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La impredeciblidad de la geopolítica

La impredeciblidad de la geopolítica

El mundo contemporáneo es manifiestamente complejo, y frente al mismo, las escuelas tradicionales en relaciones internacionales (positivismo y postpositivismo, realismo y construccionismo, y demás) resultan fuertemente limitadas y miopes.

 

No es un pequeño descubrimiento: recientemente, una parte de los mejores teóricos académicos en el campo de las relaciones internacionales ha reconocido expresamente que el mundo es impredecible y que las relaciones internacionales –esto es, la geopolítica—, se caracteriza por ser esencialmente impredecible.

 

Algo que resulta inmediatamente intuitivo, y que a la luz de quienes trabajan en los temas de complejidad del mundo y la naturaleza no es desconocido. Pero sí es sintomático que el descubrimiento tenga lugar en los medios de la academia, mientras que en los lugares habituales del manejo de la política internacional siguen haciendo creer que todo obedece a planes, estrategias, programación y planeación rigurosa. Cuando la verdad es que constantemente los acontecimientos asaltan por los resquicios del mundo.

 

Autores académicos desconocidos para la gran mayoría de la sociedad, e incluso en el círculo de los especialistas; nombres como Jervis y Rosenau, Cederman y Urry, entre otros, han venido, desde hace poco tiempo, trabajando en las relaciones entre complejidad y relaciones internacionales. Lo cual es al mismo tiempo una muestra de inteligencia y búsqueda de nuevas y mejores teorías, así como de interacción y diálogo entre tradiciones disciplinarias diferentes.

 

Los acontecimientos mundiales, a gran y a mediana escala, son esencialmente impredecibles, punto. A pesar de herramientas —todas lineales y voluntaristas— como la planeación (en sus diversas expresiones), la prospectiva, y muchos modelamientos con diversas herramientas. Y para contrasentido de las llamadas políticas públicas en relaciones internacionales, que habitualmente responden a estructuras rígidas, presupuestos planificados, en fin, dependencias de otras fuentes externas que les impiden, sencillamente, ver y aprender.

 

La política en el plano mundial o internacional se denomina justamente así: relaciones internacionales. Su importancia estriba en las relaciones entre la política internacional y las relaciones internacionales. Que en sus imbricaciones y entrelazamientos adquieren una envergadura e importancia significativas. Específicamente, las relaciones internacionales se ocupan de las relaciones entre los países, el papel de los estados soberanos, las organizaciones intergubernamentales (como la OEA, Mercosur, la ONU, por ejemplo), las ONG, y las corporaciones multinacionales (las transnacionales).

 

Supuesto un hecho básico: la política —toda política— en el mundo contemporáneo es esencial o finalmente geopolítica.

 

Las relaciones internacionales se caracterizan, por consiguiente, por impredecibilidad e incertidumbre, por emergencias y autoorganización, por fluctuaciones y turbulencias. Todos, algunos de los rasgos constitutivos de los fenómenos y sistemas complejos. Y siempre —siempre, por no—linealidad. Es decir, por una total asimetría entre inputs y outputs.

 

Frente a la impredecibilidad lo mejor que puede hacer cualquier sistema es estar permanentemente abierto, aprender, adaptarse lo más rápido posible y actuar en consecuencia. La capacidad de aprendizaje y adaptación define, de manera radical, la complejidad de un sistema; esto es, ulteriormente, su supervivencia.

 

De manera que la impredecibilidad de las relaciones internacionales hace referencia a la importancia de la sorpresa, y al hecho de que los acontecimientos no suceden de manera regular y fija, de modo predecible y determinista. Por el contrario, los acontecimientos del mundo —como de la vida— son esencialmente probabilísticos. Y entonces, claro, se trata de trabajar en términos de probabilidades de eventos; sabiendo que existe siempre un margen de riesgo, de incertidumbre que no cabe descartar en manera alguna.

 

Esta impredecibilidad ha sido estudiada, por ejemplo, a raíz del colapso del socialismo real con la Perestroika, Glasnot y la caída del Muro de Berlín; o a raíz de la inestabilidad de los mercados financieros en el sureste asiático; o también a propósito de la Primavera Árabe. Existen buenas publicaciones al respecto y tal sentido. Pero la verdad es que las políticas de cara a las negociaciones sobre las reducciones del CO2 en las negociaciones en Polonia son del mismo carácter de incertidumbre e imprevisibilidad. O el manejo de la información por parte de la NSA, gracias a las filtraciones de Snowden. Muchos otros ejemplos pueden registrarse sin dificultad.

 

Ejemplos que van desde el mundo de las finanzas hasta el de las acciones militares; desde los procesos sociales y de información hasta los medioambientales; desde el plano corporativo hasta las esferas del comercio.

 

Un actor determinado puede tomar acciones en un momento dado, como resultado más de otras dinámicas que a planes previamente concebidos. Con lo cual el marco de las decisiones y acciones se ve sensiblemente alterado con respecto a las estrategias que, supuestamente, debían gobernar las acciones. El escenario mundial, en general, y el internacional, en particular, resulta así, como un paisaje rugoso adaptativo, que es la expresión que permite identificar pliegues y montañas, valles y abismos, adaptación y colapso, en contextos y tiempos que son fuerte y sensiblemente cambiantes.

 

Sin ambages, el mundo contemporáneo es manifiestamente complejo, y frente al mismo, las escuelas tradicionales en relaciones internacionales (positivismo y postpositivismo, realismo y construccionismo, y demás) resultan fuertemente limitadas y miopes.

 

De hecho, las relaciones internacionales son uno de los más recientes campos que han aprendido (= han comenzado a aprender) acerca de la complejidad. Y en este sentido, se integran a muchas de las demás ciencias sociales y humanas en el reconocimiento de atributos, comportamientos y estructuras que constituyen el campo de trabajo de las ciencias de la complejidad.

 

Como consecuencia de la complejidad del mundo actual, es necesario pensar las estructuras y dinámicas en el mundo no ya en términos de “poder”: por ejemplo, “centros de poder”, o “poder y contrapoder”. Por el contrario, resulta mucho más afortunado pensar y explicar el mundo en términos de “redes”. Y (aunque resulte algo técnico), por tanto, las topologías de redes.

 

Estos son resultados a los que han llegado una serie de académicos. Los académicos: habitualmente poco atendidos y escuchados por parte de los políticos y los “tomadores de decisiones” (como eufemísticamente se los llama) habituales. El sistema burocrático de políticos y tomadores de decisión (los CEO, por ejemplo), eventualmente constituido con buenos equipos de asesores, pero ellos mismos con formación intelectual promedio.

Información adicional

Autor/a: Carlos Eduardo Maldonado
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Fuente: Palmiguia

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