Despistados, como en medio de un huracán, así quedaron los compañeros del proyecto desdeabajo el pasado lunes 13 de febrero cuando al final de la presentación del libro Cambios de las culturas. Ingeniería cultural y pedagogía, cuyo editor es Francois Houtart, y en el que escriben, además de Gloria Gaitán, otra media docena de investigadores, sufrieron el hurto de su cámara de video.
El reloj marcaba algo más de las 8 pm, y todo parecía normal, hasta que la cámara quedó en manos de quienes prepararon y desplegaron toda una dinámica de entretención, despiste y confusión para lograr su propósito.
Aunque en ese momento todos quedamos como lelos, una tranquila reflexión sobre lo sucedido, rememorando lo que vimos raro antes del evento –incluso antes de salir de la oficina del periódico rumbo al sitio del evento –donde recibimos la visita de campaneo de uno de los “profesionales de lo ajeno”–, y desde que llegamos a la Casa de la Educación tan amablemente facilitada por los amigos/as de la Cooperativa Codema –donde ya nos estaban esperando–, nos permitió precisar lo sucedido, identificar cuándo cometimos el desliz y quiénes y cuántas personas fueron las que participaron en esta acción de distracción y robo.
La posterior revisión de las cintas de grabación con que cuenta la Cooperativa, más otras externas, nos permitió, finalmente, hilar y comprobar sin duda alguna lo reconstruido. Cinco personas participaron en el robo y cada una cumplió de manera cabal su propósito. Hasta quien cargó el morral donde guardábamos la cámara, ocultada hábilmente en la parte izquierda de su cuerpo, dejándolo colgar del brazo –como si de algo sin valor se tratara–, evitando así que el celador se fijara en ella.
Puesto en alerta por lo sucedido, y con la filmación de las cámaras, pasamos a reconstruir los rostros de los cinco compinches, los cuales nos han servido para ir preguntando por aquí y por allá por lo que con tanta dificultad conseguimos, y lo que tanta falta nos hace para nuestra labor comunicativa.
El mundo es pequeño y las pistas nos irán acercando por nuestros barrios a quienes, incluso, podrían ser vecinos nuestros.
El paso previo en esta búsqueda, será conversar con quienes nos afectaron, reconociendo que “ganaron”, que así lo aceptamos y, por lo tanto, que el tema puede hablarse.
El paso posterior, si lo dominante es el silencio, es circular los dibujos de los cinco rostros, detallar la técnica utilizada y así “calentar el parche”.
Dicen por ahí que todo lo hecho puede ser deshecho. Estamos atentos para que sí sea en este caso.
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