El paisaje cotidiano de Santa Marta, además de sus bellos entornos y refrescantes brizas, desde décadas atrás está enmarcado por centenares de niños y jóvenes que sobre sus delgadas contexturas cargan canecas con agua. Transportan, con gran esfuerzo, el precioso líquido para sus casas, tratando de amainar en algo la crisis de agua que padece la ciudad. La historia y el alegato de y sobre una crisis que sí tiene solución.
Para el 2012, y según el Dane, la población de Santa Marta registraba 461.900 habitantes, de los cuales el 92 por ciento habita en el casco urbano. De ellos el 64 sobrevivía en la informalidad, el 40 en la pobreza, el 10 en la pobreza extrema, el 29 con las necesidades básicas insatisfechas; el 33 por ciento era menor de 15 años de edad. |
El casco urbano de Santa Marta está distribuido en 3 bahías que de norte a sur tienen por nombre Taganga, Santa Marta y Gaira. Al sur de Gaira se encuentra una franja de litoral que limita con Ciénaga y en la cual hoy toman forma grandes proyectos de turismo de gran valor comercial, mientras que hacia el Norte de Taganga el Parque Nacional Natural Tayrona pone límites a la edificabilidad, extendiéndose hasta la desembocadura del río Piedras, remanso de Caribe desde el cual puede observarse la Sierra aún Nevada de Santa Marta. Entre el Piedras y el Palomino, otros cuatro caudalosos y transparentes ríos entretejen la riqueza agrícola de grandes propietarios, descolgándose hasta el mar.
Esta región, que cuenta con dos Reservas de Biosfera declaradas por la Unesco, consideradas como las de mayor biodisponibilidad de agua potable en proporción al territorio, aprovecha y deteriora las mismas fuentes hídricas desde hace más de 60 años. Para no ir muy lejos, si en 1996 la situación era insostenible para la mayoría de sus pobladores, ¡qué decir hoy día!
Dolo continuado
En mayo 29 de 2014, la empresa Metroagua S.A. E.S.P., pionera en Colombia en la prestación del servicio público de acueducto y alcantarillado, dio respuesta a las mismas preguntas formuladas en otras dos ocasiones, dieciocho años atrás. Destacamos de la reciente respuesta la siguiente afirmación: “Por otro lado, es importante resaltar, que el agua es un recurso natural cuya disponibilidad, como consecuencia del crecimiento de la población, de la degradación de los ecosistemas y de las variaciones en el sistema climático, resulta ser cada vez más limitada, incrementando la vulnerabilidad de los sistemas y el riesgo de desabastecimiento en los mismos. Es así como dicho recurso, en muchos casos resulta de difícil acceso. No obstante, la empresa Metroagua S.A. E.S.P. no ha escatimado esfuerzos para lograr una cobertura más cercana a la totalidad de la población Samaria”.
En su respuesta, llama poderosamente la atención que las cantidades estimadas en litros por segundo que ingresan al sistema de acueducto de la ciudad sean, incluso, menores a las reportadas por la misma entidad en 1996. En efecto, si hoy ingresan 1.084. lps, en 1996 lo hacían 1.384 lps y en ambos casos no se contabilizan las pérdidas constantes y causadas por conexiones fraudulentas y por las redes obsoletas, instaladas hace más de 70 años. ¿En qué ha consistido el esfuerzo, que ahora pregona esta empresa? ¿Qué ha hecho el Distrito a través de estos años?
Sin duda, lo mínimo o casi nada. Las coberturas de acueducto y alcantarillado siguen prácticamente iguales y, podemos afirmar, qué la degradación ambiental del entorno y de las condiciones de salubridad pública de la población continúan en aumento, toda vez que mientras en 1996 Santa Marta contaba con no más de 340.000 habitantes, hoy día supera los 460 mil.
Retrotrayendo la mirada hacia 1996, resaltamos que al solicitar a las autoridades locales y regionales información sobre el sistema de acueducto, alcantarillado, aseo y disposición final de residuos, así como también con respecto al ordenamiento territorial del Distrito de Santa Marta, las respuestas recibidas confirmaban que las aguas residuales eran vertidas sin tratamiento previo alguno a los cuerpos de agua adyacentes (bahías, ríos Manzanares y Gaira) así como también discurrían casi de manera permanente como efluentes de excremento diluido en las calles de la antigua ciudad dos veces Santa. Situación que podemos confirmar que aún persiste.
La bahía que inspiró tanto al Libertador como al geógrafo Eliseo Reclus, concentraba en 1996 más de 40.000 coliformes fecales sobre 100 mililitros de sus aguas, además de presentar bacterias patógenas tales como Streptococcus fecalis, Salmonella, Pseudomonas, Aeromonas y Vibrio. Vertimiento realizados hasta principios del año 2000 como un arroyo de mierda sobre la playa denominada “El boquerón”, ubicada detrás de Punta Betín, (puerto de Santa Marta) de cara a la emblemática ensenada de Taganga, la cual carecía y carece, de los servicios de acueducto y alcantarillado mientras que padecía y padece la indiferencia de los habitantes de las bahías vecinas que de este modo contribuían, tal como hoy día, a la degradación de su entorno.
Taganga soportaba en 1996 sobre sus transparentes aguas el vertimiento de más de 70.000 metros cúbicos de aguas residuales al día, los cuales hoy son vertidos a través de un emisario submarino que les da tratamiento, sólo qué los aportes de aguas residuales recibidos en la zona costera de Santa Marta a través de los ríos Manzanares y Gaira, promediaban en 2005 –según Invemar– más de 110.000 coliformes fecales sobre 100 mililitros; sin contar con los efluentes de alcantarillado que son continuos en algunas zonas de la ciudad por los rebosamientos de las insuficientes redes. Taganga filtra sus pozas sépticas a su propia bahía, además de recibir la influencia de las corrientes que arrastran los vertimientos sin tratar de las bahías adyacentes, no obstante que de manera enfática dos sentencias judiciales ordenan la realización de las obras de saneamiento ambiental básico desde 1997 y 2003.
A pesar de las coberturas poblacionales estimadas en este 2014 en un promedio de 89 por ciento para acueducto y 75 para alcantarillado, cifra optimista frente a la presentada en 2012 por el Pnud, es observable que la variación con respecto a 1996 tiende a ser más qué negativa, prueba de la ineptitud y delincuencia que mantiene el caos y reproduce las condiciones de miseria. No se trata simplemente de que ingresa menos caudal al sistema de acueducto, que aprovecha las mismas fuentes hídricas, sino que además se ha prohijado la expansión urbanística en zonas carentes de alcantarillado y con deficiencias o carencias de acueducto, así como también se transgrede la prelación legal de usos del recurso, el cual se destina a fines distintos al consumo humano.
Por tanto, el agua para sus casas que en canecas de gasolina arriaban sobre sus hombros los menores en edad escolar en 1996, continúa siendo hoy arriada por nuevas generaciones que preservan este legado de indiferencia y egoísmo, constituyendo así el paisaje subhumano cotidiano de barrios emblemáticos como Pescaito, Bastidas, Manzanares, Los Almendros, María Eugenia, Pastrana, El Pando… y mejor no sigo, por cuanto, sabemos con total indiferencia que sólo los barrios estratos 4, 5 y 6, disponen con cierta regularidad, más no continuidad, del servicio de acueducto. Por lo que puede afirmarse, con tristeza, que una gran parte de la población samaria sobrevive la mayor parte del tiempo a la carencia del servicio de acueducto y alcantarillado por el esfuerzo y la imaginación que le colocan para sobrellevar esta eterna e insoportable crisis del agua y, como si fuera poco, en época de invierno, soportan las inundaciones de sus hogares, pues obligados como están por el precio de la tierra y su monopolización, no pueden sino ubicarse en zonas de alto riesgo tales como rondas de quebradas o ríos.
¡Todo bien, todo bien!
En éste epicentro del abuso y la indiferencia, fuimos sentenciados por los concejales de la ciudad en un debate nocturno, como samarios no gratos, al interponer en 1996 una acción de tutela que “aireaba los trapos sucios ante la nación” y que por supuesto el Tribunal Administrativo del Magdalena rechazó en decisión confirmada por el Consejo de Estado, pero que la Corte Constitucional, al seleccionar la demanda para revisión, decidió con ella unificar la jurisprudencia en materia ambiental, de salud y servicios públicos a través de la Sentencia SU-442-97. Allí se ordenó, entre tantas cosas aún irrealizadas, la optimización de los sistemas de acueducto y alcantarillado, la suspensión de licencias de construcción sin certificación de disponibilidad de servicios públicos y/o viabilidad ambiental, el cierre definitivo del botadero a cielo abierto de residuos solidos, especiales, peligrosos, hospitalarios sin tratar, llamado Veracruz, el cual discurría sus lixiviados sobre quebradas afluentes del río Manzanares, que contribuye al sistema de acueducto en un estimado del 20 por ciento en aguas superficiales y otro tanto en aguas subterráneas. Así fue dictada la Bula papal, la Carta Magna protegida y las esperanzas retornaron sobre un territorio olvidado a su mala suerte.
Salvo un emisario submarino y un plan de ordenamiento territorial, poco se cumplió de la Sentencia. Plan, valga decir, con pretensiones entonces de seguir interviniendo el sacro territorio ancestral a través de la categorización de bahía Concha –parte integrante del Parque Nacional Natural Tayrona–, como zona portuaria para la realización de un “megapuerto” carbonífero que afortunadamente fue desestimado por el Ministro de Desarrollo Augusto Ramírez Ocampo (q.e.p.d), ante el silencio cómplice de Juan Myer Ministro de Medio Ambiente. ¡Claro, Juan y su Fundación Pro?,… Sierra según algunos! temía enfrentar a las elites locales que al fin y al cabo le daban abrigo.
La Justicia como reina de burlas. Luego de dos sentencias más por acciones populares referidas al acueducto y alcantarillado, tanto del sur de la ciudad (2007) como de la zona de Taganga (febrero 5 de 2003), a la fecha seguimos con las mismas fuentes hídricas agotables, los mismos índices de pérdidas en el sistema, la expansión del área urbana y la proliferación de construcciones, todas estas necesarias “para el crecimiento de la ciudad” o, más bien, para el lavado de los dineros robados en cada pulsación de la agotable vida de los recursos nacionales, regionales y locales. ¿Creería usted que el metro cuadrado en Santa Marta puede estar alrededor de los 8 millones de pesos en algunas zonas donde a menos de 50 metros de la construcción ofertada, son continuos los efluentes de alcantarillado?
Mientras esto sucede, Metroagua S.A. E.S.P., Sociedad experimental a nivel nacional, inspiración de los políticos y empresarios locales, encargada de prestar el servicio público de acueducto y alcantarillado, es un operador del sistema público, que además puede hacer obras como contratistas del Distrito o de la Nación, que factura gracias al patrimonio público y prefiere, por razones económicas destinar, a manera de ejemplo, 600 metros cúbicos diarios de agua potable a la Sociedad Portuaria de Santa Marta, cliente con capacidad de pago, frente al potencial cumulo de pobretones que rodean el puerto y que viven en Pescaito e inmediaciones. La transformación del servicio público en negocio, torna en clientes a los usuarios. Así es papá y así funciona… ¡todo bien, todo bien!
Agua por doquier
El Rodadero y la zona sur de la ciudad en proceso de colonización, dispone del agua surtida por el sistema del río Gaira, mientras qué la zona norte, conformada por Santa Marta y Taganga, se nutren de los ríos Piedras, Manzanares y su acuífero. Manto acuífero sobreexplotado especialmente desde 1996 a la fecha, con el agravante que en momentos de escasez de aguas superficiales, se extrae con mayor avidez, aún en zonas en las cuales no hay redes de alcantarillado por lo qué a los pocos meses los pozos terminan contaminados con aguas residuales de pozas sépticas. Así ha sucedido desde 1996 a la fecha y las consecuencias en dicho tiempo no fueron distintas a que el 0.75 por ciento de la población epidemiológicamente padeció cólera… sin amor alguno.
¡Y pensar que las soluciones no son complicadas y en solo un par de meses, podrían resolverse las necesidades inmediatas, mientras se implementan las soluciones a largo plazo! Sí, tomar del rio Toribio sus aguas para toda la zona sur que comprende la zona turística y así liberar la presión sobre el Gaira, para calmar la sed de Santa Marta, mientras se regulariza el cauce del Manzanares para con sus remanentes surtir a la Sociedad Portuaria, dado que así liberaríamos agua para más de 4.200 familias humildes a razón de 1 metro cúbico semanal. Y mejor aún, sin quitarle el negocio de la Sociedad Portuaria a Metroagua, para no complicarnos entre leguleyos, trujamanes y poder celebrar así con copetines de fiesta.
Hay otras opciones complementarias. Revisar, por ejemplo, la posibilidad de construir embalses en las fuentes actuales y optimizar las líneas de conducción y redes citadinas, impidiendo así, la continuidad de conexiones fraudulentas y las pérdidas por deficiencias de las redes. ¿Nos vamos a comer el cuento de que protegeremos las nuevas conducciones desde otras fuentes como el Guachaca, cuando desde 1996 está identificado que el sistema actual registra pérdidas del orden del 50 por ciento? ¿Por qué no empezar con optimizar lo actual antes de extender la irresponsable intervención? ¿Podríamos considerar agregar fuentes que abastezcan alternativamente a las actuales?
Pero, como quiera que todos estamos muy ocupados con nosotros mismos, especialmente aquellos que debieran ocuparse por resolver los problemas públicos y que sólo se ocupan por su rápido enriquecimiento sin importar el daño que hacen a los demás, hoy camino entre las asquerosas calles del centro de Santa Marta, esquivando las cucarachas que a pleno día se atraviesan por doquier, mientras pienso: ¿Qué nos pasó? ¿Adónde se fueron las ilusiones? ¿Somos ya una causa pérdida?
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