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Los países ricos y el Protocolo de Kyoto

Los países ricos y el Protocolo de Kyoto

Los desastres naturales ocurridos la semana pasada en Asia -inundaciones en Manila, un tsunami en Samoa y un terremoto que dejó más de mil muertos en Sumatra- deberían haber reactivado las negociaciones sobre clima de las Naciones Unidas en Bangkok. Pero, en cambio, los países en desarrollo fueron el blanco de las críticas de los países ricos, que aparentemente pretenden enterrar el Protocolo de Kioto.

En las salas de convenciones de las Naciones Unidas las negociaciones fueron tormentosas. Los países desarrollados dieron una desagradable sorpresa tras otra, conmocionando a las delegaciones de los países en desarrollo por la audacia y agresividad del ataque.

Quedó claro que la mayoría de los países desarrollados no están dispuestos o no pueden hacer su parte en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. En cambio, descargan la responsabilidad en los países en desarrollo, contrariando con ello las normas de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y su Protocolo de Kioto.

Peor aun, ahora se hace patente también que los países ricos quieren

tirar por la borda el propio Protocolo de Kioto, un acuerdo que llevó muchos años construir y que es la piedra angular para comprometer a los países a reducir sus emisiones, colectiva e individualmente.
Si eso ocurriera sería una calamidad ya que seguramente no habría con qué reemplazarlo, al menos por algún tiempo. Mientras tanto, las emisiones continúan, la temperatura del planeta seguirá aumentando y los efectos se multiplicarán.

Es irónico que esto ocurra cuando el tema del cambio climático pasó a la primera plana de la agenda mundial y los últimos informes científicos indican que la situación es peor a la pronosticada hace dos años por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.

Las conversaciones de Bangkok transcurren por dos vías: las negociaciones sobre los objetivos de reducción de las emisiones de los países desarrollados desde 2013 a posiblemente 2020 en el marco del Protocolo de Kioto, y las medidas de cooperación a largo plazo.

Hasta ahora los compromisos de los países desarrollados son extremadamente bajos. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático estima que deben reducir sus emisiones de veinticinco a cuarenta por ciento para 2020 (comparadas con los niveles de 1990).

Los países en desarrollo reclaman una reducción global de al menos cuarenta por ciento. La reducción combinada resultante de las promesas nacionales realizadas por los países desarrollados se ubica entre dieciséis y veintitrés por ciento, excluido Estados Unidos, o entre once y dieciocho por ciento, incluido Estados Unidos.

El presidente del grupo de trabajo especial sobre el Protocolo de Kioto, John Ashe, hizo un análisis cáustico de la situación. De no subsanarse el desfase entre las promesas de los países desarrollados y las reducciones requeridas, “el 18 de diciembre [último día de la Conferencia de Copenhague sobre el Cambio Climático] seremos el hazmerreír”, afirmó.

Los pequeños estados insulares dijeron que esos compromisos tan mínimos darían lugar a un aumento de la temperatura de tres grados o más, la cual tendría consecuencias catastróficas. En general se acepta que el aumento de la temperatura debe limitarse a dos grados por encima del nivel preindustrial y, según los últimos datos, para evitar un desastre no debería sobrepasar 1,5 grados.

El embajador de China, Yu Qingtai, dijo que si no existe voluntad política no habrá avances, por más negociaciones que haya. Y subrayó que existen “esfuerzos concertados para socavar, cuestionar y destruir el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, que es la base de la cooperación internacional en materia de cambio climático”.

Ese principio reconoce que los países desarrollados son responsables de la mayoría del dióxido de carbono volcado a la atmósfera y que deberían tomar la delantera en la reducción de las emisiones, así como ayudar a los países en desarrollo mediante financiamiento y tecnología para que también adopten medidas.

Los países desarrollados adoptaron la semana pasada las siguientes iniciativas, que tomaron por sorpresa a los países en desarrollo:
* Propusieron liquidar el Protocolo de Kioto (que obliga a los países desarrollados a establecer metas obligatorias de reducción de emisiones) y sustituirlo por un nuevo acuerdo. Estados Unidos, que no es miembro del Protocolo de Kioto, quiere tener sólo un objetivo nacional sin vincularlo a un tratado mundial.
Parece que su posición ganó con respecto a otros países desarrollados.
* Se habrían negado a que haya un segundo período de compromisos en el marco del Protocolo de Kioto, después de la finalización del primer período en 2012. Para el primer período los países aceptaron reducir sus emisiones combinadas en cinco por ciento (de 1990 a 2012).
* Enfatizan que los países en desarrollo tienen responsabilidades “comunes”, un código para incluir a los países en desarrollo en las obligaciones de reducción de emisiones, mientras que minimizan las responsabilidades “diferenciadas” que reconocen que estos países han cumplido un papel marginal en las emisiones históricas y necesitan espacio para el desarrollo económico.
* Si bien la convención sobre el clima obliga a los países desarrollados a cumplir con los costos adicionales de las medidas adoptadas por los países en desarrollo para combatir el cambio climático, insisten ahora en que estos últimos también deben contribuir a los fondos públicos mundiales.
* Intentan dividir a los países en desarrollo creando nuevas categorías, como “países en desarrollo adelantados” (que estarían sujetos a disciplinas de reducción de emisiones y recibirían escasos fondos públicos mundiales) y “países especialmente vulnerables” (a los que se les prometería financiamiento mundial).
Las definiciones y criterios de cuál es adelantado o vulnerable son arbitrarias y no han sido acordadas.
* Algunos países desarrollados clave, como Estados Unidos y Francia, están dispuestos a utilizar el proteccionismo comercial en nombre del cambio climático para bloquear las exportaciones de los países en desarrollo mediante aranceles, con el argumento de que no están haciendo lo suficiente para reducir sus emisiones.

Los países en desarrollo están consternados con esas iniciativas, presentadas a pocos días de la Cumbre de las Naciones Unidas, en Nueva York el 22 de setiembre, en la que tantos líderes políticos hicieran firmes promesas de cooperar en la lucha contra el cambio climático. Antes de la conferencia de Copenhague sobre el cambio climático, del 7 al 18 de diciembre, habrá sólo diez días de negociaciones: cinco esta semana y otros cinco en noviembre, en Barcelona.

Por Martin Khor, fundador de Third World Network (TWN), es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.

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