El atentado contra el ex ministro del Interior Fernando Londoño ha puesto sobre la mesa, una vez más, el debate sobre la existencia de una derecha armada que se hace pasar por insurgente para desviar debates políticos en momentos cruciales.
Los uribistas no dudaron en señalar a las farc como los responsables del atentado que cobró dos vidas, y el propio Londoño, en declaraciones públicas, descartó la posibilidad de que fuera obra de la derecha cuando pidió que el Gobierno aclarara quiénes son los supuestos autores intelectuales de la derecha colombiana. Nadie le respondió porque esa derecha armada no es una invención de los uribistas sino del Estado.
En el retrovisor
En noviembre de 1995, los militares asesinaron a Álvaro Gómez Hurtado, dirigente conservador, hijo del poco lamentado Laureano Gómez y hombre fiel de la derecha colombiana. El Estado mismo no tuvo reparo alguno en asesinarlo, y entre los motivos figuraba la necesidad de justificar el estado de sitio declarado por Samper, pues la Corte lo había tumbado. El cadáver de Gómez Hurtado ni se había enfriado y el Gobierno salió con un nuevo estado de sitio que la Corte aceptó a la luz de los nuevos hechos de violencia. Su caso no es aislado. Tres años después, el general Landazábal Reyes también fue asesinado por los suyos. La idea de que la derecha ataque a los suyos no es nueva. Inclusive, Germán Vargas Lleras insinuó que elementos en el DAS estaban detrás del atentado en contra suya.
Sin embargo, es más probable que el atentado contra Londoño forme parte de esa otra violencia derechista, la campaña electoral armada. Todos sabemos que la campaña de Uribe para la Presidencia del país en 2002 fue violenta. Las auc hicieron una campaña abierta a su favor, matando a diestro y siniestro con el fin de garantizar su elección y el 35 por ciento del Congreso que Mancuso reconoció que eran fichas de las auc. De la otra campaña armada no se habla tanto: los falsos positivos de supuestos atentados en contra del candidato.
Hubo varios anuncios de bombas o complots descubiertos por el DAS para atentar contra Uribe durante la campaña presidencial de 2002. En la medida en que intensificaba la supuesta campaña de las farc en su contra, su popularidad se disparó y se le veía como el hombre fuerte que la guerrilla temía. Era una estrategia de publicidad armada. El caso más sonado de esa estrategia es el atentado de Barranquilla en abril 2002, cuando murieron varias personas, todas prescindibles en el camino a la Presidencia. Barranquilla volvería a ser lugar de otros falsos positivos. Debemos recordar a la guerrillera Jessica y los falsos positivos de carros bombas en Bogotá que pusieron algunos integrantes del ejército. Que haya atentados falsos no es nuevo, e inclusive en algunos casos la “justicia colombiana” lo ha aceptado.
El 7 de agosto
El atentado del 7 de agosto de 2002 nos da más pistas sobre el caso de Londoño y cómo son los falsos positivos de la publicidad armada. El día en que Uribe se posesionó, varios cohetes cayeron sobre Bogotá, uno contra el Congreso y otro a unos cien metros de su blanco, que mató a varias personas en el barrio El Cartucho. En seguida tildaron a las farc de ser responsables, y Mockus salió a la prensa con lágrimas, lamentando que las farc no dejaran vivir en paz a la pobre gente de El Cartucho, ignorando por completo que el mayor atentado contra El Cartucho lo hizo él mismo al expulsar a miles de personas y destruir sus casas para hacer un parque que usa muy poca gente.
Sin embargo, no fueron las farc. Hay varias razones para creerlo. Primero, la prensa mostró los cohetes que quedaban en la casa de donde salieron lanzados y dijeron que eran de una calidad militar. Eso ya nos dice algo. Pero hay unas preguntas, entre ellas esta: ¿Por qué las farc no lanzaron más cohetes ese día contra otros blancos? A muy poca distancia del lugar de los hechos queda la Escuela Militar. El Cantón Norte tampoco queda tan lejos, comparado con la Casa de Nariño. Pero no lo hicieron. De hecho, nunca más volvieron a emplear esa tecnología. No es creíble, pues cuando las farc desarrollaron la capacidad de lanzar pipetas de gas, lo hicieron a diestro y siniestro, matando a muchos civiles en el proceso, como fue la masacre de Bojayá. Los impactos sobre la población civil no impidieron que las farc siguiera utilizando esa tecnología.
Entonces, las farc nunca tuvieron esa capacidad. De tenerla, seguramente hubieran atentado contra batallones de alta montaña, entre otros blancos fáciles para semejantes cohetes. Después del atentado, se especulaba sobre la participación y el adiestramiento recibido por parte del grupo irlandés IRA. Sin embargo, en todos los años de atentados perpetrados con morteros por el IRA, tampoco mostraron esa capacidad. Los morteros del IRA eran artefactos sencillos que alcanzaban los 500 metros y eran muy poco precisos, como se vio en el atentado contra la residencia del primer ministro de Gran Bretaña, John Major, en plena guerra de Iraq. Los morteros cayeron muy cortos y ninguno dio con el blanco. Fue un atentado que mostró mucha osadía pero poca capacidad técnica. La tecnología utilizada el 7 de agosto era de nivel militar porque lo hicieron los militares.
Ahora, con Londoño, estamos ante una situación parecida. Los autores del atentado usaron una bomba lapa, algo que no es tan sencillo, pues el imán puede interferir los circuitos de la bomba, haciéndola estallar antes de tiempo. Si se usa una sustancia pegajosa, se crean otros problemas para el autor. Pero la prueba más grande consiste en que es poco probable que volvamos a ver esa tecnología empleada, y no la veremos usada contra militares. Si las farc tienen cómo fabricar bombas lapa, la vida de todo militar o policía que viaje en un vehículo corre peligro, pero las fuerzas militares nada han hecho para impedir que eso pase. En Irlanda, cuando el IRA desarrolló ciertos niveles en este campo, en seguida la fuerza pública británica tomó medidas para contrarrestarlas. La tranquilidad de la cúpula militar nos dice todo. Si las farc pudieron hacer eso, hubiéramos visto muchos atentados contra las fuerzas armadas y no este atentado contra un ex ministro del Interior. ¿Por qué no atentaron contra un Ministro del gobierno Santos? Pues, no habría ninguna ventaja mediática para los uribistas.
Irlanda
Hay casos parecidos en otras partes del mundo. En 1974 estallaron tres bombas en Dublín, la ciudad capital de Irlanda, y otra en Monaghan, un pueblo cerca de la frontera con Irlanda del Norte. En total, 26 personas perdieron la vida ese día. Inicialmente se intentó culpar por fuera de toda lógica al IRA. Luego señalaron a los grupos paramilitares leales a la Corona inglesa. Esta última explicación tenía más sentido pero obviaba una pregunta fundamental, teniendo en cuenta que esos grupos probritánicos nunca habían demostrado la destreza requerida para fabricar bombas de alta potencia. ¿Cómo lo hicieron en 1974? Otra vez la respuesta fue sencilla: sí, esos grupos pudieron haber participado en los atentados, pero las bombas fueron fabricadas por los servicios de inteligencia de Gran Bretaña. El gobierno británico se niega hasta hoy a colaborar con una investigación de la masacre, y la policía irlandesa nunca ha mostrado mayor interés en el caso. De hecho, cerraron el caso después de unas semanas a pesar de tener en su poder una lista de sospechosos que nunca fueron llamados a indagatoria.
Los atentados contra Uribe siempre han estado lejos de poder herirle. Sale ileso de los atentados o son descubiertos mucho antes. Londoño, sin embargo, casi muere en el atentado. Él es otro ‘Gómez Hurtado’ o ‘Landazábal Reyes’. Un hombre importante, pero no imprescindible, para el régimen. Con amigos como los suyos, señor Londoño, ¿quién necesita enemigos? Estamos ad portas de otra campaña de publicidad armada para mostrar que Uribe, que ni siquiera tiene significativo poder político en este momento, representa un mayor obstáculo para la guerrilla que el propio presidente Santos, con 400.000 hombres armados a su disposición. Que Uribe sepa los detalles de esa campaña es asunto aparte, pero la gente que le hizo la campaña armada en 2002 le está haciendo otro favor, quiéralo o no. Señor Londoño: arrímese más a Uribe. Lo que sabemos es que en las campañas armadas él es el único que no muere. Es mejor pararse justo a su lado para que no pase nada. Buena suerte con eso.
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