El sujeto político de una determinada fase histórica debería construirse a partir de un análisis de la organización capitalista del trabajo en dicha fase, y no desde una postura de voluntarismo político basada en la tradición de las luchas efectivas en épocas anteriores.
Uno de los principios clave del operaismo italiano fue relacionar el análisis objetivo de la organización del trabajo con la formación de la subjetividad obrera de forma bidireccional, de modo que “con cada transformación de la composición técnica del trabajo, los trabajadores utilizan los medios a su disposición para inventar nuevas formas de revuelta y de autonomía respecto al capital y, en respuesta a esto, el capital se ve forzado a reestructurar las bases de producción, explotación y control, transformando de nuevo la composición técnica”.
CRISIS DE LA LEY DEL VALOR
Durante las dos primeras revoluciones industriales la cooperación obrera en la fábrica se reducía básicamente a la coordinación de tareas manuales simples dentro de un sistema mecánico predefinido, en el que cada individuo era intercambiable y ejercía únicamente las tareas que la técnica mecánica de la época no estaba en condiciones de realizar por sí misma. La cooperación se limitaba a representar una especie de coreografía previamente diseñada por la dirección técnica de las plantas de producción. Con el desarrollo de la Tercera y Cuarta Revoluciones Industriales, dicha forma de trabajo dejó de ser hegemónica. Debido a la progresiva automatización del trabajo mecánico el ámbito hegemónico de la producción de valor pasó a ser el trabajo inmaterial. Esto es, la producción de conocimiento, o I+D+i. En este caso la cooperación necesaria para la producción de valor ya no reside en la mera repetición de actos dentro de un sistema formal cerrado diseñado previamente, sino que lo que interesa producir antes que nada son nuevos sistemas automatizables cuya ejecución material pueda ser realizada sin necesidad de intervención humana. Ahora bien, la producción inmaterial es siempre una producción social, abierta, informal y creativa cuyo principal material –el lenguaje– es uno de los bienes comunes por excelencia imposible de ser producido exclusivamente de modo individual y sin interacciones afectivas. Lenguaje y conocimiento son intrínsecamente intersubjetivos.
El valor producido por este tipo de trabajo no es posible medirlo a partir de la simple suma aritmética de horas de trabajo empleadas por cada uno de los implicados en el proceso de producción. La ley del valor expuesta por Marx en el Libro I de El capital que explicaba el beneficio capitalista –la relación de explotación– “como relación entre tiempo de trabajo necesario y plustrabajo” ha entrado en crisis. En el trabajo inmaterial la explotación laboral no puede medirse como exceso de plustrabajo respecto al trabajo necesario, sino como simple dominio y usurpación del valor producido por parte de cualquier tipo de gestor no directamente productivo. Además, la producción de conocimiento no es algo que hagamos únicamente durante nuestro horario de trabajo. El lenguaje, al igual que cualquier otro de los comunes (materiales o inmateriales) es algo que co-producimos a escala ecológica (hábitat) por el mero hecho de vivir, razón por la cual es imposible distinguir entre tiempo de trabajo y tiempo de ocio o descanso. Según Negri, una vez dentro de la Cuarta Revolución Industrial, el principio marxista de fundamentar la propiedad del valor producido en el trabajo no puede continuar siendo entendido como la lucha por un “salario justo” desde un punto de vista individual, sino que el objetivo último de dicha lucha –el empoderamiento de los productores– únicamente puede hacerse ya como Renta Básica Universal, esto es, como “un salario social y un ingreso garantizado para todos”.
REDEFINICIÓN DE LA LUCHA HEGEMÓNICA
Un ejemplo de este cambio de paradigma lo encontramos en las transformaciones experimentadas por las luchas obreras en las empresas que han implementando más intensamente la automatización del trabajo. Los días 21 y 22 de marzo, la planta de Amazon en San Fernando de Henares (Madrid) vivió la primera huelga de esta empresa en España. Mientras que las huelgas previas a la Tercera Revolución Industrial fueron siempre huelgas autónomas de desgaste crónico y paralización exclusiva de la fuerza de trabajo humana empleada directamente por la fábrica, la huelga de los días 21 y 22 mostró en mucha mayor medida su dependencia con el resto de ámbitos de la sociedad, siendo sintomática la llamada realizada por la plantilla de Amazon-Madrid animando al conjunto de los ciudadanos a realizar un boicot a las compras a través de Amazon desde el día 14 de marzo hasta la finalización de la huelga. Esta progresiva pérdida de autonomía del ámbito laboral como separado del resto de dimensiones de la vida social no sería sino un síntoma más de la ascensión de un nuevo sujeto político hegemónico que, debido precisamente a la integración de las nuevas tecnologías en su propia constitución, ha devenido mucho más flexible, informe y cambiante, y que Negri denomina multitud. Un sujeto múltiple capaz de autovalorizarse de forma autónoma mediante su propio trabajo cooperativo, sin necesidad de recurrir a organizaciones formales preestablecidas tanto en lo económico (sindicato) como en lo político (Partido).
Mientras que en la Primera Revolución Industrial, la forma hegemónica de lucha obrera “era simplemente interrupción de la continuidad del poder de los patrones” mediante el uso de la revuelta, en la Segunda, con el leninismo, “la gestión directa del poder se concibió como alternativa al poder de mando de los patrones”. Por su parte, mientras que en la Tercera la batalla se centró, ya a nivel social, en la lucha contra la privatización de los servicios públicos garantizados por un Estado capitalista, en la Cuarta debería empezar a pensar cómo aprovechar la eliminación del trabajo físico promovida por la automatización, empleando toda la energía psíquica y creativa liberada para organizar un sistema de libre acceso a los medios de producción del conocimiento, garantizando dicho acceso con una Renta Básica Universal autoorganizada internacionalmente.
Desde luego, todo ello no quiere decir que haya que abandonar a su suerte a una gran parte de la población que todavía forma parte del sistema de producción material propio de las dos primeras revoluciones industriales. Lo único que quiere decir es que debemos empezar a pensar sin las barandillas del pensamiento marxista tradicional el nuevo horizonte de las luchas que se anuncia. Tal y como hicieron Marx y Negri en sus respectivas épocas, nosotros deberíamos empezar a analizar el nuevo proyecto de dominio de la producción inmaterial que el capital está llevando a término mediante el desarrollo de la Inteligencia Artificial y la Industria 5.0.
En respuesta al rechazo individual al trabajo, el capital introdujo la automatización en la fábrica. Como consecuencia, el proletariado inmaterial está en condiciones de apropiarse y controlar directamente la producción de valor inmaterial, siempre y cuando tenga acceso al empleo de la Inteligencia Artificial. La lucha por la propiedad de los medios de producción está deviniendo lucha por el acceso a la automatización de la producción misma del conocimiento.
Por ENRIQUE CANO / JORGE LEÓN CASERO
PROFESOR DE INGENIERÍA MECÁNICA Y PROFESOR DE FILOSOFÍA. UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA
PUBLICADO
2018-04-10 09:30:00
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