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El mundo de los Premios Nobel… y otros premios

El mundo de los Premios Nobel… y otros premios

De premio y otros reconocimientos, entre ellos el Nobel tiene especial realce, difusión y reconocimiento. ¿Cómo surgió? ¿Qué se pretende con él? ¿Lo circundan intereses geopolíticos y de otro orden? Estos y otros interrogantes se dilucidan en la presente nota, la que también se pregunta por la ciencia en nuestro país.

Cada año, en la segunda semana de octubre, se hacen los anuncios de los más importantes o famosos de todos los premios: los premios Nobel, establecidos por Alfred Nobel, el inventor de la dinamita, a partir de 1901. De acuerdo con el testamento de A. Nobel, los premios se entregarían en seis áreas, así: física, química, fisiología o medicina, literatura, paz y economía. Los dos primeros los decide un comité de la Real Academia Sueca de Ciencias, el de medicina el Instituto Karolinska, el de literatura la Academia Sueca, y los dos últimos el Comité Nobel del Parlamento Noruego y el Banco de Suecia, respectivamente.

En general, los premios y los reconocimientos (en inglés existe la diferencia entre Prize y Award, cuyo rasgo distintivo es que un premio implica, además de un diploma o equivalente, un reconocimiento económico, mientras que el segundo es un reconocimiento puramente moral o intelectual sin un apoyo económico) corresponden a un mundo claramente definido, a saber: el mundo moderno y nuestra época contemporánea. En la historia anterior a la Modernidad, difícilmente había premios o reconocimientos para la investigación científica o las artes. Hay una historia detrás de esto.

Las obras científicas, filosóficas y literarias son, en el sentido específico de la palabra, una invención con autoría propia, gracias de manera definitiva al final de la Edad Media y la llegada del Renacimiento. Antes, los autores difícilmente firmaban sus obras y en numerosas ocasiones se trata de realizaciones anónimas. Con la notable excepción, claro, del mundo antiguo, en especial en Grecia y Roma. Pues durante el Medievo el peso de la Iglesia implicó la disminución, si no la anulación, de la individualidad. Tuvo que morir la Edad Media para que el individuo fuera (re)descubierto, en toda la acepción de la palabra.

En verdad, gracias al Renacimiento suceden varias cosas: el yo como individualidad es descubierto, el cuerpo mismo es inventado, por así decirlo, y con ello, ulteriormente, habrá de nacer la biografía. En el lenguaje filosófico, esta circunstancia es conocida en general como la revolución copernicana, de acuerdo con la cual, análogamente a como ya no es la Tierra lo que ocupa el centro del Universo, sino el sol, asimismo deja de haber un peso excesivo de la autoridad (¡de la Iglesia!) para reivindicar principios como la autonomía y la individualidad. A la postre, la Modernidad conducirá estos principios hasta la idea misma de libertad.

El mundo en el que se otorgan premios y reconocimientos corresponde estrictamente a la época en la cual la ciencia y la investigación dejaron de pertenecer a la Iglesia, en la que la nobleza no fue el principal referente de la investigación –notablemente en la figura del mecenazgo–, y en la que el Estado ya no fue la única fuente de apoyo y validación del conocimiento en general.

El otorgamiento de premios y reconocimientos a la ciencia y la investigación significan que la sociedad en general puede beneficiarse de los descubrimientos, teóricos o prácticos, que los científicos y académicos, incluidos los escritores y los luchadores por la paz, han alcanzado, como un bien de tipo colectivo (¿acaso parte de los derechos humanos de tercera generación?) o genérico para la humanidad como un todo. En otras palabras, los logros de la ciencia, el conocimiento, la investigación y la literatura ya no podrán ser adjudicados únicamente a una fuente o un destino singular.

De acuerdo una fuente de internet (http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_Nobel_laureates_by_country), se han entregado hasta la fecha 853 premios, y alrededor de 690 han recaído sobre 10 países. Sin embargo, varios organismos internacionales han sido merecedores del Premio Nobel (habitualmente en temas de paz), contándose un total 18 a tales corporaciones.

La tabla I suministra, en orden descendente, los países más destacados en obtener los premios Nobel. La lista omite deliberadamente a algunos países que han recibido uno o dos premios, dentro de los cuales se encuentra Colombia con el otorgado a Gabriel García Márquez en 1982.

Los premios implican varias cosas: un enorme prestigio nacional, un reconocimiento expreso a las universidades, institutos y centros donde trabajan los galardonados, en fin, incluso, una enorme influencia social, política y cultural en sus países y en el mundo. Estrictamente, todo premio, distinción o reconocimiento opera como un bucle de retroalimentación positiva en el sentido de que implica la posibilidad –muy real– de que se sigan otros premios y reconocimientos. Todo dependerá, por lo demás, de una escala perfectamente establecida, pero nunca tematizada ni enseñada de jerarquías y cadenas de unos premios con otros, o de unas distinciones con otras.

Debido precisamente al prestigio que entrañan estos premios, existen –velados– numerosos intereses, grupos y fuerzas de presión que en unos casos favorecen a los ganadores o trabajan para que otros candidatos no logren ser premiados. Esta es la historia de una serie de procesos que suceden en la trasescena y que acaso, en muchas ocasiones, no llegan a hacerse públicos jamás.

Ahora bien, de la lectura de los países con más premios Nobel se deduce sin dificultad la potencia de cada uno, poderío educativo y social, tanto como académico y económico. En efecto, al prestigio que implica poseer un premio semejante se aúna la potencia científica y tecnológica, y no en última instancia militar, de cada país. Sería interesante cruzar, por ejemplo, esta lista de países con los países productores de tecnología militar y venta de armas: los rankings no variarían mucho.

Ello no implica que la investigación científica esté orientada sin más ni más al poderío militar. En manera alguna. Pero sí es verdad que un aspecto no se encuentra (muy) separado del otro. La mayor cantidad de investigaciones de punta implican manifiestamente necesidades de tipo militar, lo cual no puede decirse en forma automática en sentido contrario: es decir, que la investigación de punta conducente a la obtención de estos premios esté nutrida directamente por intereses de la industria militar.

Por lo demás, por regla general, los premios Nobel –y otros– se otorgan a académicos e investigadores que pertenecen a una universidad –con la excepción notable de los Nobel de Literatura y los de Paz, pues sus ganadores han sido generalmente independientes, afiliados o trabajadores de otras instancias.

En este orden de ideas, por universidades, veamos las 25 más destacadas y que han formado más premios Nobel. La tabla II suministra la lista de las más importantes universidades ganadoras de estos premios hasta la fecha (Sería interesante cruzar esta lista con la que elabora cada año el ranking de Shanghai de las principales 500 universidades, pero el espacio aquí es limitado).

Quienes hayan sido merecedores del Premio Nobel tienen, puede decirse, una puerta abierta para entrar en la historia. Y sin embargo no existe una relación uno-a-uno que permita sostener sin dilaciones que este sea siempre el caso. Es más, por regla general los ganadores de premios Nobel, en su mayoría, no han logrado entrar automática o necesariamente a la historia –por ejemplo, de la ciencia o la literatura. Es más todavía, con mucha frecuencia hay científicos y literatos, o luchadores por la paz y líderes sociales y políticos que nunca han sido ganadores del premio en mención pero que han logrado un espacio propio al interior de la historia.

Como quiera que sea, dos cosas son evidentes inmediatamente a la mirada reflexiva. De un lado, es el hecho de que hay una serie bastante amplia de ciencias, disciplinas, artes y actividades que no están incluidas en la exclusiva y cerrada lista de los premios establecidos desde A. Nobel. Y, de otra parte, al mismo tiempo, hay varios premios que, mucho más recientes y menos publicitados por los grandes medios, son considerados como equivalentes de los premios Nobel.

Entre estos, equivalentes al Premio Nobel, algunos de los más destacados son los siguientes:

Medalla Fields, en matemáticas.
Premio Millenium, de tecnología.
Polar Music Prize, en música.
Premio Ernst von Siemens, en música clásica.
Premio Abel (es llamado el) Nobel de matemáticas.
Premio Turing, en ciencias de la computación.
Premio Draper, en ingeniería.
Medalla Alvar Aalto, en arquitectura (se otorga cada cinco años).

Comparativamente con muchos de los países más desarrollados, es de señalar que en Colombia son muy pocos los premios (Prize) y distinciones (Awards). El sector privado no termina de comprender la importancia de crear estos incentivos como formas o bien de impulsar la ciencia y las artes, o bien de expresar reconocimientos abiertos a académicos, investigadores y artistas. Y el Estado mismo tampoco hace lo mejor en esa dirección. Hay aquí, manifiestamente, una oportunidad importante de la cual la principal beneficiada puede ser la sociedad, al lado de las universidades y centros de creación de pensamiento y estética.

Así, cada año, en el mes de octubre asistiremos a la mención de los galardonados, quienes reciben los premios efectivamente a mediados de diciembre. Lo significativo es que, en el caso de la ciencia en general, los reconocimientos aportan buenas luces sobre algunos de los avances y las tendencias más importantes, hacia futuro, de alcances de los cuales la base de la sociedad se beneficiará en el corto plazo. En el caso de la literatura, se trata en muchas ocasiones para la sociedad en general del descubrimiento de autores y de una obra que hasta la fecha era conocida sólo por los especialistas. Y en el caso de la paz, habitualmente se ha tratado de premios de buena intención que no han pasado sin producir ruido entre diversos círculos y escenarios. Pero el tema de base permanece, a saber: la confluencia entre ciencia e investigación, con artes y letras aunadas a la paz y la convivencia humana.

Nota. En la próxima edición se comentarán los premios de este año, pues al cierre de esta edición no todos habían sido anunciados.

Información adicional

Autor/a: Carlos Eduardo Maldonado
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