Hasta el mismo comienzo del coloquio, temía haber caído en la trampa de una plúmbea inutilidad académica. Al poco rato de haberse iniciado los debates, me descubrí pendiente de cada exposición y de cada cuestionamiento, y comprobé que estaba aprendiendo un montón de cosas, en una actividad verdaderamente pluridisciplinaria en la que podía palparse la interdependencia de las actividades más diversas.
El físico ítalo-brasileño Ennio Candotti reiteró una afirmación que suena a perogrullesca pero que, en la realidad de América Latina, no lo es: “Tenemos que estudiarnos”. Y dio un ejemplo clarísimo de un tema de importancia geopolítica, además de específicamente científica: “El 70 por ciento de los estudios sobre la Amazonia han sido hechos por gente de otros países, fuera de la región”. Luego, desde otro ángulo, compartió: “Nos preocupa la agresividad de los académicos europeos en captar jóvenes brasileños”. A lo que un joven profesor de ciencias de la ufrj replicó: “¿Cómo podemos reclamar a una universidad extranjera que se lleva nuestros jóvenes, si nosotros no tenemos un proyecto nacional sino uno urbano?”.
La antropóloga venezolana Nelly Arvelo Jiménez sostuvo que “hay una doble disociación en el caso brasileño (…) entre la investigación académica en áreas como ecología, antropología e indigenismo por un lado y la parte de políticas públicas determinadas por el sector político que durante los últimos cuarenta años no ha sabido o no ha querido aprovechar los resultados y razonamientos fundamentados de su sector en ciencia y tecnología. La segunda disociación está entre el marco jurídico y la praxis diaria, en la cual chocan en desigualdad de condiciones los intereses de una minoría poderosa y pudiente con los de una sustancial mayoría empobrecida y excluida”. Y agregó: “Estas circunstancias prevalecen en el seno de una sociedad que está dotada de uno de los mejores sistemas de ciencia y tecnología de Latinoamérica”.
Los problemas de la cultura americana (la indígena, la afroamericana, los mestizamientos) y los del eurocentrismo imperante fueron planteados desde las tiendas más diversas (incluido quien esto escribe). César Hermida, médico, ex viceministro de Salud, funcionario de la oms, afirmó: “Una de las obligaciones es conocer las culturas del mestizaje”. Y, ante una instancia del debate, explicó: “La ciencia y la tecnología no son asépticas. (…) Hoy la ciencia redescubre que el parto vertical es mucho más adecuado. La mayoría de las muertes por parto en Ecuador se producen en los hospitales”. Ennio Candotti insistió: “Hay cuestiones de ciencia que sólo nosotros podemos discutir. O nosotros estudiamos la Amazonia en su diversidad biológica y también antropológica, o nadie podrá hacerlo por recortes fuera del ecosistema”.
Candotti, cuatro veces presidente de la histórica Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia, acusó la ausencia de lo científico-tecnológico (incluida la biodiversidad) en la mesa de la discusión política. “No se habla de la integración de la gente, de lo educacional, de lo cultural –agregó un docente joven–, sino de acuerdos comerciales y energéticos, y de abrir espacios para las empresas.” La chilena Ana Pizarro, especialista en literatura, coincidió: “No se percibe interés en el campo cultural, de la cultura como articulador de la sociedad”. El economista Adilson de Oliveira, director del organismo convocante, asintió: “El foco de la integración ha sido lo económico”. “Es absolutamente necesario pensar en la superación de los límites económicos y diplomáticos de la integración”, agregó la politóloga Ingrid Sarti. “Sólo como bloque podremos crecer. Hay muchos sectores en Brasil que no quieren la integración, y que ni siquiera la encuentran rentable.” Con respecto a una cierta autosuficiencia brasileña, Candotti dijo: “Hay que inventar nuevas ingenierías, y no creo que podamos hacerlo solos”.
Un desafío para Brasil, anotó el boliviano Gonzalo Chávez, “es cómo administrar el antimperialismo que tenemos en América Latina”. Fue curioso observar que la universidad convocante y los brasileños participantes privilegiaban el hablar de América del Sur, en convergencia con la visión geopolítica gubernamental, mientras que los hispanoparlantes, unánimemente, seguíamos hablando de América Latina.
BRASIL EN EL CENTRO. En los sobreentendidos de todos estaba el poder económico y militar de Brasil y su juego como potencia regional. Candotti denunció, desde dentro, que las grandes empresas brasileñas están invirtiendo enormes sumas en trabajos en América Latina, y propuso que se les exija destinar un pequeñísimo porcentaje (2 por ciento) a la cooperación. El paraguayo Roberto Lima explicó que Itaipú deja un gran excedente de energía a Paraguay, que no puede vender a Argentina o Uruguay por manes del injusto tratado con Brasil. Farid Kahhat, peruano experto en Naciones Unidas, observó que “Brasil, a diferencia de Venezuela, es un líder renuente a asumir costos. Y en ocasiones actúa como lobbista de empresas brasileñas”. Gonzalo Chávez agregó: “La inversión brasileña va de la mano del lobby. Y no ayuda al capital humano local (del otro país).
Reproduce el padrón de las trasnacionales. Va adonde van las trasnacionales”. De Oliveira fue duro: “Hay relaciones incestuosas entre gobierno y empresas”.
Las fragilidades y falsedades del Mercosur y aledaños fueron expuestas desde ángulos diversos. Tras recordar que el 60 por ciento de la población de Paraguay está por debajo de la línea de pobreza, y el 15 por debajo de la de extrema pobreza, Lima dijo: “El Mercosur deberá poner las cartas sobre la mesa, y es probable que Paraguay pierda nuevamente”. Dante Sica, experto en industria automotriz y ex ministro argentino, señaló: “Uruguay y Paraguay tienen más intereses coincidentes con Brasil que con Argentina”.
Obviamente, también el alba y la Unasur fueron discutidos. La brasileña Ingrid Sarti fue optimista: “Creo que por primera vez Sudamérica vuelve la mirada hacia sí misma. Esto es particularmente cierto para Brasil, que es la primera vez que mira hacia el Sur”. La politóloga venezolana Francine Jácome, tras observar que muchos analistas señalan un estancamiento del Mercosur, adjudicó a Brasil la posición triunfante de crear un espacio sudamericano. Es decir, un espacio propio de influencia política, económica y militar, a disputarle a Estados Unidos. “Brasil no logra el objetivo de que se cree el Consejo de Defensa Suramericano. Es llamativo que ésa sea la primera iniciativa en la Unasur.” Los analistas, dice Jácome, “concuerdan en que Brasil es el país crucial para la integración de la región y que debe ser su motor, además del hecho de que ya juega un papel en el escenario mundial”. Sus objetivos son “consolidar su liderazgo regional para posicionarse como actor global”. “¿Queremos tener liderazgo?”, se preguntó Adilson de Oliveira, explicando la coexistencia de tres Itamaratíes. Para Chávez, Brasil ha estado teniendo tres cabezas: Petrobrás (que es en buena medida de capital privado), la diplomacia directa del gobierno de Lula, y el Itamaraty de Marco Aurélio Garcia.
Candotti redondeó la visión, mientras coincidía con otros colegas en que “quizás lo más importante haya sido la expulsión de la Odebrecht del Ecuador”. Dijo (con referencias tangueras incluidas): “Brasil, si los otros lo dejan, será, sí, hegemónico. Las empresas brasileñas ya compraron un tercio de las empresas de América del Sur. El Sur ya no es la luz romántica del almacén. Los intereses económicos van a actuar como tales. No podemos suponer que van a ser menos agresivos que sus parientes en otras partes”.
“Podemos pensar en tres escenarios”, propuso Francine Jácome: “1) Que se pueda producir una integración entre Unasur y alba, en la que Venezuela actúe como bisagra. 2) Una profundización de las diferencias, y un enfrentamiento de liderazgos. 3) Un poco de lo mismo: creamos una nueva institución, etcétera. Y que se siga trabajando con las relaciones bilaterales”. “Si Brasil diera señales claras, daría fuerza a quienes en los otros países tienen posiciones integracionistas”, agregó Kahhat.
Gonzalo Chávez, experto en Mercosur, apuntó a algo muy concreto, habitualmente escamoteado en las discusiones sesudas: “Uno de los problemas de la integración es la dificultad de transporte”. Y otro “algo”: “La pobreza y el hambre no aparecen en los acuerdos de integración”.
“Lo primero que debemos tratar es la miseria y las migraciones”, recordó el argentino Mario Burkún. “Lo clave es que la integración saque de la miseria a los excluidos.” El boliviano Chávez afirmó: “Nuestras elites han sido incapaces de colocar ideas nuevas para resolver las causas justas”. Y fue a la realidad concreta del hoy: “La emergencia popular sí es significativa. Esa gente salió de los sótanos, donde los tenían. Ahora están en la sala. Y no van a volver a los sótanos”.
Por, Coriún Aharonián
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