Todo libro es un Aladino maravilloso
que abre en nuestros
ojos el mágico palacio del ensueño;
¡Qué vasto proveedor
de ilusión es todo libro,
por árido que sea!
La voz de las horas,
José María Vargas Vila
Libros e historia
El libro ayuda a recorrer caminos de libertad que la humanidad busca. Al comienzo era herramienta privilegiada de la conservación y la transmisión de saberes, se quemaba o se escondía el que pusiera en riesgo el statu quo, y se divulgaba el que lo perpetuaba. La aparición de la imprenta es un acto revolucionario que da la fórmula de difusión masiva del pensamiento. Lutero es pionero en comprender la importancia de divulgar el conocimiento y, al traducir la Biblia y divulgar sus críticas, genera una gran revolución en la Iglesia, la Reforma, que proyecta a la humanidad y le da cimientos a la modernidad. Pero la Contrarreforma atrasa los cambios aunque termine sucumbiendo ante la historia.
Los libros invaden a Europa y las bibliotecas se multiplican; la gran pérdida de Alejandría se resarce aunque no por completo. La Ilustración fuera imposible sin los libros. La Enciclopedia fue arma de “destrucción masiva” que invadió la conciencia emancipadora; la libertad, la fraternidad y la igualdad no se hubiesen encontrado al ritmo de La Marsellesa sin la ayuda del libro, en esa otra gran transformación, la Revolución Francesa. Europa plagó a América de miseria y enfermedades. Sin embargo, luego de toda invasión, los pueblos sometidos redefinen su cultura y transforman al invasor. Asimismo, el primero asimila ante todo las cosas buenas, entre ellas el legado de Occidente resumido en sus libros, donde lo humano supera a la barbarie, más allá de ser utilizados para justificar las masacres de otros pueblos, como se hace con la Biblia y se ha hecho también con el Corán.
Libros en cautiverio
Ese principio liberador y herramienta de paz que es el libro motiva a los presos de conciencia, políticos y sociales de la cárcel La Picota de Bogotá, que a través de las Bibliotecas al Patio pone al alcance directo de los prisioneros cientos y miles de ellos, prestados y donados por los propios detenidos, ONG, instituciones y particulares; también por la “biblioteca central” y la Luis Ángel Arango. La pionera fue la del Patio número 2, bautizada con el nombre de Orlando Fals Borda, padre de la sociología en el país; la del Patio 4, con el de Jaime Pardo Leal, mártir del genocidio de la UP; y la del tercero, con el de Eduardo Umaña, defensor de derechos humanos y maestro de los derechos de los pueblos.
Así, se busca que la población carcelaria haga conciencia de los beneficios de una biblioteca y conozca parte de esa historia mediada por la violencia de nuestro país, identificando los aportes de estos otros hombres y mujeres que, por pensar distinto y luchar por la construcción de otra Colombia posible, son asesinados, perseguidos, encarcelados, torturados. No son ajenos a la realidad y nuestro dolor. Por eso es estimulante recordarlos cuando leemos y ojeamos un libro, periódico o revista, en estas bibliotecas.
La propuesta consiste en que en cada patio, con iniciativa, trabajo y esfuerzo de todos los presos, con el apoyo del área de educativas y la solidaridad de nuestros pueblos, construya tantas bibliotecas como patios hay en la cárcel. Por ahora, aspiramos a que sea en los siete patios del ala oriental de La Picota. Llevamos por ahora tres bibliotecas constituidas, luego de seis meses de trabajo, de esfuerzo.
Es grato observar que unos libros cambian el ambiente y la convivencia carcelaria, cómo se les roba gente al tedio, la pereza, el odio, la frustración; cómo el poema, el cuento, la novela, la historia y la filosofía invaden rincones que antes abrigaban dolor, terror y muerte; cómo se cambia el insulto por una pregunta, una respuesta, una opinión; cómo las revistas muestran en imágenes la realidad que no vemos en las letras, por el analfabetismo; cómo los credos religiosos leen y comparten sus formas de entender la fe; cómo se buscan otras proyecciones de la espiritualidad; cómo se le gana terreno a lo alienante de la televisión, los pasatiempos, los juegos de azar; cómo entre los alias, nombres propios y ficticios se nombran nuevos personajes en la cárcel, recorren los pasillos, se sumergen en las celdas y llegan al oído Sócrates, Platón, Aristóteles, Séneca, Maquiavelo, Moro, Kant, Spinoza, Leibniz, Nietzsche, Freud, Coello, Marx, Ospina, Borges, Freire, Lesing, Dostoievski, Faulkner, Saramago, Lenin, Fusic, Galeano, Sábato, Cortázar, Rousseau, Trujillo, Harnecker, Ponce, Fals, Umaña, Machado, Vargas Vila, García Márquez, Neruda, entre otros que quizá no se hubieran escuchado en estos lugares sin la invasión del libro a estos recintos de muerte donde se sepultan hombres en vida.
Libros y cambio social
En este orden, muchos libros han cambiado a la humanidad. Por ejemplo, el Manifiesto del partido comunista o El capital, de Carlos Marx, que luego de más de 150 años han transformado el planeta y la historia; han hecho posible construir una sociedad más justa, equilibrada, equitativa; millones de personas nos hemos inspirado en este planteamiento para buscar tales cambios, y seguimos en la brega luego de muchos fracasos. Un libro, un autor, su pensamiento, guiando e inspirando la vida y la lucha del hombre. Lo mismo se puede decir de El príncipe, de Maquiavelo, que ilustra bien los pasos por seguir para conquistar y mantener el poder, sin reparos ni escrúpulos. También millones de hombres referencian su quehacer cotidiano en El príncipe, y quizá no haya gobernante hoy que no lo tenga en cuenta para mantener el poder. Ni qué decir de los libros sagrados, guía para tantas religiones, por ejemplo, el Corán o la Biblia, guía política, espiritual y moral de muchos pueblos.
Por esto, el libro debe ser herramienta esencial en un proceso transformador, base de la educación y la resocialización en el espacio carcelario. Pero el cúmulo de papel y tinta, base del libro, en su conjunto no es sino un objeto, para unos de lujo, que decora; para las grandes editoriales, un bien de consumo por el consumo, algo más que se compra para quién sabe qué, y se anuncia y la gente lo compra. ¿Para qué? Para algo será. Es la lógica absurda del consumo-mercado. En la cárcel a veces decora la celda, el cambuche, el rincón; sirve de almohada, de escudo, de arma, de caleta; para algunos es consuelo, amigo, compañía, fuente de sabiduría. Extender estas valoraciones del libro es la razón principal de nuestro trabajo en consolidar el proyecto “Bibliotecas al Patio Orlando Fals Borda”.
Taller Literario José María Vargas Vila
La iniciativa no es sólo acumulación de libros; busca promover su lectura, orientar su comprensión y socializar la experiencia. En ese propósito se realiza el taller José María Vargas Vila, con niveles básicos de resumen, reseña y ensayo, producto de su aproximación al libro. Se hace con los mejores lectores de cada biblioteca. Cada uno lleva su resumen del libro leído en la semana, lo acompaña de un glosario, y en el taller se habla sobre una temática literaria (historia, importancia, función del libro). Luego, un asistente presenta su ejercicio académico con el texto elegido (novela, poemario, política, historia, religión); el lector plantea aspectos del libro. Alguien controvierte y refuerza argumentos, y así pasamos a la etapa final: compartir, discutir términos desconocidos. Al principio nos aproximamos con lo que sabemos, luego usamos diccionarios o libros sobre el tema. Así consumamos un ritual semanal que invoca al objeto sagrado, receptor, reproductor de mundos infinitos de sabiduría en esta búsqueda inconclusa por el encierro. Aquí se disminuye la libertad pero aumentan las angustias y las preguntas.
Así, la lectura en presidio es distinta, alimenta de otro modo, se orienta sistemática, analítica y dialécticamente. Ejemplos hay muchos en la historia sobre cómo parir grandes obras entre rejas. Miguel de Cervantes, Antonio Gramsci, Julius Fucik, Fidel Castro y María Tila Uribe, entre otros.
Clínica del libro
La Biblioteca al Patio, como conjunto de servicios culturales para sus lectores, ofrece reparación y mantenimiento de libros, en el subproyecto “Clínica del Libro”, donde “quedan mejor que nuevos”. Esto muestra el cariño y el compromiso con que se ve este constructo colectivo que borra prejuicios y trabaja por un bien común. De igual modo, a través de este medio libertario, buscamos reconocernos y reconocer a los otros, y reconocer nuestro contexto y el mundo, entendiendo que somos producto social, y que la responsabilidad de estar aquí es compartida entre individuo y sociedad. No podemos hacer del complejo de culpa la peor cadena o la piedra que te hunde en la desesperanza. Los libros y su reflexión han de darnos elementos suficientes para interactuar con el mundo y crear conciencia. Por esto, las Bibliotecas al Patio están de puertas abiertas las 24 horas del día; sin puertas, siempre a disposición del preso, buscando generar sentido de pertenencia, pues es un bien común, no propiedad privada. Aunque hay uno que otro libro que se pierde, son más los que ellos mismos donan, lo que define compromiso, pacto de honradez, como cuota inicial para construir una nueva sociedad.
Continuando un legado
Este proyecto mantiene la consigna de Fals en su proyecto de revistas Alternativa y Cepa: “Atreverse a pensar y luchar es empezar a vencer”. Le agregamos “menos dolor, más amor, todos por la educación”, como forma de protesta contra la atroz guerra a la que nos someten el sistema capitalista y la clase dirigente, lo que nos obliga a repensarnos la salida de este laberinto de odio, dolor y muerte, del que pareciera que no podemos salir. Los presos de conciencia, políticos y sociales creemos que en el libro y en la educación está el hilo de Ariadna que nos ayudará a salir y sepultar el minotauro de la guerra.
Los libros son el polen que lleva las semillas
de la revolución y al mismo tiempo acondiciona
entre hojas letras el terreno
para que germinen los sueños y las utopías.
El Paisa, forjador de libertades en La Picota
¡Done un libro para sembrar semillas de libertad!
Inf.: Oficina de Bienestar Institucional. Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Carrera 8 Nº 40-62, Teléfono: 3400583. Asociación Distrital de Educadores, Sede Norte. Calle 25A Nº 31-30. Tel: 3440742, 2686876. • [email protected].
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