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El sacerdote Camilo Torres Restrepo

El pasado 15 de febrero se realizaron en todo el país actos recordatorios del sacerdote Camilo Torres, incluyendo la presentación del libro Mensajes visionarios, con motivo de los 45 años de su muerte. Recordemos algunos aspectos sobre él.

Quienes tuvimos el privilegio y la alegría de conocer y acompañar a Camilo, como familiarmente lo llamábamos sus amigos y también la clase popular, lo recordamos como alguien sencillo, cordial, alegre, de carcajada fácil; enemigo a muerte de chismes, calumnias, descalificaciones a personas u organizaciones. Buscó la unidad de los sectores democráticos y de izquierda. Algo iluso. Inicialmente reunió a figuras prestigiosas del Partido Liberal, el Partido Socialista, el MOEC, el Partido Comunista (PC), y organizaciones sociales y universitarias. Les habló de su idea de un Frente Unido Popular. Por diversas razones, la mayoría de esas organizaciones no se vinculó a su proyecto. Sólo lo hizo el PC, aunque con diferencias que afectaron la buena marcha del que se conocería posteriormente como Frente Unido, ya que Camilo defendió con vigor la abstención electoral, en tanto que el PC apoyaba la vía de las urnas.

En una de esas reuniones, por solicitud de Camilo se constituyó un comité coordinador nacional, integrado por siete personas, entre ellas quien escribe esta nota. En un homenaje que por entonces se le hizo, Camilo anunciaba en la Universidad Nacional: “El lunes pasado se realizó una reunión que tengo la esperanza de que sea histórica, en la que estuvieron el MRL, las juventudes del MRL, el Partido Comunista, la Democracia Cristiana, el MOEC, el FUAR, y un grupo llamado Integración de Profesionales e Industriales Jóvenes. Se estableció un comité coordinador. Naturalmente, este comité y estas personas concitarán muchas resistencias entre personas que no quieren alinearse dentro de algunos de esos movimientos, pero quieren colaborar a la revolución colombiana”.

En una nueva ilusión de Camilo, los integrantes del comité coordinador adelantaron inicialmente algunas labores. Luego, dejó de existir. Sin representar a ningún grupo, seguí acompañando a Camilo.

Desde cuando estudió en Bélgica, pensó en crear algún tipo de organismo que aglutinara médicos, arquitectos, sociólogos y otros profesionales que vivían en el exterior, a fin de que, desde sus profesiones, hicieran algo por Colombia. En ese empeño creó el ECSISE o Equipo Colombiano de Investigaciones Socioeconómicos. A su regreso al país, insistió en su empeño al convocar las reuniones ya mencionadas. Los políticos profesionales, aduciendo diferentes razones, algunas lógicas, como las de quienes decían tener sus propias organizaciones políticas y su visión no coincidía con la del sacerdote, juzgaban a Camilo como un despistado, ignorante de los problemas políticos del país. Finalmente, se vio rodeado por quien él llamó “los no alineados”: universitarios, algunos dirigentes sindicales y comunitarios, y otros.

Nunca se definió como vocero del proletariado pero dio enorme aporte al proceso político de la “clase popular”. Cuando utilizó esta expresión, se erizaron los marxistas que lo rodeaban. Dijo: “Sé que sociológicamente esa expresión es incorrecta, pero es la que el pueblo entiende”.

Nacido en un hogar culto, los hábitos y las creencias de sus mayores no impidieron su compromiso con los sectores populares. Nació en Bogotá en 1929. Su familia era influyente y conocida en los círculos de la burguesía adinerada de la capital. Calixto Torres, su padre, fue médico de niños ricos, muy apreciado y calificado. Isabel Restrepo, su madre, era una mujer activa, inteligente y simpática. Ambos provenían de familias librepensadoras, es decir, poco creyentes en cuestiones religiosas. Sus padres lo llevaron muy joven a Europa, y desde entonces tuvo contacto con el mundo y los idiomas extranjeros.

En 1946 terminó su bachillerato en colegio para niños de familias adineradas y de alta posición social y en 1947 ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. El rumbo de su vida cambió por la visita de sacerdotes dominicos franceses, cuya misión era despertar vocaciones religiosas, pues hablaban de la “Iglesia de los pobres”, comprometida y militante con la causa social. Entonces Camilo decidió hacerse sacerdote, dentro de esa visión. Sus agnósticos padres se alarmaron y se opusieron, pero Camilo finalmente ganó la partida. Como concesión a ellos, no ingresó en la comunidad dominicana, particularmente mal vista por sus padres, sino al Seminario Conciliar de Bogotá. En 1954 se ordenó. En el Seminario leyó la doctrina social de la iglesia católica y se inquietó por los asuntos sociales. Desde entonces, se interesó por el desarrollo de la comunidad. Contribuyó a la creación de la Secretaría de Desarrollo Comunitario (Sedec), anexa a la Facultad de Sociología, y fue designado como su director, posición desde la cual desarrolló campamentos universitarios en Casanare, Vichada y Vaupés.

Enemigo de lujos, comodidades y riquezas, vendió su automóvil, diciendo: “De qué me sirve tener cómo movilizarme si el automóvil me aleja de los pobres”. Ya sacerdote, se inscribió en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) para estudiar sociología. Su madre lo acompañó y fue su mano derecha en el manejo del apartamento en que se instalaron. Vale la pena anotar que por su enclaustramiento en el seminario y luego su viaje a Europa, no vivió de cerca los difíciles días del asesinato de Gaitán, la violencia posterior y el gobierno de Rojas Pinilla, hechos que estudió y analizó posteriormente.

Cuando regresó de Europa, un periodista le preguntó qué pensaba del marxismo. Respondió que era una excelente herramienta para analizar la sociedad colombiana, aplicándola a la realidad concreta del país. Al preguntársele si era comunista, dijo que no pero mucho menos anticomunista, agregando que entre marxismo y cristianismo no existía contradicción, pues en la práctica los partidarios o militantes de una y otra doctrina buscaban dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, enseñar al que no sabe.

En su empeño de contribuir a la construcción de un movimiento popular, comenzó a recorrer el país y emitir una serie de mensajes con su pensamiento cada más politizado. En una movilización en la población de Viotá, fue golpeado por la policía, lo mismo que en Girardot. En Medellín fue encarcelado. ¿Qué facilitó este tratamiento? Había entrado en choque con la jerarquía católica, que lo descalificó como sacerdote y pidió que lo llamaran “señor Torres”. De modo que Camilo pidió su reducción al estado laical, aunque agregando que él había sido consagrado sacerdote para toda su vida.

En agosto de 1965 fue invitado por los dirigentes del ELN a visitar su campamento. En octubre en una muy discutida decisión personal, pues se sentía amenazado, se vinculó a la guerrilla en la que murió en febrero de 1966.

Camilo, junto con Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, fundaron la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional (más tarde, “Departamento de Sociología”, de la Facultad de Ciencias Humanas). En el momento de retirarse del sacerdocio activo, era el capellán de la misma universidad.

En América Latina, el pensamiento de Camilo se abrió campo. Surgieron los sacerdotes del Tercer Mundo en Uruguay y Argentina, tuvo repercusiones en España y muchos posteriores seguidores suyos.


Recuadro

Algunos pensamientos

“Necesitamos la unión por encima de los grupos. Es lastimoso el espectáculo que da la izquierda colombiana. Mientras la clase dirigente se unifica […],  la clase popular, que no cuenta más que con la superioridad numérica, es pulverizada por los dirigentes de los diferentes grupos que muchas veces ponen más énfasis en atacarse el uno al otro que en su lucha contra la clase dirigente”.

“La unidad popular implica todas las formas de unidad, obrera y campesina. Como lo que se plantea como objetivo final es la toma del poder, entonces son válidos todos los instrumentos que ayuden a tomar el poder: la unidad del sindicalismo, la unidad de los campesinos, la unidad de los estudiantes. Todo tipo de unión es útil”.

“Necesitamos algunas condiciones indispensables para hacer la unión. La revolución es un ideal que debe fijarse de una manera determinada y precisa. No podemos unirnos con base en ilusiones vagas; una de las primeras condiciones es lograr que la clase popular tenga una conciencia de cambio”.
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“De la misma manera que el Libertador Simón Bolívar promulgó su decreto de guerra a muerte en la lucha emancipadora, nosotros debemos promulgar hoy también un decreto de lucha a muerte, aceptando todo lo que sea revolucionario, venga de donde viniere, y combatiendo sin cuartel todo lo que sea antirrevolucionario, venga de donde viniere”.

“La palabra revolución desgraciadamente ha sido prostituida por nosotros, los que pretendemos ser revolucionarios; se ha utilizado con ligereza, como una afición sin verdadero respeto y sin verdadera profundidad”.

“Yo considero a Estados Unidos como enemigo del pueblo colombiano. No al pueblo de ese país si no a su sistema de grandes capitalistas. Y por eso, como sucedió con la independencia de Colombia, que los latinoamericanos tuvieron que unirse para luchar contra España, así en esta época nosotros debemos unirnos contra los Estados Unidos para luchar por nuestra liberación”.

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