¿Qué nos quieren decir los jóvenes?

Estimados/as lectores/as compartimos la serie de artículos más leídos durante el 2023. Una relectura necesaria de hechos y proyecciones de diferentes temas tanto nacionales como internacionales. Esperamos que su lectura sea de utilidad.

“El efecto más obvio —en una sociedad famosa por su afición a litigar—

es negarles a quienes se considera miembros de la clase marginada el derecho de «reclamar por daños y perjuicios»,

presentándose como víctimas del mal funcionamiento de la sociedad.” 

Zygmunt Bauman

Hablar de barrismo nos dirige de inmediato a imaginarios e ideas estigmatizantes, los cuales podríamos decir, no son más que una construcción cultural superficial de lo que puede llegar a significar el barrismo.  

Al realizar un análisis sobre lo que significa desde algunos postulados académicos y desde voces de las personas que lo viven, se reconoce que este puede llegar a tener muchos significados, y que, aunque en la actualidad sea una palabra usada comúnmente como determinante que “señala”, desde preconceptos que desembocan en prácticas para discriminar, criticar, juzgar e inclusive “ajusticiar” a un grupo de personas. Es importante repensar, discutir y dar el alcance que durante años ha construido y defendido el proceso histórico del barrismo.

Como primer elemento es necesario reconocer que las barras populares -como estos colectivos se reconocen– se agrupan movidos por elementos identitarios significativos como un escudo, unos colores y una región, pero también se vinculan desde ideas políticas y sociales que cargan de sentido los cantos, los trapos y las movilizaciones.

Es por ello que sería atrevido reducir el barrismo a las prácticas violentas, como lo hemos vivenciado los últimos meses a nivel local y nacional, y por ello es apremiante identificar cuál es el posible ADN de dichas conductas que han manchado de sangre e incertidumbre el espectáculo del fútbol.

Bajo esta idea, es pertinente destacar principalmente la dimensión política del barrismo y sus apuestas, cuando van al barrio a trabajar socialmente, cuando utilizan el estadio como territorio de resistencia, expresión y denuncia, etcétera. El barrista participa de los estallidos sociales y lo fortalece a través de la movilización, el arte, los cantos, la inconformidad de los jóvenes, de los procesos sociales y populares. La calle y el estadio se convierten en un espacio de organización política y sostén en un mundo de múltiples complejidades.

Además, las barras populares viven y enfrentan las tensiones entre lo público y lo privado. El ejemplo más reciente fue lo ocurrido con el club Atlético Nacional y las contradicciones de poder que allí se suscitan. En el programa de Spotify A Fondo dirigido por la periodista María Jimena Duzán: Barras bravas: desmadre, politiquería y lucro(1), uno de los entrevistados menciona que, aunque haya intereses de poder compartido solicitado por una de las barras organizadas del club, finalmente este funciona como “empresa” y por lo tanto, quienes asisten al estadio son clientes o usuarios. El fútbol, como deporte espectáculo, está envuelto en la lógica del modelo neoliberal, mercantilizado de todas las formas posibles, por lo que el barrista –se atreven a decirlo– es un “cliente” que consume; el hincha es desconocido porque se reduce a ser espectador de un servicio deportivo.

Barra “Blue Rain” del equipo millonarios de Bogotá. Foto tomada de: Wikimedia Commons.

Como puede entreverse, es este un análisis chato de lo que en realidad es el barrismo, cuyas prácticas deben tener otro análisis histórico, político, económico y social, en tanto incorporan y expresan otros asuntos que generan un entramado de relaciones dinámicas y complejas, en lo cual la cancha se vuelve un espacio para la construcción social de territorio con actores, intereses, posiciones y contradicciones (2). Esta disputa, aunque vista por todos, es más sentida desde las barras populares que viven y sienten el fútbol de una manera especial.

En el fútbol, desde las gradas, podemos reconocer varias formas de vivirlo, sentirlo, habitarlo y experimentarlo: el hincha, el barrista, el espectador, el turista y el fanático. Para Sebastián, integrante de Los del Sur, el barrismo es:

Vivir el fútbol y el amor a un equipo diferente a la gente del común, por ejemplo, no ver el partido sentado sí no cantando y saltando para trasmitir aliento y ganas a los jugadores, hacer lo posible de que en la cancha donde jueguen se sientan de local (viajar sin importar la distancia), muchas veces dejar de lado obligaciones o compromisos… hasta pasar necesidades por 90 minutos de fútbol, y cumplir con el juramento de: SIEMPRE PRESENTES.

Hablando con Sebastián y con diferentes integrantes de las barras populares, se reconoce entre estas, diferentes “combos” o agrupaciones, lo que permite interpretar que aunque el sentimiento es el mismo, la forma de vivirlo puede ser diversa. En este contexto, podría observarse una práctica ligada al fanatismo, la cual nos acerca a una cultura de violencia que no debe reducirse sólo a la esfera del fútbol y que podría retarnos a mirarnos como sociedad; es decir, quizás las expresiones que allí emergen sean el reflejo de lo que somos históricamente en Colombia. Desde los postulados de Héctor Abad Gómez, en su libro el Manual de la tolerancia:

El fanático es una manera de ser y de reaccionar ante las propias convicciones y ante las convicciones de los demás. Es el estar convencido de que uno solo tiene la razón y de que los demás están equivocados. Es el no admitir la posibilidad de cambio en sus propias convicciones. Es el estar dispuesto a defender éstas, sin que importen las consecuencias para sí o para los demás, es más, en resumen, una actitud irracional de la mente humana, formada por la educación que se ha recibido en la infancia y en la juventud (3).

El fanatismo, es posible analizarlo de forma amplia, desde diferentes esferas del ser humano. En el campo que estamos valorando, nos atrevemos a decir que lo vivido en los últimos meses con el actuar de algunos colectivos barristas nace del fanatismo nacional, del país del Corazón de Jesús, mano firme y corazón grande; es un actuar espejo de la esencia o cultura de violencia que por años nos ha marcado, lo cual confirma la idea de que el fenómeno del fútbol no es solamente una práctica deportiva con pelota buscando obtener un gol a favor y evitando los goles en contra, sino que también está configurado por elementos a nivel cultural, social, histórico, político y económico de las personas que lo viven dentro y fuera de la cancha como territorio. Estas personas (generalmente jóvenes, hombres y mujeres) movilizadas por diferentes emociones y conductas aprendidas o heredadas, y que recaen en prácticas de violencia directa, materializadas en acciones de tipo: agredirse o matarse a machete, robos, ingreso a la cancha para golpear jugadores, cánticos de odio, etcétera. Además, se le suman a estos procederes otras prácticas de violencia de orden cultural y estructural que no solo pasan por el ejercicio del barrismo y que se hacen “normales” en las graderías, procederes que parecieran naturalizados, y que emergen por medio de pronunciamientos racistas, como: “negro hp”, “mico”, “ignorante”, “bruto”; de género: “marica”, “marimacha”, “corra como un hombre”, “parece gay”; amenazantes: “por eso es que los matan”, “dan ganas de pegarle un tiro”, todo lo cual da cuenta de una génesis que debe reflexionarse más allá del barrismo.

Sin embargo, estas conductas y actos violentos no nacen de la nada y juzgarlas desde la superficialidad es reduccionista. No son las barras populares, no son todos los barristas… No es difícil reconocer que los jóvenes que recaen en estas prácticas no son más que los herederos de una violencia cultural y estructural que parece no dar tregua.

No hay que olvidar, tampoco, que las barras populares están constituidas por personas de toda clase social, sin desconocer que la gran mayoría de quienes las integran proceden de contextos vulnerables donde reina la pobreza, el abandono estatal y la invisibilización. Estas prácticas y reacciones violentas posiblemente se enmarcan en ese contexto, y el estadio, sus alrededores, la calle, la carretera, se vuelven el espacio por excelencia para manifestar, desahogar y expresar la frustración e incertidumbre de ser y crecer en medio de la vulnerabilidad y marginalidad.

Teniendo esto claro, deberíamos leer estas acciones, escucharlas, analizarlas, enfrentarlas, para transformarlas y no para reprimirlas con el “ajusticiamiento”. Parece que los jóvenes tienen cosas por decir y lo único con lo que se está respondiendo es con la represión, discriminación y humillación, desconociendo su modo de vida permeado por las condiciones de inequidad y desigualdad en las que han crecido. ¿Acaso la violencia no es el pan de cada día en la Colombia profunda, en la cual los marginados poco o nada les interesan a quienes controlan el país? ¿Por qué esas otras expresiones violentas –radicadas en la desigualdad social–, no causan tanto escándalo?

Esos jóvenes que andan deambulando de ciudad en ciudad, de partido en partido detrás de su equipo del alma, están hablando y expresando elementos que en la sociedad se han “normalizado”. Sin embargo, a la sociedad, a quienes controlan todo lo relacionado en nuestro país con el fútbol profesional, parece no interesarle lo que expresan, simplemente hacen parte de la periferia de la cancha, son ellos y ellas los de la banca. Parece que es más sencillo caer en el señalamiento y culparlos por “escoger el camino que escogieron”, relegarlos y excluirlos de la sociedad. Marginarlos, una forma de lavarnos las manos como sociedad, pues ya son «intratables», «hostiles»: y como resultado son intocables. Para la sociedad, ya no tiene sentido ofrecerles una mano, como sí ya no tuvieran cura; y no la tienen porque han elegido una vida enferma (4).

De esta manera, y de acuerdo a lo referido, considerar que el problema son las barras populares, generalizando todo y a todos, desconoce el posible trasfondo de todo: y es que en cada uno de estos jóvenes que sortean sus vidas entre machetes y tractomulas, hay herencias a nivel social que no podemos invisibilizar. Lo sucedido a lo largo de los últimos meses en medio de partidos de fútbol, no es más que un espejo de otros tantos escenarios (escolar, familiar, barrial, veredal), de las raíces profundas que ha sembrado la violencia estructural a lo largo de los años en el país. Estos jóvenes no son más que parte de los hijos e hijas de la guerra colombiana, herederos de formas de ser y hacer que han permeado el país que somos; son los excluidos, los sin rostro; son los “desechables”, los nadie; son la oposición a un mundo de blancos, limpio, ambicioso, acomodado y adinerado. ¿Cómo llegaron a ese punto? ¿Por qué no están estudiando? ¿Por qué no están trabajando en el campo o la ciudad? ¿Por qué no están jugando al fútbol? Sus acciones son una expresión del país que heredaron, son una protesta, con otras expresiones, en demanda de vida digna, aunque exponga en ello y para ello la vida misma.

1 Duzán, M.J. (2023). “Barras bravas: desmadre, politiquería y lucro”. Programa de Spotify A fondo. Publicado el 3 de mayo de 2023 y consultado en: https://open.spotify.com/episode/2DnLV7p6pX2 GtnvtR5KvGK?si=WGmbjiXBQVWKQVNWz3 C76A


2 Sánchez, D.C. y Osorio, O.A. (2023). “Actores sociales del contexto”. En: Zapata, G.L. y otros, El fútbol, un camino para la construcción de paz y sana convivencia. El caso del municipio de Bello. Armenia: Kinesis, pp. 41-61.


3 Abad Gómez, H. A. (1996). Manual de tolerancia. Universidad de Antioquia., pp. 23-24.

4. Bauman, Z. (2023). “¿Quiénes son la clase marginada?”, Bloghemia. Publicado el 2 de junio de 2023
en: https://www.bloghemia.com/2023/06/quienesson-la-clase-marginada-segun.html?m=1

*Respectivamente: Docente de cátedra, Proyecto educar y jugar para un cultura de paz, Universidad de Antioquia. Grupo de investigación prácticas corporales, sociedad, educación-currículo. Licenciada en Educación física. Docente de cátedra Universidad de Antioquia. Grupo de estudio de la transformación de las expresiones motrices, el ocio y la salud. Profesional en entrenamiento deportivo. Especialista en administración deportiva. Estudiante de maestría en Salud pública.

Información adicional

Hacia la superación de la represión y el señalamiento al barrismo
Autor/a: Paola Andrea Acevedo Carmona y Omar Andrés Osorio García *
País: Colombia
Región: Suramérica
Fuente: Periódico desdeabajo Nº303, 18 de junio - 18 de julio de 2023

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