Teherán celebraba ayer la “liberación” de Alepo como propia, pero desconfía del siguiente paso de los rusos
Alepo no es una batalla más para los iraníes. Cuando en el verano del 2015 el general de las fuerzas Qods Qasem Suleimani fue enviado a Moscú para invitar a Rusia a participar activamente en la guerra siria, el objetivo final era poder recuperar lo antes posible la segunda ciudad Siria, que el régimen de Teherán consideraba pieza clave en la estrategia para derrocar a los rebeldes. A pesar de que en Irán existe una desconfianza histórica hacia Rusia, se hablaba de que no había otra opción; el ejército sirio estaba disminuido y el apoyo de las organizaciones chiíes como Hizbulah no era suficiente.
Una vez liberada Alepo podremos empezar a pensar en una nueva etapa de la guerra en Siria, aseguraban con optimismo diplomáticos iraníes en Teherán en aquel entonces. Naser Hadian, catedrático de ciencias políticas y relaciones internacionales de la facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Teherán y una de las voces más respetadas en materia de política internacional en Irán, conoce bien ese planteamiento.
“Creo que Irán entiende que éste –por la recuperación de Alepo– es un buen momento para comprometerse a un diálogo diplomático; atraer a las partes a la mesa y encontrar una solución política al conflicto”, asegura Naser Hadian, que señala que es el momento para hacerlo pues Irán puede negociar desde una posición de fortaleza.
Esta idea, planteada por el profesor Hadian en una conversación en privado días atrás, fue expuesta públicamente ayer por el secretario del Consejo de Seguridad Nacional , Ali Shamkani, que aseguró que después de la “liberación” de Alepo los terroristas y quienes los apoyaban tenían dos salidas: unirse a unas negociaciones en Damasco para llegar a una solución lógica o seguir apoyando a los rebeldes con las armas.
“Irán siempre ha pensando que no hay salida militar y por eso insiste en la negociación”, aseguró Shamkani, que lidera este consejo que decide todas las acciones de política de defensa de Irán. “Que El Asad se quede o se vaya después del periodo de transición, que haya elecciones, que haya descentralización del poder o que se comparta el poder… eso son minucias en las que no creo necesario entrar por el momento”, explica Hadian, para quien el futuro es incierto.
Y no sólo por la posición de los rebeldes o de la oposición, sino especialmente de Rusia, que podría tener intereses diferentes. “Irán tiene prisa porque sabe que habría que iniciar el proceso político antes de que llegue Trump”, añade Hadian. Teme que intencionalmente los rusos no querrán resolver el asunto hasta que el presidente electo de Estados Unidos tome posesión el 21 de enero.
“La posición de Rusia es diferente. Así que no sabremos qué va a pasar hasta que llegue Trump”, asegura. Y es que a pesar de que hasta ahora las piezas parecen encajar a favor de la estrategia planteada por Irán, y ayer en Teherán se celebraba la liberación de Alepo como propia, el futuro es preocupante. Desde el punto de vista de este catedrático una posibilidad es que los rusos y los estadounidenses se acerquen el uno al otro en una alianza estratégica, lo que reduciría el papel de Irán en Siria. O, por el contrario, Rusia podría decidir que tiene que conservar las relaciones con Irán en una estrategia a largo plazo.
Pero lo sucedido ayer en Alepo, cuando los iraníes habían frenado la evacuación de los rebeldes y el resto de la población que se negaba a huir a territorio oficial y que había sido pactada con Rusia, abre muchos interrogantes sobre lo que pueda pasar en los próximos meses. “De ninguna manera creo que Irán haya salido ganador. Hemos invertido mucho: en sangre y en dinero. Y los resultados nunca equipararán los costes. A Irán se le responsabiliza de todos los males, incluido en Irak”. En Irán, explica Haidan, hay dos tendencias.
Unos abogan por fortalecer las relaciones con Vladímir Putin y otros que desconfían de los rusos. “No entre las élites del Gobierno, pero sí en la sociedad hay una gran desconfianza hacia Rusia. Incluso más que hacia los estadounidenses”, explica Hadian, quien señala que la desconfianza es mutua. Los rusos piensan que a la primera oportunidad se irían con los estadounidenses.
“Creen –por los rusos– que la existencia de una minoría poderosa es la que impide que tengamos mejores relaciones con Estados Unidos. Pero ellos no saben cuánto tiempo más permanecerá en el poder esa minoría poderosa. Así que también desconfían de nosotros”, concluye.
Por Catalina Gómez Ángel, Teherán. Servicio especial
15/12/2016 02:31 | Actualizado a 15/12/2016 09:56
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