El multimedios dominado por los hermanos Marinho trabajó para acabar con el gobierno de la ex presidenta, y antepuso sus intereses corporativos a los de 54 millones de ciudadanos.
El grupo Globo fue un actor decisivo en el golpe legislativo contra Dilma Rousseff. Maceró la idea ante cada una de sus audiencias, desde sus programas de TV, las radios que domina y su diario emblema. Difundió sin rodeos que la destitución de la ex presidenta era la salida adecuada para la crisis de Brasil y lo festejó en el campo simbólico y en sus titulares más importantes. Arrancó el periódico O Globo en twitter. La noche en que el Senado votó, hizo público un tuit donde sólo se veía la bandera nacional. Un significante muy preciso que después fue borrado, aunque ya era tarde. Desde la tapa del mismo medio, ayer emplazó al cuestionado presidente: “Dilma sufre el impeachment, ¿y ahora Temer?” La factura por el respaldo prestado apenas demoró unas horas. Vocero jerarquizado del establishment del que forma parte, en su primera plana enumeró las condiciones que deberá imponer el nuevo gobierno: “Presidente tendrá dos años y cuatro meses para cumplir compromisos”.
La lista apareció debajo de aquel título: “Aprobar el ajuste fiscal y las reformas del sistema previsional y de trabajo; reducir el desempleo, atraer inversiones y destrabar concesiones; mantener la promesa de no interferir en el caso Eduardo Cunha; apoyar el Lava Jato y rechazar acciones que estorben las investigaciones; administrar la división en el PMDB y pacificar la relación con el PSDB y el DEM (el ex partido del Frente Liberal) y además, enfrentar en el Congreso y en las calles la oposición anunciada por Dilma”.
Un decálogo de exigencias que podría aplastar a la pieza del mecano que el mismo grupo utilizó para construir un nuevo status quo: el debilitado ex vicepresidente de Rousseff, hoy en gira por China. Con tono admonitorio, el diario sentenció en el editorial que “ahora los políticos saben el riesgo que corren”. Otro periódico del mismo multimedios, el diario Extra, describió lo obvio: “El país quedó dividido” tras el Impeachment.
Globo se autodefine como “un grupo ciento por ciento brasileño” y usa un slogan que apela a la nacionalidad como emblema: “Brasil es su origen, su mayor inspiración y responsabilidad”.
El gigante dominado por los hermanos Marinho hizo un trabajo demoledor para acabar con el gobierno de la ex presidenta, antepuso sus intereses corporativos a la voluntad de 54 millones de ciudadanos y jaquea todavía a la figura de Lula que se proyecta hacia las elecciones de 2018. Su estructura se lo permite con creces: llega a cien países por medio de Globo Internacional, su audiencia televisiva alcanza los 170 millones de brasileños, participa en la industria del cine con Globo Filmes, pero su unidad de negocios más redituable es Globosat, la empresa de cable por suscripción.
No fue el único grupo que apostó por la destitución de Dilma, aunque sí el más importante. El diario Estado de São Paulo publicó ayer una tapa donde se observa un dibujo de Temer sentado y mientras cose o zurce con aguja una gran bandera de Brasil. El título es: “La hora de las medidas amargas”. En la bajada dice: “Oficializado como presidente de la República, Michel Temer deberá ahora conseguir que el Congreso apruebe las medidas fiscales que tienen por objetivo recuperar las finanzas de gobierno”.
En la misma línea editorial, el Correio Braziliense da una visión optimista basado en que “los especialistas apuestan que el PBI volverá a crecer” y destaca las promesas de reformas del dirigente del PMDB “para sacar al país de la crisis”.
En la vereda opuesta, medios menos influyentes pero prestigiosos como el portal Carta Maior, criticaron la destitución de Rousseff y sobre todo proyectan un futuro muy complicado para Brasil. Los análisis fueron desde el título de un editorial firmado por Saúl Leblon que dice “Golpe empuja a la nación hacia una noche de San Batolomé” (por la matanza de hugonotes de 1572 en París) hasta un artículo del teólogo Leonardo Boff que escribió “El día triste de Brasil: el golpe parlamentario”.
En su nota principal, Carta Maior titula: “Cinco motivos para gritar es golpe, ¡fuera Temer!”. La bajada de ese artículo completa la opinión del medio: “El golpe es una articulación entre las élites más atrasadas de Brasil, un verdadero golpe de clase contra los intereses de los trabajadores y las minorías”.
Quien coincidió con este tipo de críticas a la decisión del Senado de destituir a la ex presidenta, fue el ex juez del Tribunal Supremo Federal (TSF), Joaquim Barbosa. Dijo que “ellos –por los golpistas– están conduciendo los medios de comunicación, incluyendo canales de TV”.
PROTESTAS EN TODO BRASIL Y REPRESION POLICIAL EN SAN PABLO TRAS LA ASUNCION DE TEMER
La dictadura blanda debutó con represión
En el mismo lugar donde horas antes un grupo de opositores a la depuesta mandataria había celebrado su remoción con bocinazos y descorchando botellas con champán, los simpatizantes de Rousseff enfrentaron a la policía.
La destitución de la presidenta Dilma Rousseff generó el rechazo de buena parte de la sociedad brasileña. Las protestas en contra de la salida del gobierno de la delfín de Inacio Lula Da Silva y su sustitución por Michel Temer, aprobada por el Senado brasileño, se multiplicaron en una decena de estados del país. Los incidentes más graves se registraron en Sao Paulo, donde la Policía Militar (PM) volvió a reprimir con violencia. Como tema principal, el portal de noticias paulista Vice Brasil tituló “El saldo sangriento del último acto muestra que no se puede protestar en Sao Paulo”, con una foto del rostro de la estudiante universitaria Deborah Fabri, totalmente ensangrentado. Por las heridas recibidas, la joven perdió la visión de su ojo izquierdo.
En el mismo lugar donde horas antes un grupo de opositores a la depuesta mandataria había celebrado su remoción con bocinazos y descorchando botellas con champán, los simpatizantes de Roussef enfrentaron a la PM, que intentó dispersar dos protestas contra el Gobierno de Temer.
Ambas concentraciones se originaron en inmediaciones al Museo de Arte de Sao Paulo (MASP), ubicado en el corazón financiero del país, y se dirigió rumbo al centro y, por tercera noche consecutiva, la policía lanzó gases lacrimógenos para dispersar a las personas que se habían acercado al lugar para mostrar su bronca contra Temer. Algunos manifestantes rompieron algunas vidrieras, marquesinas de negocios y una patrulla policial.
También en Sao Paulo, otra movilización convocada en favor de la presidenta cesanteada bloqueó varios tramos de la Marginal Tietê, una de las principales arterias de acceso a la ciudad brasileña. La concentración de ayer fue organizada y llevada a cabo por integrantes del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST), que exigen que se restituya en el cargo a Rousseff, quien afronta un juicio en el Senado que puede acabar en su destitución, según informó el diario Folha de Sao Paulo.
Según el diario Globo, cuatro personas detenidas durante la manifestación del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST) en la mañana del martes, en Sao Paulo, fueron puestos en libertad en la tarde de ayer, pero deberán responder por los delitos de resistencia, desobediencia y daños a la propiedad pública, de acuerdo con el Tribunal de Justicia de esa ciudad.
Uno de los manifestantes fue detenido cuando conducía un camión cargado con neumáticos que iban a ser utilizados para construir piquetes, según el Departamento de Seguridad Pública. En el día destinado para que la Cámara Alta decidiera si apartaba a Rousseff de su cargo, los manifestantes organizaron barricadas e incendiaron neumáticos –a primera hora de la mañana– para impedir que el tránsito circulara, lo que generó atascos de varios kilómetros.
Algunos de los manifestantes llevaban carteles con el mensaje “Fuera Temer”, habitual en las protestas convocadas desde que el 12 de mayo el por entonces vicepresidente de Brasil y ahora presidente, Michel Temer, asumiera la jefatura de Estado de manera interina.
Las protestas contra Temer se reprodujeron además en Río de Janeiro, donde centenares de personas se manifestaron en el centro de la ciudad, y otras capitales del interior, como Porto Alegre, Salvador, capital de Bahía, y Vitoria, Espírito Santo. Las manifestaciones contra la asunción de Temer también se llevaron a cabo en otras ciudades, como Curitiba y Brasilia. En Belo Horizonte, decenas de personas salieron a la calle pero para celebrar la destitución de Rousseff y la asunción de Temer.
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