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Himnos y banderas

Himnos y banderas

Sucede ante nuestros ojos, o tal vez somos parte del espectáculo. Enarbolar las banderas y cantar los himnos de los diferentes países, proyecta la impresión de que el nacionalismo, en medio de un mundo globalizado, está exacerbándose, y sin embargo es un nacionalismo diferente al conocido y vivido por siglos; ahora, en el que está tomando forma, compiten, en todo caso, tres tendencias: la nacionalista, la cosmopolita y la patriótica cosmopolita.

 

Parece imposible pero así es. Sensación que alcanza a sentirse en las diferentes competencias o campeonatos internacionales: Copa América, Eurocopa, mundiales de fútbol, Olímpicos, en las vueltas en bicicleta a diferentes países, en competencias de atletismo, etcétera.

 

Es un fenómeno palpable. Toma forma, y puede llegar hasta lo impensable cuando las banderas son ondeadas, los himnos entonados, las camisetas exhibidas, pero también cuando son enarboladas pancartas con los nombres de los deportistas; también puede suceder cuando se llama al apoyo de cantantes y otros representantes de la ‘tierra’, impulsándolos para que sobresalga como “el mejor”. Fenómeno de identidad que dura tanto como el tiempo que se tome el espectáculo en cuestión, al final lo que concitó a unos y otros, fue el apoyo a los colores de tal o cual país. Están ahí por la persona, por el equipo, pero también por el país. Es el nacionalismo deportivo, fenómeno de ondas connotaciones, potenciado por la globalización imperialista, la misma que ha fragmentado, y a la vez resignificado, las identidades territoriales, pues hoy es posible ver en los estadios a ciudadanos de un país portando la camiseta de uno diferente al suyo, así como apreciar parejas y familias compartiendo camisetas de sus respectivas procedencias.

 

Los colombianos que agitan banderas, se visten con la camiseta de la selección y cantan el himno nacional, no necesariamente son nacionalistas, en el sentido de defender “mi patria por encima de todo”, aunque también los hay, en cambio sí expresan un sentimiento de identidad entre connacionales, desechado rápidamente una vez finalizado el evento en cuestión, momento en el cual resurge la realidad de las desigualdades. Y también por el orgullo por los que “nos representan”, al final no somos tan malos.

 

Los medios de comunicación definen

 

Desde la década de los 90 del siglo pasado, cuando el mundo vivió un cambio profundo, dando paso de manera contundente a la mercantilización/mundialización/digitalización en todas las manifestaciones de la vida, el deporte quedó inserto en tal proceso. Desde entonces, con mayor potencia, los medios de comunicación entraron a ser parte del andamiaje deportivo, de tal manera que pudieron verse múltiples deportes en vivo, en tiempo real, llevando al jugador, atleta, o equipo de la preferencia, a la teleaudiencia. Acercamiento casi cotidiano que comenzó a (re)construir y/o resignificar identidades, ahora a partir de otro contexto mundial y nacional en el cual la persona aficionada decide ponerse la camiseta, agitar la bandera y cantar el himno, acciones que no solo realiza en los estadios sino también en calles, parques, restaurantes, oficinas, y otros muchos sitios.

 

Las interpretaciones elaboradas sobre el impacto y significado de estos hechos son diversas, reflejando posturas morales frente a la nación: los nacionalistas y patriotas, los cosmopolitas, y los patriotas cosmopolitas, términos usados por los filósofos políticos y filósofos morales a la hora de discernir sobre el asunto.
Proceso imposible de tomar amplitud global si no fuera por la era digital en que estamos insertos, en la cual los medios de comunicación juegan un papel primordial en la medida en que la diversidad productiva, apoyada en la tecnología de punta, y en la innovación a corto plazo, desterritorializadas y tomando en cuenta características culturales de los países, promueven los contenidos de amplitud mundial en tiempo real, lo que permite la visibilización de las diferentes expresiones nacionales concentradas en colores, canciones e himnos. Por este camino, los colombianos, o cualquier otro grupo humano poblador de un territorio dado, se visibiliza por el mundo como un todo.

 

Mi terruño y el mundo

 

Sugieren desde tiempo atrás que la globalización (capitalista-imperialista) a la vez que fragmenta los modos de vida tendiendo a la uniformidad, fortalece los nacionalismos, los patriotismos y el cosmopolitismo. Ser nacionalista y ser patriota no es lo mismo, el nacionalismo propone una definición política, es un planteamiento sobre lo que es o debe ser una nación y ese nacionalismo puede ser de derecha o de izquierda, según los intereses a resolver, mientras que el patriotismo y el cosmopolitismo son un sentimiento. El patriotismo se expresa en el orgullo nacional, por ello puede haber nacionalistas que son patriotas, muchas veces en un mal sentido. El cosmopolita siente orgullo de mundo, se refiere a que como ciudadano del mundo respeta a los demás pobladores del planeta, inclusive algunos lo extienden al respeto a los animales. Pero todo ello también está llevando a que se fortalezcan las identidades locales, étnicas y culturales.

 

Es cierto que existe el nacionalismo extremo, el que exige la defensa de las fronteras nacionales y la exclusión de extranjeros, y también los nacionalistas que plantean la defensa de la soberanía nacional, así como aquellos que pregonan la defensa o preferencia de la identidad de los connacionales, que no es lo mismo que defender los conciudadanos, pues en un mismo estado y/o nación –sobre todo si son Estados multinacionales– hay connacionales de la nacionalidad y conciudadanos del mismo Estado. Por eso los españoles enarbolan la roja en los estadios en un mundial de futbol en tanto conciudadanos, pero no en cuanto connacionales.

 

Y el cosmopolitismo que propone ser ciudadanos del mundo antes que de un país en particular, que también se presenta como los cosmopolitas que entienden la importancia política y emocional de la humanidad del planeta Tierra, y a la vez saben que el terruño es el basamento desde donde partir y centrarse. El terruño es lo que uno carga en la mochila cuando se va, y un cosmopolita quiere al mundo pero también al lugar donde nació.

 

Identidades y cambios novedosos. Hoy en día, por medio del deporte en particular, la gente de éste y otros países del mundo está resignificando el sentido de nación y patriotismo pues las diásporas, las migraciones y desplazamientos, han aportado para que aquellos que sufren tal realidad afronten y comprendan de manera diferente estos conceptos, más en sentido positivo, hacia el futuro, que en retroceder a posiciones ya superadas por la vida misma.

Información adicional

DEL NACIONALISMO QUE TOMA NUEVOS COLORES
Autor/a: PEDRO MIGUEL TAPIA
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