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Cantata por la paz urgente

Cantata por la paz urgente

Entre el 14 y el 16 de noviembre se celebró en Medellín, con la participación de 550 asistentes provenientes de distintas regiones del país, el III Encuentro Ecuménico Nacional por la paz. Mujeres y hombres cristianos de sectores populares de Colombia se preguntaron por su papel político y sus urgentes articulaciones para crear condiciones de paz objetiva, estable, estructural y duradera. El segundo día se celebró en ambiente macroecuménico, es decir, como trabajo de articulación con movimientos y organizaciones políticas de base, no necesariamente creyentes, que se piensan en un gran proyecto amplio, plural e incluyente con vocación de poder y de gobierno popular. En ese marco se presentó, con su correspondiente montaje artístico-musical, la “Cantata por la paz urgente” que hoy entregamos a nuestros lectores y lectoras.

 

I. El epulón de occidente banquetea en solar ajeno

 

Hidrógeno, litio, carbono, nitrógeno, oxígeno,
sodio, magnesio, platino…
Agua, tierra, suelo y subsuelo,
Carbón, petróleo, gas,
Oro, níquel y plata…
selva virgen, mares y montañas,
tonos de verde,
clorofila verde,
muerte oscura y esperanzas verdes.
Amazonía, Orinoquía, los Llanos
y la selva,
Esmeraldas, coltán, hierro, azufre
y cloro…
Las costas y sus anchos arenales,
sal y manglares,
calcio, potasio, niobio, tantalio,
titanio, estaño y tungsteno…
Las montañas y los valles,
Los páramos y los nevados ornados de frailejones,
Los humedales, los lagos y las lagunas,
Tota, Cocha y Fúquene.
Los Andes imponentes y multiformes,
La Cordillera Central con pueblitos en sus cimas
y laderas,
la oriental con suelo de minerales fósiles,
con pueblos de paz urgente,
guerreados por ambiciosos urgidos,
con pájaros y animales,
con sus pies sobre la inmensa selva,
y la Occidental derramándose en paz
sobre el Pacífico mar,
llorando ríos, quebradas, arroyos y tristezas.
Las aguas fluyendo, montaña abajo, hacia los mares:
Cauca, Nechí, Atrato, Magdalena, Sinú, Orteguaza,
Baudó, San Jorge, Uré, Catatumbo, y Magdalena,
Guatapurí, Vaupés, Inírida y Guaviare,
Isana, Atabapo, Negro y Papurí.
Ancho es el mundo de Dios
Que celebra la vida y que fiestea
en el abundante y copioso suelo colombiano!
Ancho, y grande, y para todos los viandantes
capaces de ternura!
Ancho, grande y generoso,
Y, como vino de la mano de Dios:
Casto, sin el pecado mortal de la alambrada,
sin el pecado brutal de la palabra prohibida y del pan arrebatado.
En un amanecer de muerte
nos invadieron las almas y los cuerpos:
la codicia
de los postrados morales del Norte de mercado,
la fiebre de oro del Occidente guerrero,
la espada furiosa
del evangelizador genocida y etnocida.
Nos prohibieron la sal de los salares,
la paciencia enamorada de la tierra,
el arcoíris de nuestros lagos y mares,
la curvatura de luz de los ocasos
y el convexo luminoso de los soles tropicales.

 

La codicia venía navegando por el Mar Atlántico,
Sus tres carabelas desembarcaron en el Mar Caribe
precedidas de cruces ensangrentadas
y de espadas bañadas con aguas de bautismo.
Sus negros oficiantes de la muerte
Gorgoreaban misas en latines embrujados,
Sus hábitos se tejían con sus siete pecados capitales.
Eran su estrategia el saqueo y la rapiña,
Las que en nombre de la corona sacrosanta
-con la muerte a bordo y sus sicarios-
se embarcaron hacia nuestras playas
En el extranjero puerto de Palos de Moguer.
La codicia del extraño
-nada hermano y poco humano-,
enloquecida por las fiebres del oro y del solar ajeno,
se asomó a los abismos deslumbrantes
de las generosas riquezas colombianas
y halló motivos para matar con saña,
para arrasar el suelo,
para quitar de los mansos paisajes de la Vida,
la paz, el gozo elemental y la poesía.
La paz es ahora esquiva y lejana
y viste de luto riguroso
la secular desgracia histórica
que, más que andarlo, llora su camino.
El gozo elemental,
en lázaro esquilmado se ha trocado.
La poesía se marchita y muere
en sus métricas y rimas melancólicas
y en la tristeza de sus tonos menores.
Europa es triste desde que fue seducida por Zeus,
Y es asesina desde cuando recibió en regalo
La jabalina que nunca se equivoca,
Y es temible desde cuando fue galanteada
Con el regalo de un perro que nunca suelta su presa.
El hambre esencial y mítica de la diosa Europa-miserable
Nunca podrá ser saciada,
Ni saciadas podrán ser las gulas del Epulón
Que, en lugar de Zeus, cabalga sobre su lomo.

 

II. La prohibición del arco iris sobre el cielo colombiano

 

Por el azaroso golpe de una espada
Fue descubierto nuestro mundo que ya estaba descubierto.
Fortuito hallazgo: espada y cruz,
Conquista,
Colonia y genocidio,
Etnocidio y nuevo reino,
la espada y la cruz,
los indios sin alma, los indios esclavos;
los negros sin alma, los negros de carga;
la iglesia sin alma, sus frailes sin alma;
los curas del averno, los curas sin alma,
¡las hogueras del infierno para humanos sin alma!
¿que negro y malo es lo mismo?
¡Que imperio y mal es lo mismo!
¡Los indios con alma!
¡Los negros con alma!

 

Primera liberación,
la llamada república en manos de la burguesía criolla,
mercado,
violencia,
paramilitarismo,
usurpación legitimada de la tierra,
prohibición del arco iris sobre el cielo colombiano,
silenciado el canto de los pájaros,
las iglesias que se vuelven tumbas,
bienvenidos al futuro neoliberal,
la aldea global para el mercado,
los tratados de libre saqueo,
presencias y voces de profetas,
la paz no es el resultado de un negocio,
la cristiana militancia del “creer”
la revolucionaria militancia del “creí y hablé”:

 

“Con el mismo espíritu de fe
del que escribió “Creí y por eso hablé”,
También nosotros creemos
y por eso hablamos,
sabiendo que el que resucitó
al Señor Jesús,
a nosotros también nos resucitará
con Jesús,
y nos presentará juntamente
con vosotros” (2 Cor. 4, 13).

 

III. Esos muertos que no mueren

 

Cantarán al Señor los desterrados
porque escucha su grito y su silencio,
mientras crueles sirvientes del imperio
multiplican el miedo despiadado,
desterrando en exilio lento y largo
con su carga de tristes soledades,
acosando a todas las edades
con sumarias condenas al espanto.

 

Casi todos su sangre derramaron
en escenas de horror y de masacre;
una anónima carta, saña y lacre,
en el pecho, escondida, les plantaron.

 

Unos pocos apenas se salvaron
de la esquela letal y lapidaria
que su propia sentencia funeraria
con grafías de espanto les marcaron.

 

Se llevaron tan sólo la confianza
de volver a su pueblo y a su lucha,
de afinar y obedecer la escucha
manteniendo al acecho la esperanza.

 

Es la muerte una luz de nueva historia,
es retoño de nuevas floraciones,
es aroma de nuevas estaciones,
es anuncio de paz y de victoria.
Abatidos salieron por el mundo
sin abrazo, sin causa y sin aviso,
solamente llevando, como hechizo,
la memoria guardada en lo profundo.

 

El exilio es hoguera que aniquila
-mientras arden en piras de inclemencia,
solitarios y en lenta incandescencia-
a los suyos que incólumes vigilan.

 

En su tierra se acrecen con insania
las macabras patrañas de la muerte;
pero se alzan con ira y voz más fuertes
los que cantan sus himnos y plegarias.

 

Pero esperan aún si el desespero
malhadado oscurece la alegría;
recomienzan mil veces y, a porfía,
de lo justo se tornan escuderos.

 

Los que oprimen no pueden contra todo
si se suma la lucha inteligente,
si se anuda mejor toda la gente,
si se afina la voz al mismo tono.

 

Es la muerte una luz de nueva historia,
es retoño de nuevas floraciones,
es aroma de nuevas estaciones,
es anuncio de paz y de victoria.

 

La esperanza es audaz y no vacila,
no se calla la voz de los poetas,
la oración hace coro a los profetas,
la pasión por la lucha no declina.

 

Son del pueblo una voz sin ataduras,
la vanguardia la toman los vencidos,
el silencio obligado no es creído,
la palabra se suelta y con premura.

 

La palabra está suelta y va de ronda
y rondando construye pensamiento
que demuele voraz los urgimientos
del falaz opresor que la atolondra.

 

Ella pone a soñar con libertades;
los espíritus antes doblegados
se levantan airosos y apurados
y construyen en tétricos eriales.

 

Los humildes se juntan sin recelo
y los muchos que con llanto herido
a sus muertos llevaron ateridos
se aventuran con místicos consuelos.

 

Es la muerte una luz de nueva historia,
es retoño de nuevas floraciones,
es aroma de nuevas estaciones,
es anuncio de paz y de victoria.

 

Y transforman su miedo en nueva lucha
junto al mudo despojo del caído
junto al rudo dolor de los heridos
y a pesar de que nunca les escuchan.

 

Su mirada está puesta en el mañana
y sus pasos avanzan con certeza
de la pascua que llega con presteza
más segura que todas las patrañas.

 

Derribados con balas bien pagadas
por perversos lacayos imperiales,
trigo nuevo de espléndidos trigales
resucitan en lúcidas jornadas.

 

Se levantan con fuerza misteriosa
que contagia sin pausa a los que avanzan
sobre el hilo sutil de la esperanza
con el mínimo brillo de la aurora.

 

No hay silencio en el pecho silenciado
por mandato del tétrico asesino;
hay palabras con místico sentido
que interpretan el mísero pasado.

 

Es la muerte una luz de nueva historia,
es retoño de nuevas floraciones,
es aroma de nuevas estaciones,
es anuncio de paz y de victoria.

 

Corazones capaces de ternura
luchadores por paz y por justicia
ni en la muerte fatídica claudican
ni en la fosa final nos los usurpan.

 

En lo bello, en lo justo y en lo bueno
mantuvieron el rumbo de sus vidas;
como eras probadamente vivas
marcan rumbo al andar de nuestros sueños.

 

Como verde y florida selva virgen
permanece su fuerza todavía,
como urgente fragor de lozanía
alimentan las fuerzas que nos urgen.

 

Su silencio es murmullo de mil voces
que se escucha por todos los rincones,
en las cumbres y en todos los alcores,
en poemas y en nítidas canciones.
Son canciones de júbilo y de fiesta,
de conciencia y de marcha vigilante,
son plegarias de místico talante
por la paz tan esquiva que comienza.

 

Es la muerte una luz de nueva historia,
es retoño de nuevas floraciones,
es aroma de nuevas estaciones,
es anuncio de paz y de victoria.

 

Arrasados los frutos y la tierra
y arrasada la herencia colectiva,
no lograron hacer trisas la vida
los troqueles tiranos de la guerra.

 

La nación desolada por el llanto
se conforta en la fuerza de su gente,
acrecienta su lucha inteligente
y se burla del miedo y del espanto.

 

Voces blancas de niñas y de niños
hacen coro al futuro renacido;
las mujeres con fuego no vencido
aseguran su indómito destino.

 

Son un canto de pascua renacida,
son abrazo por todo el continente,
son un nítido cielo refulgente,
son la unión de los pobres tan temida.

Van airosos los dioses de la muerte
y golosas las hambres del mercado,
pero altivos avanzan enlazados
los unísonos pasos de la gente.

 

Es la muerte una luz de nueva historia,
es retoño de nuevas floraciones,
es aroma de nuevas estaciones,
es anuncio de paz y de victoria.

 

Resistente y audaz crece la vida
en hermana y lozana koinonía
que celebra la vida en armonía
y recorre el camino sin fatiga.

 

En los cuerpos desnudos, sin chaleco
que proteja de balas asesinas
del sol crece la tímida caricia
y la aurora se asoma sin recelo.

 

Es la muerte una luz de nueva historia,
es retoño de nuevas floraciones,
es aroma de nuevas estaciones,
es anuncio de paz y de victoria.

 

Jesús de Nazaret! Caminas con nosotros
Pedro de Galilea! Caminas con nosotros
1554, Pablo de Torres!
Caminas con nosotros
1562, Juan del Valle!
Caminas con nosotros
1590, Agustín de La Coruña!
Caminas con nosotros
1654, Pedro Claver!
Caminas con nosotros
1966, Camilo Torres Restrepo!
Caminas con nosotros
1970, José Antonio Jiménez Comín!
Caminas con nosotros
1971, Héctor Gallego!
Caminas con nosotros
1972, Gerardo Valencia Cano!
Caminas con nosotros
1972, Raul Zambrano Camader!
Caminas con nosotros
1974, Domingo Laín Sáenz!
Caminas con nosotros.
1975, Iván Betancur Betancur!
Caminas con nosotros
1981, Diego Cristóbal Uribe,
Misael Ramírez! Caminan con nosotros
1981, Alirio Buitrago, Carlos Augusto Buitrago, Fabián Buitrago, Gildardo Ramírez y Marcos Marín!
Caminan con nosotros
1982, Ernesto Pill Parra!
Caminas con nosotros
1982, Catequistas campesinos
de Cocorná! Caminan con nosotros
1984, Alvaro Ulcué Chocué!
Caminas con nosotros
1985, Guillermo Céspedes Siabato!
Caminas con nosotros
1985, Daniel Hubert Guillard!
Caminas con nosotros
1986, Antonio Hernández Niño!
Caminas con nosotros
1987, Inés Arango!
Caminas con nosotros
1987, Bernardo López Arroyave,
Luz Marina Valencia,
Rubén Darío Vallejo, Luis Gutiérrez, Luis Pérez, Nevardo Fernández!
Caminan con nosotros
1987, Luz Estella Vargas, Carlos Arturo Páez Lizcano y Salvador Ninco Martínez! Caminan con nosotros
1987, Indígenas y catequistas de Neiva! Caminan con nosotros
1988, Jaime Restrepo López, Jorge Eduardo Serrano, José Ecelino Forero! Caminan con nosotros
1989, Teresita Ramírez, Sergio Restrepo Jaramillo, María Gómez!
Caminan con nosotros
1989, Jesús Emilio Jaramillo Monsalve! Caminas con nosotros
1990, Hildegard Feldmann y Ramón Rojas, Tiberio Fernández y compañeros!
Caminan con nosotros
1991, Indígenas mártires del Cauca!
Caminan con nosotros
1992, Aldemar Rodríguez y compañeros catequistas!
Caminan con nosotros
1992, Norman Pérez Bello!
Caminas con nosotros
1993, Javier Cirujano, Norman Pérez Bello!
Caminan con nosotros
1994, René García Lizarralde!
Camina con nosotros
1996, Jafeth Morales López!
Caminan con nosotros
1997, Mario Calderón y Elsa Alvarado! Caminan con nosotros
1998, Alcídes Jiménez Chicangana!
Camina con nosotros
1998, Manuel Pérez Martínez!
Camina con nosotros
1998, Miguel Ángel Quiroga!
Camina con nosotros
1999, Jorge Luis Mazo e Íñigo Eguilez! Caminan con nosotros
1999, Pastor Diego Molina!
Camina con nosotros
2000, Armando Achito,
“hombre de agua”! Camina con nosotros
2000, Pastor Carlos Zamboní!
Camina con nosotros
2001, Yolanda Cerón!
Camina con nosotros
2002, 119 mártires al interior de la iglesia de Bojaya, Chocó! Caminan con nosotros
2002, Carlos Alberto Castaño Noreña! Caminas con nosotros
2004, Francisco Javier Montoya Monsalve! Camina con nosotros
2011, José Reinel Restrepo!
Camina con nosotros
2012, Eduard José Lanchero Jiménez! Caminas con nosotros

 

Así cumples tus lúcidas promesas,
Así cumples tu pacto, pueblo mío;
Evangelio total fue tu camino,
Y en tu muerte rompiste las cadenas.

 

Es la muerte una luz de nueva historia,
Es retoño de nuevas floraciones,
Es aroma de nuevas estaciones,
Es anuncio de paz y de victoria.

 

IV. Tu camino, caminero

 

Donde se abrió una trocha con luz del sol
La palabra pasaba con nuevo son

 

Ese son repetía que era el amor
El que bendeciría la creación.

 

La creación es casa de la igualdad
Donde la paz se abraza con la equidad.

 

Tu camino, Camilo, es un nuevo andar:
Andar de caminero de libertad.

 

La creación sería casa de paz
Si todos disfrutaran el mismo pan.
Pan que será horneado en la igualdad
Y en la lucha de todos que es popular.

 

Tu camino, Camilo, es un nuevo andar:
Andar de caminero de libertad.
Popular era el sueño que lo llevó
A cantar de la vida el nuevo son.

 

El nuevo son que dice revolución,
Revolución que engendra liberación.
Tu camino, Camilo, es un nuevo andar:
Andar de caminero de libertad.

 

V. La nueva mesa

 

Y nosotros hoy,
Venidos de todos los rincones de la espera,
A comulgar con las mujeres y los hombres
Que en las edades de la Vida han luchado
Por el buen reparto
De todo cuanto en el mundo es bello y bueno,
Bendecimos el pan y el vino,
En el nombre de la diosa Libertad,
-rostro y manos de padre y madre-,
Autora y fuente de todo cuanto vive;
En su santo nombre lo partimos
Y en el nombre de la diosa Igualdad
En pedazos de justicia lo compartimos.

 

En comunión con nuestros mártires,
-con vestidos de entrega y fecundidad-
Y con cuantos sobre la mesa del mundo
Han hecho y hacen el milagro
Del pan solidario, sin fisuras,
Hacemos viva hoy la tradición
Que desde noches antiguas
Y después de largos siglos
Llega lozana y profética hasta nosotros:
Que sus manos benditas,
La noche en que completaban su entrega,
Partieron el pan y dieron gracias por la vida
Y lo repartieron diciendo
Tómenlo y cómanlo,
Gócenlo y compártanlo,
Porque él es vida abundante
Que se entrega por ustedes y por todos,
Ésta será mi memoria por los siglos.

 

Y dieron a beber también la copa y dijeron
Tomen y beban todos de ella
Porque es mi todo generosamente desbordado.
Juramos por nuestra sangre que esta alianza
Jamás se romperá
Y será alianza hasta la vida misma.

 

Beban de esta abundancia cuantas veces quieran,
Ella es vida dada y entregada sin mesura.

 

Entonces, cuantas veces se acerquen solidarios
A comer y a beber de una mesa bien dispuesta
-mesa para todos y todas-
Estarán contando al mundo
la presencia de esta muerte,
la abundancia de esta entrega
y el retorno incesante de la vida.

 

¡Amén!

Información adicional

Autor/a: ANCÍZAR CADAVID RESTREPO
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