El Mundial que está en curso en Brasil está considerado hasta ahora como el mejor en su historia, tanto por el espectáculo presentado por los equipos, por la participación de los hinchas, el cúmulo de entusiastas turistas, como por la calidad de los estadios y la calidez de los anfitriones: el pueblo del Brasil.
Sin embargo, detrás del espectáculo futbolero, de la emoción y la pasión vivida en los estadios, en playas, parques y selvas por medio de pantallas gigantes por todo Brasil, se esconde la parte oscura de la fiesta universal.
Para realizar un Mundial de Futbol la Fifa exige del país anfitrión una serie de exigencia y condicionamientos, económicos, políticos, y de seguridad que en la mayoría de los casos son violatorios de la soberanía del Estado-nación en cuestión. Esto se logra por medio de leyes transitorias aprobadas por las autoridades del país seleccionado.
Las exigencias estándar para todos los mundiales incluyen la construcción de doce estadios, con especificaciones de número de espectadores para la primera ronda, para semifinales y la final. A los estadios del Mundial Brasil 2014, ahora se los llama “arena” como en Europa, palabra alemana que quiere decir, ruedo, pista, o estadio, razón para que sea redundante decir, como algunos comentaristas deportivos: “el estadio arena Corintias”.
Además de otras exigencias, como contratos y ventas de los productos de las multinacionales asociadas con la Fifa, así como de productos exclusivos de esta última, que incluye la venta de bebidas alcohólicas, gaseosas y alimentos en los estadios sedes. Rusia que será la sede del Mundial 2018, y Qatar en el 2022, ya firmaron cláusulas de compromisos otorgándole a la Fifa y sus socios prerrogativas comerciales.
También exige normas ad hoc a todo país que realice un Mundial, para protección de propiedad intelectual e industrial y para controlar los ingresos generados por la vinculación de los logos oficiales, así como por la de los patrocinadores. En el caso del Mundial que estamos viviendo en Brasil están en juego, por estos derechos, mil 500 millones de dólares.
Así, la Fifa le exigió a Brasil una serie de medidas y prerrogativas conocidas como “ley Fifa”, votada por el Congreso del Brasil y ratificada por la presidenta Dilma Roussef.
Lo que votó por mayoría el Congreso de Brasil fue la llamada Ley General del Mundial #12.663 de 2012 que cobijó la Copa Confederaciones de 2013 y cobija la actual competición mundialista: Dicha ley, referida a las ventajas económicas y comerciales que el gobierno del Brasil le brinda a la Fifa y sus socios patrocinadores, implica ventajas, como
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1. Los patrocinadores del Mundial y de la Fifa, los sponsors, no pagarán impuesto al país por 12 meses. Todos ellos monopolios extranjeros. Los patrocinadores son de tres categorías: A) socios o sponsor Fifa como Adidas, Coca-Cola, Hunday, Kia, Emirates, Sony, Visa, Budweiser, Castrol, y McDonald. B) Patrocinadores de la Copa Mundial de la Fifa: Budweiser, Castrol, Continental, Johnson y Johnson, Mac Donald, Moy Park, Oí, y Yingli y, C) los promotores nacionales brasileros: Ápex Brasil, Centauro, Garoto, Itau, Liberty Seguros, Wiseup, Football for hope y Fifa.com.
2. A dos kilómetros a la redonda de los estadios, la autoridad exclusiva será de la Fifa, algo así como una embajada en un país que es zona exclusiva, mejor dicho la “república Fifa” en los estadios y sus alrededores, incluyendo normas y seguridad propia, más la que presten las autoridades de la ciudad y país. En ese espacio no podrán aparecer ventas ambulantes de los trabajadores brasileños sino solo de las marcas aceptadas por la Fifa. Todo porque la autoridad futbolera del Mundial espera recaudar 3.5 millones de dólares que entregaría al Estado brasilero.
3. Pero las decisionesmás polémicas de la “ley Fifa” tuvieron que ver con dos temas que pusieron en contradicción las leyes del Brasil y las costumbres del país: la primera fue el párrafo ocho de “explotación y protección de derechos comerciales” donde la Fifa exigió del gobierno que aceptara la venta de cerveza en los estadios, exclusividad de su marca sponsor: la Budwaiser. Resulta que en Brasil existe el “Estatuto del aficionado” que prohíbe consumir licor en los estadios de fútbol; votar una decisión en contario al Estatuto pondría a la opinión publica en una posición crítica con el gobierno que fue lo que sucedió pues se votó favorable al controvertido párrafo, anulando el Estatuto en siete de las doce estados que tienen sedes mundialistas, en las otras sedes la Fifa negoció.
Esa decisión fue criticada también por un sector importante de la población brasileña, dentro de la que se encuentran varios senadores y diputados, que son pentecostales, para quienes su creencia religiosa les prohíbe consumir alcohol, quienes consideraron la medida una ofensa. Por su parte la Fifa considera innegociable esa exigencia, pues está comprometida con su patrocinador, la cerveza Budwaiser.
En segundo lugar, existe otra norma brasileña que otorga prioridad a los niños, ancianos y discapacitados en las entradas a los estadios eximiéndolos de pagar boletas. Pues bien, la Fifa exigió que estas sectores sociales fueran tratados como cualquier aficionado que quisiera comprar una entrada e ingresar a cualquier partido del Mundial. Esta exigencia dio lugar a más debates y protestas de congresistas y del pueblo brasileños que comprobaban como el supe-monopolio Fifa controlaba y cambiaba las leyes de su país y violaba su soberanía.
Ante esta situación de conflicto, las presiones de la Fifa, y las protestas sociales, el gobierno propuso una transacción que fue la aprobada en última instancia, y la que se está aplicando en los estadios donde se juega el Mundial: que la Fifa venda toda la cerveza Budwaiser que le dé la gana, la Coca-Cola que le dé la gana, a cambio de que los niños, ancianos y discapacitados pudieran acceder a los partidos de la Copa con entradas especiales.
Los favorecidos con descuento del 50 por ciento en entradas llamadas tipo 4 son los niños, estudiantes, discapacitados y ancianos, y los beneficiarios del programa del gobierno llamado “Bolsa Familia” que provee de un bono oficial mensual a las familias más pobres, que en Brasil son más de 45 millones. Según se dice se han entregado 300.000 entradas.
El capitalismo, y el principio de la máxima ganancia, es lo que está presente desde el punto de vista económico en el Mundial Brasil 2014 por cuenta de la Fifa, y de sus socios patrocinadores, quienes se harán a jugosas ganancias en el curso de escasos treinta días. Pero ante este hecho patente, cruel y oscuro con el pueblo y nación brasileña, sin embargo, su mismo pueblo y los pueblos del mundo, seguiremos gozando del apasionante Mundial donde la redonda gira en busca del equipo que recibirá el trofeo como el mejor equipo de este certamen. Son las dos caras del Mundial.
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