El 24 de julio de 2023, en la ciudad de Pereira, se vivió un hecho trágico e histórico: el asesinato de Pancho y de Chita. Se trataba de dos chimpancés que en un acto de resistencia escapaban de sus jaulas en el zoológico Ukumarí, para dirigirse a la tan ansiada libertad. El desenlace de estos hechos es conocido y no es necesario profundizar en él1. Lo que interesa acá es la acción animal, la resistencia animal. Además de Pancho y de Chita, en este sitio de muerte y desvitalización del cual escaparon, se encontraba Yoko, otro individuo chimpancé.
Siendo tan solo un neonato tuvo que experimentar la separación de su madre en un secuestro permanente, su vida tuvo precio y fue pagado por un narcotraficante. No hace falta puntualizar en los hábitos que le fueron obligados a aprender en estos contextos narcos (patronales, dominantes, antropocéntricos, etcétera). Luego, fue vendido a un circo, después, rescatado por instituciones del Estado y posteriormente adquirido por este sitio de muerte en el año 2018.
Imagina que estás secuestrado en un sitio con otras dos personas, ellas escapan y son asesinadas. ¿Cómo te sentirías? Es muy probable que te afecte de manera negativa. Así e incluso peor pudo ser la experiencia de Yoko, en esos instantes y ulteriormente. Ahora, imagina estar expuesto a sentirte así todos los días, a todas las horas porque, ¿qué acompañamiento psicológico o emocional se puede tener en un sitio de muerte? ¿Quién va querer jugar, pasar tiempo contigo o cuidar de ti, en un sitio que despoja tu vitalidad?
Sin que lo sepas, miles de personas afuera de las jaulas saben de tu caso y piensan en ti. Se preocupan por ti, se preguntan cómo estarás, cómo te sentirás, sienten rabia, tristeza, impotencia, ganas de salir a alterar todo, acabar todo y quizá en algunos de esos momentos de desvarío, surgía un poco de felicidad al imaginar el imposible de tu libertad. Eso fue lo que pasó con Yoko.
Si los vieras mi amigo, realizaban marchas, protestas y encuentros, derechos de petición, campañas en redes sociales, clases, rezos, etcétera. Miles de personas de una ciudad con algo más o menos de 800.000 habitantes, tenían su voluntad puesta en la liberación de un chimpancé que es parte de una empresa de muerte, eso es algo muy diciente y alentador.
Las entidades encargadas, como era evidente, no podían omitir el tema e iniciaron las gestiones requeridas. Como en todos los procesos burocráticos en nuestro país, es necesario ir, preguntar, enviar derechos de petición, consultar con el amigo del amigo que tiene un puesto en la alcaldía, preguntarle al concejal que si, por favor puede hacer su labor y mirar cómo va el proceso, averiguar con él o la senadora que tiene mayor influencia, etcétera. El lobby siempre tan “necesario”.
Después de dos años de resistencia de Yoko entre jaulas, por fin se lograba el objetivo junto a la resistencia fuera de ella. El 24 de marzo del 2025, Yoko partía rumbo a Brasil, donde fue recibido por el Santuario Sorocaba, parte del proyecto Gran Simio. A pesar que desde Ukumarí, a finales del año 20242, se planteó la posibilidad de retenerlo y traer una “compañera” de Argentina, dicho movimiento no tuvo buen término para los intereses del zoológico y, gracias a la presión ciudadana se descartó rápidamente esta propuesta.
Es confortable en cierta medida que después de los asesinatos de Pancho y de Chita, Yoko pueda tener una nueva y buena vida en un sitio cómodo, acompañado y seguro. Las cosas de la vida, dirían en la esquina del barrio al saber esta historia, después de aparecer la muerte como la gran tragedia, surge la vida como el símbolo de resistencia.
Dicen que la resistencia animalista tiene “como fundamento la resistencia animal”3, en tanto dicha resistencia carece por el momento, de elementos que posibiliten el actuar humano a nivel jurídico, político o burocrático, pues la sociedad occidental y moderna considera más legítima la letra de un escrito sellado y anexado, que el sufrimiento y la resistencia de los animales en condición de subordinación, explotación y sujeción. Sin embargo, la resistencia animalista no busca ser una ética salvadora, pues perdería incluso su propia fuerza transformadora antiespecista; más bien, pretende ser un dispositivo que actúa en el marco antropocéntrico de manera situada, en el sentido en que es su marco de acción, pues cómo bien lo manifiestan González y Ávila4, este actuar de los movimientos animalistas es una manifestación histórica de la resistencia animal.
Para sintetizar el asunto: Los demás animales que están en condición de subordinación, explotación y sujeción, o en cualquier dinámica de poder, están resistiendo en primera línea, sufren de manera directa y se resisten de manera directa, cuando no se dejan atar, cuando no quieren pasar la puerta del matadero, cuando huyen, cuando muerden, cuando patean, arañan, etcétera. En otra situación se encuentra la resistencia animalista, pues se trataría de una segunda o tercera línea que estaría al servicio de esa primera resistencia.
Inevitable no recordar el entramado social de resistencia que se formó en el contexto del estallido social en Colombia. En primera línea, jóvenes que sufrían de manera directa el abandono estatal, armados con piedras, palos y escudos de cartón, madera o algún objeto metálico tomado en su momento. En una segunda línea, quienes ayudaban y comprendían esa rabia e injusticia, pasaban piedras, llevaban vinagre y prestaban primeros auxilios. En una tercera, cuarta o quinta línea, se ubicaban quienes, comprendiendo sus propios privilegios y su situación, prestaban ayuda desde sus posibilidades, donando dinero, equipos, acompañamiento jurídico, etcétera.
Así pues, destaquemos la resistencia animal y animalista, recordando que están interconectadas y cuyo campo de acción es amplio, pero, tal como en el estallido social del 2021, entre muchos otros ejemplos, la resistencia si no es conjunta, múltiple y variada no logra victorias destacables, y así como dicha fuerza surgió de manera espontánea y voluntaria ante las dinámicas de poder y opresión históricas en Colombia, no fue necesario un caudillo o una salvadora “animalista”, para que la propia resistencia de Yoko y de los movimientos sociales lograran su liberación.
1 https://www.desdeabajo.info/rotador-incio/item/chita-y-pancho-victimas-del-antropocentrismo-en-pereira.html
2 https://www.instagram.com/reel/DAHgQJCx7eO/?igsh=dWh0OHN6Y3ZxOGtk
3 González Anahí Gabriela y Ávila G. Iván Darío, Glosario de resistencia animal(ista). Bogotá, Colombia. Ediciones desde abajo, 2022, p. 64.
4 González A. y Ávila I., Glosario…, op. cit.

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