Si la española Telefónica comprara la ETB en la subasta que propone el proyecto de Santos, presentado al Concejo de Bogotá para la “enajenación de las acciones del Distrito” (que son casi el 87% del total), controlaría el 54% de los teléfonos fijos de Colombia, el 79% de la larga distancia nacional, el 41% de los abonados a Internet, el 57% de la larga distancia internacional saliente y tomaría el 25% de TIGO, lo que, sumado a su MoviStar, la fortalecería enormemente en el mercado de telefonía móvil.
Por su parte, si Comcel fuera el rematador guardaría en su bolsa más del 30% de la telefonía básica, el 42% de los suscriptores de Internet y al 67% que ya tiene en los celulares, añadiría la porción correspondiente a TIGO. En uno y otro caso se configuran posiciones dominantes.
La historia muestra que las empresas estatales se venden a precio de “gallina flaca” y luego suben de valor. En Argentina se ferió, a favor de Telefónica y otros, el 60% de Entel por 1.200 millones de dólares, menos de la mitad del valor de los activos en libros; un año después se vendió por tres veces más en la bolsa por concesionarios que transaron sus derechos. En México, Telmex se vendió al “hombre más rico del mundo” por 6,2 mil millones de dólares, y al año y medio costaba 30 mil millones. (Sarmiento, 1997).
En ambos casos a las privatizaciones les siguieron alzas en las tarifas, despidos masivos de trabajadores y poderes exclusivos sobre los servicios, sobre todo en México, donde Slim prefiere pagar multas por sus excesos de monopolio que rebajar costos a los usuarios. En Colombia, además de todo, por el pedazo enorme de la torta que captará quien se haga a ETB, entrarían en grave riesgo UNE (EPM Telecomunicaciones) y Emcali, que quedarían en posición marginal de mercado, a tiro de fusil. El ganador se impondría nacionalmente en el pulso por el predominio en el sector.
El camino trazado por Santos, recurriendo a la figura ilegal de una alcaldesa ad hoc, es similar al de los ejemplos citados. Para no ir muy lejos, el método que propone para valorar a ETB en la exposición de motivos de dicho acuerdo parece hecho a la medida del comprador, ya que no parte del avalúo de los activos, ni mucho menos los proyecta en valores constantes al mediano plazo, sino que la variable principal propuesta es el costo de oportunidad del inversionista; esto es, lo que aquel estaría dispuesto a dar por las acciones oficiales de ETB para tener la mejor tasa de retorno de lo invertido. Como diría el bobo: “¡Así cualquiera!”.
Por Aurelio Suárez Montoya, Bogotá, 21 de junio de 2011
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