El Nuevo Reino de Granada

El Nuevo Reino de Granada

Antioquia, los “guaqueros” mineros y el mazamorreo

Un fenómeno contrario se desarrolló en Antioquia, donde sobre la base de la minería, fue posible el acceso a la tierra para muchos, así como a la acumulación de pequeños y medianos capitales que, aprovechados por el comercio, dieron soporte para un posterior paso a la industria de finales del siglo XIX e inicios del XX. Este proceso minero recayó, en una primera etapa, sobre las manos de sus pueblos indígenas, caracterizados por carecer de tradiciones agrícolas estables y por su rebeldía. Actitud esta con la cual impidieron, ser controlados como comunidades encomendadas. Sin embargo, el afán de oro de los invasores, los obligó al laboreo del metal, como indios mitayos.

Hubo tales condiciones y exigencias en la zona del Río Negro, El Peñol y alrededores, durante el siglo XVIII (1771) cuando “La población indígena había desaparecido para todos los efectos socialmente significativos” (22).

En busca del Dorado. Esta continua y creciente mortandad, evidente desde el siglo XVI, creó la necesidad de importar esclavos, en tal cantidad que aún para finales del siglo XVIII (1789) la población esclava –9.000 personas–, equipara a la de los blancos. Eso si, ambas estaban lejos de los 28.000 miembros que integraban el grupo de la población mestiza libre.

Los esclavistas son adjudicatarios, de parte de la Corona, de Real de Mina, que les permitía explotar los yacimientos de minerales preciosos que encontraran, una acción que acometían con mano de obra esclava. Por ese mismo beneficio, también tenían dominio sobre los territorios circunndantes, para cultivarlos y proveer el mantenimiento de sus trabajadores y servirles. Pero su exclusivo interés en el oro, lo único que dejó fue latifundios incultos.

Precisamente, son estos libres los que demostrarán lo irracional –por su alto costo– de la economía esclavista. El pequeño minero, “guaquero” o “mazamorrero” que no depende del capitalista, y solo depende de sí mismo, aventura, escoge un hilo de agua, se adentra, prueba, sobrevive por cuenta y riesgo propio, y si tiene suerte explota la beta. Es precisamente este “competidor“ del esclavista quien decidirá la suerte social de todo el grupo antioqueño.

Por la expectativa que despierta, el mazamorreo se convierte en la ocupación cotidiana de los mestizos cada vez más numerosos. Esa mezcla inextricable de los pueblos originarios que allí vivieron, los esclavos negros y los blancos pobres, aventureros llevados a la zona antioqueña en busca del Dorado, que nunca se encontró.

Sobre la base del trabajo individual, explotando la mina de oro, esta población –aún sin moneda– entra en una economía monetaria en la cual todo se taza en polvo de oro, “…emancipándose de la tutela empresarial y evitando verse obligado a servir como mano de obra adscrita en la explotación de la gran hacienda latifundista” (23). Así, esta sociedad rompe con toda la dinámica que respiran la casi totalidad de las provincias de la Nueva Granada: niega privilegios adcritos, materiales e inmateriales, otorga valor de capital a la tierra (que trabaja con sus propias manos) y se proyecta pronto al intercambio lucrativo, con engendro de una técnica financiera y una actitud vital particular que benefició en última instancia los comerciantes. No, a los grandes mineros ni los latifundistas ociosos y sedentarios. Surge de este proceso una clase media rural que comenzará a hacerse fuerte hacia el año 1800.

Colonización sin tutela de “grandes hacendados”. En 1785, esos latifundios incultos, además de una población dispersa, supuestamente ociosa e improductiva, los encontró el visitador Mon y Velarde en visita a la provincia de Antioquia. Preocupado, el visitante impulsó una nueva ocupación del territorio. Abrió así posibilidades sociales insospechadas al permitir e incluir la colonización de los grandes latifundios cercanos a la Real de Minas. Colonización con espíritu comunitario y sin “la tutela del gran protector hacendado” típico de las otras regiones.

Cada colono recibe un lote para vivienda y dos fanegadas de tierra laborables por cada miembro de su familia (el número alcanza 7 u 8). “Tales estancias debían repartirse de las 4 leguas de tierra que el juez poblador debería medir alrededor de la zona urbana. Fácil es comprender el carácter igualitarista de esta forma de tenencia…” (24). Esta tierra, entre los colonos, se convierte en un bien de capital, se negocia, se especula, liberada de su connotación de honor y prestigio, transformada en herramienta financiera para la seguridad familiar.

Arrieros son. Con familia, parroquia y liderazgo. Con grandes cordilleras que la aislan del resto del territorio de la Nueva Granada, sin caudalosos ríos en sus partes altas, la única posibilidad de transporte es a caballo. Surge así la arriería como industria del transporte para enfrentar la abrupta realidad geográfica. Así se construye una forma de vida.

Se coloniza una extensa región y se fundan poblados por doquier. Una labor propiciada por el carácter trashumante y la inexistencia de una rígida estratificación, una semilla que fortaleció relaciones comunitarias no estrictamente vinculadas con la tierra: la familia y la parroquia.

Es precisamente en esta parte el país, donde la Iglesia juega un rol diferente al característico en las zonas de latifundio, encomienda y esclavitud. En Antioquia, el cura dio respuesta a la necesidad de cooperación de los nuevos colonizadores, representados por los padres de familia. La parroquia como cooperación e intervención en la solución de los problemas jurídicos-económicos, que conlleva la instalación de nuevos poblados.
Y en ese entramado social, en medio de grandes dificultades y carencias, el fenotipo y la alcurnia son arrinconados por la habilidad social y la capacidad para solucionar los problemas cotidianos. Así cuaja un nuevo liderazgo social.



Por la libertad, todo

Los hombres tejen su propia historia,
y los  jacobinos negros de Santo Domingo
protagonizarían una historia que alteraría
el destino de millones de personas
y cambiaría las corrientes económicas
de tres continentes.

C. J. James

Invasión

Hablar de Haití remite a evocar una historia increíble y fantástica de lucha por la libertad. Su largo camino arranca dos años después de la Revolución Francesa, siendo la única rebelión exitosa de esclavos, venciendo a poderosos ejércitos: Inglaterra, España y Francia. Así, miles de ex esclavos lograron convertir su país en la primera república negra fuera de África, la segunda sociedad poscolonial de la era moderna después de Estados Unidos y referente para luchar por la independencia y la libertad de América.

Hispaniola fue el nombre que Colón le dio a Santo Domingo, actual Haití. A su llegada, en la isla estaban los arawack o arahuacos, solidarios ante los recién llegados. El invasor, por su lado, asumió la ‘protección’ de los ‘atrasados’ nativos: introdujo el cristianismo, el trabajo minero forzado, el crimen, la violación, los perros asesinos, las enfermedades desconocidas y la hambruna planificada (quemaba los cultivos para que los rebeldes murieran de hambre). Tales condiciones influyeron en la suerte de los habitantes originarios, que en 15 años pasaron de un millón a 60.000.

Ante la destrucción de la mano de obra local, en 1517 Carlos V autoriza exportar 15.000 esclavos de África, en 1550 ya eran 30.000, en 1720 unos 47.000, en 1730 alrededor de 80.000, en 1754 cerca de 172.000, en 1763 ya 206.000 y en 1789 ascendían a 465.429. Con la esclavitud tomó forma la explotación en gran escala, los imperios se batían por controlar las rutas, y por esta vía la producción de materias primas, que significó constantes guerras y disputas. Para 1697, los españoles firmaron el Tratado de Ryswick, cediéndole a Francia la parte occidental de la isla de Santo Domingo.

La isla se destacó pronto entre las colonias caribeñas, llevando a ser el principal productor mundial de café, ron, algodón e índigo. Para 1767, exportó 32.700 toneladas de azúcar en bruto y 23.200 de azúcar refinada, 454 de índigo y 900 de algodón. Para 1776, Santo Domingo beneficiaba a Francia más que las 13 colonias norteamericanas a Inglaterra. A fines del siglo XVIII, Haití producía el 75 por ciento del azúcar mundial.

La población esclava crecía pero también la mestiza, siendo minoritaria la blanca, con apenas el 8 por ciento en 1789. La población se dividía básicamente por el color de la piel. Los grandes blancos –incluyendo agentes de la burguesía marítima, y plantadores– vivían en conflicto con los pequeños blancos –administradores, capataces, artesanos, funcionarios, tenderos–, que en su unión buscaban terminar la política comercial restrictiva de Francia.

Los mulatos eran el 5 por ciento de la población. Sector en ascenso, imitaba el estilo blanco: enviaba sus hijos a Francia y ansiaba distanciarse de su pasado negro. Los mulatos acumulaban riqueza. Algunos poseían tierras y esclavos, y controlaban una tercera parte de las plantaciones. Su ascenso causaba temor en la población blanca, que creaba leyes para perseguirlos, negándoles la adquisición de propiedades inmobiliarias y obligándoles a vender sus esclavos. Los mulatos estaban en conflicto con los plantadores blancos y los esclavos negros. Sin embargo, para grandes y pequeños blancos y la burocracia, la lucha contra el mulato y el negro era asunto racial, mientras hallaban en la propiedad puntos de convergencia con el mulato, opuesto a emancipar a los esclavos.

El 85 por ciento de la población era esclava negra. Se le reprimía, se le aterrorizaba para evitar su rebelión contra su situación. Pero la rebeldía llegaría y se inventaban formas de resistencia; la mezcla de diversas etnias africanas generó el creole y el sincretismo religioso, el vudú. Para 1720, mil esclavos huyeron a las montañas y en 1751 se sumaron otros 3.000. Una rebelión muy recordada es la del esclavo Mackandal, que se inició con el envenenamiento de las fuentes de agua que proveían a la población blanca. Aquél fue capturado y ejecutado pero su ejemplo quedó en la memoria colectiva.

Grandes cambios

Con la independencia norteamericana (1776) se despertarían energías y disposiciones. La participación de grupos de esclavos –llevados por el amo– en el conflicto les enseñaría el arte militar. Pero vendría un hecho fundamental, la Revolución Francesa (1789), que potencia intereses y contradicciones en la isla. La primera maniobra para salir beneficiados de la Revolución provino de los grandes blancos de Santo Domingo, al enviar representantes de la colonia a la convocatoria de los Estados Generales en Francia, que despertó agrios debates sobre la esclavitud y los negros.

El segundo movimiento vino de los grandes plantadores blancos, que quisieron dominar el gobierno de la colonia y buscar autonomía. En abril de 1790 se inauguró la Asamblea General de la parte francesa de Santo Domingo, que para asegurar su poder restringió la participación política, excluyendo conscientemente a los mulatos y los negros. Para los primeros, defender el lazo colonial les significaba que se cumplieran las resoluciones igualitaristas de la Asamblea Nacional Francesa (marzo 8 de 1790). Conceder los derechos a los mulatos implicaba abrir el reclamo de los esclavos negros.

Vicent Ogé, uno de los líderes de los mulatos, al regresar de Francia exigió la igualdad civil de sufragio para los suyos en Santo Domingo. Unos 1.500 soldados del ejército colonial salió en su persecución, lo cual precipitó su levantamiento en armas con apoyo de 350 mulatos. Pronto reprimidos, terrible y públicamente se ejecutó a los dirigentes.

Desde la represión del movimiento mulato, las revueltas y los alzamientos espontáneos se multiplicaron. El vudú era la herramienta de conspiración. El 14 de agosto de 1791, miles de esclavos destrozaron 180 haciendas azucareras, y 900 de café, algodón e índigo. A los hechos se sumaron negros libres y mulatos contra el enemigo común, buscando acabar la esclavitud sin proyectar organizaciones de reemplazo. En estas acciones murieron cerca de 10 mil esclavos, y 25 mil huyeron a las montañas, mientras morían por lo menos 1.000 blancos.

Invasiones, traiciones e independencia

Entre tanto, los grandes comerciantes ingleses estaban al acecho para invadir y someter a Santo Domingo, la colonia más productiva del Caribe. Y atacaron. En 1793, con las primeras expediciones británicas, encontraron una colonia en conflicto por la esclavitud, a tal punto que los propietarios blancos no ocultaban su alborozo, sumándose a ellos los mulatos de la parte occidental que también defendían la fuente de su riqueza: la esclavitud. Los británicos ocuparon parte de la costa, el occidente y gran parte del sur. Al comenzar 1794, habían tomado Martinica, Santa Lucía y Guadalupe. Toussaint sabía que la invasión inglesa significaba regresar a la esclavitud. Francia tendría que esperar hasta el 4 de febrero de 1794 para que, con la Declaración de los Derechos del Hombre, se declarara la abolición de la esclavitud. La noticia llegó en mayo a Santo Domingo.

Toussaint convenció a sus soldados de dejar las filas españolas (aliadas de los ingleses) y defender la República. Al tiempo, se propuso reorganizar la colonia a partir de las plantaciones heredadas, pero los ex – esclavos, ahora trabajadores, recibirían un pago por su trabajo e implantó un sistema mediante el cual el 4 por ciento de la producción les correspondería.

En 1795, Toussaint, tras varias victorias militares contra los españoles, firmó el Acuerdo de Paz de Basilea. Comenzando 1796, una rebelión de ricos mulatos apresó al comisario francés que gobernaba la colonia. Toussaint marchó hacia el centro de la rebelión y la derrotó. El primero de abril fue nombrado Teniente Gobernador de un estado colonial dentro del imperio francés.
En julio de 1794, el golpe del 9 de Termidor en Francia, la cúpula de la burguesía derrotaba a las masas populares, poniendo en peligro otra vez la abolición de la esclavitud. Toussaint era consciente de las implicaciones que tenían estos cambios y envió una carta en la cual expresaba su decisión de luchar a muerte por la libertad. Era una carta que representaba la determinación de un pueblo por su libertad. El 2 de mayo de 1797 fue nombrado Jefe y Gobernador de Santo Domingo.

En sucesivos combates, los británicos habían perdido 80.000 hombres, saliendo de la isla el 31 de agosto de 1798 por su parte occidental. Como no pudo conquistarla, Inglaterra promovía la independencia de la isla. Toussaint seguía siendo fiel a Francia, pues consideraba que había mayor seguridad para mantener la abolición de la esclavitud pero desconocía los grandes cambios que le afectarían. En Francia, Napoleón Bonaparte encabezaba un golpe de Estado y reiteraba la necesidad de que Santo Domingo regresara a su anterior status, la esclavitud.

Los mulatos, como clase media intermedia, eran inestables políticamente y su identidad racial se confundía con su identidad de clase. Así, deciden defender los cambios que impone Francia. Una fuerza de 8.000 mulatos se rebela contra Toussaint, que los derrota el 1º de agosto de 1800. Para entonces, el conflicto anticipada los efectos que traían los sucesos en Francia.

Tras derrotar a los españoles en la parte occidental se unifica la isla, y Toussaint reorganiza la administración. El 9 de julio de 1801 convoca una Asamblea Constituyente, que aprobó la primera Constitución que declara abolida la esclavitud. Pero Bonaparte, no dispuesto a la pérdida de Santo Domingo, envía 20.000 soldados con el claro objetivo de acabar el gobierno de Toussaint y deportar a éste con los líderes del ejército negro, entre ellos Dessalines. Toussaint se preparó para volver a combatir, pues ya sabía del restablecimiento de la esclavitud en Martinica y Guadalupe.

La táctica del ejército negro era de “tierra arrasada”: quemaban y abandonaban ciudades y plantaciones. Los franceses ganaban posiciones derrotando en diferentes partes de la isla  los “hombres libres”. Con su ejército disminuido, Toussaint se replegó hacia las montañas. De febrero a mayo de 1802 llegaron las lluvias, y con ellas la fiebre amarilla, que se ensañaba con los franceses: en ocho semanas, de 17.000 soldados, 5.000 estaban hospitalizados, y muertos 5.000. Ante el nuevo equilibrio de fuerzas, el ejército popular negro retoma la ofensiva final. Pero el comisionado francés se anticipa y propone un acuerdo, que Toussaint acepta sin percatarse de su grave error. En 1802, luego de traiciones y engaños, Toussaint es deportado y encarcelado en Fort de Jeux, a 1.000 metros de altura, donde muere de hambre y frío.

Lucha con nuevos bríos

La esclavitud tomaba nuevas fuerzas, alentada por las decisiones de Francia, mientras los líderes y jefes militares del ejército negro seguían aguardando y preparándose, pues sabían que la lucha por la libertad aún estaba por librarse. Llegó nuevo comisario con 10.000 soldados, e inició una sanguinaria y feroz política represiva, imponiendo el terror en Santo Domingo. Los franceses ahogaron, ahorcaron, quemaron, torturaron y enterraron vivos a miles de negros. Pero el pueblo no se intimidó y se levantó en armas con profundo odio hacia Francia y los blancos. La independencia era indispensable.

Los franceses se dedicaron a masacrar mulatos, quedándose con sus riquezas y sus propiedades, acción que precipitó la unión de negros y mulatos. Christophe y Dessalines tomaron la dirección de la lucha por la independencia y se dispusieron a derrotar el ejército francés. Miles de trabajadores negros y pequeños propietarios se alzaron, sumándose a la lucha antiesclavista. Era hora de la independencia. Sin ella, no había libertad. Dessalines se convirtió en líder del movimiento. En el Congreso de Arcahaye, en un acto simbólico, reemplazó la bandera de Francia con las letras R y F (República de Francia), arrancando la franja blanca y añadiendo el lema: libertad o muerte.

Todo acaeció para los ex esclavos favorecidos por la guerra entre imperios: Inglaterra y Francia se batían en suelo europeo, pero sus ecos se trasladaban al Caribe. La Armada inglesa, la más potente de la época, flanqueaba a la francesa, impidiéndole reforzar sus tropas en Santo Domingo, permitiendo que Estados Unidos les vendieran armas y municiones a los rebeldes. Dessalines desconfió de este ‘apoyo’ y pagó en efectivo todo lo que compró.

El 16 de noviembre de 1803, el ejército francés evacuó la isla. El 31 de diciembre, con todos los oficiales del ejército popular, Dessalines y Christophe dieron a conocer la independencia, enfatizando en la ruptura con Francia y recuperando el pasado indígena del territorio. Los revolucionarios le dieron el nombre de Haití a la nueva república. Luego de 13 años de lucha, el 1º de enero de 1804, Haití fue proclamada la primera república independiente de Latinoamérica. Sólo tres años después de la independencia haitiana, británicos y norteamericanos cesaron el comercio de esclavos.
 


 
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