La demostración de fuerza se suma al reciente ataque a una base militar siria y la aproximación de un portaaviones a las costas de Norcorea.
Estados Unidos arrojó por primera vez en un conflicto la “Madre de todas las bombas” contra un complejo de túneles del Estado Islámico (EI) en la provincia de Nangarhar (Afganistán), informó ayer el portavoz del Pentágono, Adam Stump. La bomba “hizo impacto en un complejo de cavernas” y túneles excavados en el distrito de Achin, agregó el portavoz.
Es la primera vez en la historia que Estados Unidos utiliza la bomba GBU-43 Massive Ordnance Air Blast (MOAB), un gigantesco proyectil de unas 10 toneladas de peso, diseñado para destruir complejos de cuevas y túneles subterráneos. En la Casa Blanca, el presidente Donald Trump saludó la operación, que calificó como “una misión muy exitosa”. “Tenemos los mejores militares del mundo, y volvieron a hacer su trabajo, como es su costumbre”, expresó el mandatario.
Este artefacto tiene formalmente la denominación¢n GBU-43/B, y fue desarrollado por el Laboratorio de Investigaciones de la Fuerza Aérea estadounidense. “Es la más potente bomba no nuclear jamás usada en combate”, dijo el portavoz de la Fuerza Aérea, el coronel Pat Ryder. Sólo Rusia cuenta con una bomba más grande que esta.
Esta demostración de fuerza se suma al reciente ataque a una base aeronáutica militar siria con 59 misiles crucero y la aproximación del portaaviones Carl Vinson a las costas de Corea del Norte, y marca una nueva tónica que se inició con la presidencia de Donald Trump. contrariamente a su discurso aislacionista en la asunción presidencial, en las pocas semanas que lleva en el cargo el presidente estadounidense se ha mostrado más que dispuesto a iniciar acciones bélicas en el exterior, ostensiblemente para aplacar problemas domésticos.
El lanzamiento de la superbomba, llevado a cabo a gran altitud por un Hércules C130, se reveló pocas horas después de tener lugar en el distrito de Achin a las 19.32 hora local, una premura poco habitual en operaciones de este tipo. La provincia de Nangarhar, en el este afgano y cerca de la frontera con Pakistán, es la remota región en la que los jihadistas del EI se han asentado para ampliar su presencia en la que llaman la provincia de Jorasán, parte de su autodeclarado califato.
El gobernador del distrito afgano de Achin, Esmail Shinwari, dijo que la bomba cayó en una zona llamada Momand Dara. “Esa explosión fue la mayor que he visto en toda mi vida. Enormes columnas de fuego se tragaron toda el área”, dijo. El funcionario añadió que por el momento no había informaciones completas “sobre las víctimas, pero si se considera que era un área del EI, pensamos que debe haber muchos combatientes suyos muertos”.
En el Pentágono, el general John Nicholson, jefe de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, dijo que la gigantesca bomba es “la munición adecuada para reducir los obstáculos y mantener el impulso de nuestra ofensiva” contra las fuerzas del EI en Jorasán. Poco más tarde, Spicer, el portavoz de la Casa Blanca, dijo que “era necesario quitarles el espacio operacional, y lo hemos hecho. Estados Unidos tomó todas las precauciones necesarias para evitar víctimas civiles y daño colateral como resultado de esta operación”.
Según la misión de la OTAN en Afganistán, Apoyo Decidido, el número de integrantes del EI en el país se ha reducido a la mitad en los últimos dos años y ha perdido más del 60 por ciento del territorio que controlaban gracias a los operativos de las tropas, que se concentran ahora en Nangarhar.
“El bombardeo estaba diseñado para minimizar el riesgo para las fuerzas afganas y estadounidenses que realizan operaciones sobre el terreno en esa zona, al tiempo que se maximiza la destrucción de combatientes e instalaciones del EI-Jorasán”, explicó el Pentágono en un comunicado. El general John W. Nicholson, comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, explicó que los jihadistas han estado trabajando en defensas subterráneas y búnkers.
Estados Unidos ha realizado operaciones antiterroristas en esa zona; en una de las últimas, el 8 de abril, falleció un miembro de las fuerzas especiales en combate cara a cara con los jihadistas.
El uso de la “Madre de todas las bombas”, que mata con la imponente presión de aire que genera, indicaría que la zona estaba ampliamente ocupada por operativos e instalaciones del EI, sin evidente presencia civil.
El Pentágono aseguró ayer que “se tomaron las precauciones para evitar víctimas civiles”, pese a que el proyectil, que es guiado al objetivo solo durante la caída, no es considerado de precisión.
Además, el uso de este proyectil es un mensaje de combate claro hacia el EI y sirve de muestra al mundo del poderío militar estadounidense. Según CNN, el Pentágono ha enviado drones de reconocimiento y está utilizando satélites para cuantificar el daño y resultado del lanzamiento de la bomba.
Más de 2500 miembros del EI murieron en combates con las fuerzas afganas desde marzo de 2016, dejando menos de 400 insurgentes en sus filas, informó a principios de este mes un vocero de las fuerzas armadas afganas.
La defensa afgana no distingue entre los talibanes y los seguidores del califato y afirman que “cualquiera que suponga una amenaza para la seguridad nacional” se convierte en objetivo militar.
Poco después de que en 2015 se confirmase la presencia de los jihadistas en Afganistán, Naciones Unidas estimó que el grupo contaba con entre 1000 y 3000 miembros en el país asiático. Aunque a principios de 2016 las autoridades afganas anunciaron su derrota, no han cesado los combates entre fuerzas afganas y esta organización ni sus ataques en varias partes del país. Su último atentado de envergadura fue perpetrado en marzo de este año contra un hospital militar en Kabul, una acción en la que perecieron 35 personas y otras 53 resultaron heridas.
Por otro lado, según la misión de la ONU en Afganistán (Unama), el año 2016 fue el más cruento para la población civil en Afganistán desde que empezó a contar los fallecidos y lesionados en 2009, al contabilizar 11.418 víctimas (3498 muertos y 7920 heridos).
En medio del recrudecimiento del conflicto, también las bajas entre las fuerzas de seguridad aumentaron el pasado año hasta alcanzar casi 7000 muertos hasta noviembre, según otro informe del inspectorespecial general para la Reconstrucción de Afganistán (Sigar), del Congreso de Estados Unidos .De acuerdo con el Sigar, el gobierno afgano sigue perdiendo terreno ante los talibanes y controla ya apenas un 57 por ciento del país.
¿De verdad quiere usted salvar vidas humanas?
Por Jorge Majfud *
Señor, presidente, ¿por qué comenzó usted tan temprano? ¿Cuál es la urgencia? Sí, ya sabemos, la edad y todo eso, pero ¿no era que iba a hacer las cosas diferente? No, no me refiero solo a Siria. El mes pasado su ejército bombardeó Mosul y murieron casi doscientas personas. El mundo apenas se conmovió, pero muchos niños murieron en ese ataque. Sí, ya sé que ustedes no tenían intención de matar ningún niño inocente. Tal vez su colega, ese otro enamorado del poder que preside Siria tampoco quería matar niños. Será malo pero no tan estúpido. Su objetivo era el mismo que el de ustedes: los terroristas del Estado Islámico. Pero a ellos (si fueron ellos, claro) no les importó que entre las cincuenta o sesenta víctimas hubiesen niños, como no les importó a ustedes en Mosul. ¿Sabía que los pobres también tienen niños? Hasta en la base militar que acaba usted de bombardear en Siria murieron niños. Cierto, no tantos, y probablemente eran hijos de militares. Pero niños al fin, ¿no?
Su portavoz ha dicho que ni Hitler usó armas químicas como el dictador de Siria. Eran las preferidas de Churchill, ¿recuerda? No, no lo sabe. Supongo que al menos sabrá que ustedes las usaron sistemáticamente en Vietnam, por mencionar un solo caso. ¿No? El famoso Agente Naranja no se llamó así por el color de su pelo. No murieron cincuenta ni cien personas. Probablemente murieron un millón de personas y otro millón nació y sigue naciendo con malformaciones. Bueno, supongamos que los malditos profesores exageran las cifras. Digamos que solo murieron mil o dos mil, para no ofender a nadie.
¿Pero usted? ¿No era que iba a hacer las cosas diferentes? No, yo no. No soy tan ingenuo. Yo no le creo a ningún político, ni al más malo. Es un defecto que me quedó de la dictadura militar en la que crecí. Lo sé, lo sé. Todos dicen lo mismo antes de ganar las elecciones. Pero uno tampoco puede dejar de anotarlo. Faltaba más, que además de acusarnos de radicales peligrosos por usar palabras y no armas ni dinero, además nos dedicáramos al silencio cómplice.
No hace mucho, usted dijo que la guerra en Irak había sido producto de mentiras. Cuando nosotros lo dijimos antes de que se lanzara esa aventurita, resulta que éramos infantiles, poetas desvinculados de la realidad. Claro, porque un billonario como usted sí sabe lo qué es la realidad… Luego, como siempre, la verdad se supo cuando ya no importaba. Ahora que es prácticamente imposible ocultar la verdad, la solución es que no importe en ningún momento.
Vayamos a lo que importa. ¿Es usted realmente honesto sobre sus intenciones de salvar vidas alrededor del mundo, vidas de inocentes como conmovedoramente dijo antes de bombardear Siria? ¿De verdad? Por favor, dígamelo con la mano en el pecho. ¿Sí? Bueno, ¿entonces, por qué no bombardea el mundo con alimentos, con medicinas, con libros, en lugar de arrojar doscientos millones de dólares diarios solo en bombas, como se ha venido haciendo desde hace ya muchos años? De esa forma ahorrará usted millones. Millones de vidas y millones de dólares.
Claro, la seguridad nacional y todo eso. Siempre habrá gente que insista en lo mismo. No le conviene a la seguridad nacional alimentar a los enemigos. Los que gritan este tipo de obviedades son los mismos que han creado gran parte del problema, sino todo el problema. Pero considere por un segundo que los enemigos se crean por millones cada vez que una bomba que cuesta un millón de dólares cae sobre un grupo de casas que no llegan siquiera a la cuarta parte de ese valor, cargada de buenas intenciones pero matando inocentes como resultado tradicional e inevitable. ¿Qué libertades perdieron ustedes cuando fueron derrotados en Vietnam, aparte de millones de dólares y millones de vidas humanas? ¿O el mundo está mejor hoy que antes de la invasión a Irak? ¿Estamos mejor luego de trillones de dólares invertidos en guerras que han dejado millones de muertos? ¿Está usted mejor? ¿Se siente usted hoy más seguro que antes? Qué pregunta tonta, ¿no? Tal vez usted sí, pero no el resto. Entonces ¿es por eso que usted también insiste con un método tan absurdo?
Claro, hay que vender, la economía debe ser reactivada, debe crecer sin pausa o todo se va al diablo. ¿Pero qué es lo que se iría al diablo? ¿Los buenos negocios? Sí, obvio, la muerte es un gran negocio desde hace siglos. Pero es probable que la vida sea un mejor negocio, no a corto plazo, sino a largo plazo. Imagine todos esos miserables sobreviviendo en esos países tan horribles que ustedes suelen bombardear de vez en cuando, en lugar de hambrientos y moribundos tendrían algo de dinero para comprar sus cachivaches. Es más, muchos de ellos ni vendrían a joder a estos países tan pulcros y bien organizados y muchos menos tendrían el concepto que tienen de ustedes, los salvaguardas de la libertad y la civilización.
¿No sabe usted que en toda sociedad, en toda la historia, la tercera ley de Newton se aplica mejor que a los cuerpos inertes? ¿Cómo? ¿Que le gustaron las dos últimas palabras? ¿Pero, en serio, se acuerda de la tercera ley de Newton? Toda acción produce una reacción. Usted no puede jugar al ta-te-ti sin siquiera considerar que el otro también juega. Usted no puede orinar sobre México y pensar que los mexicanos lo van a recibir como agua bendita. Lo mismo cuando cree que ganar significa aplastar o marginar a otros seres humanos. Eso que usted confunde con la competencia, como buen zar de los negocios.
¿Cuál es la próxima aventura, Sr. Presidente? ¿Asia? ¿África? ¿América latina? ¿Los hielos antes eternos del Ártico y del Antártico? Porque de eso estamos seguros, Sr. Presidente. Habrá muchas otras nuevas aventuras y muchos más muertos. No, no, sus hijos no. Bueno, no creo. Los hijos de los otros, de esa gente que ni siquiera parece gente. Porque no se vaya a creer, como todos los políticos se creen, que usted va a hacer algo diferente. La sangre no lo va a sacar de su puesto sino todo lo contrario. Sólo la próxima crisis económica pondrá en duda sus capacidades éticas y morales.
Mientras tanto, diviértase, porque, salve, Cesar, los que van a morir te saludan.
* Escritor uruguayo. Profesor de la Universidad de Jacksonville, Estados Unidos.
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