El objetivo de estas líneas es presentar en forma general qué es el Sistema Único de Compensación Regional de Pagos (SUCRE), cuáles son sus funciones y cómo se comportará desde el año 2010. Para ello, es importante hacer una breve presentación del tema, así como exponer algunos antecedentes históricos de los sistemas de pagos regionales de facilitación del comercio.
Desde hace unos 60 años, la moneda predominante en las transacciones internacionales es el dólar estadounidense, función ejercida en el siglo XIX por la libra inglesa. Si por un lado la moneda del país hegemónico tiene gran aceptación en los demás países, por otro las monedas nacionales de los demás países tienen poca o ninguna aceptación fuera de sus fronteras. Es decir, hoy los países necesitan buscar maneras de obtener dólares.
La historia económica de los países latinoamericanos demuestra que prácticamente todos han sufrido o sufren una dificultad crónica para lograr la cantidad suficiente de divisas para cerrar sus cuentas internacionales. Necesitan exportar cada día más, contraer préstamos internacionales o atraer capitales foráneos –mediante la enajenación de los factores productivos nacionales o de la elevada remuneración de las actividades especulativas. A ese problema crónico de ausencia o insuficiencia de divisas en los países periféricos se denominó restricción o vulnerabilidad externa. Ese es uno de los principales problemas del subdesarrollo.
Antecedentes del SUCRE
En la crisis de los años 30, frente a la extrema dificultad para conseguir divisas, Hjalmar Schacht, entonces ministro de Economía y Finanzas de Alemania, presentó un sistema pionero de comercio compensado para posibilitar que los países incrementaran sus intercambios sin tener que utilizar sólo la moneda de referencia internacional. Vale la pena investigar respecto al primer sistema monetario regional creado en Europa, en 1950, la Unión Europea de Pagos (UEP), convenio de créditos fundamental en la construcción de la Unión Europea. Asimismo, la Cepal (Comisión Económica para América Latina) propuso la creación de un sistema regional de pagos compensados.
A mediados de los 60, los países miembros de la Asociación Latinoamericana para la Integración (Aladi) crearon un mecanismo para el comercio intrarregional, utilizando menos dólares. Amén de facilitar el comercio, la iniciativa sirvió para disminuir la dependencia de cada país ante la moneda internacional. Así, en el marco de Aladi fue creado en 1966 el Convenio de Pagos y Créditos Recíprocos (CCR). Participaron de esa iniciativa los bancos centrales de 12 países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Pero sólo en 1982, por la crisis de la deuda externa y el empeoramiento de los problemas de restricción externa de los países periféricos, ganó fuerza el Convenio Aladi. El instrumento se volvió efectivamente rápido, seguro y barato, cumpliendo su función de facilitar los pagos del intercambio comercial en la región.
¿Cómo ha funcionado el Convenio Aladi hasta hoy? Los bancos centrales de los países firmantes asumen el compromiso de aceptar débitos provenientes de operaciones de importación y exportación en el ámbito de Aladi. Los débitos y los créditos de todos los países son compensados multilateralmente cada cuatrimestre, en el último día útil de abril, agosto y diciembre de cada año, de modo que son transferidos en dólares sólo los saldos resultantes. Es decir, ese instrumento permite la compensación de pagos de las exportaciones e importaciones entre los países, disminuyendo la necesidad de recurrir a dólares para transacciones internacionales y alivianando sus problemas de restricción externa. El mecanismo tiene el objetivo de reducir los flujos internacionales de dólares y preservar las reservas internacionales de los países miembros. En momentos de crisis, en los cuales se intensificó el problema de la falta de divisas, el Convenio Aladi ha representado una importante solución para los países. Muchos gobiernos imponían como obligatorio el uso del Convenio en su comercio intrarregional, lo que estimula el aumento de su utilización hasta fines de los 80. Durante algunos años, cerca del 90 por ciento del valor de todas las importaciones intrarregionales se realizaron mediante el Convenio Aladi. Eso significa que el dólar como tal se ha utilizado para realizar el pago de apenas un 10 por ciento de esas importaciones.
Evidentemente, ese mecanismo no le convenía a Estados Unidos, que veían una pérdida acelerada del poder de señoreaje del dólar. su reacción se dio clara y contundentemente en el Acuerdo de Basilea, en 1988. El Fondo Monetario Internacional (FMI), organismo controlado por el gobierno estadounidense, pasó a desestimular el Convenio. En Brasil, el gobierno de Fernando Henrique Cardoso fue de los primeros en restringir su utilización. No tardó mucho para que Argentina y otros países hicieran lo mismo. Sin las principales economías de la región, el mecanismo perdió fuerza y prácticamente desapareció: en 2003, sólo el 1,5 por ciento de las importaciones intrarregionales fueron realizadas a través del Convenio Aladi.
Además de las restricciones, las prohibiciones o los desestímulos de los organismos financieros internacionales, parece evidente que por general los países únicamente piensan en iniciativas de ese tipo cuando hay extrema dificultad para obtener divisas. De otro lado, mientras haya recursos disponibles, se verifica que muchas veces se prefiere recibir los pagos en cash que cargar deudas ajenas durante cuatro meses –sobre todo en el caso de los países que consiguen elevados superávits en el comercio regional.
En 2003, el presidente Lula da Silva, de Brasil, retiró las restricciones al Convenio Aladi. Desde 2004, Venezuela intensificó como ningún otro país la utilización del instrumento. A partir de entonces se nota una reactivación del mecanismo: en 2008 representó casi un 9,0 por ciento de las importaciones intrarregionales. Pese a mejorar, el Convenio sigue subutilizado, además de no contemplar casi ningún país de América Central y el Caribe.
El SUCRE y su funcionamiento
En las primeras semanas de 2010, los países que integran la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) concretaron las discusiones para poner en marcha el SUCRE. El mecanismo tiene el mismo nombre de la antigua moneda ecuatoriana, sustituida por el dólar a fines de los 90. Además, hace referencia al libertador Antonio José de Sucre, quién tuvo destacada participación en las guerras de independencia contra el imperio español.
El SUCRE es una unidad monetaria para el comercio entre los miembros del bloque y no una moneda como tal. No circulará y sólo se utilizará por los bancos centrales como forma de contabilizar ese intercambio. Su valor fue definido en 1,25 dólares, aunque pudiera haber sido definido en 7,42. En otras palabras, el dólar sigue siendo la referencia. Quizá con el tiempo se pueda sustituir el papel de la moneda estadounidense por una canasta de monedas o ciertos bienes de referencia, por ejemplo el petróleo.
Para conformar ese sistema en el marco del Alba, los gobiernos de Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y Venezuela crearon un Consejo Monetario Regional para administrar tres estructuras: la moneda virtual SUCRE, la Cámara de Compensación de Pagos entre los bancos centrales y un Fondo de Reservas y Convergencia Comercial. Además de los bancos centrales, el Banco del Alba también participará activamente en el proceso. Antigua y Barbudas, Dominica, Honduras, y San Vicente y Granadinas aún realizan gestiones para ingresar en el sistema.
El funcionamiento del SUCRE será sencillo. Veamos el ejemplo de una transacción:
- Exportador boliviano e importador venezolano se ponen de acuerdo, determinando el precio de un producto X en dólares;
- El importador venezolano va a un banco comercial en Venezuela y cancela en bolívares el monto correspondiente al producto X;
- El banco comercial venezolano le entrega los bolívares al Banco Central de Venezuela (BCV), quién los convierte en la cantidad equivalente de SUCREs;
- A través de la Cámara de Compensación de Pagos, el BCV le ‘paga al Banco Central de Bolivia en SUCREs;
- El Banco Central de Bolivia le transfiere a un banco comercial boliviano el monto correspondiente en bolivianos (de ese modo se cierra el ciclo de la operación, todavía sin la necesidad de gastar ni un solo dólar);
- De seis en seis meses se hace un balance de las compras y las ventas de cada país dentro de la Cámara de Compensación, de tal manera que sólo la diferencia es pagada en dólares.
A continuación se presenta una demostración gráfica de cómo se presenta el funcionamiento de la Cámara de Compensación de Pagos.

Conclusiones
Al facilitar el comercio regional sin obligación de utilizar dólares, el SUCRE tendrá un papel de estimulador del comercio entre los países del Alba, hoy muy limitado. Según el Banco de Comercio Exterior de Venezuela (Bancoex), en 2008 el país importó cerca de 45,1 mil millones de dólares. De eso, más de 11,8 mil millones (26% del total) fueron de Estados Unidos. Un 15 de Colombia; un 9 de Brasil y lo mismo de China. O sea, un 60 de las compras venezolanas provienen de cuatro países. Sumados, Argentina (2,4%), Bolivia (0,9%), Ecuador (1,2%), Paraguay (0,3%), Perú (2%) y Uruguay (0,5%) alcanzan el 7,3 por ciento. Cuba representa el 0,1 del total de las compras venezolanas; República Dominicana el 0,04 y Nicaragua el 0,03. Las participaciones de Antigua y Barbuda, Dominica, y San Vicente y Granadinas son menores.
Los números demuestran que Venezuela gasta relativamente pocos dólares en sus compras desde los países del Alba. Por otro lado, si se observan las compras de los países del Alba desde Venezuela, la realidad es distinta. Es decir, sin duda el SUCRE como alternativa ante el dólar tendrá un impacto mucho mayor para los demás países del Alba que para Venezuela. Ese es el compromiso que la principal economía del Alba tiene que asumir. El gran esfuerzo debe dirigirse a la complementación de las cadenas productivas y la intensificación del comercio intrabloque.
Además, es claro que el éxito del SUCRE depende en especial del equilibrio comercial entre los países del Alba. Porque el instrumento tiene muy poca utilidad en el caso de grandes desequilibrios en las balanzas de importación-exportación. Es decir, cuanto más elevados los montos comercializados y cuanto mayor la complementariedad, más útil será el SUCRE. Igualmente importante es el Fondo de Reservas y Convergencia Comercial de los países del Alba. En el caso del Mercosur, también hay un Fondo para la Convergencia Estructural.
El gran desafío es crear simetrías e impulsar procesos convergentes, coordinados y complementarios de desarrollo económico, orientando hacia la región la producción, el financiamiento y el avance tecnológico. En ese sentido, todas las recientes iniciativas, que incluyen el Banco del Alba, están entrelazadas.
El SUCRE no es un fin sino un medio que garantiza mayores recursos financieros y menos volatilidad externa dentro del Alba. Cada dólar economizado en el comercio internacional intrarregional se podrá asignar a proyectos de industrialización, modernización productiva, complementación económica, mejora de la calidad de vida de las poblaciones y obras de infraestructura para la integración física.
En febrero de 2010 empezaron las transacciones. En la primera operación comercial con el SUCRE, Venezuela exportó 360 toneladas de arroz a Cuba. A la vez, Bolivia anunció la compra de cemento asfáltico venezolano, mientras Venezuela importará de ese país madera, alimentos, textiles y artesanía. Está abierto el camino. Ahora se trata de profundizar los estudios, los trabajos y el compromiso de los países con el largo proceso de integración regional a favor de los pueblos.
* Miembro del equipo del Portal alba, economista y alumno de maestría en Economía Política Internacional en la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ). El autor agradece los comentarios de Raphael Padula y Luiz Fernando Sanná Pinto.
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