Es conocido, extensas y reiteradas han sido las jornadas de lucha de millones de seres humanos a lo largo y ancho del planeta para construir y avanzar hacia una sociedad diferente a la capitalista. Sus luchas no han estado centradas en un solo país, en todos y cada uno de estos son conocidas las gestas en pro de sepultar un modelo económico y político culpable del empobrecimiento de cientos de millones de seres humanos, además del planeta todo –ahora sometido a un cambio climático de impredecibles consecuencias.
Resistencia y lucha que siempre ha estado acompañada de la creatividad social, diseñando nuevas formas de relacionamiento –y producción– social. La solidaridad siempre ha estado presente acá, además del internacionalismo, del sueño de un mundo sin fronteras, sin muros, sin alambradas. El planeta todo, un territorio inmenso como un solo territorio para vivirlo y gozarlo como una casa común.
Sueños con altibajos. En la lucha entre cambio y continuidad, entre derechos y negaciones, el capitalismo ha aprendido a replantearse, ajustando su modelo, dinamizando procesos. Tanto en producción como en relacionamientos sociales, en economía en general como en política en particular, el capitalismo que hoy conocemos enseña matices diferentes al de hace algunas décadas.
Entre sus desarrollos más notables tenemos la constitución y extensión por todo el planeta de empresas que hoy son más poderosas que numerosos Estados, concentrando a su haber una inmensa masa de dinero. Los desarrollos técnicos y científicos que han apropiado, desarrollados por centros de investigación de algunos países, y financiados con dineros públicos, así lo ha propiciado. Esas empresas, en verdad entes particulares pero de interés público, son el ejemplo de que más allá de lo deseado y propiciado por el capitalismo y sus adalides, ya tenemos ante nosotros numerosas experiencias que pudiéramos anunciar como “socialistas”.
Bien, tales empresas, además de otros ejemplos que veremos en este aparte del suplemento, constituyen la base, la muestra fiel, de que la humanidad está preparada y cuenta con los recursos y condiciones suficientes para avanzar hacia una sociedad postcapitalista.
Objetivos al máximo nivel:
• “Un sistema energético de cero emisiones de carbono.
• La producción de máquinas, productos y servicios con costos marginales cero.
• Reducción del tiempo de trabajo necesario hasta aproximarlo a cero”.
“[…] estas serían las “condiciones de victoria”. Tal vez no logremos cumplirlas todas, pero como todos los gamers bien saben. Es mucho lo que se puede conseguir aun sin que llegue a ser una victoria total”.
Para concretar estos cuatro objetivos, a continuación un boceto de plan para realizarlos:
“Modelar primero, actuar después”
“Una de las medidas más radicales (y necesarias) que podríamos tomar es crear un instituto o una red global para la simulación de una transición a largo plazo que nos llevará más allá del capitalismo.
Su primera misión consistiría en tratar de construir una simulación fiel de las economías existentes hoy día, sus trabajos serían de código abierto. No simulará la realidad sino que la representará.
Trabajar efectos posibles en el conjunto social si se aplicaran ciertas medidas” (más con efecto sociológico que económico).
“Desde el momento en que somos capaces de captar realidades económicas de ese modo, es posible planificar grandes cambios de un modo abierto y sostenible”.
“Para eso, y no para la meticulosa planificación que proponen los ciberestalinistas, es para lo que un Estado postcapitalista emplearía rendimientos informáticos del orden de varios peta Flops, y así, equipados de predicciones fiables, podríamos actuar”.
“Un Estado wiki”
“En el proyecto socialista, el Estado se concebía a si mismo como la nueva forma económica. En el postcapitalismo, el Estado tiene que actuar más bien como actúa el personal de Wikipedia: incubando y nutriendo las nuevas formas económicas hasta el punto en que puedan emprender el vuelo por sí solas y funcionar de forma orgánica. Tal como se preveía en la concepción original del proyecto comunista, el Estado tiene que “desvanecerse” con el tiempo, aunque, en este caso, las que se disipen no deban ser solamente las funciones policiales y militares, sino también (y principalmente) las económicas.
Hay un cambio que cualquiera que esté al frente de un estado podría poner en marcha de inmediato y sin desembolso monetario alguno: apretar el botón de parada de la máquina de privatizaciones neoliberal”.
“Expandir el trabajo voluntario”
En una transición basada en las redes, los modelos de negocio colaborativos son los más importantes que podemos promover y fomentar.
“No bastará con que constituyen negocios sin ánimo de lucro simplemente: la versión postcapitalista de la cooperativa de toda la vida tendrá que esforzarse también por expandir la actividad no mercantil, no gestionada por una dirección central y no basada en el dinero […]”.
Necesitamos un tipo de cooperativa cuya forma legal esté apoyada en una forma real y colaborativa de producción o de consumo, con resultados sociales claros.
“En el trabajo colaborativo hay que exigir y garantizar es que funcione de acuerdo a unas regulaciones que limiten la posibilidad de que su modo de actuar fomente la injusticia social”.
Y contrario a lo que sucede hoy, que el Estado fomenta los bajos salarios, la inestabilidad laboral, el temor a la sindicalización, estipular estímulos fiscales y de otro tipo para que las empresas procuren la justicia social, la estabilidad laboral, mejoren salarios, abran espacio para el sindicato…
Hay que tener en claro que el éxito de las grandes empresas está basado, muy notoriamente, en los bajos salarios, y que en los años 90 multiplicaron su poder porque el Estado les labró sin miramiento el suelo en el que necesitaban establecerse para prosperar.
“Suprimir o socializar los monopolios”
“Allí donde sea posible, habrá que ilegalizar los monopolios y habrá que imponer y aplicar rigurosamente reglas contra la fijación de precios”. Como se sabe, la privatización a lo largo de los últimos 30 años de infinidad de recursos públicos fue el medio que encontró el capitalismo para bombear en el sector privado la rentabilidad perdida”.
Así como se privatizó puede hacerse lo contrario, y en esa vía disgregar los monopolios, y donde no sea posible (suministro de agua, luz, por ejemplo) debe declararse tales monopolios como de propiedad pública.
Como desarrollo de esta perspectiva de la sociedad por construir, debe garantizarse la propiedad pública de: agua, energía, vivienda, transporte, sanidad, educación, telecomunicaciones, y garantizar su servicio a precio mínimo, con lo cual se avanza hacia una redistribución de la riqueza social más efectiva que la posible de realizar vía alza de salarios.
Para el caso de agua, luz y servicio de transporte público, su asunción como propiedad pública está determinada, además, por el cambio climático, factor que obliga a la reducción de todas las emisiones de carbono.
En esa perspectiva y para el buen uso de algunos de estos recursos públicos, deben establecerse estímulos de diverso tipo, para así hacer un mejor uso de los mismos, recomponer la eficiencia en su uso y romper las lógicas hoy imperantes.
“Hacia la desaparición de las fuerzas del mercado”
En la sociedad que hoy tenemos el mercado no es el enemigo. Es la diferencia entre un postcapitalismo basado en la infotecnología y otro fundado en la planificación centralizada. Persiste el mercado pero se abole el desequilibrio existente (oculto) en el concepto del “libre mercado”.
Se garantizará una renta universal para todos los habitantes de una sociedad dada.
En estas condiciones el mercado pasa a ser en realidad el gran transmisor del efecto del “costo marginal cero” que se manifestará en forma de una caída del tiempo de trabajo necesario en toda la sociedad.
Para así funcionar hay que enviar señales claras al sector privado, como: la ganancia se deriva del emprendimiento, no de las rentas.
Para estimular el emprendimiento, se dejarán unos años para que quienes creen nuevas tecnologías, productos u otro tipo de bienes que favorezcan al conjunto social –derechos de autor– gocen de los dividendos de ello derivados, En todo caso, los años así otorgados serán ostensiblemente inferiores a los que hoy les procuran por ley.
Al mismo tiempo, y como estímulo a lo público, se potenciará el aumento del uso de licencias de Creative Commons, por los que toda aquella persona que invente renunciará voluntariamente a algunos de sus derechos por adelantado.
“Toda invención con dinero público queda para uso común. De esta manera el fiel de la balanza de la propiedad intelectual en todo el mundo se desplazará rápidamente del uso privado al comunal”.
“Socializar el sistema financiero”
Como es conocido, tras cada crisis del sistema financiero su respaldo real es el Estado. “Aunque solo sea por una mera cuestión moral, si los riesgos están socializados, las recompensas también deberían estarlo. Pero no hay necesidad de abolir toda la complejidad financiera por ello. Siempre es posible domeñar los mercados limando aquellos aspectos de los mismos que conducen a la especulación y que aceleran innecesariamente la velocidad del dinero”.
Tres grandes medidas por implementar:
1. Nacionalizar el banco central de cada país, fijándole políticas claras que estimulen una forma socialmente justa de contención financiera dirigida a hacer efectiva una amortización controlada (por depreciación) de la desbordada superdeuda actual.
“Los directivos de esta banca serían elegidos y controlados a través de mecanismos democráticos”.
“La política monetaria de los bancos centrales pasaría a ser abierta, transparente y sometida a control político”.
2. “Reestructurar el sistema bancario para convertirlo en una mezcla formada por: entidades de servicio público con tasas de ganancia limitada por un techo oficialmente impuesto; bancos locales y regionales sin ánimo de lucro; cooperativas de crédito y prestadores P2P (de igual a igual); y un proveedor integral (de titularidad pública estatal) de servicios financieros. El Estado actuaría como prestador explícito de último recurso para todos esos bancos”.
3. “Dejar un espacio bien regulado para las actividades financieras complejas. La finalidad de esta medida sería garantizar que el sistema financiero global pudiera –a corto y median plazo– recuperar su función histórica, esto es, la asignación eficiente de capital entre la multiplicidad de empresas, ahorradores y prestadores, etcétera, existentes […]. Este espacio de actividad financiera compleja estaría regido por dos principios fundamentales: recompensar la innovación y penalizar y desincentivar la conducta rentista”.
“Estas medidas estratégicas a corto plazo podrían desactivar la bomba de relojería a punto de estallar en que se han convertido las finanzas globales, pero no constituirían por sí solas aún un diseño global de un sistema financiero verdaderamente postcapitalista”.
“El objetivo más inmediato sería salvar la globalización matando el neoliberalismo”.
“Al término del proceso, transcurridos algunos decenios, el dinero y el crédito desempeñarán un papel mucho más reducido de la economía, pero las funciones de mecanismo contable, de cámara de compensación y de movilizador de recursos actualmente desempeñadas por los bancos y los mercados financieros tendrían que seguir siendo ejercidas por otras instancias, aunque bajo una forma institucional distinta. De hecho, ese es uno de los grandes desafíos que se le presentan al postcapitalismo.
[…]
Se trataría de mantener mercados de instrumentos negociables (unos mercados dotados de complejidad y liquidez) en los que ya no hubiera posibilidad de obtener retribuciones monetarias (dado que la ganancia y la propiedad privadas desaparecerían). Ese sería el objetivo.
“A medida que vayamos dejando de usar el dinero –de resultas de la progresiva sustitución del sector de mercado por la producción colaborativa–, es posible que aceptemos utilizar esa especie de “vales tecnológicos canjeables (por así llamarlos), hasta que se instaure definitivamente un sistema de pujas/ofertas por bienes y servicios administrados por el –estado […]”.
“Una vez socializadas la energía y la banca, nuestro objetivo a medio plazo sería preservar el sector privado más extenso posible en el mundo no financiero, y mantenerlo abierto a un abanico diverso e innovador de empresas.
El neoliberalismo por su elevada tolerancia con los monopolios, ha ahogado en realidad la innovación y la complejidad. Si disolvemos los monopolios tecnológicos y los bancos, podremos crear un espacio activo en el que otras compañías (más pequeñas) podrían reemplazarlos y hacer realidad (por fin) el prometedor potencial de la infotecnología que todavía está por materializarse”.
“Pagar a todo el mundo una renta básica”
“La renta básica no es una política tan radical como algunos piensan. […]. Pero, en el proyecto postcapitalista, la finalidad de la instauración de una renta básica sería ciertamente radical, pues con ella ser pretendería (a) formalizar la separación entre trabajo y salarios, y (b) subvencionar la transición hacia una semana, una jornada o una vida laborales más cortas”.
“[…] El costo fiscal de una renta generalizada […] sería alto; de ahí que todos los intentos de llevarla a la práctica fuera de contexto de un proyecto de transición integral estén prácticamente condenados a fracasar […].
El objetivo último de esta medida sería reducir al mínimo las horas requeridas para producir lo que la humanidad necesita. En cuanto esa reducción se hubiera materializado por fin, la base impositiva en el sector de mercado de la economía sería ya demasiado pequeña como para que de ella se pudieran extraer los recursos suficientes para sufragar la renta básica. Los salarios mismos tendrían un carácter cada vez más social (vendrían en forma de servicios de provisión colectiva, por ejemplo) o, simplemente, tenderían a desaparecer.
Así pues, entendida como una medida postcapitalista, la renta básica sería la primera prestación social de la historia cuyo éxito se mediría en función de que el volumen de su desembolso total se redujera finalmente a cero”.
La Red, desatada
“El infocapitalismo se basa en la asimetría. Las grandes empresas globales obtienen el poder de mercado que poseen del hecho de que saben más: más que sus clientes, más que sus proveedores y más que sus competidores más pequeños. El principio simple que subyacería al postcapitalismo sería la condena moral a la asimetría de la información, salvo en lo tocante a la privacidad, el anonimato y la seguridad personales.
Además, de lo que se trataría también es de introducir la información y la automatización en tipos de trabajo donde actualmente tienen vedada la entrada porque la mano de obra barata desincentiva la necesidad de innovar”.
“Un objetivo crucial del proceso de transición sería, pues, el desencadenar una tercera revolución gerencial, por así llamarla: despertar en los directivos, los sindicatos y los diseñadores de sistemas industriales el entusiasmo por las posibilidades inherentes a un transición hacia una forma de trabajo en equipo modular, interconectado en red y no lineal”.
“[…] la transición hacia el postcapitalismo estará seguramente impulsada por descubrimientos sorpresa realizados por grupos de personas que trabajen en equipo. Pero, además, esos descubrimientos estarán relacionados con lo que esos grupos sean capaces de hacer aplicando el pensamiento colaborativo y el potencial de las redes a viejos procesos ya existentes.
Lo que buscamos con todo esto es que tengan lugar una serie de veloces saltos tecnológicos que abaraten la producción de ls cosas y beneficien al conjunto de la sociedad”.
“Pero, pese a todos nuestros propósitos de actuar con la máxima racionalidad posible, este no será un proceso controlado. Y no lo será porque, precisamente, si algo valioso pueden conseguir las redes (y los individuos que las forman) es alterar todo lo anterior. […]
Tenemos que ser unos utópicos sin complejos. Los emprendedores más efectivos del capitalismo temprano fueron justamente eso, como también lo han sido todos los pioneros de la liberación humana”.
Reto
Estamos a las puertas de convertir en realidad una magnífica posibilidad, la posibilidad de una transición controlada que nos lleve más allá del libre mercado, más allá de la dependencia del carbono, más allá del trabajo obligatorio.
¿Qué ocurrirá entonces con el Estado? Probablemente se irá haciendo menos poderosos con el paso del tiempo y, en último término, sus funciones pasarán a ser asumidas plenamente por la sociedad”. l
* Mason Paul, Poscapitalismo. Hacia un nuevo futuro, Paidós, 2016. Lo aquí incluido es un resumen libre del capítulo 10 –Proyecto cero– p.339 y siguientes.
Leave a Reply