En la vida no se trata solamente de ganar dinero. Un criterio de vocación social y promoción de lazos solidarios que repite y repite, el largo recorrido de la cooperativa Confiar que tuvo una infancia como cooperativa de trabajadores asalariados y tiene el calor de una red de afectos. Un parto que comenzó en secreto, por parte de treinta y tres obreros de la empresa Sofasa (ensambladora de autos de la Renault) en el Taller 600 de Envigado hasta cuando fundaron a Cootrasofasa el 3 de julio de 1972. En ese primer escalón, sus miembros pagaban la afiliación por descuento de nómina. En el actual momento, Confiar profundiza la relación con organizaciones locales y teje las redes que contribuyan a las transformaciones paulatinas hacia la equidad y la dignidad de la vida. El desafío es constituir a la vez asociación y empresa como opción válida de desarrollo socioeconómico, en un contexto de hegemonía capitalista que cuelga amenazas de ruina a la actividad cooperativa.
Llegar hasta el día de hoy requirió …discutir quiénes somos, por qué existimos, para dónde vamos, qué elementos ideológicos y políticos nos identifican. En definitiva, qué tipo de cooperativismo queremos construir y por qué. No bastó ser solamente una Cooperativa abierta; fue claro que el desarrollo tenía que estar ligado a las comunidades y para hacerlo se necesitaba una herramienta, no desde la intuición, sino desde el punto de vista teórico para sacarla adelante […] implicó cambios en la estructura Administrativa, en las acciones operativas, en el manejo económico y social de la gestión, en el papel de la dirección, en el modelo de participación, en los métodos de trabajo y en la toma de decisiones.
En sus primeros quince años, la cooperativa no contó con más de quince empleados para el desempeño de funciones variadas y comunes. El tamaño de Cootrasofasa no daba para más. El Sindicato de Base prestó un local y quince mil pesos para poner en marcha la idea. Cooperativismo salido desde las entrañas de los trabajadores proyectado a la sociedad, diferenciado de la lucha obrero-patronal de aquel momento, que era intensa. En la ruta, a los compañeros que preguntaban cuáles eran los beneficios y qué les iban a dar, fue ineludible convencerlos de una mirada en contrario.
En vez de demandar beneficios, los trabajadores debían hacer un esfuerzo y una apuesta común: ahorrar, conseguir préstamos eventuales para cubrir necesidades, urgencias o aprietos familiares y hacer algunas jornadas recreativas. Una apuesta que fue sumando de a cinco pesos semanales. Apuesta que incita al ahorro, que llama a resistir la lógica capitalista del gasto desmesurado y su cotidianidad de vida angustiosa para las personas, ya que genera necesidades infructuosas y créditos impagables. Son preguntas de la apuesta, ¿Construir una simple empresa o aportar a la construcción de un sistema de economía social? ¿Qué diferenciación hacer entre crecimiento y desarrollo?
La Caja Cooperativa de Trabajadores (nombre que adquirió la cooperativa en el año 1988) elaboró el primer Plan de Desarrollo, puesto en marcha desde 1990. Con el cimiento y la primera piedra puesta, entender la gestión de la cooperativa en medio de las exigencias empresariales, sin dejar olvidar sus principios, destaca a la actual Confiar en el conjunto de las actividades y empresas de economía solidaria y cooperativa, por andar al compás de un compromiso ético y político diferente al que pregonan el común de los agentes financieros. La habilidad de unir creaciones y no dejar morir la idea de que la cooperación, la solidaridad y la mutualidad aún son posibles. Todo ello logrado a pesar de que en los primeros años de la cooperativa no había ni planeación ni prácticas tecnificadas ni administradores profesionales en frente de la entidad. De hecho, la cooperativa tuvo su inicio sin las ahora imprescindibles asesorías jurídicas y administrativas que dictaminan qué es permitido y qué es prohibido en términos legales.
En medio de los trajines comerciales, Confiar tomó vuelo: Paso a paso en la estrategia de afirmar la fidelización de los asociados y sostener la confianza de los asociados y ahorradores. Una estrategia con resultados que son visibles: en las campañas A Confiar y A Ganar. En la oferta del servicio exequial y de los auxilios educativos. En los programas de recreación y la puesta a la vista del centro social y recreativo El Paraíso, y la puesta en marcha de un programa de educación. En el grupo de Gimnasia, un espacio de liberación de la rutina diaria, favorable a la construcción de solidaridades. Y cómo no, en el Programa Infantil y Juvenil Arco Iris (1993), que comprende hoy los programas de Ahorro Escolar, Ahorro con Futuro y Confiar en la Juventud, resultado de estos procesos infantiles y juveniles.
A la par de cumplir con la funcionalidad y los requisitos y parámetros que vigila la Superintendencia Financiera, Confiar consolida hasta hoy, la convicción de contribuir a generar posibilidades de desarrollo local. Y sobresale al atender por igual en miras a su superación, a sectores y poblaciones del rebusque y de escasos recursos, que la gran banca escupe. En este sentido y en la búsqueda de inscripciones, Confiar se acerca a los barrios populares de la ciudad que no llaman la atención de las entidades financieras tradicionales. Lugares olvidados, con las angustias y deseos que allí crecen.
Tras superar grandes dificultades y hasta unos momentos de iliquidez por efecto de los puntos altos de la crisis económica del país de finales de los años 90 del siglo pasado, de la política económica que excluye, y de la voracidad del medio financiero; Confiar diseño un plan de crecimiento que previó la apertura de docenas de agencias en el curso de unos pocos años. El plan se cumplió y hoy tenemos una presencia consolidada, o en proceso de lograrlo, en diversos territorios nacionales. En ese propósito y a contracorriente del proceder capitalista dominante, cuenta con más de seiscientos empleados, cuyos contratos son a término indefinido.
El ideal con este conjunto humano es que, además de sus cualidades y virtudes en administración, economía y temas similares, destacaran por su vocación social, apertura a la reflexión política, disposición para la investigación sobre la realidad de su país, buscando con ello no encuadrarse como técnicos. El reto que nos depara este sueño es uno de los mayores pendientes que mantiene la cooperativa. Las enseñanzas dejan pistas sobre el particular pero aún son insuficientes para romper pasividades, acomodamientos y rutinas.
Ante la iniciativa y ampliación de sus funciones, y en medio de la crisis económica, resultó necesario que en 1997 entrara en marcha la Fundación Confiar. Una estrategia para que la cooperativa continuara con su política social y cultural, en un momento en el que la vigilancia de la Superintendencia Bancaria reducía el margen de acción fuera de la especialización financiera. Los resultados de su acción diversa, con alianzas y/o acuerdos con diversidad de organizaciones comunitarias, resaltan su vigencia.
Aunque apuesta por la dignidad y las merecidas posibilidades de desarrollo de las clases menos favorecidas, Confiar desenvuelve su actividad en el mundo financiero. Por tanto, utiliza las herramientas y medios necesarios para hacer la intermediación y, mediante una alianza comercial con Servibanca obtiene una tarjeta débito de marca propia. Su aceptación y utilización cada vez de manera más amplia por asociados y ahorradores certifica que alianza era procedente.
Una idea transversal en la apuesta solidaria de Confiar, es el cooperativismo como propuesta en su esencia cultural y no sólo económica. Es una forma de pensar, de vivir y construir la experiencia vital propia y la de los demás de una forma más digna, más justa y significativa. En ese contexto están inscritas, la decisión de crear los concursos de poesía y de cuento para trabajadores en los años ochenta; y la temprana relación con la Revista Prometeo, que dio lugar en la década del noventa al Festival Internacional de Poesía de Medellín, con el cual Confiar siempre despliega su solidaridad. Asimismo, acompaña con algunos apoyos económicos las sedes del Ballet Folklórico de Antioquia, el Teatro Matacandelas, la ENS (Escuela Nacional Sindical).
No sobra decir, que el cooperativismo colombiano adolece de una “dicotomía estructural”. Nadie puede negar que por “miedos heredados o por favorecer el sentido empresarial conformista”, muchas entidades del sector pretenden ser neutrales en política, mientras otras, muy pocas en contraste, un tanto invisibles, creen que la profundización de la cooperación y de la solidaridad conlleva a posiciones políticas que apuestan por la dignidad humana. Sin convicción generalizada en el cooperativismo, hay distancia ante la vigencia y necesidad de tejer contraposiciones y redes, ya que en buen número las entidades cooperativas no están exentas de individualismo, máxime cuando su vertiente empresarial las distancia de las propuestas ideológicas serias y acordes con los principios que supuestamente las rigen.
En su caso, y largo camino, Confiar alza un faro de “Tres estrategias:
• “Dirección democrática y profesionalizada, consciente del valor del medio externo y con gestión eficiente.
• Desarrollo empresarial y financiero, acorde con el crecimiento económico de la cooperativa, como base del desarrollo social interno y externo.
• “Cultura del servicio, que comprende métodos de trabajo y procesos coherentes con la filosofía cooperativa. Con incidencia en las prácticas cotidianas internas y en la construcción del modelo educativo de la cooperativa.”
Peldaño tras peldaño
Como semilla y con la mirada puesta en sobrepasar el límite de una cooperativa común, los primeros integrantes de la cooperativa comprendieron que debían invertir en el proyecto. Pero no sólo una vez, sino durante todo el tiempo y con constancia. Lo cual fue dando sus frutos. Cumplido el trecho de los primeros años de actividad por parte la cooperativa inicial, y los sucesivos nombres que fue asumiendo, fueron creadas la comercializadora Coompremos, Recreatur y la Fundación Confiar, entre 1992 y 1997. Descontados los factores económicos, la apertura de agencias en Itagüí (1992), Caldas, Bello (1993) y Envigado (1994), tuvo como criterio acercarse a los asociados que estaban en el sur y en el norte del Valle, que reclamaban facilidades de acceso a los servicios de la cooperativa. Antioquia mantiene un peso importante, por ser la zona más antigua y con más agencias, Boyacá y más reciente Cundinamarca (más propio, Bogotá) también inciden en la definición de las directrices de la cooperativa.
Confiar tuvo resultados alentadores en el año 1997: con excedentes del 50 por ciento ocupó el primer lugar entre las cooperativas de Antioquia y estuvo en la lista de las primeras veinte del país. La autorización del Dancoop para ejercer actividad financiera con terceros, conllevó un crecimiento significativo de la base social de la cooperativa. De este modo, sobrepasó las veinte mil personas entre asociados y ahorradores, y permitió una ambiciosa apertura de agencias (diecinueve en 1998).
Vinieron en camino la centralización de la información, la automatización de las agencias y en la década del noventa Confiar dio los primeros avances en Banca Electrónica. Luego, en alianza con el Bancoop lanzó la Tarjeta Débito (con posibilidad de Cuenta Corriente y Tarjeta de Crédito). Un producto que para la cooperativa significó desde entonces, la posibilidad de contar con los recursos de sus asociados, en vez de que estos los llevaran a cuentas de bancos que ofrecían tarjeta.
Más adelante, con el objetivo de canalizar las finanzas solidarias, las cuales no entraban al sector formal, surgió la propuesta de crear Fomentamos en el año 2003, mediante una convocatoria a cooperativas y ONG de la ciudad, entre las cuales doce, incluida Confiar, crearon a Fomentamos. Son conocidos los préstamos promedio de trescientos mil pesos que facilita, en el propósito de vincular personas con negocios que muestran una perspectiva de crecimiento y acumulación (así no lo logren), dado que dichas iniciativas parten de los más pobres y vulnerables.
La tentación del cooperativismo
Eran otros días. La cooperativa Confiar nació en medio de intensas y variadas luchas reivindicativas, cuando los referentes socialistas en el mundo y el continente tenían más vigor. En Colombia, los obreros a comienzos de la década de los setenta en el siglo pasado, reclamaban condiciones dignas de trabajo y de salarios y aspiraban a construir un país más justo y equitativo. Tras los primeros años, en diciembre de 1980 cayeron sobre Sofasa los despidos masivos. Circunstancia en la cual, muchos socios perdieron su afiliación a la cooperativa, que en ese tiempo sostenía una vinculación restringida a los empleados de la empresa.
Una radiografía de la situación de la cooperativa en 1982 muestra que tenía «ochocientos asociados, cien más en trámite de liquidación y muchos créditos sin resolver» En cuanto al dinero, «casi once millones de pesos quietos en bancos… y el problema era administrativo». Sin desfallecer, con un sentido de superación de los inconvenientes, en la cooperativa comenzaron las captaciones por Cdat (Certificado de Depósito de Ahorro a Término Fijo). Más luego, Confiar pudo ofrecer como productos: un seguro de vida, servicios funerarios, programas recreativos, campañas educativas, clases de música, de danza, de gimnasia, y servicios de salud. De esta manera, la cooperativa iba logrando la credibilidad y el respaldo de los asociados.
Un espacio que abrió el campo de las relaciones de la cooperativa con otras entidades del sector y con organizaciones sociales y culturales, todo, en la intención de tejer solidaridades que trasciendan los proyectos particulares y que construyan sociedad. En este contexto, Cootrasofasa puso sobre la mesa la aplicación de los conceptos de Integración, Intercooperación y Alianzas. Participó activamente en los procesos de agremiación cooperativa de la Conic (Coordinadora Nacional de Integración Cooperativa), con Asacoop (Asociación Antioqueña de Cooperativas) y con Cincoa (Centro de Integración y Desarrollo Cooperativo de Antioquia). Un empeño que trató de compartir visiones y proyecciones del sector, generando debates ideológicos que propendían por la solidez y la coherencia de principios y acciones del cooperativismo.
Vino entonces a continuación, el cambio de razón social a Confiar Caja Cooperativa en 1992, con autorización del Dancoop para ejercer actividad financiera. Así caracterizada, la entidad comenzó a dar pasos comerciales grandes. A la par, con una profundización en el trabajo de los Lineamientos Estratégicos de Desarrollo y de Cultura Institucional para favorecer el crecimiento de la base social, y el énfasis en el área de comunicaciones con vista a posicionar la nueva imagen de una cooperativa con «un nombre amplio y generoso», propiedad «de todos, sin celos ni rivalidades de marcas».
Un marco que propició en el campo empresarial, la alianza con Vivir y con la Aseguradora Solidaria de Colombia. Igual, abrió la vinculación al Fogacoop (Fondo de Garantías de las Entidades Cooperativas) para la protección de los ahorros. Y, a través de Servibanca permitió masificar la Tarjeta Débito para Asociados y Ahorradores. También, hizo aparecer Sumared –la red de servicios y canales electrónicos de Colombia–, una entidad para el envío y pago de remesas, así como para hacer giros. En el campo social, Confiar emprendió acciones con base en el Centro de Atención Laboral (alianza CUT, ENS, Confiar). Un quehacer que genera y amplía las simpatías en diferentes sectores.
Las dificultades
En el camino no han faltado las espinas. Mas es evidente que en la forja de la cooperativa, los conflictos no son obstáculos sino la oportunidad para una mayor preparación ideológica y en el fundamento de los argumentos. En efecto, al final, pudieron ser superadas las consecuencias del agravamiento en la situación económica general. En esta área, el gobierno de turno tomó medidas como la oficialización del Banco Uconal, la Cesión de Activos y Pasivos de Bancoop a Coopdesarrollo y la liquidación de la Constructora El Edén, entidades en las cuales Confiar tenía grandes inversiones. De esta manera, el balance financiero quedó afectado, principalmente, por todos los activos improductivos que recibió la cooperativa (bienes en dación de pago que generaban gastos).
Una cotidianidad de vida, distinta para los afiliados
Si bien, nunca los resultados corresponden con los esfuerzos realizados, durante los últimos veinte años –al ritmo de la formación y los reacomodos en la dirección–, el crecimiento de la cooperativa la sitúa con márgenes positivos en territorios muy diferentes. Más allá de los proyectos empresariales, aun sin tener garantía de unas cifras y resultados predecibles, Confiar considera que es necesario mantener los acumulados sociales, políticos y culturales del cooperativismo. Mantener unos acopios y sumas que no estén regidos, por un inexpugnable criterio de eficacia, idéntico al que aplica al ámbito financiero, del mundo de los negocios y de las ganancias en las finanzas megamillonarias.
En gracia a la ampliación de las posibilidades culturales de los asociados junto con sus familias, Confiar sostiene la búsqueda y los hallazgos en varios aspectos propios del divertimiento del espíritu y de la dignificación de la existencia y el cuidado propio. En ese proceso han existido para el disfrute, desde un programa como Don Saludable en procura de una atención médica general para asociados y familiares, además de la formación en salud mediante charlas sobre parasitosis y crecimiento y desarrollo (para mencionar las más recordadas), hasta la conexión con los movimientos culturales de la ciudad, pasando por la EPA (Escuela Popular de Arte), los grupos de teatro, los poetas, entre otros. De este modo, la cooperativa fue llenando de contenidos integrales su apuesta cultural.
El Bazar de la Confianza es visto como la gran fiesta de la solidaridad, que desde 1998 tiene lugar cada año, en el área del Jardín Botánico de Medellín… Por su parte, editar la colección de cuentos de Confiar es un emblema de las posibilidades culturales que genera una empresa solidaria auténtica. Asimismo, es un honor para las bellas letras la iniciativa de regalar los cuentos en una esmerada edición. Como un espacio de expansión del sentir y la necesidad cultural, Confiar es pivote y motor de integración con organizaciones y movimientos afines al cooperativismo como las Organizaciones No Gubernamentales, los sindicatos, los grupos barriales y los colectivos culturales, además de iniciar proyectos estratégicos de integración que van de la mano con la especialización financiera de la cooperativa.
Puntadas en vivienda y contrapoder de la economía solidaria
En el país, Confiar mira en círculo y va corriendo el telón. Brega y explora para hacer una economía que no imponga la capacidad de pago como medida de las relaciones humanas, sino las relaciones humanas como medida de intercambios económicos dignos. Hacer y saber, a partir de una apuesta socio-económica ideada y gestionada por los propios trabajadores y, también, por cada día más, habitantes olvidados del sistema económico del capital. Con experiencia, Confiar puede llegar en forma integral, con proyectos y oficinas, en un avance en territorio y lugares nuevos.
Con capacidad para sembrar confianza y participar en cada uno de los sitios con unas dinámicas económicas, sociales y culturales, a partir de ir constituyendo la cooperativa como un referente de desarrollo, que teje relaciones solidarias con pobladores y organizaciones. Una vía, o recorte de camino, que aunque resulta nimia ante el monstruo del capital, planta y reivindica ante el poder económico unas condiciones menos oprobiosas de existencia. Tiene puntadas en cuanto a soluciones de vivienda. Aunque sin convertirlos aún en una constante de su desarrollo, dado que el crédito de vivienda requiere una fortaleza financiera que apenas recientemente ha podido demostrar Confiar.
La cooperativa apoyó en los años ochenta dos proyectos de vivienda en Itagüí: Samaria y El Recreo. En los noventa hizo proyectos de autoconstrucción en Antioquia y Chocó en relación con Inurbe; e impulsó otros en Boyacá, entre esos, uno llamado Simón Bolívar, y dio respaldo a la Constructora El Edén en el oriente antioqueño. Hasta ahora la incursión en vivienda consiste en apalancar a los constructores para que puedan ejecutar sus proyectos y, luego, hacer préstamos a las familias compradoras. Un paso y diseño, una vez que Confiar obtuvo un cupo de redescuento con Findeter, entidad del Estado, cuyos créditos en vivienda están restringidos a inmuebles de interés social.
Confiar no solo presta dinero. Aborda integralmente el desarrollo de los proyectos para que salgan adelante. Asume que tras los indicadores comerciales hay historias de vida, historias personales y familiares que se colman de alegría al ver realizado el sueño de la casa propia.
Confiar tiene al frente, la necesidad de afianzar filosóficamente la estrategia económica cooperativa para hacerla sostenible, en medio de una competencia y vigilancia e incluso de desconfianza por parte del Dinero, frente al papel del modelo cooperativo como opción económica y social válida, y, en medio de la despreocupación y la mala fe del Estado frente al modelo cooperativo alternativo.
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