
Balance macroeconómico
El crecimiento de la economía en el 2015 puede ser inferior al 3 por ciento. Algunas estimaciones son más pesimistas y creen que será de 2,6. De todas maneras, hay claras evidencias que el ritmo de la actividad económica se ha debilitado. El balance macroeconómico del país ayuda a entender la situación actual, y a imaginar posibles alternativas.
La figura presenta el balance de las tres grandes cuentas de la economía. La cuenta corriente resume la relación con el sector externo. El balance público representa las cuentas del gobierno, y el balance privado corresponde a la situación financiera de los particulares.
En la contabilidad nacional, los faltantes de los sectores público y privado se compensan con el sector externo. Esta relación indica que cuando el gobierno o los privados están en una situación deficitaria, se ven en la obligación de recurrir a la financiación externa. Según el balance macroeconómico del año 2014, los valores muestran que la estructura de la economía colombiana es débil, ya que el gobierno y los privados tienen que resolver su déficit con recursos del sector externo.
Déficit en la cuenta corriente
Este desbalance es la expresión de problemas estructurales que se dejaron avanzar porque no se tomaron las medidas necesarias para sembrar las bonanzas del petróleo y de los minerales, y se permitió que se consolidaran todos los síntomas de la enfermedad holandesa. El término fue creado en los años setenta para referirse a las dificultades que en 1959 causaron los descubrimientos de gas en Holanda. La abundancia de recursos provenientes de la explotación del gas ocasionó una revaluación de la moneda, un incremento notable de las importaciones, y una pérdida de la actividad industrial.
Aunque la enfermedad holandesa ha sido bien diagnosticada en la literatura y sus síntomas son claros, el gobierno colombiano nunca reconoció que el país sufría la enfermedad, y optó por minimizar sus daños. Durante las bonanzas petrolera y minera era evidente la presencia de los tres fenómenos típicos de esta enfermedad: revaluación del peso, aumento de las importaciones y caída de la actividad industrial. La conjunción de estos factores se reflejó en un déficit creciente de la cuenta corriente de la balanza de pagos.
La devaluación del peso que se ha intensificado en los últimos meses puede ser beneficiosa para la economía, ya que reduce las importaciones y estimula la dinámica de la producción nacional. El reto para el 2016 es la consolidación del mercado interno. Es la oportunidad para recomponer la productividad agropecuaria e industrial. Colombia está importando anualmente casi 11 millones de toneladas de alimentos básicos. Es de esperar que la devaluación del peso reduzcan las importaciones y este espacio sea ocupado por la producción nacional. Pero ello será posible solamente si la política económica crea condiciones propicias para que los productos nacionales sustituyan a las importaciones. Desde esta perspectiva, los estímulos a la pequeña y a la medida industria juegan un papel fundamental. El acceso al crédito y la asistencia técnica deben ser dos piezas centrales de esta estrategia.
Déficit del sector público consolidado
En el 2014 el déficit del sector público consolidado fue de -1,4 por ciento del PIB. El desbalance se acentúo entre 2012 y 2014. En las cuentas del sector público se suman los resultados de las administraciones locales y del gobierno nacional. Las finanzas de ciudades como Bogotá son superavitarias, así que ayudan a compensar los faltantes de la Nación. Si no fuera por los excedentes de los gobiernos locales, el déficit del sector público sería mayor. Para solucionar el desbalance hay dos alternativas: reducir el gasto o aumentar los impuestos. El gobierno busca una combinación de ambas. El Ministro de Hacienda ya anunció disminuciones importantes del gasto público. Y, además, dijo que aceptará las recomendaciones de la misión de expertos tributarios. Ambas alternativas apuntan hacia la llamada “austeridad inteligente”, de la que habla el Ministro Cárdenas. La forma como el gobierno concibe la austeridad tiene dos características perjudiciales: no favorece la recuperación de la actividad económica y aumenta la inequidad.
No favorece la recuperación porque no es conveniente recortar el gasto público en una coyuntura recesiva. La inversión en obra pública fue una de los principales determinantes del crecimiento del PIB. En estos momentos es un error disminuir el gasto público. La recuperación del sector agropecuario, que es una de las principales preocupaciones de las negociaciones en La Habana, requiere de importantes inversiones públicas. Algunas de las prioridades mencionadas son las vías. No sólo las principales sino también las secundarias y, sobre todo, las terciarias. La Misión Rural, coordinada por José Antonio Ocampo, ha llamado la atención sobre la necesidad de mejorar la oferta de servicios del Estado (sistemas de riego, silos, asistencia técnica, educación, salud, etcétera). En lugar de continuar con la política de subsidios individuales a los productores, dice la Misión, es preferible que el gasto público se dirija hacia la oferta de servicios, que tienen un alcance más general, y mejoran la productividad y la calidad de vida en la zona rural. La política de austeridad no permite realizar este tipo de inversiones, y no podría avanzar en la dirección que propone la Misión Rural.
La austeridad, tal y como la concibe el gobierno, aumenta la inequidad porque las recomendaciones de los expertos tributarios propenden por una estructura fiscal que es regresiva. La principal recomendación, el aumento del IVA, castiga proporcionalmente más a las personas de bajos ingresos. Este impuesto es claramente regresivo. Entre las recomendaciones no se hace ninguna referencia a los impuestos a la renta. Y en la lógica gubernamental no se ha diseñado ningún mecanismo progresivo, que lleve a aumentos en la tarifa a medida que el ingreso sube. Con estas recomendaciones no solamente se desvirtúa la equidad, que junto con la paz y la educación, es uno de los tres pilares del plan de desarrollo de Santos II, sino que también se le presta oído sordos a las advertencias hechas por distintas fuentes en relación al contexto internacional*.
La misión de expertos tributarios también propone que paguen impuesto a la renta algunas de las llamadas fundaciones sin ánimo de lucro, que bajo esta fachada jurídica se han convertido en excelentes negocios. Esta recomendación sí debería ser tenida en cuenta por el Congreso.
El camino para reducir el déficit del sector público no es la austeridad, sino los impuestos progresivos. Como esta no es la opción del gobierno, las medidas que se están tomando no favorecen la recuperación de la economía y, además, acentúan la inequidad.
Desbalance del sector privado
El desbalance del sector privado es más agudo que el del sector público, y el 2014 fue de -3,8 por ciento del PIB. Los particulares han aumentado la deuda de manera continua desde el 2009. Y una parte importante de los créditos son con la banca internacional. El endeudamiento externo era la mejor opción porque con la revaluación del peso, los dólares eran baratos y el pago de la deuda externa se facilitaba. Además, la tasa de interés que cobraba la banca internacional (4 – 5 por ciento año) era considerablemente inferior a la de los bancos nacionales (12 – 14 por ciento).
Las empresas que se endeudaron en el extranjero pasan un momento muy difícil porque con la devaluación del peso el dólar se ha encarecido y el costo de los créditos se incrementa.
Como se dejo anteriormente, la devaluación no solamente tiene impactos negativos. También favorece a la industria porque el valor de los bienes importados aumenta, y ello se traduce en una mayor demanda de los productos nacionales. En el 2016 las empresas deben aprovechar las ventajas de la devaluación para aumentar su participación en el mercado interno, y para mejorar su productividad.
5 de enero de 2016
* Gobernar para las elites. Secuestro democrático y desigualdad económica, Oxfam, London, 2014 y académicos como Piketty (El Capital en el Siglo XXI, Fondo de Cultura Económica, México, 2014).
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