Mientras el 60 por ciento de la población colombiana mayor de 45 años tiene problemas de obesidad, el consumo de comidas rápidas aumenta. La situación tiene pendiendo de un hilo la existencia de la comida tradicional en el país.
La alimentación tradicional, heredada por siglos de nuestros antepasados, está en vía de extinción. Los datos los revela en voz de alerta la FAO en el reciente informe Una mirada integral a las políticas públicas de agricultura familiar, seguridad alimentaria, nutrición y salud pública de las Américas, que además expone que, alrededor de 47 mil millones de dólares invierten las empresas de comidas rápidas en publicidad a nivel mundial, la mitad de ella destinada a los niños. No es extraño por tanto, que en Colombia el aumento de la obesidad infantil sea motivo de preocupación.
“Golosinas, comidas instantáneas y procesadas, menos lactancia materna y la poca variedad en las dietas, simbolizan los cambios de comportamiento alimentario y nutricional que sufren las sociedades del globalizado siglo XXI”, comentó el periodista Juan Diego Restrepo a raíz de uno de los tantos eventos realizados en el país para tratar de enmendar este problema, Nutrial 2013.
Lo que inició como una afectación de países industrializados como Estados Unidos, cuyo índice de obesidad es el tercero en el mundo, terminó convirtiéndose paulatinamente en una práctica constante parala región de Sudamérica, entre ellos Colombia.
Según los datos más recientes (2005) retomados por el informe del Banco Interamericano de Desarrollo, “Se nota una clara tendencia hacia el aumento en la prevalencia de sobrepeso con la edad, iniciando desde edades tempranas en Colombia”. El estudio también revela que en población adulta a partir de los 18 añosla prevalencia aumenta entre 7, 10 y 15 puntos porcentuales por cada rango de 5 años, lo que evidencia la práctica de malos hábitos alimenticios generados desde la primera infancia a falta de una debida educación nutricional que le permita elegir al infante la mejor opción para alimentarse, hábitos acentuados con el paso del tiempo.
A esta problemática, Iván Yunis, médico en medicina funcional, responde con las mismas palabras que les expresa a sus pacientes en el consultorio:”Piense cómo se alimentaron sus antepasados. Es más, cada vez que esté frente a un alimento pregúntese si ellos se lo comieron o no y si no se lo comieron probablemente no sea bueno para usted”.
Seguramente sea la falta de cuestionamientos al estar frente a un plato de comida y el intenso ritmo con que funcionan las sociedades del siglo XXI las que han propiciado que cambiemos los platos tradicionales de nuestras regiones por una hamburguesa o, a la hora del desayuno el chocolate por unos cereales con leche. “Hemos cambiado totalmente nuestros hábitos, hemos pasteurizado todo matando los nutrientes que podemos encontrar también en las bacterias transformado la comida en algo muerto”, opina Yunis.
Cantidad sobre calidad
Al aumento de compradores de comida chatarra se une el hecho deque la comida tradicional cada vez alimenta menos. La globalización y tratados delibre comercio han propiciado una serie de dinámicas para que la producción responda a los estándares de competitividad que han impuesto. Mayor producción a menor precio, con una premisa entre líneas: Cantidad sobre calidad.
Esta dinámica potencia la existencia demonocultivos y lautilizaciónde agroquímicos en toda la agricultura.Según cifras del 2013 expuestas por la FAO, Colombia ocupa el cuarto puesto en la lista de países con mayor promedio de plaguicidas en el mundo (debajo otros como Isla Mauricio, Costa Rica y China), por tener un uso superior de 10 toneladas de ingrediente activo pormilhectáreas.
De ahí que muy posiblemente una sopa cualquiera de ahora no posea los mismos nutrientes de hace 50 años. “Si no se hace nada, el sistema moderno de producción de alimentos procesados “va a ganar la partida”, opina Enrique Jacoby, asesor regional de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el periódico La Jornada de México.
La solución al problema entonces está en lo queel médico Yunis llama: comer alimentos vivos. “Hay que intentar que la gente vuelva a comer alimentos que estén vivos: frutas, verduras, semillas, ojalá de producción agroecológica; alimentos criados en pequeñas huertas. En otras palabras, comida que no esté contaminada con aditamentos que han hecho que la grasa nunca esté rancia y que el azúcar siempre esté blanca”, concluye.
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