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Festivo y reivindicativo

Festivo y reivindicativo

En un país que tiene tanto que celebrar y más que reivindicar, el Primero de Mayo supone la oportunidad perfecta para hacer ambas cosas.

 

El Día Internacional de las y los Trabajadores ha sido celebrado en Bogotá bajo un gran despliegue policial que ha acompañado el recorrido de la marcha festiva y reivindicativa del 1º de mayo.

Trabajadoras y trabajadores, de la educación, de la justicia, del reciclaje, de la agricultura, de la prensa, de fábricas de bebidas gaseosas, de entidades bancarias o de compañías de telefonía celular, todas y todos se han reunido a lo largo de la carrera séptima de Bogotá para terminar concentrándose en la plaza de Bolívar y festejar un día en el que es justo reclamar los derechos para la clase trabajadora, esos que un sistema depredador y neoliberal están recortando y negando.

Este 2015 se cumplen 129 años de la movilización obrera que dio lugar a todo un movimiento mundial reivindicador de trabajos decentes en condiciones dignas para hombres y mujeres. Constituyéndose así esta fecha como el día para la celebración y el reconocimiento de las y los trabajadores.

Un dato curioso es que precisamente el país en el que sucedieron los hechos que llevaron a constituir el Día Internacional del Trabajo no celebre tal festividad el día uno de mayo. Para evitar la fortaleza de los sindicatos decidieron pasarlo al primer lunes de septiembre y denominarlo eufemísticamente día de los caballeros del trabajo.

No hay que olvidar el destacado papel que jugaron los medios masivos de difusión en la represión y el ataque al movimiento obrero. Esos medios que hoy siguen tomando partido a favor del poder y se empeñan más en resaltar los escasos y aislados incidentes que la fuerza y el potencial de la clase trabajadora. En esto Colombia no es una excepción, los mass media se empeñan en atacar lo reivindicativo de las manifestaciones pacíficas, que han contado con miles de seguidores en todo el país, haciendo mayor énfasis en los actos violentos.

En un tiempo en que gran parte de los sindicatos, sobre todo en Europa, no pasan por su mejor momento, es necesario reivindicarlos porque siguen siendo necesarios para la supervivencia de una lucha de clases que es imprescindible para lograr la transformación social. Los medios, y por ende la opinión pública que crean, tienen una mirada negativa sobre estas organizaciones sindicales, sobre sus seguidores y sobre lo que representan. Pero su papel ha sido fundamental antes y lo sigue siendo hoy para contrarrestar el poder neoliberal que, en este mundo globalizado, considera los derechos sociales como obstáculos para el enriquecimiento y el progreso de los de siempre.

Cualquier acto es un buen espacio para reclamar la paz y solicitar los derechos tantas veces violentados. Las demandas recogidas en las pancartas a lo largo de la marcha del Primero de Mayo en Bogotá dan cuenta de la realidad social del país y de las solicitudes, legítimas y pertinentes, de la sociedad y la ciudadanía. Sus mensajes han sido lo más destacado de esta convocatoria.

¿Por qué los medios se fijan más en las escenas violentas? Siguen haciendo prevalecer el espectáculo frente al contexto, lo negativo frente a las propuestas, la violencia frente a la reflexión.

Puede que, según las cifras que los propios medios ofrecen, no haya habido un seguimiento masivo, pero son ellos quienes informan y deforman la noticia para plegarse a los intereses del poder. Crean un imaginario colectivo de inseguridad, de altercados, de peligro que hace que la ciudadanía no participe. Detrás de quienes sí asisten hay mucha más gente que respalda lo que se demanda aunque no se hagan presentes.

¿Quién no va a estar a favor de un salario y unas condiciones dignas para el colectivo de la enseñanza pública? La base sobre la que se tiene que formar y educar la ciudadanía del futuro.

¿Quién no apoya una justicia independiente, transparente y eficiente? Tan necesaria para la paz y la estabilidad social.
¿Cómo no respaldar la defensa del medio ambiente? En un país que cuenta con tanta riqueza natural que sin embargo no es suficientemente protegida.

¿A quién se le va a ocurrir no dar crédito para que el campesinado, la despensa del país, tenga unas condiciones laborales, sociales y económicas dignas? Para poder enfrentar las dificultades que les plantean los diversos tratados de libre comercio que piensan más en la plata que en la población.

¿Quién, en definitiva, no va a estar de acuerdo con las demandas de paz y de justicia social? En momentos claves de la historia colombiana que han de servir para ir dando carpetazo a doscientos años de violencia física y estructural.

Sería bueno revisar las imágenes de la marcha del 1º de mayo en Bogotá para hacerse una idea de lo que está detrás de un acto como éste. No es sólo la festividad de las y los trabajadores, que de una u otra manera somos todos, sino que también es la oportunidad de transmitir al mundo todo lo que se demanda y cómo se hace. Con criterio, en calma, con argumentos y de manera pacífica.

¿Qué hay grupos provocadores que utilizan la violencia? Pues sí, pero es que reventar cualquier acto, conversación o proceso es muy fácil. Y piensen que son una minoría que no personifica al resto de la ciudadanía. Sin embargo, los medios insisten en mostrar esa imagen como la representativa de la colombianidad. Nada más lejos de la realidad.

Sería bueno recordar, aprovechando que su imagen preside la fachada del Congreso de la República, las palabras de Rafael Uribe Uribe en 1910 en una conferencia ante la Unión Nacional de Industriales y Obreros y el ministro de Instrucción Pública cuando se refirió, al hablar de los problemas nacionales, al problema de la paz interna diciendo “Bastante se ha avanzado para establecerla en la única parte donde ella debe residir, que es en el ánimo de los mismos colombianos. Pero confesemos que todavía abrigamos duda sobre su estabilidad y todavía tememos que pueda alterarse, porque bajo el rescoldo haya aún carbones mal apagados, capaces de hacer llamarada al soplar un viento propicio.”

Creo que los medios masivos de difusión de noticias no deberían ser los que soplaran, con sus discursos y mensajes, para avivar esos carbones. Más bien al contrario, deberían apostarle al país, a la ciudadanía, a la paz y a la justicia social. Colombia, sus trabajadoras y trabajadores, como el resto del mundo, se manifiestan en paz y para la paz.
Trabajo, pan, justicia y dignidad.

Información adicional

Autor/a: José Ignacio "Iñaki" Chaves
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Paterasalsur

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