Las noches de la selva amazónica no son tan oscuras cuando halos de claridad caen desde las estrellas. La luz de la luna preñadita de sueños posibles e imposibles, dibuja la silueta de los árboles y les da un aspecto humano, como aquellas sombras de los indígenas waorani no contactados, tagaeri y taromenane, que habitan en las entrañas de la madre selva…
Uno de esos sueños -no sé si posibles o imposibles- inició una noche, hace tres años, en el palacio de Carondelet. El presidente de la República, Rafael Correa, anunció al mundo la Iniciativa Yasuní-ITT, que significa mantener bajo tierra el petróleo del ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini). A cambio, los países que acepten la propuesta deben compensar a Ecuador, mediante un fideicomiso, con un aporte anual de 350 millones de dólares durante 10 años.
Estos 3.500 millones serían el 50% de lo que se obtendría si se desarrolla el campo.
La iniciativa propone la emisión de bonos por el crudo que permanecerá “in situ”, bajo una doble responsabilidad: nunca extraer el petróleo y proteger el Parque Nacional Yasuní.
Según el informe de la Comisión Técnica de la Iniciativa, no desarrollar el ITT, que tiene una reserva de 920 millones de barriles de petróleo, evitará la emanación de 408 millones de toneladas de carbono al ambiente y la deforestación de 547 millones de toneladas de madera.
El cambio climático, que se origina por la quema de petróleo y la deforestación, es uno de los motivos de la propuesta. También el daño a la biodiversidad, pues el Yasuní, declarado reserva en 1979, acuna 150 especies de anfibios, 121 de reptiles, 169 de mamíferos, 596 de aves, 382 de peces, 100.000 de insectos… además es territorio de cacería de los waorani.
Yolanda Kakabatze, presidenta del Foro Mundial para la Naturaleza (WWF), decía que no existe un lugar investigado por los científicos, tan rico como el Yasuní.
Con toda la promoción internacional realizada, Alemania fue, hasta el pasado diciembre, el único país en comprometer 50 millones de dólares anuales al proyecto. Pero suma apoyo político. La ministra de Patrimonio, María Fernanda Espinosa, dijo que el proyecto fue acogido en la reunión de Ministros de Cambio Climático. Ahora se ultiman los documentos habilitantes para formar el fideicomiso, donde los donantes podrán aportar.
El Yasuní es apoyado por todas las organizaciones ecológicas y el respaldo político de los países del primer mundo que entienden la importancia del ambiente.
Alejandra Carrión
[email protected]
Reportero – Quito
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