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Minga indígena y comunera cita al Congreso de los pueblos

Minga indígena y comunera cita al Congreso de los pueblos

Con un llamado para que el próximo 12 de octubre de 2009 se instale en Colombia un Congreso de los pueblos, terminó este viernes 21 de noviembre la marcha y congregación en la plaza de Bolívar de Bogotá, realizada por la Minga indígena y comunera.

Este acto había sido organizado para darle continuidad al debate sostenido con el presidente Uribe, en el Resguardo La María, el pasado 2 de noviembre, pero irrespetando su palabra, el Ejecutivo no se hizo presente.

Identidad y solidaridad

Una marcha indígena, de la magnitud y el sentido que este viernes se vió en Bogotá, nunca antes había tenido lugar en esta urbe. Todos los detalles así lo confirman: los aplausos y el festejo, voces de admiración y reconocimiento, con que cientos de estudiantes y activistas la esperaban en las afueras de la Universidad Nacional, a eso de las 10 de la mañana, los cuales se fueron extendiendo a través del río humano que se ubicó al borde de la vía o sobre los puentes que cruzan la avenida 26, en su ascenso hacia el oriente bogotano.  El sonido de las bocinas de multitud de vehículos que avanzaban por los carriles paralelos de la avenida en cuestión. La multitud de oficinistas asomados por las ventanas de sus cubículos, haciendo señales de aprobación o triunfo o cortando papel (serpentinas) en señal de festejo.

Era un ambiente especial para una marcha –Minga- excepcional. Cuando los caminantes alcanzaron la carrera séptima, a lado y lado del puente no cabía la multitud. Luego, los miles de trabajadores que laboran en el centro de la ciudad se olvidaron de volver a sus lugares de labor y se quedaron admirando y celebrando a los luchadores que le han enseñado a los restantes sectores sociales que en Colombia, pese al paramilitarismo, a la actitud antipatriótica de las Fuerzas Armadas y a las políticas neoliberales en ejecución desde 1991, y mucho antes, aún hay resistencia. Y de qué tipo.

La marcha avanzaba al sonar de carrizos y flautas. Al microfóno, animando sin descanso, un indígena Yanacona agradecía a los curiosos pero al mismo tiempo les convocaba a integrarse a la Minga, “la cual apenas empieza”, y la cual debe también realizarse “en la casa de cada uno, con los hijos, educándolos para que no se integren a las Fuerzas Armadas o para que no se eduquen en el consumo”. Respiraba, y ampliaba, “venimos desde el Cauca y otros departamentos para decirles a nuestros hermanos de Bogotá que no queremos la guerra. No queremos que nos sigan matando. Estamos mamados de que el Ejército entre a nuestras casas, insulte a nuestras familias, nos pateé y nos asesine”.

Avanzaba el caminar de miles. Al llegar a la plaza de Bolívar, las delegaciones se fueron organizando con tranquilidad: adelante, protegiendo, la guardia indígena, a los lados unos y otros cabildos. Sonaron los himnos indígenas recordando la necesidad de resistir hasta la muerte, y el de Colombia. Vinieron a continuación las intervenciones de los voceros indígenas: Feliciano, Aida, de las delegaciones internacionales, y luego de algunas organizaciones sociales, como la Cut, Fecode, los corteros de la caña, estudiantes.

Los voceros indígenas recordaron el sentido de la Minga: “donde todos trabajan, donde nadie viene a sentarse, y donde todos se benefician”. Y entonces, “si ahora la Minga es con todos los sectores sociales, tenemos que hacer un acuerdo para sembrar, abonar y recoger los frutos para beneficio común”.

Recordaron los cinco puntos básicos que han animado esta Minga, que serán eje del trabajo que prosigue, y enfatizaron que la Minga apenas empieza. El espacio por construir, en un sentido de gobierno y poder, es “un Congreso de los pueblos”, el cual deberá sesionar el próximo 12 de octubre. Minutos antes, el presidente de la Cut había llamado a “firmar un pacto por la unidad social y popular”.

Con sentido de la experiencia, de los oportunismo tan característicos en Colombia, una voz indígena precisó: “La Minga no es un espacio para venir a ganar espacio para las elecciones”. Otro enfatizó que por ahora este proceso no tendrá nombres propios, “con lo cual evitamos que asesinen a los compañeros. Es un trabajo colectivo y permanente”.

Luego, con sentido de las próximas tareas por afrontar, se invitó a todos los concurrentes a participar de un foro con los delegados internacionales el día sábado 22 en horas de la mañana, y en la tarde una reunión de organizaciones sociales para precisar algunas tareas que pongan a andar el Congreso de los pueblos.

Así, con una tarde entre fresca y lluviosa, con una noche que ya dejaba asomar sus primeros grises sobre las montañas del oriente de la ciudad, los miles de mingueros retomaron su rumbo hacia la Universidad que los aloja.

Entre aplausos y música, la plaza volvió a su rutina de palomas y transeúntes que con su paso largo nunca la habitan. En el ambiente de la ciudad quedó la sensación de que un giro en la situación social de Colombia se acumula a ritmo creciente. Corresponde a todos actuar en consonancia, con lo mejor de cada organización social y política, con el esfuerzo de todos los activistas, para que el germen que empieza a tomar cuerpo llegue a dar frutos.

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