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Salud y poder. ¿El mundo, ad portas de una pandemia?

El aviso de una gripe producida por un nuevo virus, transformado a partir posiblemente de la producción industrial de animales para el consumo humano, ha despertado pánico en diferentes regiones de nuestro mundo. En Colombia, desnudó la debilidad del sistema de salud público, llevado a menos por el proceso de privatización. El regreso del paludismo, las paperas, la varicela y otras enfermedades virales que se creían superadas en las ciudades así lo evidencian.

A la fecha en que se redacta este artículo (mayo 14), la Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que en el mundo hay 6.497 personas contagiadas con el virus de la gripe AH1N1 (inicialmente llamada porcina) en 33 países, de las cuales 60 han fallecido. En Colombia hay 7 casos confirmados, ninguno de ellos letal, del fenómeno que al parecer comenzó en una granja de Veracruz, en México.

¿Estamos ante una pandemia?

Una pandemia es una epidemia que va más allá de las fronteras de un país y que puede cobijar una región extensa o la totalidad del mundo. Es decir, una enfermedad que se replica rápidamente y afecta a un amplio número de personas en un corto tiempo, produciendo enfermedad y mortalidad.

¿Estamos ante un caso de epidemia-pandemia o cuáles son las reales pandemias que hoy azotan al mundo? ¿Durante estas tres semanas de alboroto mundial por esta gripe, cuántas personas en el mundo han muerto por gripa común o por hambre?

En el marco de esta situación de salud mundial, real o creada, es necesario preguntarse por qué podemos contagiarnos con un virus de origen animal (en este caso un cerdo; antes se habló del pollo –gripe aviar–). En el momento hay cinco razones explicativas para pensar que es posible la mutación y la propagación global de un microorganismo (en donde están los virus, las bacterias, entre otros), generando posibilidad de pandemias:

1. El cambio climático global, que genera nuevos ambientes facilitadotes de la reproducción y la mutación de microorganismos;

2. La reproducción masiva de animales para consumo humano (como es el caso de cerdos y pollos), como resultado de la agrotecnología orientada a una alta productividad, genera condiciones peligrosas de confinamiento masivo de animales en condiciones ambientales y sanitarias inadecuadas, lo cual crea ambientes propicios para el intercambio de virus y su diseminación;

3. El debilitamiento de los sistemas públicos de salud y en particular de las estructuras de salud pública, que ha reducido los procesos de promoción y prevención y los de vigilancia epidemiológica (es decir, el seguimiento a las enfermedades), debido a la lógica mercantil de los sistemas de salud –privatizados– que privilegian la asistencia de la enfermedad y no su prevención;

4. La crisis económica mundial, que deteriora aún más las condiciones de vida de la gente, llevando a un debilitamiento de sus respuestas inmunológicas para enfrentar este tipo de microorganismos;

5. La alta migración en el mundo, que hace que una persona, en un mismo día, vaya de un extremo a otro del globo, trasportando microorganismos en su cuerpo.

En este sentido, es posible una oleada de epidemias y pandemias en todo el mundo.

En este contexto, también es necesario preguntarse: ¿Quiénes definen cuáles son las pandemias? ¿Por qué los medios de comunicación, los gobiernos y los organismos internacionales de salud no hacen un despliegue similar al actual con la situación del hambre, que genera mucha más enfermedad y muerte?

Y surge todavía otra pregunta: ¿Quiénes pueden beneficiarse de una pandemia? Levantan la mano la industria farmacéutica y la industria de la atención a la enfermedad.

De otro lado, es claro que el tipo de intervención sobre estos problemas colectivos son mecanismos legitimadores del control social a las poblaciones: confínese, aíslese, tápese la boca, evite las expresiones fraternas con los amigos, tómese el medicamento… todas estas medidas justificadas para evitar la propagación de un virus, pero que finalmente alteran la dinámica de los individuos y la sociedad. ¡Qué mejor en nuestro contexto actual que taparle la boca a la gente!

Es entonces imprescindible ser críticos y activos ante una situación como la que estamos viviendo, que, sin demeritarla, le den su justa medida. Debemos, de un lado, preguntarnos y tratar de explicar: ¿Por qué suceden estas situaciones?, y, de otro, actuar para prevenirlas y contenerlas.

Sin lugar a dudas, estamos en un contexto mundial y nacional propicio para una situación de pandemia, lo cual exige que la gente reaccione críticamente y busque configurar un nuevo modelo de desarrollo que no esté centrado en el consumo masivo, que produzca alimentos sanos para el consumo; que brinde condiciones adecuadas y dignas de vivienda que impidan el hacinamiento, donde la gente tenga acceso al agua potable y un manejo adecuado de los residuos domésticos; que instaure un verdadero sistema de protección social y de salud que desarrolle los mecanismos suficientes de seguimiento permanente a la situación de salud de la población; que afecte los determinantes de las enfermedades infecciosas y que tenga capacidad de respuesta oportuna para contener las epidemias, actuando equitativamente y con una participación activa de la gente, y deje de imponer comportamientos ‘medicalizados’ desde una lógica castrense.

Epidemia y pandemia no pueden ser sinónimos de pánico, subordinación y pérdida de la capacidad crítica; deben ser una oportunidad para evidenciar los impactos desastrosos que produce sobre las condiciones de vida y de salud un sistema de acumulación y expoliación, y movilizarse para transformarlo.

*    Movimiento Nacional por la Salud y la Seguridad Social.

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