Este es un resumen del “manifiesto” del proceso de Liberación de la Madre Tierra, llevada a cabo por los indígenas del pueblo nasa en el Norte del Cauca. En él, a través de sus propias palabras, nos comparten el sentir y el significado de su lucha –el periódico desdeabajo se solidariza con su lucha, sabiendo que la consecución/consolidación de la paz pasa por la construcción de una verdadera reforma agraria que toque la gran propiedad. Para el caso del pueblo Nasa, una particularidad de ello es el cumplimiento con los acuerdos incumplidos por el Estado firmados como producto de la masacre de El Nilo en 1991.
No descansaremos hasta verla en libertad
“Venimos siendo los hermanos, las hermanas, las amigas, los parceros, los sobrinos, la comunidad, la tierra donde se sembró su ombligo hace 20 años. La continuación de la lucha de Guillermo Paví Ramos, padre e hijo, de Javier Oteca asesinados en las fincas de liberación; la familia de los veinte de El Nilo masacrados, la parentela de los trece de Gualanday masacrados, los ocho de San Pedro, masacrados, los cien de El Naya, masacrados, y los cinco de López Adentro, masacrados […]; la familia de Cristóbal, de Marden, de Benjamín, de Álvaro Nasa Pal, asesinados […]; la tribu de Anatolio; la descendencia de cientos de hombres y mujeres que cayeron liberándola, genocidiados; la siembra de Quintín Lame, de Juan Tama, de La Gaitana y sus veinte mil guerreros que enfrentaron la primera arremetida.
Las comunidades de Munchique, Huellas, López Adentro y Corinto; asentadas en las fincas de Quitapereza, Los Mangos, La Emperatriz, Canaima I, II y III, La Albania, Quebrada Seca, Miraflores, García Arriba, García Abajo, Caucana, Cultivos, Granadita, Vista Hermosa, San Luis Abajo y las que vienen. Unas de Incauca, otras al servicio de Incauca.
Somos comunidades del consejo regional indígena del Cauca, Cric, caminando su plataforma de lucha: liberar la tierra, ampliar el territorio, no pagar terraje… Y venimos, a 26 años del duro golpe de la masacre de veinte hermanos y hermanas en El Nilo y su siembra en esa tierra liberada, y a dos años de haber ocupado nuevamente estas fincas, a contarles de dónde nace eso de liberar la Madre Tierra, de quiénes, para qué, cómo lo estamos haciendo y qué sigue”.
Un poco de historia: Esperamos, aprendimos, volvimos
“Las tierras que hoy ocupamos, las fincas en proceso de liberación, son nuestras. Estamos aquí porque son nuestras. Sino no estaríamos. Claro que las escrituras figuran a nombre de otros dueños y eso es lo que confunde. Hace muchos años estos valles eran tierra y hogar de nuestros pueblos que vivían en esta región que hoy se llama sur occidente de lo que hoy se llama Colombia. Vivían a lo bueno, dedicados a comer, beber, mascar, ofrendar, tejer, danzar… Un día de 1535 llegó la Conquista. Una noche nos acostamos nasa y amanecimos “indios”, así como muchos otros pueblos amanecieron esclavos, terrajeros, asalariados etc. Empezó la explotación de nuestra tierra, que se convirtió en teatro de operaciones. Desde entonces no tenemos paz ni descanso.
Aquí seguimos nuestra agenda con veinte hermanos y hermanas que la encabezan. Van adelante levantando una bandera verde y roja. ¿Los ven? Sabemos andar porque hay compañeros y compañeras que van adelante. La Constitución del 91 no nos iba a encandelillar para siempre. Nos frotamos los ojos y, como dijimos, nos levantamos por la libertad de la Madre Tierra entrando en La Emperatriz el 2 de septiembre de 2005, después de 14 años de letargo. Esta finca es emblemática porque desde allí se planeó y desde allí salió el operativo militar que nos quitó a los Veinte. 11 días después, logramos que el gobierno firmara un convenio por 20 mil millones de pesos para compra de tierras. Pero es que son caripelaos, marrulleros, tramposos, morrongos. Incumplieron, como han incumplido otros 1.200 acuerdos. Al pueblo nasa, por ejemplo, nos han incumplido, entre decenas, la reparación por la masacre de Veinte, que cumple 26 años.
Al perro no lo capan dos veces. El 14 de diciembre de 2014 un grupo de comuneros y comuneras, sin más título que 476 años de andar arisco y miles de años de memoria silvestre, entramos en cuatro fincas, dos de ellas de Incauca, ahora hay muchas más. La palabra nasa, que tanto tiempo ha aguardado para hablar, ahora levanta la mano, sin soltar la honda, y dice: ¿Rebelión? ¿Revolución? ¿Reforma? No, lo nuestro es el wët wët fxi’zenxi (Buen vivir)”.
La tierra en Colombia. Que hablen los números
- “Colombia tiene cinco millones de hectáreas entregadas en concesión para minería. 25 millones de hectáreas van que se las pelan para allá mismo porque tienen solicitud minera. Las tierras pretendidas para minería abarcan nuestros territorios.
- Del total de la tierra en Colombia, el 0.4% de los propietarios es dueño del 41.1% de la tierra (según el último censo agrario).
- Más de 6 millones y medio de hectáreas fueron despojadas por violencia en los últimos 20 años. La cosecha de la violencia paramilitar fue la tierra que luego convirtieron en monocultivos, por ejemplo de palma aceitera.
- El 70% de la comida que comemos en Colombia viene de pequeños propietarios. Claro, si los grandes propietarios dedican la tierra a monocultivos de caña, soya, palma aceitera y ganadería extensiva. Las vacas tienen más tierra que la gente: dos hectáreas por vaca.
- Las comunidades del pueblo nasa del norte del Cauca somos 111.642 habitantes, agrupados en 24.119 familias, en 20 territorios indígenas. Si de tierra hablamos, contamos con 206.288 hectáreas. De estas tierras, el 82% (169.156 hectáreas) son reserva forestal sirven para dejar crecer el monte y los animalitos nomás. Solo el 18% (37.132 hectáreas) son aptas para actividades agropecuarias. La falta de tierra es el dolor de cabeza de Uma Kiwe. Traducción: el escaso acceso a la tierra desequilibra los ecosistemas y genera crisis múltiples en el Planeta Tierra.
- La mayor parte de la tierra plana del norte del Cauca está sembrada de caña, unas 250.000 hectáreas en la región, para producción de azúcar y agrocombustibles. Los ingenios azucareros consumen 25 millones de litros de agua por segundo”.
Cómo lo estamos haciendo
“Nuestra vida en la liberación es una fiesta. Consiste en el sencillo oficio de cortar la caña para sembrar comida. Desde que entramos en las fincas hemos cortado muchas, muchas hectáreas del monocultivo de miles de hectáreas de caña que están sembradas en el norte del Cauca para producir azúcar y combustible.
Hemos sembrado muchas, muchas hectáreas de comida: maíz, fríjol, yuca, plátano, zapallo. Esperamos a que el dueño aliste el terreno y entonces entramos a la siembra. Algo hemos cosechado. La gran mayoría de las siembras a punto de cosecha han sido destruidas en operativos gigantescos, propios de un teatro de operaciones tipo Avatar, que combinan fuerzas en tierra con ejército, carabineros, tanquetas, policía antimotines –Esmad– y maquinaria destructora y fuerzas en aire con helicópteros militares. Es increíble que una mazorca de maíz genere tanto miedo en las altas esferas. Desde allí envían emisarios o razoneros a negociar nuestra retirada mientras planean los desalojos y las fumigaciones con glifosato, la nueva estrategia. Así que Monsanto-Bayer no se queda por fuera de la película. Ofrece proyectos, “tratos razonables”, “hablar como gente civilizada”. Respuesta: Gente civilizada somos. Por eso liberamos la Madre Tierra.
Hemos hecho reuniones con comunidades campesinas y afrodescendientes para debatir y acordar. Hemos logrado acuerdos y vamos haciendo mingas conjuntas. Vamos a ir convocándonos y juntándonos. Sumando fuerza para liberar juntos. Si hay oídos receptivos seguimos andando. Si no, seguimos andando.
En los últimos meses el aparato paramilitar se mueve en la región. Ya han hecho varios intentos de golpear el proceso de liberación de la Madre Tierra. Así mismo las guerrillas van moviéndose, nosotros no apoyamos más que a nuestra madre liberada, no sabemos muy bien lo que viene, pero sabemos que no es la Paz”.
Lo que vamos a ir haciendo:
“Por nuestra parte, como la liberación va para largo, vamos a mantenernos ocupados. Lo que sigue es lo que vamos a hacer. Por ahora lo nombramos. En su momento, daremos detalles de cada uno. Cada acción, cada paso, son zancadas para alcanzar el sueño de liberar la Madre Tierra. Van:
- Vamos a entrar en otras fincas. Y en todas vamos ir cortando y sembrando para devolverle la alegría a la Tierra.
- Vamos a hacer una minga de recorrido por el territorio. El territorio es el mundo. En cada sitio vamos a ir desalambrando y desalambrándonos. Contando, tejiendo.
- Vamos a hacer un encuentro zonal de liberadores y liberadoras.
- Vamos a hacer una escuela, una telaraña de comunicación para tejer a lo lindo: una minga de comunicación.
- Vamos a hacer una escuela para la pedagogía de la liberación, convocando gente y movimientos y procesos que anden en las mismas para desalambrarnos en montonera. Y para tejer a lo lindo.
- Vamos a hacer un encuentro de liberadores y liberadoras de la Madre Tierra convocando a gente, movimientos y procesos que anden en las mismas en Abya Yala. Para contarnos, para tejernos.
- Vamos a hacer la marcha de la comida, vamos a compartir la cosecha de la liberación con gente arrinconada en barrios pobres que el capitalismo ha ido creando en las ciudades.
Una cosa queda clara. Son varias pero es una sola:
No vamos a salir de las fincas. No vamos a negociar proyectos o a recibir nada distinto que no sean las fincas que ahora ocupamos. Este es un proceso autónomo de las comunidades caminando los puntos de lucha del Cric. Estamos acompañadas de nuestros cabildos. Los puntos de liberación caminamos de la mano. No vamos a dejar que nos dispersen. No tenemos voceros externos, nosotras y nosotros mismos nos voceramos. Y vamos a estar pendientes de que nadie se aproveche de este proceso. El sudor y las ampollas, la herida de José, el bebé de Milena, el pacto de Julia, los tuertos y mutilados, los compañeros y compañeras judicializados, los muertos y sus familias nos hablan patente: que nadie negocie con nuestra lucha.
No tenemos afán. Cuando llegue el momento de “negociar” será dentro de las fincas y el único trato aceptable será su libertad. Ese día ya no serán fincas, serán Uma Kiwe”.
Recuadro
La “Fuerza Pública”, al servicio del capital
Una vez más, ¿hasta cuándo? El pasado 9 de mayo en la hacienda Miraflores de Corinto, Cauca, los indígenas nasa fueron víctimas de un atentado más por parte de la Policía Nacional. Mientras 4.500 mingueros realizaban un ejercicio de liberación de la madre tierra, tres camiones con policías fueron movilizados y acto seguido algunos de sus ocupantes accionaron sus armas en contra de los indígenas.
Daniel Felipe Castro Basto, joven de 16 años de edad, perdió la vida luego de ser impactado en el cuello por una de las balas con que trataban de intimidarlos y expulsarlos de las tierras ocupadas; también fue herido Pedro Augusto García Leal, periodista independiente colaborador de medios alternativos como El Turbión, Agencia Prensa Rural y Rebelión.
¿Cuál fue la justificación del ataque? Según el comandante Trujillo de la Policía, los mingueros eran miembros del Eln y estaban armados. Una y otra vez, se hace más evidente la unidad entre el gran capital y quienes se supone deben defender al pueblo.
La comunidad nasa, ante los atropellos, falta de garantías y el perpetuo incumplimiento estatal, expresó al cierre de esta edición:
- “Exigir claridad sobre cuáles son los gestos de paz para las comunidades indígenas, a sabiendas que es la Policía Nacional la causante de los actuales hechos.
- Al sector industrial, recordarle que las tierras ocupadas por las comunidades indígenas, son espacios de vida del pueblo nasa; tierras que les arrebataron por medio de la violencia, el desalojo, la represión y los asesinatos.
- Recordarle al gobierno nacional, que por cada muerto en el sitio de la liberación de la madre tierra, son 15.000 hectáreas de tierras, por tanto la solicitud a la fecha alcanza 30.000 hectáreas,que se deben devolver como tierras ancestrales del pueblo nasa, en Corinto y Norte del Cauca.
- Los indígenas en acción de liberación de la madre tierra no somos grupos de izquierda ni de derecha, somos pueblos milenarios, con un modelo de desarrollo propio en construcción”.
Norte del Cauca: Dos años del proceso de liberación de la Madre Tierra
“Hasta que se apague el sol”
MARÍA ANGÉLICA GIRALDO
Está estipulado en la plataforma de lucha del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric): recuperar las tierras ancestrales y ampliar los resguardos. Esa sería la vía para resolver el problema de tierra, fuente de conflicto y confrontación armada en Colombia, de la concentración de la riqueza y de la pobrecía que agobia a miles de miles, realidad que el Estado colombiano nunca resolverá.
El paso del tiempo les daría la razón. Ninguna solución efectiva viene del Estado y de los gobiernos de turno, defensores del latifundio. De ahí que desde los años 70 del siglo XX el pueblo Nasa se volcará sobre tierras que le pertenecieron desde siempre pero que fueron usurpadas por los invasores europeos y luego por los oligarcas que les heredaron riqueza y poder.
Año 1971 y siguientes: en su lucha por la tierra los Nasa, poco a poco, fueron bajando de los altos de las cordilleras, donde los terratenientes los arrinconaron, hacia los valles, hasta acercarse a las haciendas cañeras. Su caminar se sentía cada vez más fuerte, y la respuesta del poder fue la misma de siempre, la usada 525 años atrás y la siempre presente siglo tras siglo, año tras año: violencia, intimidación y muerte. Las masacres de El Nilo, El Naya y Guandalay, dan testimonio de ello.
Masacres por las cuales fue condenado el Estado colombiano por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, debiendo reparar a los Nasa con 15.600 hectáreas, de las cuales, a pesar del paso del tiempo, solo ha entregado el 50 por ciento y en zonas improductivas.
Con un problema vivo, el de la tierra, lo decidido por el Cric mantiene plena vigencia. Es así como en el 2005, comunidades del norte del Cauca ingresan a la finca La Emperatriz para dar cumplimiento a sus mandatos, pero también porque simbólicamente representa la muerte de los 20 compañeros que dieron su vida por recuperar un pedacito de tierra1.
Acciones de resistencia y vida desplegadas en pleno gobierno de Uribe, quien promete dineros para la compra de tierras, lo cual nunca se torna en realidad, pues termina entregando tierras pero en los departamentos de Putumayo y Caquetá, intentando desarticular al pueblo indígena y al movimiento que lideraban.
Acción y manipulación de un gobierno tramposo que genera algún efecto, pues no faltaron comuneros y comuneras que cayeron en la trampa, desplazándose hasta allá. El paso del tiempo los llevó a recapacitar y retornan, pues sienten y comprenden el alislamiento económico y político que padecen. En su voz, “ya sabemos que siéntese significa ríndase. Sabemos ahora que una firma es la representación gráfica de la trampa y la mentira”2.
Precisamente es a partir de este momento que se empieza a hablar de “liberar la madre tierra” no solo recuperar. Y regresar a La Empera (luego de 10 años se vuelve a ocupar) implicaba ya no negociar con el gobierno sino quedarse allí y pelear hasta ver esa tierra constituida como resguardo.
Las amenazas y asesinatos
Pero no contentos con el engaño, también alimentan el odio de sus fuerzas represivas acentuando la discriminación racial. Los heridos y muertos no han sido gratis. El Esmad, las fuerzas militares y paramilitares siguen acechando a las comunidades. Se han llevado la vida de Guillermo Pavi, joven de 19 años que murió en la hacienda La Emperatriz mientras se preparaba para confrontar al Esmad, una bala del ejército (allí presente también) lo alcanzó. Javier Oteca el 22 de marzo del 2017 regresó a la madre tierra, luego de que fuera encontrado muerto cerca a la hacienda Miraflores (hacienda en proceso de liberación). Se sospecha que el responsable fue un trabajador del ingenio Incauca en complicidad con el ejército. Y el más reciente ha sido el asesinato de Gersón Acosta, gobernador del resguardo indígena Kite Kiwe, el cual fue creado por desplazados de la masacre paramilitar del Naya. Gersón contaba con protección de la UNP (Unidad Nacional de Protección) pero esto no bastó para que su lucha por la reparación de las víctimas terminara en una justa resolución.
Al parecer el Estado ni los gobiernos de turno van a garantizar el buen vivir de las comunidades indígenas, que año tras año son víctimas de abusos y exterminio. Este se jacta de su voluntad de paz, mientras otros grupos armados ocupan territorios abandonados por las Farc. Se rumora que son el Eln y el Epl. Asimismo, comuneros del resguardo de López Adentro han denunciado la incursión de grupos paramilitares en sus territorios. Por esta razón las comunidades se cansaron de comerle tanto cuento al gobierno y han decidido fortalecer su autonomía como pueblos originarios. Ya se ha avanzado en la unidad entre la guardia indígena y la campesina para realizar acciones conjuntas en defensa del territorio.
Des-institucionalización del movimiento indígena
Todo movimiento social tiene ciclos de flujo (organización, activismo, movilización) y contraflujo (apaciguamiento, poco cuestionamiento y sin disputa política) Asimismo, el movimiento indígena en el Cauca ha pasado por grandes momentos de movilización como en los 70 y 80, y un momento de poca movilización durante los 90, pero de importantes ganancias. La más relevante fue el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas, como sujetos políticos con autonomía territorial, jurídica, y política. Durante este tiempo, las comunidades se encargaron de consolidar lo conquistado, implementando planes de vida con ayuda de los recursos participativos del estado. Una de las discusiones más álgidas durante el 2005 y actualmente, es que las comunidades han perdido parte de su autonomía, y los planes de vida como pilar fundamental de la organización han caído en las lógicas de la burocracia. Ya no se discute los por qué ni los para qué, sino como gestionar mejor el dinero, ya que son las alcaldías municipales las que deciden dónde se invierte y cuánto.
Es bajo esta dinámica el movimiento indígena se ha encontrado en la encrucijada de manejar dos agendas que no parecen complementarse: la institucional y la comunitaria. Algunos comuneros opinan que ya bastante se ha caminado por la institucional, y algunas veces ha dejado un saldo negativo, como la división, cooptación y dependencia. La liberación de la madre tierra ha sido esa luz que los ha vuelto a guiar por el camino comunitario, vuelve a discutirse como llevar un plan de vida en armonía y con autonomía. Para ellos y ellas desalambrar la tierra, es desalambrar el pensamiento colonizado, es fortalecer la cultura, la educación, la defensa de los territorios y la soberanía alimentaria, que tanto se ha debilitado por la falta de tierras y la propagación de cultivos ilícitos.
Por otro lado, se ha planteado otra forma de coordinación que no pasa necesariamente por las autoridades de los cabildos, sino se delegan funciones a personas que están en los puntos de liberación constantemente. A esto lo han llamado comisión política, donde se ha establecido como principio el diálogo directo entre los y las liberados ya sea con el gobierno o con las mismas autoridades. Y así mismo, el día en que se entreguen las tierras, dichos trámites no se harán con la consejería del Cric o la Acin sino con delegados del proceso y dentro de las haciendas. No es un secreto que esto ha generado tensiones internas, pero se han logrado resolver mediante las asambleas con discusiones donde son las comunidades quienes deciden y los de arriba obedecen. Como dicen los zapatistas mandar obedeciendo.
¿Y ahora qué?
Actualmente, los y las liberadoras impulsan una serie de mingas de comunicación, donde discuten la importancia de visibilizar esta lucha. Para ello acuden a diferentes herramientas de comunicación como el video, la fotografía, la escritura, las redes sociales, etcétera. Pero también han aprendido a escucharse como indígenas y con otros, en un diálogo de saberes horizontal, donde el conocimiento es un bien inmaterial de los pueblos y no un mecanismo de dominación.
A corto plazo proyectan abrir más puntos de liberación, al ver que iniciaron con tres y ya van siete. También desean realizar un encuentro internacional donde confluyan diferentes pueblos de latinoamérica que también están liberando la madre tierra y así poder intercambiar experiencias, generar lazos de solidaridad y alzar la voz ante la inminente destrucción del planeta. Es vivir en libertad y alegría con la Uma Kiwe3.
1 Esta es la misma masacre de El Nilo.
2 Seguimos en minga por la libertad de la madre tierra. Acin. 2015.
3 En lengua nasa significa “madre tierra”.
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