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Elecciones en Perú: Pedro Castillo, a punto de cantar victoria

Elecciones en Perú: Pedro Castillo, a punto de cantar victoria

Keiko Fujimori, en desventaja, habló de irregularidades y de fraude

Con el 96,42 por ciento de los votos contabilizados, el candidato de izquierda obtenía 50,29 por ciento y Keiko 49,71 por ciento. El maestro rural hizo un llamado a “respetar y defender la voluntad popular”.

 

Desde Lima

La izquierda se acerca al triunfo. Por lo estrecho del resultado todavía no hay una definición, pero con cada nuevo reporte del conteo oficial, su candidato, el profesor y sindicalista Pedro Castillo, aumenta sus opciones de victoria sobre la derechista Keiko Fujimori. Un país envuelto en la incertidumbre y la tensión estuvo todo el lunes pendiente del avance del conteo oficial de la elección presidencial del domingo. Y terminó el día sin una certeza absoluta del ganador. En un final de infarto, una campaña que ha polarizado y dividido al país se definía por décimas. Terminó el lunes sin un ganador, pero Castillo se estabilizaba como el probable triunfador. Hubo movilizaciones de los simpatizantes del candidato izquierdista “para defender el voto”. Se dieron algunos enfrentamientos con la policía. Al cierre de esta nota, con el 96,42 por ciento de los votos contabilizados, Castillo obtenía 50,29 por ciento y Keiko 49,71 por ciento. Estas décimas de distancia entre uno y otro implican una diferencia de solamente 91 mil votos sobre 18,1 millones de votos ya contados. 

Denuncia endeble

Con los resultados en contra, Keiko rompió su silencio la noche del lunes para hablar de “irregularidades” y “fraude”. Lanzó la temeraria acusación en una conferencia de prensa en la que no aceptó preguntas. Miembros de su partido que la acompañaron cuestionaron a los fiscales de mesa de su contrincante por impugnar votos y presentaron un par de casos de supuestas cédulas marcadas o con una alta votación para Castillo que, sin mayores evidencias, indicaron que sólo un fraude podía explicar. Fue una denuncia endeble, que sonó a un acto desesperado de quien se ve derrotado. Antes de la votación, con las encuestas en contra, medios afines al fujimorismo comenzaron a crear un escenario para denunciar un fraude si el resultado no les favorecía. El lunes, Keiko activó ese escenario.

“Vigilia ciudadana”

Poco después, Castillo le respondió haciendo un llamado a “respetar y defender la voluntad popular”. Habló desde un balcón de su local partidario en Lima ante sus entusiasmados seguidores. “Tenemos que ser respetuosos de la voluntad popular. Seré el primero en hacer respetar la voluntad del pueblo peruano”, señaló. La multitud rompió en aplausos. Convocó a “una vigilia ciudadana en defensa de la democracia” y calificó de “héroes y heroínas de la democracia” a sus fiscales de mesa, cuestionados por el fujimorismo. Hizo un llamado “a la más amplia cordura, a la tranquilidad”. Entre aplausos y vítores terminó diciendo “solo el pueblo salvará al pueblo”.

Keiko comenzó el lunes adelante en el conteo oficial. El primer reporte al 42 por ciento del total de votos dado cerca de la medianoche del domingo le había dado casi seis puntos de ventaja. La hija del encarcelado exdictador Alberto Fujimori, que busca restaurar el régimen fujimorista, pasó todo el día lunes en su local partidario viendo como con en el transcurrir de las horas la presidencia se le volvía a escapar por tercera vez consecutiva. Y, otra vez, como en 2016, por muy pocos votos.

Durante el lunes, con cada nuevo reporte del organismo encargado de contar los votos, el candidato que ha desafiado el statu quo neoliberal fue acortando la distancia. En la tarde, cuando el recuento bordeaba al 90 por ciento, había pasado al primer lugar. Y fue ampliando de a pocos su mínima ventaja con cada nuevo informe del conteo de votos, publicados aproximadamente cada media hora en la página web de la Organización Nacional de Procesos Electorales (ONPE). El país seguía con angustia, de uno y otro lado, esos reportes.

El voto del interior

El repunte de Castillo en el conteo oficial se explica porque se registran primero los votos de las zonas urbanas más cercanas a los centros de cómputo. Ahí estaban los votos de Lima y otras ciudades donde Keiko ganaba. Cuando fueron llegando en mayor cantidad los votos del interior y de las zonas rurales, Castillo comenzó a reducir la distancia y pasó adelante.

El maestro de izquierda gana en casi todo el país, pero la candidata de la derecha lo equipara en votos con su triunfo en Lima -que concentra un tercio de electores y donde obtenía 65,6 por ciento según el resultado oficial ya al cien por ciento en la capital- y en otras regiones de la costa. En las zonas andinas y rurales, pobres y marginadas, Castillo ganaba ampliamente, en algunas regiones superando el 80 por ciento. Esos votos, los últimos en contarse, le daban la victoria en el incierto lunes postelectoral.

Voto en el exterior

En el fujimorismo no se resignaban a una nueva derrota y se aferraban a la esperanza del voto en el extranjero para voltear el resultado. Cerca de un millón de peruanos estaban habilitados para votar en el exterior, pero el avance del conteo de este voto, que el lunes llegaba al 26 por ciento, registraba un ausentismo por encima del 60 por ciento. En el conteo parcial de este voto, Keiko obtenía el 61,9 por ciento, que era algo más de 48 mil votos, mientras Castillo alcanzaba 30 mil votos. Faltarían contarse unos 300 mil votos del exterior. En Argentina, con el conteo al 99,7 por ciento, habían votado algo más de 46 mil peruanos, solamente un 37 por ciento de los habilitados para hacerlo. Keiko ganaba con 57,3 por ciento. Keiko dijo estar “muy optimista” de que el voto del exterior “equipare el resultado”.

Castillo, que había recibido los primeros resultados en su natal Cajamarca, una región andina del norte del país, viajó en la mañana del lunes a Lima. Fue a su local partidario en el centro de la ciudad, donde sus seguidores se aglomeraban en la calle. Salió a un balcón del segundo piso y saludó levantando los brazos. Fue recibido con aplausos y arengas. A esa hora los resultados oficiales todavía daban ganadora a Keiko. Al final de la tarde, ya con los resultados parciales a su favor, volvió a aparecer en el balcón. Frente al local partidario el ambiente ya era de victoria. En la noche volvería a pararse en ese balcón para responderle los intentos de Keiko de ensuciar el proceso electoral que le daba la victoria a la izquierda.

 

Por Carlos Noriega

08 de junio de 2021


Pedro Castillo: el hombre del Perú invisibilizado

Por Marco Teruggi

08 de junio de 2021

Desde Lima

Perú vive horas históricas. Pedro Castillo, un hombre del país invisible, rural, pobre, con sombrero blanco y un liderazgo en ascenso, puede convertirse en el próximo presidente. Así lo indican los números que la Oficina Nacional de Procesos Electorales (Onpe) arroja cada media hora y que todos siguen en radios, televisores, redes sociales, viendo como Castillo, progresivamente, se ubica por delante de su contrincante, Keiko Fujimori que se queda con pocas posibilidades de victoria.

La tendencia aparece como difícilmente reversible. Fujimori afirmó en la noche del lunes que los votos del extranjero podrían “emparejar” el resultado, y denunció la existencia de “indicios de fraude en las mesas (…) planificado y sistemático”. El anuncio de la candidata de Fuerza Popular ocurrió cuando Castillo la aventajaba por 90.000 votos, con el 94.47% de las actas, tanto del Perú como de fuera, contabilizadas.

No se trata de una elección más: el resultado dirá no solamente quién será el próximo presidente, sino qué tipo de modelo económico, político, se intentará construir y qué conflictos habrá en un país en crisis política prolongada. Castillo, quien durante la primera vuelta electoral figuraba en la categoría “otros” en las encuestas electorales, y era conocido centralmente por su dirigencia en la huelga docente del 2017, emergió producto de esa crisis y de sus aciertos.

La trascendencia de la elección fue clara desde que se supo que el maestro campesino, candidato del partido Perú Libre, pero sin provenir de su estructura, iba a enfrentar a Fujimori. La amenaza percibida por el statu quo peruano, los poderes empresariales, mediáticos, partidos de derecha, fue proporcional a la campaña de miedo, muchas veces terror, que se desplegó contra Castillo y lo que significaría un gobierno bajo su presidencia.

El despliegue contra el candidato de izquierda resultó apabullante, en el marco de un país con fuerte concentración mediática en manos del grupo El Comercio y medios aliados. Los principales periódicos y canales de televisión pasaron a afirmar día tras día que su victoria llevaría al país al comunismo, una crisis económica, con aumento del dólar, desempleo, robo de ahorros, expropiaciones masivas. Esa amenaza, en el marco de un país golpeado por la pandemia y la recesión, se unió a otra: los puentes que existirían entre Castillo y el terrorismo.

Esto último buscó activar los resortes de miedos, traumas y dolores anclados en la sociedad peruana, de forma distinta en el interior del país respecto a la capital, Lima. Castillo fue terruqueado, palabra usada en la política peruana para acusar a alguien de terruco, es decir terrorista o cercano a lo que fue Sendero Luminoso. El dispositivo de miedo buscó así ligar al candidato presidencial con la crisis económica y la violencia, dos fantasmas profundos de la historia reciente peruana.

La campaña mediática del miedo estuvo acompañada de un proceso de construcción de una imagen democrática y maternal de Keiko Fujimori. Una de las expresiones más simbólicas de esa operación fue el rol que cumplió Mario Vargas Llosa al llevar adelante un apoyo activo a Fujimori. El premio Nobel de literatura giró integralmente su postura de treinta años. En el 2016, por ejemplo, cuando Keiko Fujimori llegó a segunda vuelta y finalmente perdió por 40.000 votos ante Pedro Pablo Kuczynski, había afirmado: “Keiko Fujimori es Fujimori, todo lo que representó Fujimori está vivo en la candidatura de Keiko Fujimori y sería una gran reivindicación de una de las dictaduras más corruptas y sangrientas que hemos tenido en la historia del Perú”.

Uno de los momentos culmines de ese giro ocurrió durante el acto de cierre de Fujimori el jueves antes de las elecciones. Allí, entre repeticiones del estribillo de campaña “hoy enfrentamos una grave amenaza, al comunismo le tenemos que ganar”, Álvaro Vargas Llosa, hijo de Mario, subió al escenario para abrazar a Keiko y afirmar que “la causa de la libertad es hoy Keiko Fujimori”.

La violencia mediática, así como la unificación de actores históricamente enfrentados, fue reflejo de la amenaza percibida ante una posible victoria de Castillo, quien llegó con una propuesta central: refundar la patria a través de un proceso constituyente. El candidato de Perú Libre puso sobre la mesa la necesidad de desmontar la Constitución redactada en 1993 bajo Alberto Fujimori y recuperar la soberanía sobre los recursos estratégicos mineros, energéticos, centrales en la economía peruana.

La velocidad con la cual emergió su liderazgo puede explicarse por la existencia de un descontento social profundo del orden de lo económico y lo político. Uno de los últimos acontecimientos que evidenció esa situación fueron las masivas movilizaciones de noviembre, que ocurrieron ante la destitución del presidente Martín Vizcarra llevada adelante por el Congreso, seguido del nombramiento de Manuel Merino al frente del Ejecutivo. Éste último se mantuvo cinco días en la presidencia hasta renunciar debido a la magnitud de las protestas.

Ese acontecimiento mostró tres elementos centrales. En primer lugar, la descomposición política, partidaria, institucional, en un país donde todos los presidentes desde el 2001 han sido acusados por corrupción -al igual que Keiko Fujimori-, y el anterior, Alberto Fujimori, fue condenado a 25 años de presión por crímenes de lesa humanidad. En segundo lugar, la magnitud de una movilización que no se había visto en Lima desde la marcha de los cuatro suyos en el año 2000, contra Fujimori. En tercer lugar, la poca organización de quienes se movilizaron, la poca capacidad en el país de sindicatos, partidos y movimientos.

El liderazgo de quien encabeza las encuestas y podría ser el próximo presidente emerge de ese contexto político, y en una situación de profunda desigualdad social entre las provincias y la capital, y al interior de la misma Lima, como lo muestra, por ejemplo, el contraste en la zona de Miraflores y los cerros de Villa María del Triunfo.

La dimensión de lo que está en juego podría influir sobre los tiempos para que sea anunciado un resultado oficial. La denuncia de fraude Fujimori, predecible en caso de resultado adverso como el que se presentó a lo largo del recuento, podría afectar ese proceso. En cuanto a Castillo, quien se encuentra en Lima, ha demostrado tener apoyo popular movilizado, algo que podría ser determinante en caso de una pulseada para que sea anunciado el resultado final. 

Información adicional

Autor/a: Carlos Noriega
País: Perú
Región: Suramérica
Fuente: Página12

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