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Amnistía Internacional denuncia la violencia policial durante las movilizaciones en Colombia

Amnistía Internacional denuncia la violencia policial durante las movilizaciones en Colombia

El Escuadrón Móvil Antidisturbios tiene a sus espaldas cientos de heridos oculares con traumas “irreversibles” y la ciudadanía colombiana opina que no se pueden “acostumbrar a que el Estado violente de manera indiscriminada”.

Colombia y su gente siguen al pie del cañón en la lucha contra el Gobierno de Iván Duque. Las movilizaciones y protestas continúan, así como la represión por parte del Ejecutivo y la especial reacción por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD), que ha dejado a cientos de personas heridas con traumas oculares. 

Amnistía Internacional, que ha denunciado esta represión por parte del Gobierno, ha documentado, por el momento, 12 de casos de violencia policial que han tenido como resultado “traumas oculares irreversibles”. Algunos de estos tuvieron lugar en las marchas de años anteriores, pero durante 2021 ya se han dado ocho casos. 

La organización, que ha analizado más de 300 piezas audiovisuales (que van desde el 28 de abril al 20 de octubre), ha concluido que los agentes del ESMAD “violaron de forma generalizada los derechos humanos de los manifestantes”.

Además, en su informe, Amnistía Internacional detalla que las víctimas de trauma ocular se encuentran con “múltiples barreras” con las que lidiar para recibir “atención especializada en salud y atención psicosocial”. Asimismo, muchas de ellas han visto dificultado su acceso a un “trabajo digno” o a una educación en igualdad de condiciones. 

No se trata de “hechos fortuitos”

Las víctimas, en este sentido, narran que sus heridas no son “hechos fortuitos”, sino que más bien al contrario y, desde el observatorio de violencia policial de Temblores, Grita, su coordinador ha lanzado el siguiente mensaje: “La violencia policial no puede seguir siendo parte de nuestra cotidianidad”. Y opina que no se pueden “acostumbrar a que el Estado violente de manera indiscriminada a la ciudadanía, ni mucho menos que lesione a quienes ejercen su derecho a la protesta”. 

El informe, además, aporta casos específicos de algunas de las personas que han sufrido este tipo de represión estatal, como Leidy, que perdió el ojo en uno de estos ataques; o testimonios del Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social (PAIIS), desde donde ayudan a personas como Leidy. 

“Estamos convencidos de la necesidad de seguir visibilizando las formas como la fuerza pública no solo no garantiza los derechos de los ciudadanos, sino que los vulnera deliberadamente“, explica la directora de PAIIS, Juliana Bustamante, que ha concluido que “las lesiones oculares se presentan como un castigo a las víctimas por ejercer su legítimo derecho a la protesta, que queda impreso en sus caras y en sus vidas”. 

26/11/2021 16:12


Rusia today

Un miembro de las fuerzas de seguridad apunta su arma durante una protesta antigubernamental en Bogotá. 30 de abril de 2021Foto: Luisa González / Reuters

“Tiros a la vista”: el informe que documenta las agresiones oculares en Colombia durante el paro nacional contra Iván Duque

Publicado: 26 nov 2021 19:13 GMT

Organizaciones exigen al Gobierno que cumpla las recomendaciones de la CIDH.

El pasado 28 de abril, Leidy Cadena, una estudiante de Ciencia Política, se manifestaba junto con su novio y amigos en el centro de Bogotá, durante la primera jornada del Paro Nacional contra el Gobierno de Iván Duque que se extendió por semanas, cuando se dio cuenta de que varios agentes del Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) se les acercaban.

“Simplemente grité ‘ya vámonos’ y acto seguido siento mi rostro súper caliente. No veo por ninguno de mis dos ojos, estoy muy angustiada“, recuerda Leidy. El rostro le sangraba, gritaba de dolor, pero los agentes jamás la ayudaron.

La joven perdió un ojo en el ataque. Es una de las más de 100 víctimas de las represiones en las que las fuerzas de Seguridad atacaron directamente a los ojos de los manifestantes, una modalidad que ya se había intensificado en Chile durante las protestas de 2019.

Así lo relata el informe “Tiros a la vista: traumas oculares en el marco del Paro Nacional”, que este viernes presentaron la organización Temblores y Amnistía Internacional, junto a la Universidad de los Andes, y que denuncia la violencia institucional de las fuerzas represivas de Colombia contra la protesta social.

Leidy considera que fue un acto de violencia basada en género, porque sus demás compañeros salieron ilesos. Desde entonces ha tenido que relatar lo ocurrido en al menos 10 entrevistas, lo que la ha revictimizado. A ello se suman las redes sociales y un ataque con pólvora en la puerta de su casa. Las amenazas la obligaron a dejar el país junto con su madre y su pareja.

“Nos quitaron un ojo, pero seguimos teniendo nuestra voz”, advierte la estudiante en un informe que detalla 12 casos de violencia policial que dejaron como resultado traumas oculares irreversibles. Cuatro de ellos ocurrieron en años anteriores y ocho el marco del Paro Nacional de 2021, en las ciudades de Bogotá, Popayán, Florencia, Medellín y Manizales.

“El Cuerpo de Verificación Digital de Amnistía Internacional analizó más de 300 piezas audiovisuales sobre el actuar desproporcionado y represivo del ESMAD desde el 28 de abril al 20 de octubre, concluyendo que sus agentes violaron de forma generalizada los derechos humanos de los manifestantes, al infligir heridas oculares como consecuencia del uso desproporcionado de armas menos letales”, señala.

Reclamos

El reporte advierte que estas historias solamente son una muestra de un patrón más amplio de violaciones de derechos humanos y, en especial, del derecho a la integridad física en el marco de manifestaciones sociales.

“Este patrón no es novedoso y hace parte de una historia de uso desproporcionado de la fuerza para reprimir protestas sociales de más de 20 años en Colombia”, explica un documento que también recuerda que, debido a la gravedad de las denuncias durante el Paro Nacional, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos realizó una visita de trabajo en junio de 2021.

“En su informe, la CIDH destacó que recibió denuncias sobre uso excesivo de la fuerza con armas potencialmente letales; por ejemplo, mediante el uso indiscriminado de gases irritantes vencidos, o la utilización del dispositivo lanzagranadas Venom”, precisa.

La información disponible revela que las agresiones directas a los ojos han aumentado. El Sistema de Información de Agresiones Oculares a la Protesta Social (SIAP) de la Campaña Defender la Libertad, registró 12 lesiones oculares en el marco de protestas entre el 10 de octubre y el 22 de noviembre de 2019, lo que implica un ataque cada 3,6 días.

En comparación con estos datos, la plataforma GRITA de Temblores registró que del 28 de abril al 20 de julio de 2021 hubo al menos 103 casos de lesiones oculares, es decir, una cada 0,81 días. Con respecto al perfil de las víctimas, 90 son varones, en su mayoría estudiantes de entre 18 y 22 años.

De las 103 personas agredidas este año, 14 perdieron el ojo y 14 la vista total; nueve sufrieron pérdida parcial y seis más heridas oculares sin pérdida de vista, en tanto que 60 quedaron sin un trauma identificado.  

“Ligada a las afectaciones físicas y mentales, las víctimas dan cuenta de las múltiples barreras que enfrentan para el goce efectivo de sus derechos a la salud, a la movilidad, a la educación y al trabajo, entre otros”, señala el informe que, además, recomienda a las autoridades nacionales cumplir sin demora las recomendaciones formuladas por la CIDH para asegurar que el uso de medios no letales de control del orden público esté sometido a un protocolo estricto y público para prevenir afectaciones a la integridad y a la salud de manifestantes.

“Asimismo, se insta a las autoridades a cumplir con la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de septiembre de 2020, con el fin de garantizar los derechos a la expresión, reunión, protesta pacífica y libertad de prensa”, añade al sumarse al llamado de organizaciones sociales nacionales e internacionales para reformar a la Policía Nacional y, en particular, al ESMAD.

Alejandro Rodríguez Pabón, coordinador de la plataforma GRITA en la ONG Temblores, aseguró en una entrevista a RT que Iván Duque solo respondió con silencio a su solicitud de dialogar sobre la violencia policial en el país.


Sputnik mundo

El dilema de sobrevivir a las protestas en Colombia… a cambio de la vista

Por Paula Carrillo

BOGOTÁ (Sputnik) — Gareth Sella, Faber Carvajal y Daniel Jaimes son tres jóvenes colombianos que comparten la suerte de haber sobrevivido al abuso policial en las protestas este año, aunque con un alto precio: la vista.

Sella, cineasta de 25 años, fue el primero de ellos. Cuando le arrebataron la vista del ojo izquierdo, no había empezado el llamado Paro Nacional, como se conocen las más fuertes protestas que haya enfrentado el Gobierno de Iván Duque, y que tuvieron lugar del 28 de abril hasta mediados de año.

No eran tan frecuentes entonces los disparos a la cara. Después, durante las manifestaciones, la práctica se volvería común: al menos un centenar de personas dejó de ver con algún ojo, según el informe “Tiros a la vista”, de las ONG Temblores y Amnistía Internacional; y la Universidad de Los Andes.

“Salí con la Primera Línea ‘Escudos Azules’. El día anterior, la policía había sacado una alerta tachándonos como un grupo radical y violento. Entonces, me dispararon al ojo”, afirma este joven en entrevista con la Agencia Sputnik.

“Ya nos íbamos. Yo estaba viendo de frente a los antidisturbios porque si no, disparan a la cabeza por detrás, como le pasó a Dylan Cruz”, asegura, al recordar al joven de 18 años que murió, también en el centro de la capital colombiana, por un objeto contundente lanzado por un uniformado hace dos años.

Sella tenía los elementos que usa la llamada Primera Línea, como se autodenominan manifestantes que, con escudos de lata, cascos de construcción, gafas de plástico y guantes, se ubican al frente de los uniformados.

Según ellos, para proteger la protesta de los abusos. Según las autoridades, para vandalizarla.

Sin embargo, se quitó las gafas porque se le empañaban y “llegó una ráfaga de ‘marcadoras'”, como llama a las balas de goma.

“En dos minutos, todo se fue al carajo”, confiesa.

De pelo largo, acompañado por uno de sus tres perros y con gafas de sol, asiste, con otros compañeros de tragedia, al Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá, para acompañar la presentación del informe mencionado anteriormente.

Un acordeón

Tres meses después de Sella, y de otros casos más de lesiones oculares, le llegó el turno a Jaimes, en el sur de Bogotá.

Era 1 de mayo, y él ya estaba en el “tropel”, como se conoce en Colombia al enfrentamiento entre manifestantes (que usualmente lanzan piedras y en ocasiones, bombas molotov), y policía (con gases lacrimógenos, bombas aturdidoras y demás).

“Al frente mío estaba ubicado un agente del Esmad (Escuadrón Móvil Antidisturbios). Me disparó directamente al rostro, y me causó múltiples fracturas”, cuenta este joven de 20 años, que incorporó a su vestuario un parche negro para cubrir la lesión.

Una cicatriz le atraviesa la cara. Sigue hablando pausadamente.

“Me disparó en la zona derecha de la nariz. Me causó pérdida de pómulos, de dientes. Parecía un acordeón”, revela este aprendiz de tatuador, que perdió la confianza en la policía.

Amenazado

Dos meses después, otro joven de 20 años se despedía de su ojo izquierdo al otro lado del país. Concretamente, en Popayán (suroeste), epicentro de violentas manifestaciones, junto con Cali y Bogotá.

“Yo estaba grabando, documentando todo lo que estaba sucediendo en Popayán (para publicarlo en redes sociales). Ya agentes del Esmad me habían dicho que me iban a sacar los ojos, que me iban a matar”, relató Faber Carvajal, quien también incorporó un parche de color piel a su atuendo.

“Ese día, 7 de julio, yo estaba en la mitad de la confrontación, al lado de la tanqueta (del Esmad). Me asomo por un lado y no veo a nadie. Voy por el otro y hasta ahí me acuerdo”, reconoce.

Aunque en el resto del país ya disminuía el estallido social, esta ciudad, capital del departamento del Cauca (suroeste), se encendía aún más: la joven Alison Meléndez se había suicidado luego de denunciar una violación múltiple por parte de agentes.

“Los ahorros que tenía para la universidad me los tuve que gastar todos” en tratamientos, continúa Carvajal.

Su autoconfianza se fue también con el ojo izquierdo.

“Yo no salía de mi casa ni de mi habitación. Antes era una persona que me expresaba muy bien, pero ahora me da miedo hablar. No puedo sostener la mirada. Es complejo”, agrega.

La lesión ocular era, sin embargo, una primera advertencia. Luego siguieron las amenazas de muerte, por lo que tuvo que dejar su ciudad natal para salvar, por lo menos, su vida.

De acuerdo con el reporte de Derechos Humanos, la mayoría de casos se ha presentado en Bogotá (54,37%), seguido por el departamento de Valle del Cauca (11,65%) y Cauca (7,77%),

El perfil de las víctimas es, en su mayoría, hombres de entre 18 y 22 años, usualmente estudiantes y de bajos recursos.

Según Erika Guevara, directora de Amnistía Internacional, la diferencia entre el número de lesiones oculares en el marco de protestas ocurridas en Colombia respecto a Chile (donde también fueron frecuentes), es que allí hubo “más personas con lesiones oculares, pero menos asesinados”.

En Colombia, por el contrario, estas organizaciones documentaron 103 personas que perdieron la vista, pero más de 40 homicidios en las manifestaciones, presuntamente a manos de la fuerza pública.

Información adicional

Autor/a: Público / Rusia Today / Sputnik mundo
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Público / Rusia Today / Sputnik mundo

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