“Tengo el honor de presentarle un proyecto para establecer relaciones entre el Reino de Arabia Saudí y el Estado de Israel basado en el acuerdo de asociación estratégica con los Estados Unidos de América”. Así empieza la presunta carta secreta enviada por el ministro de exteriores de Arabia Adel al-Jubeir al príncipe heredero Mohammed bin Salman, filtrada por el diario libanés Al-Akhbar del 14 de noviembre que también revela el viaje secreto de Mohammed a Israel en septiembre. En la carta se puede destacar lo siguiente:
1. Una hoja de ruta para establecer relaciones diplomáticas con Israel,
2. El apoyo de Riad al plan de paz de EEUU en el conflicto palestino-israelí, en el que:
a) La Autoridad Palestina (AP) renunciaría al Jerusalén Este como su capital, en cambio y podrá llamar a Abu Dis (un suburbio de Jerusalén) “Al Quds” «Tierra Sagrado» convirtiéndolo en su capital.
b) La AP tendría soberanía limitada sobre las áreas de Judea y Samaria, y además se mantendrán los asentamientos judíos en ambas áreas, y
c) Los refugiados palestinos no tendrían “derecho de retorno”.
Sin embargo, la carta añade que
3. “El reino no puede arriesgarse a este movimiento” sin que EEUU se comprometa a:
a) Contener a Irán.
b) Dotar a Arabia de armas nucleares.
La traición de Riad
¿Se trata de un complot contra Palestina? El mismo diario revela que Riad amenazó a Mahmud Abás o aceptaba el plan o era forzado a dimitir. No sería la primera vez que Riad cooperaba con EEUU contra una nación “musulmana”. Afganistán, Irak, Yemen, Siria, Libia e Irán también han sufrido las consecuencias de la “Santa Alianza” entre las fuerzas más reaccionarias y sin escrúpulos del mundo.
También han sido secretos los tres viajes que realizó Jared Kushner, asesor sionista de Trump, a Arabia Saudí (el último fue el 29 de octubre) para negociar con el Príncipe Mohammed bin Salman la cuestión palestina. Se desconoce el contenido de las negociaciones de estos dos peligrosos jóvenes, que han ascendido al poder gracias al favoritismo familiar.
Era imposible que EEUU decidiera reconocer a Jerusalén como la capital de Israel sin antes haberlo pactado con Arabia Saudí, Egipto y Jordania. Se aseguró de que la reacción de los principales países “musulmanes” no iba a ser más allá de la controlada quema de banderas por algunos cientos de indignados. En caso de un desafío serio (por parte de Irán, Siria y Hizbolá), Israel utilizaría su superioridad militar.
Con este cierre chapuza del conflicto israelí-palestina, el triángulo Washington-Riad-Tel Aviv pretende centrarse en reducir a Irán, como la prioridad compartida; la construcción del Gran Israel puede ser uno de los premios que recibirán Netanyahu y Trump a cambio de la imposible tarea de reducir a Irán.
Leave a Reply