III. Sociedad y problemas sociales como materia literaria.
Con este tema entramos al campo tradicional de la sociología de la literatura. Hay un número incontable de libros y contribuciones sobre cómo escritores de cualquier país o lengua han tratado el Estado, la sociedad, la economía o este o aquel fenómeno social. No obstante que estas relaciones más o menos seguras de hechos proceden en gran parte de los escritores y que están más o menos arbitrariamente en todas las formulaciones de la teoría de las sociedades, sin embargo, no se puede sin más dejarlas a un lado. Ellas usan la literatura como fuente secundaria, y su valor es tanto más alto cuanto más escasas sean las fuentes originales de la época. Además contribuyen a nuestro conocimiento de la idea que tiene un determinado grupo social – en este caso el escritor- de determinado fenómeno social, y pertenecen por ello a los estudios propedeúticos de una historia y sociología de la conciencia social.
Pese a ello el sociólogo, que tiene intereses literarios y experiencia analítica en el campo de las bellas letras, no puede satisfacerse con interpretar el material literario, que es per definitionem sociológico. Su tarea también es la de investigar las implicaciones sociales de esos temas y motivos literarios que están muy apartados de los fenómenos estatales y sociales. El tratamiento específico que un escritor aplica a la naturaleza o el amor, a determinados gestos o sentimientos, a la sociabilidad o soledad humana, además del peso que en su obra ocupan las reflexiones, descripciones o diálogos- todo estos fenómenos pueden parecer a primera vista poco provechosos sociológicamente. Ellos son en realidad fuentes puras y originales, si queremos investigar en qué medida los ámbitos privado e íntimo de la vida individual están penetrados del clima social, en el que esa vida en últimas se realiza plenamente. Para las épocas pasadas es la literatura frecuentemente la única fuente disponible de la cual podemos obtener conocimientos de las costumbres y usos privados.
La miseria de las biografías populares contemporáneas consiste en parte en el intento de aclarar el personaje literario (y en gran medida también toda la situación social en la que él fue creado) a través de la psicología del hombre de nuestro tiempo. Pero mujeres como Madame Bovary, Anna Karerina o la Grechen del Fausto no se pueden explicar por simple analogía: sus problemas no pueden ser hoy fácilmente revivibles, porque la atmósfera en la que surge el conflicto, pertenece al pasado. Los fenómenos sociales de la época, en la que ellas se crearon, y el análisis social de los caracteres mismos nos proporcionan el material con cuya ayuda puede ser entendidos el sentido y la función de la obra de arte. Si los presuntos psicólogos de la literatura fueran honestos, deberían ellos reconocer que cada una de esas mujeres si viviera hoy, sería vista como una estúpida, frustrada, neurótica que debería buscarse un trabajo agradabilísimo o someterse a un tratamiento psiquiátrico, para liberarse de sus de sus sugestiones e inhibiciones.
La tarea de la sociología de la literatura consiste en poner en relación los personajes imaginarios de la literatura con las situaciones históricas específicas de las que ellos surgen, y hacer de la hermenéutica literaria una parte de la ciencias sociales. En cierta medida, debe transferir los componentes privados de los temas y medios estilísticos a los componentes sociales (5). ( … )(6)
Como ejemplo de un análisis pormenorizado de un escritor moderno, hago mención de un estudio que yo emprendí hace casi 30 años sobre Knut Hamsun y más tarde se manifestó como un exitoso pronóstico sociológico en el campo de la literatura (7). La tarea principal descansó en el análisis de los temas y motivos que no tenían una relación inmediata con los problemas sociales, pues ellos eran propios de la esfera privada. La investigación mostró que Hamsun era un fascista por disposición natural. Los resultados demostraron esta vez que al menos para un sociólogo de la literatura son posibles los pronósticos. Para sorpresa de la mayoría de los contémporáneos se reveló Hamsun como un colaborador voluntario del Nacionalsocialismo.
Aquí sólo puedo dar un par de ejemplos de esta forma de análisis. Especialmente instructivo es el tratamiento de Hamsun de la naturaleza. En el Estado autoritario al individuo se le obliga a la fuerza a ver el sentido de su vida en los factores naturales como la raza y la tierra. Siempre se le repite que él no es nada más que naturaleza, raza y la comunidad de vida “natural” a la que él pertenece. El lirismo panteísta de la naturaleza tal como es descrito y aceptado por Hamsun, conduce directamente a esta identidad predeterminada de individuo y fuerza natural. El camino de uno al otro es sólo en apariencia algo más largo.
El tránsito del mundo de ensoñaciones del lirismo de la naturaleza a la realidad social de fascismo está fundada ya en el giro con el que el llamamiento de los elementos, la brutal violencia de la naturaleza, es descrito. Hamsun escribe (y lo siguiente es sólo una muestra que se repite en infinitas variaciones):
“Un viento se eleva, y de pronto retumba a lo lejos …
Entonces centellea, y… el rayo retumba como una enorme avalancha allá entre las montañas … Nuevamente relampaguea, y el trueno se acerca, empieza a llover; un chubasco, el eco es muy fuerte, toda la naturaleza es convocada… Más rayos y truenos, más aguaceros … ” (8).
Kant había demostrado en la experiencia de la tormenta el concepto de la majestad en la naturaleza, y por cierto examinó detenidamente que el hombre, en la experiencia de su impotencia como simple ser natural frente al poder de los hechos naturales, tiene precisamente la experiencia de la futilidad de lo que en el hombre no es más que naturaleza. Cierto que el hombre puede sucumbir a las fuerzas naturales, pero ello constituye una contingencia y una exterioridad frente a sus fuerzas espirituales y a su riqueza intelectual (9).
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