La Valija de Fuego –cuando quedaba por la calle 45 cerca de la Unal– encontré un libro sobre la época de los bandoleros entre finales de la década de 1950 y los primeros años de la década de los 60’s. El título era Crónicas de la vida bandolera de Pedro Claver Téllez. Estaba interesado en encontrar autores que fueran de la provincia de Vélez y que contaran la historia de la violencia y las violencias que han azotado este territorio del departamento de Santander. Crónicas de la vida bandolera era un relato magnífico, que reconstruía con minucioso detalle histórico y social –y con un toque de ficción e imaginación– la configuración de los conflictos sociales que se habían acumulado desde la guerra civil de los Mil Días (1899-1902) hasta la fase final de la violencia política bipartidista, finalizando la década de los 50’s y principios de los 60’s y que mayoritariamente habían sido tramitados a través de la violencia armada.
La mayor fortaleza de los relatos y las crónicas de Pedro es que lograron reunir un grado de información y detalles que ninguna investigación de corte academicista lograría. El relato generalmente permite rescatar esas historias no contadas o prohibidas, como decía Orlando Fals Borda, que se escapan y no caben en los marcos de la academia tradicional. Me atrevería a decir que el estilo de escritura y el resultado de las minuciosas investigaciones que desarrolló Pedro fueron la fuente de inspiración e información de muchos intelectuales que quisieron indagar y saber sobre las historias de la guerra en Colombia, especialmente esa nacida y engendrada en los primeros 50 años del siglo XX y que terminaron escribiendo obras e investigaciones de gran renombre. De los trabajos de Pedro sobre la historia del bandolerismo, sobre los orígenes de las Farc, sobre las causas de la violencia política bipartidista –o la violencia–, sobre los inicios del narcotráfico, de la guerra esmeraldera y sobre los orígenes del paramilitarismo reciente, bebieron grandes académicos. Podría nombrar con seguridad a Gonzalo Sánchez y Donny Meertens, Javier Guerrero Barón, Alfredo Molano Bravo y el historiador inglés Eric J. Hobsbawmn, una de las autoridades mundiales sobre los estudios del bandolerismo social en la historia occidental.
La segunda vez que conocí a Pedro fue en el 2014. Sería un sábado sobre las 11:00 de la mañana, casi bordeando el medio día. Muy cerca de un Juan Valdéz que queda sobre la carrera séptima casi arribando a la Avenida Jiménez vi a un hombre bajito, con una cachucha inglesa, barba y gafas de bohemio intelectual. Era Pedro Claver Téllez. Llevaba ya por lo menos un año haciéndole cacería, porque estaba encarretado estudiando el fenómeno de la violencia política bipartidista en la provincia de Vélez. Había devorado varias veces el libro de Crónicas de la vida bandolera, había leído Verde: la historia secreta de la guerra entre esmeralderos y había empezado a acceder a la historia de su primo, el bandolero conservador Efraín González Téllez, escrita con la técnica de biografía a profundidad y que no solo contaba la dramática historia de una asesino asesinado, sino que a partir de la vida de un bandolero al servicio de gamonales y políticos locales y regionales del partido conservador en la provincia de Vélez en Santander y provincia de Occidente en Boyacá, se contaba y mostraba la configuración de la guerra e inserción de la violencia liberal conservadora en estos territorios sobre la base de conflictos sociales acumulados en el tiempo y cuyo trasfondo tenía que ver con la disputa por la tierra y el acceso al poder político regional y también local.
Pedro estaba algo amanecido, a pesar del guayabo por una noche de cervezas y bohemia, me atendió con la sencillez y humildad que caracteriza al verdadero escritor. Hablamos por rato sobre sus libros, le conté todo lo que había hallado en su obra desde mi visión sociológica y además le conté todas las preguntas que tenía sobre sus hallazgos. Quedamos de volvernos a encontrar para seguir conversando, pero como todo un bohemio, volverlo a cazar fue muy difícil.
Volvimos a confluir como en el 2015 o 2016. Pedro terminó en Barbosa Santander, mi pueblo. Llegó por invitación de un grupo de jóvenes inquietos cinéfilos fundadores del Festival de Cine de Barbosa Santander. Se habían acercado a su obra y como a mí, los había dejado fascinados y amarrados a seguir auscultando en sus libros, especialmente los que hacían referencia a la provincia de Vélez. Pedro estuvo por allí como dos o tres años, dictó talleres de guión, participó en varias ediciones del Festival de Cine, alumbró la vida cultural casi que ausente en un municipio pobre en cultura. En el 2017, en el marco de este festival, le realizamos un homenaje a su vida y obra. En este conversatorio participó William Ospina, Víctor Gaviria, Wilson Beltrán y quien escribe: el título del conversatorio fue “Pedro entre bandidos”. Pedro terminó recibiendo –tardíamente– un homenaje sobrio a una vida y obra difícilmente de igualar, de un escritor profundamente importante para la memoria histórica de la larga guerra interna colombiana, que estuvo –y está– a la altura de grandes periodistas, escritores y cronistas como Germán Castro Caicedo, Guillermo Cano, Alfredo Molano y Antonio Caballero.
La última vez que vi a Pedro fue terminando el mes de febrero del 2020. Andaba cerca al parque de los periodistas, solo y caminando despacio. Tenía una camisa blanca, un jean un poco gastado, un collar de memorias usb y su cachucha inglesa. Le grité –¡Pedro…Pedro!. Con mirada desubicada no lograba reconocerme. Al cabo de unos minutos me distinguió, me recordó y seguidamente nos sentamos en una de esas banquitas que están por la calle a bebernos unas cervezas y fumarnos unos cigarrillos. Hablamos de varias cosas, de sus libros, de su existencia, de la vida cotidiana de un escritor olvidado, que “ya no tenía tiempo”, como el mismo lo dijo, para seguir escribiendo y enseñando todo lo acumulado por décadas de lecturas y experiencias de esta convulsionada Colombia. Le pregunté por uno de sus últimos libros, que infructuosamente había buscado sin obtener éxito, Los tiznados: primera banda paramilitar del Magdalena Medio publicada en el 2018. Pedro me contestó con su voz única: –desafortunadamente no lo tengo, soy un escritor sin libros–.
Al decir de los sepultureros muiscas, ¡Buen camino Don Pedro Claver Téllez! .
Nota: Invito a todas las personas a ver la serie documental: “Pedro y el siente colores” que muestra el recorrido de Pedro Claver Téllez y Víctor Gaviria por lugares emblemáticos pertenecientes al sur de Santander, donde sucedieron los hechos narrados en la novela Efraín González, la dramática vida de un asesino asesinado de Pedro Claver. Dirigida por Rafael Urrea y que se estrenó el 22 de otubre de 2022 en la cinemateca distrital de Bogotá. Seguirá saliendo por Canaltro todos los sábados. Los días 18,19 y 20 de noviembre se realizará la VI versión del Festival de Cine de Barbosa “Campesinos, paz y encanto”. Estaremos honrado la memoria y el legado de Pedro Claver Téllez, Ariosto “Toto” Vega y otros amigos del Festival que se nos han adelantado. Por allá nos vemos.
* Sociólogo e investigador independiente de la Provincia de Vélez. A ratos escribo columnas. Contacto [email protected] .
Pedro Claver Téllez vivió gran parte de su vida en Bogotá. Su última morada, en un inquilinato del barrio La Concordia, http://www.pantallazosnoticias.com.co/news/pedro-claver-tellez-las-siete-vidas-del-ultimo-maestro-de-cronica-roja-en-colombia/
Archivo particular. Festival de Cine de Barbosa.
Social Collective Consultores. 2017. Homenaje a vida y obra de Pedro Claver Téllez. Festival de Cine de Barbosa.
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