“Hay transformación de la Universidad si la transformación la hace la comunidad académica”

Tras una fuerte puja entre legalidad y legitimidad de los candidatos a la rectoría de la Universidad Nacional, el Consejo Superior Universitario ratifica a Leopoldo Múnera (2024-2027) como rector de la principal universidad pública del país.

El pasado 6 de junio y tras casi tres meses de incertidumbre en la Universidad Nacional (UN), el Consejo Superior Universitario (CSU) designó a Leopoldo Múnera como rector para el periodo 2024-2027. Una determinación posible luego de alcanzar la mayoría necesaria para sesionar y romper la inacción impuesta en el órgano decisor, después de que la representante estudiantil Laura Quevedo fuera posesionada.

Ese día, alrededor de las 3 de la tarde se filtró el comunicado del CSU en el que se designaba un nuevo rector y se corregían las irregularidades que desembocaron en la autoposesión, mediante firma de escritura pública ante la Notaría 14 del Circuito de Bogotá, del candidato José Ismael Peña. Una actuación improcedente toda vez que el rector de la Universidad debe posesionarse ante la Ministra de Educación, quien preside el CSU, luego de estar en firme el acta de sesión correspondiente al nombramiento.

La decisión final circuló rápida y masivamente por el campus. En el campamento de Sintraunal, los trabajadores informaron la festejada decisión megáfono en mano, y minutos más tarde llegó rodeado de estudiantes, trabajadores y docentes Leopoldo Múnera para dirigir sus primeras palabras a la comunidad universitaria y a los medios de comunicación presentes. En otro lugar del campus, los estudiantes celebraban la noticia en medio de una actividad denominada “Premios Diego Torres: a los que no tienen la cara color esperanza”, con el que ensalzaban a quienes se posicionaron a favor de Ismael Peña.

En ese lugar la alegría era inocultable y el festejo no se hizo esperar; estuvo conservado desde el 21 de marzo, fecha en que el CSU haciendo uso de métodos de elección poco convencionales, en los que primaba la astucia por sobre la transparencia, bajo la coordinación del representante de ex-rectores Ignacio Mantilla, apostaron toda su baraja por el candidato José Ismael Peña. Aunque la comunidad tenía conocimiento de la tradición de maniobreros y manipuladores de algunos de los miembros del CSU nadie esperaba que el resultado de aquella sesión fuera contraria al voto mayoritario alcanzado en todos los estamentos universitarios por el hoy rector Leopoldo Múnera, y las cuentas daban para, cuando menos, empatar. Tal vez la ingenuidad de los delegados y la evidente falta de criterio de la ministra hizo de las suyas.

Ante semejante giro de los acontecimientos, la UN se declaró en paro indefinido a nivel nacional, resurgiendo o naciendo en su seno decenas de espacios de participación de los diferentes estamentos: Claustros autoconvocados de docentes, asambleas, encuentros nacionales, movilizaciones, pintas y todo lo que la imaginación ha permitido convocar. Todo bajo una exigencia que traspasa la elección de Leopoldo Múnera: Democracia Universitaria. “Esta coyuntura nos llevó a reencontrarnos nuevamente, a encausarnos, demostró que hay distintas voluntades propicias y puestas a trabajar por el colectivo”, afirmó Andrés Rodríguez, estudiante de sociología.

Con igual euforia por el logro alcanzado, el mismo 6 de junio en horas de la tarde se dieron cita los estudiantes en el auditorio León de Greiff para escuchar las palabras del recién designado rector. Múnera expresó “Hay autonomía si el sujeto es la comunidad académica. Hay transformación de la universidad si la transformación la hace la comunidad académica. Hay democracia si participa la comunidad académica”, dejando en claro un consenso ya tácito entre la comunidad universitaria acerca de construir unas exigencias más allá de la simple elección del rector.

En ese mismo auditorio, 12 horas después, con masiva participación de profesores, estudiantes y trabajadores, se llevó a cabo una asamblea de la sede Bogotá de la UN, en la que se discutió el quehacer ante el nuevo panorama, en el que se reconoce las posibilidades que brinda el rector Leopoldo Múnera. En medio del encuentro el profesor Carlos Torres, en entrevista con desdeabajo afirmó que1 “inicia un recorrido que no culmina con la elección del simple Rector sino que implica una serie de retos importantes frente a lo que ha venido desarrollando el movimiento estudiantil, profesoral y de trabajadores”. Entre esos retos, y como primera medida, avanzar con la instalación de mesas de negociación que permitan alcanzar unos mínimos, así como definir las fechas de regreso a clase a partir de los logros alcanzados por el paro.

Ante ese panorama, el estudiante de sociología Daniel Salamanca expresó: “Creo que más que dar por saldada la lucha de este paro, se empieza y se abren unas puertas en las que la victoria no era solo que el profesor Leopoldo Múnera se convirtiera en nuestro rector, sino que permitiera que la figura del rector se vuelva una persona que nos facilite el diálogo del movimiento estudiantil, el movimiento de los trabajadores y el movimiento de los y las profesores con sus diferentes banderas, sus diferentes exigencias, que nos permita mancomunadamente resolver la crisis en la que estamos en la Universidad Nacional”.

Así mismo, un grupo de estudiantes que participaron de la retoma del edificio administrativo donde funciona la oficina de Rectoría esperan lograr la apertura de las residencias universitarias, y afirman que “No olvidamos que cuando iniciamos el ejercicio de retoma, el primer mensaje que envía Leopoldo a la comunidad es un mensaje de rechazo a nuestra acción, que es un mecanismo de presión escalado para poder dirigir el horizonte de nuestras exigencias”. Y agregan, “Es bien complejo el no reconocimiento público de que este lugar está habitado por estudiantes, está mediado por estudiantes y quienes están construyendo con miras de residencias universitarias pues están siendo las tomistas del Uriel Gutiérrez”.

Hacía una nueva Universidad

La resistencia de parte de algunos miembros de la comunidad universitaria a la designación de Leopoldo Múnera como rector no es cualquier cosa, es la evidencia de que la UN tiene un denominador común en la raíz del cúmulo de problemáticas que la marcan: el proyecto de Universidad impuesto. Un proyecto que no ha respondido a las necesidades científicas del país y mucho menos a las necesidades académicas de la comunidad universitaria. Un proyecto que ha facilitado los negociados y privilegios de algunos de sus miembros arropados de discursos de excelencia académica, una realidad que al mismo tiempo ha potenciado el surgimiento de alternativas para potenciar este centro de estudios, entre ellas la Constituyente Universitaria.

“El proceso constituyente no para. Hay que organizarlo, hay que impulsarlo. hay que darle el apoyo institucional para que podamos tener la reflexión colectiva sobre la universidad que queremos, para que seamos muchas mentes pensando la Universidad Nacional, para que aprendamos a respetar también el pluralismo, a escucharnos, a saber que hay ideas desde diferentes. Este es un proceso que no está ligado a ningún gobierno, que viene de atrás, es nuestro proceso y que vamos a seguir haciendo”, afirmaba el nuevo rector en el León de Greiff, entre aplausos de quienes festejaban su designación.

Tarea para nada fácil. El campo científico, eje central de la universidad, no está alejado de los conflictos presentes en la sociedad. Campo que, como es conocido, actúa como un sistema de relaciones entre posiciones adquiridas2, en el que se compite por un monopolio de la autoridad científica, traducida en aureola para imponer la definición de ciencia y sus objetivos. Un ser y hacer que de no precisarse de manera adecuada termina facilitando manipulaciones, disquisiones inútiles, inversiones innecesarias, aplazando otras que sí son urgentes, apropiaciones y usos de espacios y recursos con propósitos espurios, pocos o nulos réditos para el país y beneficios crecientes y de todo orden para unos pocos

De ahí que el paquete de reformas implementadas por la administración que encabezó Dolly Montoya, represente una aceleración en la transformación de la Universidad como prestadora de servicios de investigación para solventar las necesidades del empresariado. Frente a esto, el estudiante Paula Rincón reconoce que, “con este paro se ha visto en manos de quién está la Universidad […] En el sentido que se está pensando el modelo de educación nacional al servicio del empresariado, y esto quedó evidenciado, por ejemplo, en la reforma de extensión”.

Por ese motivo, la elección de Leopoldo está acompañada de altas expectativas por parte de una buena parte de la comunidad universitaria, que vislumbra el panorama como la posibilidad de darle un punto de partida a las transformaciones encaminadas hacia un nuevo modelo de Universidad, pero también para darle solución a las problemáticas que desencadenan las reformas aprobadas de Extensión y Posgrados, así como de detener las reformas de Bienestar, Estatuto estudiantil, entre otras. De hecho, para el profesor Yuri Jack Gómez, es ese modelo el culpable de la crisis, debido a que “Esto fue mucho más que una movilización por el profesor Múnera. Lejos de eso, la movilización de fondo fue porque estábamos agotados por un modelo de universidad que lleva 20 años construyéndose y que en este momento hizo eclosión”.

En ese sentido, la permanencia de los espacios de discusión de la comunidad universitaria son vitales en la tarea de materializar una reivindicación de décadas del movimiento universitario alrededor de la capacidad de agenciar un modelo de universidad para el desarrollo del país en su conjunto, en el que la vinculación de los estamentos en la dirección de la universidad supere la representatividad y posibilite las discusiones. Como dijo a desdeabajo la estudiante Valentina Quintero, lo acontecido “viene de una lucha por años del movimiento estudiantil a nivel nacional […] y tiene que ver con el programa mínimo que construyó la Mane y con discusiones que se retoman el año pasado en el Encuentro Nacional de Estudiantes de Educación Superior sobre la autonomía universitaria y sobre el cogobierno”.

En igual senda, y frente a la importancia de los espacios de participación de los docentes en el marco de una nueva rectoría, la profesora de literatura Patricia Simonson expresa que “Por supuesto, los claustros autoconvocados van a seguir, no creo que haya duda, y creo que eso significa que lo que vayamos a hacer en esos claustros va a tener algún impacto real, vamos a tener una participación real en los cambios que la Universidad necesita”. De esta forma, la comunidad académica da inicio a una ambiciosa pero necesaria tarea de construir una Universidad Nacional que logre responder a las necesidades de la comunidad universitaria y el país mediante el proceso denominado “Constituyente universitaria”.

¿Luz al final del túnel?

Aunque la designación de Leopoldo Múnera se puede denominar como un triunfo de la comunidad universitaria, hay cierto escepticismo sobre la legalidad de la sesión del 6 de junio de 2024 en algunos sectores de la universidad, principalmente porque argumentan la existencia de defectos procedimentales y objeciones jurídicas, ya que la resolución 0046 de 2024 daba como rector a José Ismael Peña. No obstante, para quienes respaldan la designación de Leopoldo, aquella resolución no cuenta con la firma de la Ministra de Educación por lo que nunca se expidió y además, actuaron conforme al artículo 41 de la Ley 1437 de 2011 que permite la corrección de irregularidades en la actuación administrativa.

Desde el 21 de marzo, ambos candidatos y los sectores que los respaldan han acudido al derecho para defender o demandar la designación de Ismael Peña. De hecho, una de las alternativas a la crisis fue negada por un fallo de tutela y dejó sin efectos la resolución 7480 del 15 de mayo, del ministro ad hoc Juan David Correa, que buscaba designar un rector encargado mientras el Consejo de Estado se pronunciaba.

Leopoldo Múnera e Ismael Peña han afirmado que se acogen a la decisión de los jueces. Mientras eso sucede, desde el 7 de junio se ha avanzado en la designación de cargos administrativos, dejando sin efecto los ya nombrados por Ismael Peña. A su vez, los exrectores que cuentan con un representante al interior del CSU han expresado en una carta3 que no asistirán a las sesiones del CSU hasta que el Consejo de Estado no se pronuncie, resolviendo de una vez por todas la puja entre legalidad y legitimidad. La decisión final es de los jueces. .

1   El periódio desdeabajo y el profesor Carlos Iván Pacheco realizaron las entrevistas aquí citadas. Se pueden ver en el canal de Youtube periódico desde abajo.

2   Sobre el asunto, escribe P. Bourdieu en “Los usos sociales de la ciencia” (2000)

3   La carta fue firmada por 10 exrectores: Diego López Arango, Osmar Correal Cabral, Eduardo Brieva Bustillo, Fernando Sánchez Torres, Marco Palacios Rozo, Ricardo Mosquera Mesa, Darío Valencia Restrepo, Moisés Wasserman Lernnner, Ignacio Mantilla Prada y la saliente rectora, Dolly Montolla Castaño.

*  Estudiante de Historia, Universidad Nacional.

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Información adicional

Universidad Nacional: Más allá del nuevo rector
Autor/a: Sebastián Delgado
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo N°314, 20 de junio - 20 de julio de 2024

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