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Criticar a Israel no es antisemitismo

Palestina padece un Apartheid impuesto por Israel. La denuncia de esta realidad crece por todo el mundo.

Crece en las redes sociales y en los tribunales europeos una nueva apuesta del gobierno israelí: presentar a sus críticos como antisemitas. Con esta nueva estrategia intenta el Estado de Israel desviar la atención al crecimiento de los ya cientos de miles de asentamientos ilegales en el territorio palestino, las detenciones sin juicio previo de miles de palestinos, la práctica sistemática de asesinato a presuntos terroristas con la cual se elimina paulatinamente el justo derecho a un proceso judicial y la política de discriminación dominante en Cisjordania como dentro de Israel, al dar derechos distintos a los palestinos (proceder que en la legislación internacional es calificada como Apartheid).

Esta respuesta israelí está basada en un argumento muy simple: en la medida que el Estado de Israel se fundó como un Estado judío, todo aquel que critique sus acciones está a su vez criticando a los judíos, y toda crítica éstos se considera antisemitismo. Gracias a ello han logrado que en países europeos se ilegalicen ciertas prácticas de personas que en solidaridad con los palestinos denuncian el régimen de segregación aplicado sobre el territorio palestino, fenómeno extendido hacia los Estados Unidos. Y aunque en Colombia aún no se adoptan éste tipo de medidas, ya el embajador Marco Sermoneta en su última aparición pública, el día de la memoria de las víctimas del Holocausto, incitó al público a asociar a quienes convocan a boicotear productos israelíes en nuestro país como personas antisemitas.

Este discurso no solo lo presentan como oficial del Gobierno, sino que lo intentan legitimar con académicos, como fue el caso de un reciente artículo escrito en el periódico El Tiempo por el profesor Sergio DellaPergola quien afirma que una de las matrices antisemitas contemporáneas se manifiesta en la demonización de Israel y especialmente el intento de boicot comercial y académico en su contra. No es el único académico en esta línea, ya son suficientemente conocidas las declaraciones del profesor Marcos Peckel, de la Universidad Externado, en el mismo sentido.

Lo preocupante es que tanto el gobierno israelí como estos académicos parten de un mismo lugar y es asociar a los judíos, no solo israelíes sino a los del mundo, como sinónimo del Estado de Israel. Y puede que hablen a nombre de algunos judíos israelíes o colombianos, mucho más si tenemos en cuenta que además de académico el profesor Peckel también ostenta el cargo de director ejecutivo de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia, quienes fiel y religiosamente creen esto, pero está claro que no lo hacen por la totalidad de la comunidad judía.

Esta última afirmación nace de haber conocido a asociaciones como la Unión Judío/Francesa por la Paz, la organización estadounidense Voz Judía por la Paz, los judíos que en Bogotá hacen parte del movimiento en solidaridad con Palestina o el colectivo israelí que apoya el llamado al boicot desde adentro de este país. Todas estas asociaciones e individuos tienen en común una cosa: su rechazo total a la forma como el Estado de Israel trata a la población palestina, y la denuncia de estas acciones nombrándolas enfáticamente como un régimen de Apartheid. Esto nos hace llegar a la primera conclusión: Israel no es la representación de todos los judíos porque no todos los judíos están de acuerdo con lo que Israel hace.

Esta situación nos provoca una duda: entonces, ¿si hay judíos que no apoyan a Israel, eso hace que esos judíos sean antisemitas? Tanto el embajador Sermoneta como los profesores Peckel y DellaPergola estarían de acuerdo en que sí, y no se alejarían de una expresión que en Estados Unidos usan para señalar investigadores como el profesor Norman Finkelstein quien al denunciar que hay personas que utilizan el Holocausto con fines políticos pro-israelíes fue acusado de “Judío que se odia a sí mismo” y de antisemita. Pero cada vez para más personas la respuesta es diferente: claramente no, criticar las prácticas criminales no hace a los judíos menos judíos, y mucho menos antisemitas.

La verdad es que este intento por utilizar la palabra antisemita contra las personas solidarias con Palestina es debido a que tras muchos años en que la opinión internacional no se manifestaba a propósito de la violación a los derechos humanos que comete Israel con los palestinos, en los últimos diez años viene creciendo un movimiento en el que ciudadanos del mundo de distintas religiones y pensamiento político han decidido iniciar un boicot al gobierno israelí y a las empresas cómplices con el apartheid impuesto a los palestinos. Este movimiento fue convocado desde Palestina en el 2010 por más de 170 organizaciones de la sociedad civil y busca presionar al gobierno israelí para que cumpla con la legislación internacional dándole derechos iguales a los palestinos, acabando con la ocupación de sus tierras y permitiendo el regreso de los refugiados a sus hogares.

Por primera vez Israel se enfrenta a un movimiento no violento, nacido en Palestina y que tiene hoy presencia en todos los continentes, el que le exige que cumpla con las leyes internacionales y que asuma las mismas responsabilidades exigidas a todos los países de la órbita internacional. Justamente lo exigido es que acate cientos de resoluciones en las que la Organización de las Naciones Unidas se ha manifestado a propósito del problema de los refugiados, los derechos de la ciudadanía y la ocupación del territorio palestino.

No. Criticar las prácticas de ocupación israelí en Palestina no son prácticas encubiertas de antisemitismo, y no estamos en contra de la religión judía los que exigimos el cumplimiento de las leyes internacionales. Si el embajador Sermoneta quiere seguir mintiendo acusándonos de antisemitas allá él, al final la comunidad internacional es cada vez más consciente de la salida al problema en ese territorio: que tanto israelíes como palestinos tengan los mismos derechos y la misma paz.

 

* Docente universitario

Información adicional

Autor/a: Oscar Vargas
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