Una crisis prolongada y sin luz al final del túnel es la que viven estudiantes, profesores y trabajadores de la Universidad del Tolima (UT), para quienes aún es incierto el inicio y la realización del primer semestre del año en curso.
La razón de la crisis no es ni casual ni amañada: con un funcionamiento del claustro que demanda un presupuesto aproximado de $ 125.000 millones año, su administración hasta ahora –primera quincena de marzo– solo cuenta con $5.500 millones recogidos a través de las matrículas y $3.500 millones girados por el gobierno departamental, dineros que ya fueron pagados a los trabajadores y profesores de planta, abonándoles con ello a los sueldos que les adeudaban del mes de diciembre del año pasado y el mes de enero del 2016, quedando aún pendiente la prima de diciembre y el mes de febrero, lo que obligó a las directivas de la Universidad a postergar de manera indefinida la fecha de inicio de clases, programadas originalmente para el 1 de marzo.
La realidad financiera de la Universidad ni es fácil ni parece tener solución a la vista, pues sus cifras se ven complicadas ante el anuncio del gobernador del departamento, y los integrantes del Consejo Superior de la Universidad, de reducir en 19.000 millones su aporte anual al claustro de estudios; recorte que complementa el ya anunciado en un 40 por ciento en el presupuesto del 2015 por parte de la Nación.
Hay que recordar que la UT agotó en su totalidad su presupuesto de funcionamiento desde el mes de agosto del año pasado, retrasando el pago a funcionarios trabajadores y profesores, teniendo el rector que recurrir por préstamos ante entidades bancarias para poder cubrir las nóminas. Podemos decir, por tanto, que su futuro es incierto. Realidad que motivó un cese indefinido de actividades al cual se sumaron los estudiantes.
Para muchos de los profesores agrupados en la Asociación sindical de profesores universitarios –Aspu-Tolima– esta crisis se vislumbraba desde hace más de 4 años. Para conversar sobre esa realidad entrevistamos al vicepresidente de Aspu-Tolima, al vicepresidente del sindicato de trabajadores y al representante académico de los estudiantes, quienes analizan las causas de la crisis, sus posibles soluciones y peticiones reivindicativas.
“Estamos ante el reto de recuperar nuestro rol como Universidad”
desdeabajo. Profesor Carlos Gamboa, ¿cómo ha sido hasta ahora la problemática de la Universidad del Tolima?
C.G. La UT padece hoy el encuentro de todos los males, enfrentándose a una crisis profunda por múltiples factores, entre ellos: la política nacional educativa, que ha descuidado la educación superior impidiendo la construcción de un sistema educativo que en verdad de respuesta a la necesidad de los tiempos; por otro lado la política departamental, entendiendo que en el marco de la Ley 30 las universidades son financiadas en parte por las transferencias nacionales y en parte por las transferencias departamentales, pese a lo cual el ente territorial ha sido indolente al no transferir los recursos adecuados a este centro de estudios. Su actual sujeción a la Ley 550 –de quiebras– lo lleva a incrementar sus deudas con la Universidad. Pero hay un tercer factor que ha contribuido para que la crisis llegue al punto donde se encuentra: la administración de este centro de estudios, totalmente ineficiente, incapaz de construir un proyecto de universidad regional, enfocada en proyectos estratégicos que potencien su misión y dinamicen la de los docentes y los educandos. La clientela, los malos manejos, la ineficiencia, la poca transparencia en el manejo de lo público, llevaron a la Universidad a su inviabilidad financiera.
da. Hablemos de cifras, ¿desde hace cuánto tiempo se habla de la crisis de la Universidad, cómo es el despilfarro y de cuánta plata se trata?
C.G. Desde ASPU-Tolima denunciamos desde hace mucho tiempo, 3 o 4 años, lo que hoy, lamentablemente, vemos como un hecho consumado: tenemos una Universidad con pocos recursos, asfixiada por la clientela burocrática, mal administrada, sin visión estratégica, donde los pocos recursos que entran los administran y distribuyen como si fuera un botín –para que todos estén contentos–. En esta dinámica la gestión del profesor José Herman Muñoz, desde su primera administración, ha sido nefasta.
Hoy, según las palabras de la viceministra Ariza, la Universidad tiene un déficit de 30.000 millones de pesos. Es obvio, entonces, que como centro de estudios vivimos un momento muy delicado, para superar el cual es necesario acometer una profunda reforma al tema financiero, porque tenemos mucho más gastos que ingresos, esto a pesar de contar con una planta de profesores nombrados de escasos 330 docentes, comparada con muchos profesores catedráticos que suman cerca de 1.500, y una planta de funcionarios –de alta burocracia– que devora el presupuesto de la Universidad.
da. El recorte de presupuesto propuesto por parte del Gobernador y el Consejo superior de la universidad es de 19.000 millones de pesos para el año 2016 y la posible postergación del semestre, ¿que significa esto para ustedes?
C.G. Mire, el presupuesto del 2016 ya fue reducido en un 40 por ciento con respecto al aprobado para el 2015, quedando con un presupuesto de unos 126.000 millones de pesos, que es pírrico si entendemos la dimensión de la UT: 25.000 estudiantes, 70 programas, 1.500 profesores de cátedra, 330 de planta y cerca de 700 funcionarios. Es decir, en estos momentos la UT es inviable financieramente. Lo que hace el Consejo Superior en cabeza del gobernador Oscar Barreto, al pedir una reducción de otros 19.000 millones de pesos, coloca a la UT en cuidados intensivos, muy cerca de su total colapso.
da. ¿A qué puede responder tal propuesta?
C.G. Es la expresión de una pugna política entre el Gobernador, el Rector y sectores politiqueros por tomarse la Universidad.
da. Se propone la realización de asambleas triestamentarias (profesores, estudiantes y trabajadores), para afrontar de manera mancomunada esta crisis, ¿qué se plantea por parte de los 3 sectores para una posible solución de la misma?
CG. Estamos en un momento de alta tensión, porque todos los sectores tienen que informarse e interpretar el momento por el que pasa la UT, para poder tomar las decisiones que más le convengan. Lo más importante para nosotros no es que cada sector defienda sus prebendas, sino pensar en el proyecto de Universidad que requerimos y dejar de lado aquellas particularidades que mueven la vida universitaria, es decir este es el momento en que, o nos unirnos por la UT o terminaremos peleándonos entre si, culpándonos unos a otros, cuando nosotros entendemos que ninguno de nuestros estamentos ha sido culpable de la crisis.
da. ¿Qué proponen para hacer realidad lo dicho?
CG. Nosotros estamos en lo asambleario por: sí a la auto-regulación, sí a la autonomía, no a la burocracia, no a la clientela, no al despilfarro de lo público, sí a una reforma profunda que le permita a la Universidad enrumbarse de nuevo por la vía de la construcción de una academia que le responda a los problemas del contexto. Hoy necesitamos un movimiento estudiantil unido con la universidad pública, no adormecido en las tablas; necesitamos unos profesores críticos que no solo se dediquen a construir los escenarios propios de sus disciplinas sino que piensen en la universidad desde todos los escenarios: necesitamos unos trabajadores comprometidos entendiendo que en una universidad pública lo administrativo debe estar en consonancia con lo académico, en una palabra: hoy necesitamos una universidad nueva.
da. Una de las políticas del neoliberalismo es la de privatizar los diferentes entes del Estado, ¿cómo enfrentan esta realidad en las condiciones actuales de la universidad?
C.G. Mire, la UT no es una universidad pública en términos estrictos, es semiprivada. De las transferencias para su sostenimiento el 45 por ciento lo envía la nación y el 55 procede de recursos propios, es decir, nosotros nos sostenemos con base en las matrículas, los posgrados, los proyectos que ofrecemos, pero una universidad pública es aquella a la que el Estado le garantiza la totalidad de sus recursos. Estamos ante el reto, entonces, de afrontar como Universidad una disputa por recuperar nuestro rol, lo que nos demanda, actuar como un solo cuerpo entre docentes, trabajadores y estudiantes y, más allá de nosotros, construir una política educativa común entre todas las universidades del país, con la cual salir a luchar por torcerle el brazo al Ministerio de Educación, así como al conjunto del Estado, hoy por hoy sin interés por una universidad de puertas abiertas para todas las personas que quieran cursar en ella sus estudios y formación.
“No queremos intervención, ni privatización ni ley de quiebras”
William Parga, es el actual vicepresidente nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores y Empleados Universitarios de Colombia (Sintraunicol), el cual agrupa a la mayoría de trabajadores y funcionarios de la UT.
desdeabajo –da–: ¿Qué significa para ustedes la crisis de la UT y qué plantean ante la misma?
William Parga –WP–. Hay que aclarar que la problemática de la Universidad está centrada en 3 aspectos: El primero, estructural, que viene desde el Gobierno Nacional, por medio del Ministerio de Educación; el segundo, que refleja una problemática regional planteada desde la gobernación del departamento del Tolima, en el juego político que tiene con la administración de la Universidad, y el tercero, que responde a una problemática interna, como son los malos manejos administrativos y financieros que caracterizan al UT. Ante esta crisis, decimos, sin titubeos, que no queremos intervención, ni privatización ni ley de quiebras; pero sí queremos autorregulación, hacer uso de la autonomía universitaria –para que junto con los otros estamentos podamos sacar adelante propuestas de reforma de estatutos– para colocar en marcha unas reformas en la academia y fortalecer el bienestar universitario.
da. Los recortes financieros a los que está sometida la UT implican, sin duda alguna, recorte de personal, ¿qué plantean ustedes ante esta realidad?
W.P. Lo que planteamos es que las administraciones no pueden tapar sus faltas con los trabajadores, la comunidad no puede seguir siendo engañada, debe decírsele la verdad: dónde fue el despilfarro, dónde fue el desgreño administrativo y dónde fue el desgreño financiero; los trabajadores no tienen por qué pagar las culpas de los administraciones mal llevadas, mucho menos los estudiantes y mucho menos los docentes de la universidad del Tolima.
da. En concreto, ante esta realidad de crisis, ¿qué demanda la organización sindical?
W.P. Pedimos, en primera instancia, que el Consejo Superior reverse la decisión que tomó el viernes 25 de febrero, es decir, para poder iniciar el semestre académico necesitamos tener a la comunidad académica dentro del campus, para así poder encarar las discusiones y los debates necesarios para sacar la Universidad adelante.
da. ¿Cómo ven ustedes que este semestre no pueda llevarse a efecto?
W.P. Lo peor que le puede pasar a la UT es que no haya semestre académico, y si así lo definen no puede permitirse, debemos esforzarnos para que el semestre sea abierto.
“Esta crisis nos obliga a estar cada vez más unidos”
Para los estudiantes de la UT es incierto que haya semestre académico al inicio del 2016. Daniel Martínez, estudiante representante ante el Consejo Superior, nos expresa su punto de vista sobre este particular.
da. ¿Qué representa para ustedes como estudiantes la crisis de la UT?
D.M. La realidad de la Universidad la tenían oculta. Nosotros solicitamos que nos informaran sobre la situación que atravesaba la Universidad desde el 2014, pero ésta solo la venimos a conocer ahora, cuando ya es un hecho la crisis de nuestro centro de estudios. Es decir, nos manipularon durante más de dos años. Rechazamos, por tanto: 1.- El ocultamiento de la información. 2-. Que el Ministerio de Educación, la Presidencia de la república, y la Gobernación no hagan efectivas las transferencias para poder funcionar a cabalidad como universidad pública. 3. Que no nos afecten con la cancelación del semestre. Como estudiantes necesitamos seguir estando presentes en la Universidad, para dinamizar el proceso y poder llegar a unas tareas las cuales nos permitan continuar con nuestro proyecto de vida, el mismo que tiene que ver con el mejoramiento del entrono territorial donde vivimos como con nuestra Universidad.
da. ¿Cómo ha sido la captación de recursos por parte de la Universidad, en qué se ha comprometido el gobierno nacional como departamental y qué cantidad de recursos han llegado para que pueda llevarse a efecto el semestre?
D.M. Según la información parcial y desactualizada que las directivas han entregado, hasta finales del 2015 se recolectaron, producto de las matriculas, alrededor de 5.000 millones de pesos, que ya fueron gastados en el semestre anterior. El presupuesto, obviamente, está desbalanceado por un crédito, primero, de 10.000 millones y que después, sin autorización del Superior, lo incrementaron a 13.300 millones de pesos, el que al no conseguir aval por parte de los bancos quedó totalmente desfinanciado.
da. La situación de la UT es compleja, se habla, por ejemplo, que el incremento de las matriculas propicia la deserción de unos 11.000 estudiantes por falta de recursos económicas para cubrir tal gasto, ¿cómo ve esta problemática?
D.M. Es una noticia bastante agria porque esos estudiantes representan prácticamente la mitad de la población estudiantil inscrita en la UT. Su retiro afectaría enormemente a diversos sectores: a los propios estudiantes, a la Universidad, al municipio, al departamento y a la nación, que verían así como un importante grupo de jóvenes queda excluida, negada, en su proceso formativo. Creo que esta realidad nos demanda que todos los afectados estemos cada vez más unidos. Debemos y podemos resistir. Llamaría a los compañeros a que tengan paciencia y estén de cerca frente a lo que está sucediendo, porque los procesos están en marcha y podemos lograr que los reajustes no impliquen un incremento excesivo, de manera que todos podamos continuar estudiando.
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