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La trilliza revista. Las “Palabras de Alternativa”, según H.Braun

No creo que un soberbio pastiche literario o un grabado de alto contraste logren ese efecto. Porque lo que desconcierta es la presentación del doctor Braun como un historiador y no como artista capaz de percibir desde Boston los ecos distantes de una revista lejana que azota la imaginación como una vorágine turbulenta venida de los trópicos. Ardua tarea para el artista,  materia muy dura para los críticos y enervante para quien aparece como coautor del fenómeno representado. Esta es pues una réplica.


 


Lo pertinente para aclarar el pastiche brauniano de subidos colores  es quizá hacerle honor a Braun -el historiador- aportándole algunos elementos que diferencian los acentos particulares con los que Alternativa pudo aparecer como tres personas distintas como si fuera una y sola verdadera Alternativa, a pesar de que a su deceso final su cuerpo yaciera expósito sin padres, parientes, ni dolientes y sin chance alguno de resucitar al tercer día.


 


Porque Alternativa con intención ilustrativa de moderno magazín que interactúa con los líderes de opinión2, no tiene el sabor de una Alternativa del Pueblo con intención populista en la más noble de sus versiones,  ni suena como una Alternativa heroica y guerrillera con frases y denuncias disparadas como tableteo de metralleta en punta.


 


La primera Alternativa la concebimos como expresión universitaria para los colombianos en Europa. Nació en Bélgica, en el grupo el Equipo Colombiano pro Estudio y Progreso (Ecep), fundado en Lovaina por el padre Camilo Torres. Esta fugaz Alternative (tres ediciones) nace como un boletín bien presentado con cifras y datos de la actualidad con el ánimo de dilucidar la problemática del país y sus soluciones alternativas. Tan solo informes especiales.


 


Camilo ya está en Colombia empeñado en lanzar la Acción Comunal en el sur de Bogotá, 1960. Solo doce años más tarde, en tiempos del repliegue o la debacle del tumultuoso movimiento estudiantil de los años 70,  planteo en diversos círculos la necesidad de volver por los fueros de la verdad colombiana a través de un moderno magazín. Salvarse del naufragio.


 


Y así lo diseñó, financiado por la Fundación La Rosca de Orlando Fals Borda. Mal que bien, así fueron las  90  primeras ediciones de Alternativa, bajo la consigna de “atreverse a pensar, es empezar a luchar”. Resueltos los graves problemas de lograr el asocio de periodistas consagrados y de pluma  ambidiestra, de construir la red nacional de distribución y de reunir el capital de trabajo por cuotas partes de los ocho socios fundadores y sobre todo por el generoso aporte de “suscriptores de apoyo”, cuya lista muy incompleta se publica en la primera edición, la revista se pone en marcha, tras una ruidosa tentativa de allanamiento policial.


 


La segunda “Alternativa del pueblo” (18 ediciones en paralelo disidente) tuvo su gestación en las toldas mismas de los grupos de Investigación y acción patrocinadas por Fals Borda y en la propia Fundación “La Rosca”. En sus múltiples actividades regionales, los materiales producidos por los investigadores con participación de la comunidad, debían ser recogidos y ordenados para devolvérselos a la misma comunidad con la intención de que desembocara en las acciones propias y pertinentes.


 


Es toda una ética para los investigadores sociales. La “Alternativa del pueblo” así concebida no podría ser ni una serie de informes periodísticos, ni una colección de denuncias, y menos aún un simple grito de protesta. Pero no lo logra. Debería haber sido, como lo proclamaban, el producto de esa ética profesional en la que los investigadores ilustrados involucran a los investigados en la reconstrucción de la realidad que se vive y luego se somete a su análisis y veredicto para convertirlo en acción propia y auténtica. Una tarea de titanes, pero que ni rima bien con el magazín para líderes de opinión, definido hasta entonces, ni tampoco le dan el vuelco pertinente.


 


La tercera Alternativa guerrillera opera tras una transición de pleitos internos, retirada de la mitad de los socios3, entre el N.90 y el 110, y que se prolonga luego hasta la liquidación de la revista. Consolidada bajo la dirección de Enrique Santos tiene la estrecha asesoría de Jaime Bateman y el montonero, «el gordo» Paco. Es una Alternativa de combate que rechaza la elaboración de análisis, teorías y reformas propias de ”los intelectuales”- Rechaza también el quehacer político para consagrar la insurgencia y la rebelión armada. Inmersa en la estrategia cubana de la Tricontinental y la formación de los mil vietnams antiimperialistas.


 


Marcha al unísono con las tácticas de combate empeñadas por los Tupamaros, los Montoneros, los Movimientos de Izquierda Revolucionaria y por supuesto del ELN. Jaime Bateman está en plena acción, en 1977-1978,  crítico de las farc y constructor de la Anapo radical y del M19. Después del robo de la espada del Libertador y antes de la toma de la embajada Dominicana, padece la urgencia de dotar a su movimiento, el M19 y luego Firmes, de una publicación de envergadura nacional, con su ideología inmarcesible del “sancocho a la colombiana”: acciones intrépidas y consignas de raca mandaca.


 


Lo intenta una primera vez con la “Alternativa del pueblo”, pero al parecer no logra asumir la dirección, sino la militancia de algunos. En la segunda arremetida gana Bateman con la venia de García Márquez…y de Fidel supongo –porque ambos prefieren a un chico más travieso y mágico que a todos sus Aurelianos Buendías peleados en mil guerras, pero ya a la espera de la pensión de retiro: Manuel Marulanda, Jacobo Arenas, Fabio Vásquez Castaño…


 


La revista toma pues su nuevo rumbo rompiendo un histórico record Guiness con más de un millón y pico de denuncias en su corta vida, hasta su caída final en el misterioso trance, pocos meses antes de la toma de la Embajada Dominicana (7.2.79) con 13 embajadores y el nuncio del Vaticano a bordo.


 


Padrinos y macartismos   


 


Con el mismo formato, las trillizas Alternativas, parecen reclamar paternidad responsable como si el problema fuese de pedigree. En realidad  las tres se asemejan como gemelas siendo apenas medias hermanas de la madre indignación e impugnación a un sistema que funciona muy bien para unos pocos, regular para un resto y muy mal para las inmensas mayorías. Temperamentos distintos, enfoques diferentes, objetivos varios en el horizonte. Son tres tendencias en las que se ha maqueado dramáticamente la izquierda colombiana como tantas otras izquierdas latinoamericanas -para no recordar la alemana de los años veinte que fuera devorada por el nazismo puro, raso y sanguinario… -parecido a lo acaecido en el  Cono Sur.


 


Lejos de precipitarnos en el macartismo fácil (“intelectualoides pequeño-burgueses”, “populistas desabrochados y demagógicos” y “cabezas calientes aventureros”) vale la pena tener presente las pujas socialdemócratas europeas y “liberal-demócratas” en los Estados Unidos que competían ante la presión encantadora de la gesta cubana como versión soviética del socialismo a partido único y el empuje de un populismo en ascuas implantado en el Chile allendista y el Perú de Velasco Alvarado, cuyo ideólogo “a la colombiana” era el célebre anapista Antonio García Nossa. En el telón de fondo la guerra del Vietnam como máxima expresión de la Guerra Fría. Coyuntura muy caliente.


 


Este contexto se localiza en Colombia con la victoria de la Anapo del General Rojas Pinilla el 19 de abril de 1.970 (descartado por un fraude muy tardíamente verificado y fecha insignia del M19) y por la ruptura con el avanzado plan de desarrollo económico industrial apadrinado por la Alianza por el Progreso, pero que pese a sus aciertos desarrollistas, había dejado al movimiento campesino (“los usuarios”) con los crespos hechos y al estudiantado universitario con una modernización en edificios y administración, pero con una enseñanza obsoleta y una investigación endeble.  Coyuntura chispeante.


 


La reyerta estaba planteada. Misael Pastrana se empeña en desmontar el Plan Industrial y el Grupo Andino con el nuevo plan de urbanización y vivienda (Upac) de Currie, borrar del mapa político a la Anapo, anular el movimiento campesino (acuerdo de Chicoral) y aplastar el movimiento universitario.


 


1973: nace Alternativa con el común denominador de la madre impugnación a un sistema que emprende un peor rumbo antes de desembocar en el neoliberalismo. Ya germina esa escuela en el Chile de Pinochet y luego campearía en la Argentina de los generales y se insinúa en Colombia con la liberación financiera en tiempos de López-Presidente. “La victoria de una ilusión”, como lo anunció Alternativa.


 


Vida admirable, se dirá, la de la revista Alternativa y esforzada también es cierto, pero en verdad fallida en su cometido de plantear una alternativa. Nunca logró ser un tanque de pensamiento. Y aunque parezca paradójico, las fuentes universitarias tan alborotadas entonces y pese a sus inspiraciones doctrinarias también eran de “pensamiento débil”.


 


Cierto, y como lo dice Braun, “las fuerzas de oposición y de izquierda –las llamadas a canalizar políticamente una crisis como la actual- están lejos de constituir hoy una alternativa de poder o siquiera de gobierno”.


 


La revista Alternativa –hay que reconocerlo fríamente- no deja ningún valor agregado serio, si excluyen las altas dosis de “sancocho a la colombiana” y la invariable “combinación de todas las formas de lucha”. Triunfa en efecto ”Atreverse a luchar es empezar a pensar”, como lo expresara en retruécano la fugaz Alternativa del Pueblo y lo pusiera en vigor la tercera Alternativa. Con media docena de mandamientos bastante caducos, las trillizas Alternativas coronaron su existencia prisioneras doctrinanrias, como moscas en una totuma de melaza fermentada.


 


Nada que salvar de allí, doctor Braun, si se excluye un collage, un relato mágico de ocurrencias sin polo a tierra o una comedia de  desencuentros entre trillizas que se presumen congénitas en origen y destino.


 


Quizá por esa razón el collage del doctor Braun sigue siendo artístico, porque a pesar de las abultadas diferencias señaladas, solo se perciben sombras de alto contraste, se oyen recias protestas y ruidos de fierros marciales, sin que pueda sacar media cuartilla de propuestas serias en limpio, al menos como alternativa de gobierno. Como ahora, ninguna alternativa al narcotráfico, ni para la paz frente paras y guerrilleros, ni tampoco frente al TLC. Tan solo crítica y crítica a crítica la razón crítica porque ¡toda propuesta favorece al enemigo!


En realidad, en lugar de informes de actualidad y los informes especiales creciendo en cuerpo para obtener la calidad y la influencia de un moderno magazín, sus espacios se fueron enflaqueciendo hasta que la revista decrece en circulación y desaparece en misterioso trance, gracias a la mediación del general José Joaquín Matallana ante las autoridades y del doctor Ciro Quiroz ante la “Cooperativa de trabajadores de Alternativa”.


 


Como todo final de las epopeyas fallidas, hay materia prima para novelar, pero no para hablar de ello en frío…así fuera “lo tenía que suceder”, como en la crónica aquella de una muerte anunciada, en donde todos –como por azar- hacen mutis por el foro. Enrique Santos reaparece más tarde como codirector de El Tiempo, García Márquez como presidente editorial de la revista Cambio y Antonio Caballero como el hombre que le pone el ají a la revista Semana. Gerardo Quevedo, su último gerente, cae en combate en la filas del M19.


 


Tras la toma de la embajada Dominicana, (27.2.79), en la siguiente década, años ochenta, una pléyade de periodistas en la primera línea de la denuncia  entrarían en el  nuevo y muy distinto escenario de la narcopolítica, que se inicia en contrapunto con el secuestro de Blanca Nieves Ochoa (12.11.81) y la fundación del MAS, Muerte a Secuestradores. Cuando, el 28 de abril de 1983, acaece el fatal accidente de la avioneta vía a Panamá, Jaime Bateman falla la primera cita con Pablo Escobar4. A la inversa, en 1986, en la guerra del Ariari se romperían los negocios entre Jacobo Arenas de las Farc y el mejicano Rodríguez Gacha. Sobreviene la Inhumana hecatombe de la Unión Popular.


 


Muchos periodistas se exilian, otros caen asesinados. El más prestante de ellos, el propio director de El Espectador, Guillermo Cano.  Son otros tiempos, doctor Braun. Quizá son los que vivimos aún, pero ahora de contera, con la amenazante espada del TLC meciéndose sobre nuestras cabezas. Coyuntura trágica. Pero por favor, mi tretricaloctus dóctor, cuente con los tres grandes tigres de Alternatiava al acecho en los tres grandes medios.


 


 


1          Ver en REVISTA NÚMERO – Nº50 de Junio 2006, p.22


2          Este discutible concepto se refiere no solo a los periodistas, por supuesto, sino a los lectores que a su turno opinan en su propio medio y se convierten a su turno fuentes de información, análisis y opinión. Un buen ejemplo, desde el centro derecha es la revista Semana o Le Nouvel Observateur desde la otra orilla. El enfoque político no invalida el formato editorial. .


3          La versión de Enrique Santos omite precisar la nuez de las  “discrepancias políticas”. Precisarlas obligaría a revelar el entierro final de la revista. Ver en Villamizar, Darío: “Jaime Bateman, biografía de un revolucionario”, Ed. Planeta, Bogotá, 2002, pg.327.


4          Ibid. pg. 425.


 

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