En el fondo fondo de la Paz, las Farc hacen cuentas de obtener 80 “zonas “campamentarias”, interconectadas, con guardia propia de cientos de hombres. Por los pasillos, el Gobierno ofrece “diez por ciento” de limitadas “zonas de concentración”. En su detalle, una vez anunciado el cese bilateral de fuegos ‒con ceremonia‒ el 20 de julio o el 7 de agosto, “la separación de tropas”, cese total de las hostilidades, tardará un año. Necesario a su vez, para resolver a fondo las “41 salvedades y asteriscos” que faltan en los puntos acordados. ¿Redundará este lapso de “paz armada”, en el logro de una firma paralela y definitiva de Farc y Eln? Es decir, “dos mesas un solo proceso”. Eso sí, fin verdadero del conflicto armado.
Yo estoy donde él decía que era el único sitio, y espero que aparezca, que vuelva a entrar gritando su rabiosa esperanza, su simple humanidad de hombre que cree. No lo busquen. Si acaso se demora o no regresa, es que perdió en la paz todas sus guerras. (Epitafio para “Un hombre que vive”. Waldo Leyva. El rasguño en la piedra. Cuba. Ediciones Unión Cuba, 1995)
En Colombia, el evento de la negociación no tiene efectos armónicos con la opulencia. Aunque sin cambio en la naturaleza oligárquica del poder, estabilizada la Mesa con Farc e instalada (en veremos) la de Gobierno-Eln; Colombia ya no será igual en la esfera política. El transcurso y los resultados de la negociación en La Habana: Sin entrega de armas a la vuelta de la esquina, constituye una excepción en el país y el continente. La negociación –en medio del conflicto– arroja rasgos de disputa armada. Real correlación militar en el terreno, de disputa viva en varios frentes, Bloques y sus corredores. Por supuesto, de largas franjas de territorio periférico. En medio, de una situación de guerrilla con la ciudad perdida como escenario operativo y de influencia –destaca el periodismo y la academia– pero sin derrota militar. Sólo en repliegue forzado en el área rural. Detención del avance y retroceso, como resultado de decenas de violaciones a derechos y trato impositivo con los habitantes, del Plan Colombia y del dispositivo conjunto Policía/Ejército-paramilitares, con Uribe como gobernador de Antioquia y Presidente.
En este marco, el grueso de la opinión pública en grandes medios, y el poder y sus funcionarios de “inteligencia” civil y militar; no esperaban encontrar en Mesa (Farc y Eln), a una guerrilla con manejo de correlación en el terreno, hostigamiento, un poquito de maniobra, y factores de retaguardia seguros, y con capacidad negociadora. Condición ésta, que marca –hasta impone– señala el tiempo de las conversaciones secretas y públicas. Además, de la prolongación a un año largo –ojalá sin incidentes– del proceso de separación de tropas de “efecto recíproco”; según postula Iván Márquez, jefe negociador de la guerrilla. Sin derrota militar y una “negociación en medio del conflicto”, las Farc con hostigamiento marcaron territorio.
Pazeando espero…
El procedimiento Gobierno-Farc-ONU de Acuerdo Especial Humanitario, AEH, que está en debate en el Congreso –Álvaro Leyva fue protagonista, en su idea y sustento–; no constituye el último round del conflicto. Sin la ceremonia de un cese bilateral de fuegos, hasta ahora, en los teatros de operaciones, y en el rastreo aéreo o casi a la vista, están guerrilla y tropas. Y hay lugares de borde con borde hasta donde llegan, las avanzadas agazapadas o desafiantes, de un cerco paramilitar en guardia. Suena con augurio, que una las fiestas patrias próximas, anochecerá con el anuncio de la voluntad común Gobierno-Farc de cese bilateral de fuegos, junto con el acuerdo en cinco disposiciones antiparamilitares. En todo caso deja abierto un año, para ultimar la “separación de tropas”, llamemos franjas blancas, con verificación y seguimiento internacional de países de Unasur y del Consejo de Seguridad de la Onu. Un procedimiento que implica en las líneas de fuegos marcadas por frentes y bloques de Farc, la retirada guerrillera y –también– de los efectivos militares.
Resulta entonces que en las entrañas de la paz, no sólo mirando sus alas, está aún sin definir: el modo y el margen de la “dejación” de armas sin entrega. No resulta fácil resolver: tanto el número total, como el mecanismo de seguridad, la duración y el contenido, ya sea de las “zonas de concentración” (Gobierno y amplia opinión) o con la característica de “campamentarias” (Farc, con recibo en sectores de la izquierda). Unas áreas que en principio pudieran estar ubicadas, en cerca de 100 municipios, o más, ¿sin cabeceras municipales?, equivalentes al 12 por ciento del territorio colombiano.
Entreverada la situación con el escenario internacional, hay quienes analizan, que con la situación de polarización en el continente, con “activismo y masa revolucionaria” en Venezuela, Ecuador, Brasil, Bolivia, Paraguay, etc.; la paz en Colombia resultaría funcional, dentro de los “planes secretos” del Pentágono. Minuta que coincide en forma gruesa, con la Casa Blanca en Washigton. Gran poder, que ante las cisuras de su hegemonía en Nuestra América, el Lejano y Medio oriente, y la “amenaza” de la alianza estratégica Rusia-China está precisado a reforzar América. Propósito que tiene en uso tres políticas: i) La distensión con Cuba, ii) el escenario de paz en Colombia y iii) la variación de signo, en los países que alcanzaron gobiernos alternos o progresistas.
Una paloma blanca contra el viento…
En pocos meses, el presidente Santos con arrastre de su lado falaz y negociante de fortuna, comenzará a pisar con el “sol a las espaldas”. Bajo el efecto de una menor popularidad. No merece menos, ante una “paz sin oportunidades”. Sin discusión del modelo económico. Por eso, no es extraño que, un No sólo causante de marginación y atraso de paz vive el hambre, hable en las paredes.
Sin hacerlo explícito, tanto el Gobierno como las Farc asumen, la dificultad inmediata de alcanzar mayoría, en un Plebiscito o en una Asamblea Nacional Constituyente. Por eso, pactaron “blindar los acuerdos” mediante el AEH. De conjunto en la situación para la Paz, la siesta de la reelección santista que necesitó un “voto táctico” –Gustavo Petro y Clara López disputan su propiedad–, despierta con sobresalto: Uribe aún está ahí, con su parentela. Es triste pero real y con alguno o gran tamaño. En todo caso, la negociación conlleva, aún sin carácter antagónico, una intensa confrontación política y social; con «paz armada» al canto, amenaza persistente de 6.500 hombres-arma, según concepto y cifra del generalato del Ejército. Factor que está al lado, de un escenario de fractura de poder (santismo vs. uribismo). Cisura con desgarre, que anima desorden: institucional, en la gestión de gobierno, en los partidos de gobierno y también, en los de oposición de todo signo.
A diferencia de casos estudiados como El Salvador y Guatemala, con la existencia en Colombia de islotes activos de sujeto resistente, de movimiento social sobrevivientes del terror y con una Farc que conservó, tiene y aumenta su «fuerza de negociación», y en un grado particular el Eln, resulta singular aquí:
– i) Una variación en el mapa político nacional, tanto del campo oligárquico como del campo alternativo. ii) Una recomposición a la vista, en la orilla antioligárquica y en su división histórica y barreras teóricas, entre partidarios y distantes o contrarios de la lucha armada. iii) Subyace en extensas áreas de regiones y con aumento de presencia urbana, el riesgo de una respuesta paramilitar contraofensiva. iv) Saca astillas una ‘fisura interinstitucional’ en el alto nivel del Estado, que toca de manera sorda, a la oficialidad y suboficialidad del Ejército y de las Fuerzas Armadas y sus reservas. Fisura que puede derivar hasta «crisis política» de menor o mediano calado. v) Aun con una convocatoria desarticulada y de insuficiente legitimidad, sectores sociales empujan sus reivindicaciones, sin que el ‘alto fin de la paz’ las neutralice. (30 de mayo, jornadas de la Minga Campesina que inspiran factores indígenas y de la Cumbre Agraria) vi) Con su Espada de Damocles interactua limítrofe, dentro de la realidad como vecinos, el efecto venezolano, con sesgo posible de un desencadenamiento violento.
La suma de estos factores como situación general del país, y su variante parcial de ruptura o conmoción, con posible o segura consecuencia electoral y de hechos resistentes y emplazatorios, preocupa al poder. Con todo y ser dueño de la iniciativa e impulso de un «reacomodo político» en marcha, le inquieta que el desorden o conmoción detone y pase del inconveniente conflicto armado a una situación inestable.
“Paz armada” y oportunidad a un año
Así sea con el aval de ONU, la paz no cuenta con un sujeto social urbano que la imponga. Tanto el trote de la negociación como el de la retirada de unidades armadas, son parte del arte, la ciencia de la guerra y la tradición humana. Igual, la lucha armada en método y el sistema y orden de batirse en la disputa política, exigen ambos, la definición de rumbo o dirección decisiva para “lograr la superioridad” y vencer e “imponer la voluntad al adversario”. En política: con la búsqueda de consensos o sin estos.
Sobre esta base, es posible captar que las Farc no ceden en acordar la estructura más conveniente para proteger su acumulado. Y proyectarlo con garantía de supervivencia. Con aseguramiento en territorios ‒no sólo imagen, tal como después de la muerte de Pizarro obró en el M-19. Aferrada al terreno con afectos, acorde con la nueva característica de lucha política y electoral que viene bajo el siniestro riesgo, de una contraofensiva paramilitar de múltiples engendros.
La ¡alarma de paz! pone en aprietos, al clientelismo y a la parsimonia de izquierda en captar las situaciones. Unas nuevas condiciones de correlación, espacio, tiempo, podría facilitar al Eln un cálculo –momento más favorable. No como dos ciclistas de un mismo equipo que se abrazan en la meta, con otras condiciones de situación, el Eln en la apuesta de ganar el embalaje, podría querer o estar poniéndose la camiseta amarilla que lo distinga como actor final, decisivo y último, protagónico en el final del conflicto.
Despertando hacia atrás como hizo José Arcadio Buendía, en Colombia la Paz con forma humana tiene una pregunta, ¿Cómo podrá ser, para que desde la llama el humo baje?
Tener, poner, estar
No es lo mismo tener condiciones, que poner condiciones, que estar en condiciones. A la luz de esta distinción no solo gramática cabe desglosar así los verbos y sus auxiliares:Las guerrillas tienen condiciones para buscar la paz, con todos los condicionantes aquí resaltados. El Estado tiene y pone condiciones de poder y de institucionalidad, pero está resquebrajado. Eso es una vaina.Las condiciones que resulten del siete de agosto en adelante, necesitarán de todas las partes un pulso endemoniado. Es decir, puntería admirable. Para apuntarle a la disponibilidad del otro y al mismo tiempo a una galería enervada.¿Quién está más en condiciones? La sociedad no está en condiciones. Los pobres están muy asustados por el uribismo. Los movimientos sociales casi que están en condiciones pero rechazan cualquier lógica de partido. Estando así, la gramática de las condiciones, no hay campo para la incondicionalidad, para las condiciones de posibilidad. Mucho menos, para las condiciones afirmativas de la imposibilidad. Pero aún respiran. La disimetría no ayuda pero debe ayudar. No habrá simetría en el mundo en los próximos cien años. Los estertores del capital arramblan con todo lo existente y las subversiones están, desde este punto de vista sin condiciones. Otra respiración. Muchos nuevos siglos al compás, con las fértiles necesidades de la multitud MH2 y O.R.R.
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