Grandes ríos de tinta han corrido para caracterizar los distintos impactos del covid-19 en el contexto colombiano. Sin embargo, estos escritos, aunque desarrollan en parte el problema pierden de vista que no solo se trata de las consecuencias en la esfera económica sino de las implicaciones territoriales de la pandemia en un contexto de violencia y aparente consolidación de un proceso de paz.
En un esfuerzo de desnaturalizar la violencia, romper con el ciclo de indiferencia e ignorancia, organizaciones como la FIP y Codhes han realizado estudios para ilustrar en qué términos llega la pandemia a los territorios PDET, en los cuales aún se viven dinámicas de conflicto y construcción de paz en medio de la emergencia sanitaria.
En los informes se demuestra que en los territorios ha crecido la violencia: se ha incrementado el asesinato de líderes sociales y desplazados[1].
Parece ser que la situación ha empeorado. Según la FIP, el impacto humanitario se incrementa, al aumentarse el desplazamiento forzado, en municipios PDET este aumento corresponde al 25% y en los municipios PNIS es de 56%. (Juan Carlos Garzón Vergara, Prada et al., 2020, p. 9) Algunos grupos armados ilegales han dado tregua a sus acciones criminales, mientras otros las han diversificado. Este es el caso del ELN. (ELN, 2020)
Por otro lado, los líderes sociales o el motor de la paz territorial, en términos de Carolina Naranjo Escobar se encuentran hoy por hoy en mayor riesgo[2]. Al respecto la FIB menciona que factores de riesgo como la restricción de movilidad, vuelta a rutina aumenta la posibilidad de predecir su ubicación, y, por tanto, su vulnerabilidad[3].
Aquellos más afectados por el covid-19 son las poblaciones más vulnerables, pues la oportuna decisión de las autoridades y la capacidad del sistema de salud es deficiente. El sistema de salud colombiano no tiene la capacidad para proveer con el servicio a todo el territorio.
Lo anterior se evidencia en la amazonica[4], Tumaco, dur del Tolima, Buenaventura, Costa Caribe donde la infraestructura hospitalaria es precaria, falta de seguridad alimentaria, la pobreza y los derechos de acceso a agua potable para consumo y riego de pancoger no están garantizados sobre todo en los dos últimos.(Codhes, 2020) Asimismo, el covid-19, desplazó a la virtualidad y en un segundo plano proyectos relativos a la implementación de paz en los territorios que están ralentizados. [5]
A pesar de que se trate del mismo virus, este afecta de forma diferenciada. Las implicaciones de la pandemia son distintas en las zonas más integradas por la globalización que en las periferias donde la infraestructura hospitalaria es precaria. De ahí que los eventos catastróficos del covid-19 puedan intensificarse en los territorios.
Así pues, puede afirmarse que la pandemia no ha construido problemas de la nada, en cambio, ha revelado que el avance en términos de paz como lo señala el instituto Kroc es un avance formal más no real o material. Con el covid-19 quedan en evidencia las vulnerabilidades, inequidades y desigualdad que persiste en los territorios. La paz se tambalea y la reparación colectiva no ha llegado. Así, en los territorios está concurriendo: violencia, miseria y pandemia.
[1] Según la Oficina de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA), en el 2020, en Chocó y Nariño: 944 personas que pertenecen al Consejo Comunitario El Progreso han tenido que desplazarse
[2] El clan del golfo amenazó el pasado 17 de marzo a los líderes de la Asociación de Juntas de Acción Comunal de los ríos Mira, Nulpe y Mataje (Asominuma), en Tumaco. (CODHES, 2020)
[3] “al menos el 60% de los asesinatos de líderes en 2019 ocurrieron en sus viviendas o en las inmediaciones de ellas” (Juan Carlos Garzón Vergara, Prada et al., 2020, p. 10)
[4] “Según la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), las comunidades de 178 de los 775 resguardos del país —que suman 85.000 familias— están en riesgo debido a la pandemia” (Cárdenas & Montoya, 2020)
[5] Entre los espacios que se han suspendido debido al COVID-19, son:Foro Plan de Desarrollo, Taller elaboración y creación de proyectos con mujeres victimas, Escuela de Género, Escuela de Construcción de Paz (GIZ), Comités de Veedurías PDET, Mesa de diálogo y saberes de Sujetos de Reparación Colectiva(CODHES, 2020)
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