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Colombia. Criminalizan protesta de estudiantes de la Universidad Nacional

Colombia. Criminalizan protesta de estudiantes de la Universidad Nacional

En medio de una coyuntura cruzada por escándalos oficiales, donde la corrupción y los abusos de poder son pieza frecuente, el presidente Álvaro Uribe ordena –cortina de humo- que una protesta estudiantil sea tratada como un acto terrorista.

Universidad en crisis

La Universidad colombiana atraviesa una profunda crisis: la escases de presupuesto es creciente, el incremento de las matrículas es constante, la amenaza del cierre de programas late sobre los estudiantes, la deuda pensional con los trabajadores y profesores es un cuello de botella sin solución a la vista.
Estos problemas –esta vez centrado en la financiación del centro de estudios- motivan debates permanentes dentro del claustro universitario. Uno de ellos se citó para el viernes 16 de octubre a realizarse en la facultad de Química. En desarrollo del mismo los asistentes pidieron explicaciones al rector, asistente a dicho encuentro, sobre la problemática presupuestal y académica que afronta la institución, con la sorpresa que no solo no responde sino que además abandona el auditorio.

En vista de ello, y como respuesta ante la actitud del directivo, un grupo de estudiantes y docentes rodearon el vehículo donde se transporta el rector, reclamándole que regresara al auditorio. Pero su respuesta no estuvo a la altura de su función administrativa: en vez del debate ordenó evacuar la sede. Las presiones de los otros miembros de la comunidad universitaria prosiguieron, ante lo cual el Rector aceptó participar de un debate el lunes 19 de este mes. Es de aclarar que el acuerdo, tras el cual los miembros de la comunidad universitaria se disponían a salir de la universidad, se logró gracias a la concurrencia y mediación de la Defensoría del Pueblo, la Personería de Bogotá, y la Secretaría de Gobierno del Distrito Capital.

Pero no hay respeto por su investidura, que debiera estar caracterizada por la calidad y frugocidad en el debate. Una vez en sus oficinas, cita una rueda de prensa, y en ella niega el acuerdo sellado entre las partes. Pero no sólo la mentira y la manipulación, a la par se ordena el allanamiento de la sede universitaria por unidades del Esmad, y otras unidades de la fuerza pública.

El procedimiento del Esmad es típico: estallido de bombas de estruendo, disparo de gases, garrotazos sobre todo aquel que alcancen, persecución, violencia. Su acción, llevada a cabo cuando los estudiantes dejaban la sede de su centro de estudios, produce pánico. Los estudiantes corren, tratan de protegerse para que no los lesionen. Al final, una veintena de ellos es reportada como detenida. Llevados ante los fiscales, no tienen más remedio que dejarlos en libertad, pues no es posible demostrarles ninguna infracción a la ley.

En campaña

Pero la astucia presidencial no podía dejar pasar el momento, y enfatiza ante la opinión pública su disposición a enfrentar a “todos los terroristas”. Es así como exige y ofrece:

-    Que a los detenidos se les aplique “todo el rigor de la ley, y se les condene por secuestro”.
-    Entregar 50 millones de pesos a quien brinde información sobre los autores del “secuestro” del Rector.
Declaraciones para el auditorio, pues, como se puede ver en todos los videos difundidos por los noticieros de televisión, el Rector no fue secuestrado ni violentado en su integridad, de hecho nunca abandonó el vehículo que lo transportaba.

Así las cosas, la Universidad Nacional ve ahondar su crisis. El riesgo de que la Rectoría prosega con la aplicación de medidas administrativas y políticas universitarias desacertadas es muy factible, como ha sido común hasta ahora. La esperanza, cada vez más nítida, reposa en los estudiantes y los docentes que presentan debate y propuestas para una educación que no se puede reducir a un proyecto simplemente técnico ni resolverse con “estudia el que pueda pagar”.

La sociedad está en mora de exigir la aprobación de una política de altos estudios consecuente con un proyecto de país a la altura del momento y coyuntura que vive América Latina, pero también, de las posibilidades que ofrece el desarrollo del conocimiento en todo el mundo.

La Universidad debe ser pública por excelencia. La educación universal y gratuita.
 

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