Del 30 de septiembre al 3 de octubre, la Universidad del Valle fue testigo de un nuevo y gran paso hacia el Congreso de los Pueblos. Se trataba del Congreso de Tierras, Territorios y Soberanía, que se llevó a cabo entre el viernes 30 de septiembre y el martes 4 de octubre. A diferencia de las imágenes que estamos acostumbrados a ver sobre los congresistas –personalidades encumbradas y alejadas de la gente–, en este caso los congresistas fueron las personas que habitan este país a lo largo y a lo ancho, en sus partes altas y bajas; con lenguas, acentos, colores de piel, dolores, sueños y memorias diversas.
Estaban los que son
Sí, allí estaban legislando quienes conocen las quebradas y saben que de allí el agua emerge pura para la vida, pero también estaban quienes durante siglos han habitado los ríos y las costas, entre el chapuce de la atarraya y las melodías que se levantan en las inmensas noches de pesca; pero también estaban esos niños, mujeres y hombres que conocen el silencio, el palpitar y los olores profundos que durante cientos de años son como un secreto sólo conocido entre los habitantes de las minas legitimas y artesanales. Se reunió un gran ramillete de mujeres y hombres que palpitan con este territorio desde la lejanía geográfica o la presencia urbana, hasta la profundidad de los tiempos de antes y los tiempos de hoy. Un congreso con la fuerza territorial de los hermanos indígenas, campesinos y afros.
La piedra en el zapato
El espíritu del Congreso de los Pueblos concreta su ejercicio legislativo en mandatos que se deben cumplir y desarrollar en los diferentes campos de trabajo. Para el caso específico del Congreso de Tierras, Territorios y Soberanías, se da un mandato de mandatos sobre Tierras, Territorios y Soberanía, siete mandatos temáticos y 10 macrorregionales.
¿Qué sucedió en el Congreso? Que la reunión de los numerosos procesos empieza a permitir la construcción de un nuevo mapa sobre las problemáticas que aquejan a la comunidades y el conjunto de la sociedad, lo cual ayuda a organizar los diagnósticos, los actores, las propuestas y las agendas; empieza a tejerse un liderazgo reconocido por diversos actores sociales. Principalmente fue un sentir de los congresistas o asistentes. Este sentir empieza a afirmarse bajo la idea de que con los próximos certámenes por realizar, como el de educación, mujeres, bakata, urbano, etcétera, se podrán superar las generalidades y empezar a construir ejercicios de legislación desde la complejidad de los territorios, el acumulado de propuestas históricas y los variados actores allí presentes, algo similar en términos prácticos a lo sucedido en el páramo de Santurbán.
El momento por el cual está pasando el mundo y los hechos que suceden en nuestro país permiten enriquecer las lecturas sobre un hecho social como este congreso. Según Iván Cepeda, representante del Movimiento de Víctimas, “este es un congreso de gran importancia, los campesinos, indígenas y afros están ubicados en los territorios en donde se encuentra los intereses del capital en un momento de reacomodamiento global del sistema”.
Un final en marcha inicial
Los congresistas abandonaron la Universidad del Valle el martes 4 a la madrugada, rumbo a la mina La Colosa, en Cajamarca (Tolima), en protesta por el proyecto de la multinacional Anglo Gold Ashanti. Una larga caravana de buses abandonó las tierras planas donde se fraguaron las ideas y los sueños, para subir una cordillera que está llena de títulos mineros. En su recorrido se encontró el famoso túnel de La Línea, los viaductos que se construyen por la zona tolimense donde está ubicado el proyecto minero, zona muy hermosa que por sus cimas produce cierto vértigo, aunque no se sabe si esta sensación es producto de las alturas o del dolor por el crimen minero que se está gestando, en una estrella fluvial que quieren apagar, condenándonos a la muerte y la desgracia a todos nosotros.
Nos detuvimos en la vereda La Estrella, en Las Hamacas, un estadero al lado del río Mermellón, a dos kilómetros de Cajamarca. Desde allí se inició una marcha de unas 4.000 personas, acompañada por los pitos solidarios de los camioneros. En los rostros de los habitantes de Cajamarca se notó sorpresa ante la inesperada visita de indígenas, negros, rolos, campesinos, jóvenes. Causa amable extrañeza la cara del país en su municipio, con una presencia y un mensaje solidarios. En la plaza del pueblo se leyó el mensaje del Congreso y se hicieron reconocimientos a algunas de las personas que han abanderado la lucha contra el proyecto minero, todo esto acompañado de un ambiente de hermandad y música, eso sí, sin olvidar los agradecimientos por el alivio que trajo la olla comunitaria.
Recuadro 1
Voces de las regiones
Necesitamos autonomía
“Allí en la zona alta viven las comunidades indígenas y en la zona baja viven las comunidades afrodescendientes. En la zona baja hay problema porque los ingenios azucareros se apoderan del agua. Hemos construido un diagnóstico que nos permite conocer todo lo relacionado con el agua en nuestro territorio, pero aún estamos viendo cómo avanzar, por ahora desde la parte alta tenemos la propuesta de autoridad ambiental, pero hemos parado un poco porque no queremos que esto sea un aparato. Tenemos el reto de construir una autoridad ambiental indígena y afrodescendiente. Cuando hablamos de tierra y territorio, necesitamos autonomía, y para esto es importante tener las formas de aprender a solucionar nuestros conflictos internos” (Mujer integrantes de la ACIN (Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca).
Debemos ser los administradores de estos territorios
“El Río Saldaña está condenado a desaparecer por la minería en Ataco y otras minas. Teniendo en cuenta que los indígenas vivimos en los territorios donde nacen las aguas, proponemos que debemos ser nosotros los administradores de estos territorios. Debemos retomar, además, el proceso del referendo por el agua”. (Representante del Consejo Regional indígena del Tolima)
La ley del silencio existe
“Hemos venido a este Congreso con mucho sacrificio para ver el país que soñamos como clase popular, como campesinos, indígenas, negros y demás sectores. Que se refleje la paz. ¿Cómo se refleja la paz? Que todo el mundo tenga ocupación, que hagamos una reforma agraria acorde a las diferentes visiones. Una de las problemáticas es la lucha por la tierra desde hace más de quinientos años, pero con esta ola de violencia, uno no puede contar toda la historia, pero lo único que digo es que la ley del silencio existe”. Ana Granja Castillo, compañera afro del municipio Francisco Pizarro, vinculada al Consejo Comunitario Río Patía, al PCN y a la Mesa Departamental de Mujeres de Nariño.
Privatizan el agua
“En Nariño nos preocupa la entrada de siete multinacionales con permiso de explotación minera. De los 64 municipios, en 52 habrá actividades de explotación minera. Cuentan nuestros abuelos que hay minas que tienen 200 y 300 años, hoy el gobierno, al entregarlas a las empresas para su explotación, condena a la miseria a muchas comunidades, además de la contaminación para las comunidades agrícolas y toda la población. Otro problema es el plan departamental de agua que vuelve al agua mercancía, los acueductos comunitarios que son un acumulado social, los están privatizando. Se está generando un movimiento social para exigir la revocatoria de las licencias mineras”. (Robert, integrante del CIMA -Comité de Integración del Macizo).
Somos víctimas de la minería
En el Cauca vivimos una difíl situación humanitaria porque todos los días hay enfrentamientos y la población civil es la que más ha resultado afectada, van 62 muertos en 2 años. Somos víctimas de la minería, ante lo cual la comunidad ha empezado a reaccionar. Por otro lado somos víctimas de los señalamientos del sector terrateniente en términos de ponernos a confrontar entre campesinos, indígenas y afrocolombianos. Este Congreso busca consolidar actos legislativos de carácter popular, líneas estratégicas de acción y el fortalecimiento de la unidad popular. (Feliciano Valencia, Nasa, líder del Congreso de los Pueblos)
Recuadro 2
Mucho más allá del encuentro
El encuentro, las vivencias, la motivación y las propuestas son el punto de partida de la experiencia Congreso de Tierras, Territorios y Soberanías, vivido el fin de semana (30 de septiembre al 4 de octubre) en Cali.
El encuentro de afrodescendientes, indígenas, campesinos, estudiantes y muchos más, de adultos y niños, el encuentro de los pueblos en un espacio de participación, de escucha, de compartir experiencias y vivencias, en un espacio de mandatos, un espacio ‘otro’ para el compartir la palabra, la experiencia, el alimento y el territorio, todo ello permite mucho más que un encuentro.
No conocemos con exactitud el número de personas que lo integraron. De hecho, poco importa cuando se está en una pequeña Colombia donde la diversidad se expresa, se siente, se entiende, se vive; donde la realidad mía y del otro es contada por quien la vive y no por un mediador ‘otro’ que traduce o interpreta esa realidad desde su propia subjetividad.
Muchos son los asistentes, los participantes; muchos son o somos el Congreso de los Pueblos, el Congreso de Tierras, Territorios y Soberanías.
Todos aportamos experiencias, muestras culturales, alimentos, alegrías y preocupaciones. Hicimos partes de parte de la instalación del Congreso, de sus presentaciones artísticas y de sus llamados; participamos en las siete mesas temáticas, de diálogo, de discusión, de mandato; las mesas representaban los principales temas de trabajo, importantes y representativos en la soberanía, la tierra y el territorio.
Todos los temas por discutir responden a las necesidades de ayer y de hoy, a las preocupaciones por el mañana, a las problemáticas existentes, a las realidades de las diversas comunidades en los distintos territorios. Por ello se discutió en torno a las tierras; a las economías extractivas, minero-energéticas; al agua, la identidad, los saberes y las culturas; a la economía propia y la soberanía alimentaria, acerca de los territorios y procesos urbanos, y en torno a la guerra, y el conflicto social y armado*.
Poner “sobre la mesa” las bases de la discusión fue el primer paso; escucharnos, comunicar lo deseado, lo necesario, para en seguida entender el sentir de los presentes, el sentido del encuentro, para que de esta manera pudiéramos evidenciar y construir colectivamente los mandatos necesarios que desde el Congreso de Tierras, Territorios y Soberanías se proponen junto a algunas de las acciones necesarias para dar así un paso más en la búsqueda de un país en donde legislen los pueblos.
* Ver mandatos de cada mesa en http://www.desdeabajo.info/actualidad/colombia/item/18236-mandatos-generales-congreso-nacional-de-tierras-territorios-y-soberanías.html.
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