Error de Soublette. Al abandonarle el terreno a su contrario, Soublette permitió que los españoles recogieran y concentraran todas sus tropas de la región. Así, unidas con las disponibles por Morales, conformaron una notoria superioridad con respecto a las patriotas. En su provecho, atacó a Soublette y lo obligó a retirarse en desorden. Los soldados, en actitud de fuga, buscaron con afán el puerto y las embarcaciones que aún quedaban. Sus pertrechos quedaron tirados en la playa, igual que el Libertador, sobrepasado por los temerosos. Pasados unos años, Bolívar recordaría que quiso pegarse un tiro al ver ese espectáculo.
Con la moral de su tropa por el piso, y él mismo expuesto a todo tipo de cuestionamientos, Simón Bolívar decidió ir y reunirse con Mariño en Güiria. El 16 de agosto llegó al cuartel general de su antiguo subalterno. El ambiente que encontró, atizado por Bermúdez, fue totalmente desfavorable.
El momento más triste: Bolívar, espada en mano para defenderse. La tensión subió. Las tropas de Bermúdez amenazaron de muerte a Bolívar. Decidido a defender su vida, espada en mano, se retiró hacia el puerto y abordó hacia Haití. Con razón recordaría el comandante de las fuerzas liberadoras cómo esta parte de la expedición, enfrentado la traición, la ambición, el caos, la indisciplina, fue el momento más triste de su vida.
Una vez retirado Bolívar, Mariño y Bermúdez se autonombraron primero y segundo jefes, noticia con mal recibo por Anzoátegui, Monagas, Cedeño, Zaraza, Rojas, Mac Gregor y los otros oficiales de la División del Centro, leales, que confiaban en Bolívar. La indisposición de buena parte de la oficialidad puso barreras a los apetitos de poder. Con cambios internacionales, al llegar a Haití, Bolívar encontró un nuevo apoyo.
Los Estados Unidos meten uña. Alejandro Petion, al tiempo que recibió presiones de España para que fuera neutral con los alzamientos independentistas en curso, tuvo el cargo de Jefe vitalicio en Haití. La presión de España encontró apoyo de Estados Unidos, “cuyo presidente Madison prohibió todo armamento y todo auxilio a favor de los países insurreccionados en América [pidiendo, además, al Congreso] leyes que le autoricen a reprimir el equipo de los corsarios colombianos” (11).
Pese al ambiente internacional, Petion no cejó en la solidaridad. Con su apoyo, Bolívar pudo partir el 4 de septiembre. Desembarcó cerca de Barcelona, favorable por la reciente presencia de fuerzas patriotas de Monagas y Zaraza, provenientes de los llanos altos. El desembarco no pasó inadvertido. Aceleró la concentración de fuerzas realistas y la maniobra de su armada para impedir el retiro por mar de las fuerzas republicanas.
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